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MIGRACIONES, CONFLICTOS Y CULTURA DE PAZ

Vicent Martínez Guzmán y Eduardo Andrés Sandoval Forero



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La percepción del inmigrante y del país receptor. Ilusiones, manipulación e intereses políticos y económicos

Julia Isabelle Hamaus
juliahamaus@hotmail.com

Introducción

La historia de la humanidad ha estado siempre afectada por movimientos migratorios. Constantemente la gente estuvo buscando lugares con “[...] ecosistemas más favorables al desarrollo de sus posibilidades y proyectos existenciales [...]” (Carbonell i Paris, 1995: 9). Debido a esta mezcla histórica infinita de razas, etnias y culturas, es bastante difícil encontrar árboles genealógicos lineares, es decir, que en un cierto sentido todos nosotros y nosotras somos migrantes. Como el concepto de la pureza de sangre ya no existe, tendríamos que preguntarnos por qué tanta gente explica los problemas que se asocian a la migración con nuestras diferencias étnicas y culturales (Carbonelli Paris, 1995: 9).

En su trabajo Aspectos sociales de la migración internacional: Consideraciones preliminares, el equipo de apoyo técnico del fnuap para América Latina y el Caribe menciona que el fenómeno de la discriminación racial y la xenofobia se presenta sobre todo cuando se trata de inmigrantes de etnia, idioma, religión o apariencia fundamentalmente diferentes de los habitantes del país  (Martine, 2000: 178). Pero si durante el transcurso de la historia, las razas, etnias y culturas se han mezclado, si hoy en día no se puede hablar más de una raza, etnia o cultura pura, y si hay sociedades multiculturales pacíficas y otras uniformes en pie de guerra, ¿cómo se puede decir que son nuestras diferencias las que nos molestan y separan? En este trabajo voy a centrarme en los aspectos de la percepción de la migración según el inmigrante y según los habitantes del país receptor. Analizaré los motivos por los cuales la gente emigra, por qué un país atrae a los inmigrantes y cómo estos procesos son percibidos por los dos. Intentaré aclarar las razones que causan conflictos entre inmigrantes y habitantes del país de destino, proponiendo que la mayor responsabilidad sobre una convivencia pacífica está en las manos del propio sistema político y económico.

La percepción del inmigrante ¿Por qué emigrar? ¿Por qué emigra la gente? Las causas son muchas; la gente emigra por desastres naturales, conflictos armados, pobreza, necesidad de trabajo, para apoyar a sus familiares a través del envío de remesas, etc. Pero además, hay motivos más sencillos como el deseo de vivir con mejores condiciones económicas, de tener un nivel de vida más alto o sea de realizar el sueño americano. “No es exacto, por ejemplo, que nuestros inmigrantes extranjeros vengan huyendo de la miseria. Si somos capaces de matizar entre pobreza y miseria, sería mucho más justo decir que si algunos huyen de la pobreza, muchísimos de ellos descubren la miseria por primera vez entre nosotros” (Carbonell i Paris, 1995: 17).

En su libro Inmigración: diversidad cultural, desigualdad social y educación, Francesc Carbonell i Paris explica que los movimientos migratorios tienen un efecto push and pull (empujón y estirón), o sea, los países de origen empujan a la gente a emigrar y los países receptores atraen al inmigrante. En el norte de Marruecos, por ejemplo, la gente recibe la señal de la televisión de España y así aprende la lengua española; conoce muchos aspectos sobre la vida cultural y social, y “no sólo a través de concursos escandalosamente millonarios, sino también por la publicidad, el estilo de vida de los ‘famosos’, etc., este medio les hace creer que nuestro país es el paraíso” (Carbonell i Paris, 1995: 18).

Vivir en una sociedad consumista En una sociedad de consumo, el deseo tiene un papel principal.

“Consumir es, en nuestra sociedad, sobre todo desear” (Zulian, 2008). La producción de imágenes a través de la publicidad y los medios de comunicación, en general, genera estos deseos que manipulan nuestros comportamientos. Aunque dichos deseos parecen naturales, son artificiales y fueron creados con la intención de activar el consumo. Son ilusiones que nos hacen creer que necesitamos ciertas cosas para estar bien o para ser felices, y además su realización decide sobre nuestro valor en la sociedad.

“Es innegable que agresivas estrategias económicas y políticas han conseguido imponer el capitalismo consumista a escala mundial. [...] El proceso de extensión mundial de la sociedad de consumo, que se ha venido llamando globalización, es ahora un hecho” (Zulian, 2008).

A causa de la globalización una gran parte de las personas que emigran está ya involucrada en esta sociedad de consumo en sus países de origen (Zulian, 2008). La única diferencia es que en el país receptor no tienen las mismas posibilidades que poseen los habitantes naturales para participar en estas actividades consumistas.

Los inmigrantes sirven como mano de obra barata, es decir, sus salarios no son compatibles con los de los habitantes del país receptor. Así, no tienen nunca las mismas condiciones de vida, y por eso la integración de los inmigrantes es muy difícil, porque quien no puede consumir en una sociedad consumista está automáticamente marginado. “La globalización es [...] la extensión de esas nuevas formas de exclusión caracterizadas por la asignación forzosa al limbo donde no hay más referencia que el consumo pero donde es imposible consumir [...]” (Zulian, 2008).

Despertarse del sueño Llega el punto en que muchos inmigrantes se dan cuenta de que no hay una manera de conseguir el sueño americano, la realidad no es como la representa la televisión y que se incuentran en una situación todavía más difícil que antes. Además de vivir al margen de la sociedad, tienen que manejar tratamientos xenofobicos, se sienten indeseados y discriminados. “Les mantiene [...] la imposibilidad de volver a sus casas y aceptar con su regreso un fracaso de tanta envergadura que a menudo implica a todos los miembros de la familia (algunos han tenido que vender patrimonio familiar para pagarse el viaje)” (Carbonell i Paris, 1995: 17).

La percepción del país receptor ¿Por qué inmigración? La globalización es uno de los principales procesos que causan movimientos migratorios. Muchos inmigrantes no provienen de países aislados, sino de países que son afectados por el comercio global, o sea la globalización (Martine, 2000: 168). La globalización sigue fundamentalmente objetivos económicos, es decir, se interesa por abrir las fronteras del comercio global y eliminar la participación del Estado en éste. “El modelo neoliberal va eliminando gran parte de la participación del Estado en la economía y también la protección de la economía nacional. Todos los países se ven obligados a adoptar las reglas globales del juego y a someterse a los fiscales internacionales” (Martine, 2000: 168). Esto es, quien no puede competir en este mercado global, pierde automaticamente el poder de decidir sobre precios, condiciones y la organización económica.

Los efectos de la globalización no son deseables para todos los países. Al contrario, pueden causar mucho daño a naciones con menos recursos o sectores exportadores aún débiles (Martine, 2000: 168). Sus empresas no pueden competir con el mercado mundial, y a causa de la falta de poder del Estado tampoco su economía está protegida. Mediante este proceso de la globalización del mercado, la economía de naciones más pobres puede desmejorar y la gente se ve obligada a buscar trabajo en otros países que están pasando por un proceso de desarrollo económico más favorable. Estas naciones no sólo sacan provecho de su posición superior en el mercado mundial y de su poder de decidir sobre las reglas del comercio, además disfrutan de la mano de obra barata que pueden encontrar en países en vías de desarrollo o subdesarrollados.

Los países ricos de hoy nunca habrían podido conseguir su riqueza sin la mano de obra de sus trabajadores inmigrantes. Sin ellos, tampoco serían capaces de continuar sus actividades económicas actuales. “Alemania, por ejemplo, recibe entre 350.000 y 400.000 inmigrantes al año que el país necesita para dar continuidad a las actividades en diferentes sectores” (Martine, 2000: 178). Una razón por la cual muchos países europeos necesitan a los trabajadores inmigrantes es el envejecimiento de la población y el estancamiento demográfico (Carbonell i Paris, 1995: 39). Sin los trabajadores extranjeros, la población económicamente activa no sería suficiente para cubrir los costos que genera el resto de la población, o sea, los jubilados, niños, estudiantes, enfermos, discapacitados, etcétera.

Sentimiento antiinmigrante El hecho de que los trabajadores inmigrantes sean indispensables para naciones económicamente más ricas, no es reconocido por una gran parte de sus sociedades. Al contrario, normalmente los inmigrantes son indeseados. Este sentimiento antiinmigrante se genera por varios motivos; uno de ellos es la convicción de que los inmigrantes quitan empleos a la población natural. La realidad es que muchos inmigrantes ocupan puestos de trabajo de bajos salarios y prestigio o con condiciones desfavorables que la población natural ya no quiere ocupar. A todo esto, como muchos inmigrantes son sobrecalificados para estos empleos, “[...] contribuyen a la reactivación de la economía y, por lo tanto, a la propia generación de empleo” (Martine, 2000: 179).

Mucha gente piensa que los inmigrantes generan costos para los servicios sociales y la infraestructura de sus países receptores (Martine, 2000: 178). Se quejan de tener que pagar demasiados impuestos para financiar estos servicios, que al final serán utilizados casi en forma exclusiva por los inmigrantes. Pero no hay que olvidar que los inmigrantes, por lo menos los inmigrantes documentados, tienen que pagar impuestos como todos los demás.

Además, debido a sus horarios de trabajo exclusivamente largos, “[...] estos costos también son relativos porque, en la medida en que los migrantes son más productivos que la media de la población, terminan por elevar la productividad y, por ende, la capacidad de la localidad para costear los gastos en infraestructura y servicios” (Martine, 2000: 179). Finalmente los inmigrantes no tienen tanto acceso a los servicios de salud, educación, etc. como la población natural a causa de la discriminación o de la falta de integración, o sea, conocimientos sobre el sistema y la lengua que facilitan este proceso.

Otro argumento que puede ser utilizado en contra de los inmigrantes es que debido a sus diferencias culturales, sociales y políticas “[...] constituyen una amenaza permanente para la estabilidad social y política de la región donde se radican” (Martine, 2000: 178). Evidentemente, gente que experimenta discriminación racial y que está obligada a vivir con peores condiciones y menos oportunidades que la gente que la circunda, tiende a causar más inestabilidad social que una persona que está completamente integrada en la sociedad y tiene todos los medios para conseguir lo que necesita. Estos problemas pueden ser aliviados o evitados a través de políticas y de los medios que promueven la integración, la diversidad y la lucha contra la disciminación para generar condiciones aceptables para todos.

Un país que requiere mano de obra migrante, pero se niega a definir políticas claras para apoyar su integración, evidentemente tendrá muchas más dificultades que uno que pone en práctica políticas concretas de información previa, facilidades para la internación de bienes, reconocimiento de prestaciones y títulos, y ayuda en las áreas de habitación, salud e inserción laboral (Martine, 2000: 180).

Intereses escondidos

El mayor problema está exactamente en estas políticas y en los medios de comunicación, que deberían promover un ambiente favorable a la inmigración. Desafortunadamente, los intereses del Estado y del mercado no son siempre tan genuinos, sino al contrario; son ellos mismos quienes generan muchas de estas imágenes falsas sobre los inmigrantes. Los argumentos que crean un sentimiento antiinmigrante no reflejan la realidad, pero son medios de manipulación para imponer intereses políticos y económicos.

Para fabricar un consenso sobre la identidad de los inmigrantes y los problemas que causan, es necesario usar las estrategias de control de la información. En su trabajo Inmigración y opinión pública: la comunicación como proceso de integración social, Ángel Losada Vázquez enfatiza que los medios de comunicación tienen un mayor impacto en formar la opinión pública, y que esta opinión es responsable para apoyar e implementar ciertas ideologías y políticas acerca de la inmigración. “La inmigración alcanza, de este modo, uno de los puestos de mayor protagonismo dentro de la agenda a través de la cual los medios de comunicación condicionan las representaciones mentales con que los ciudadanos [...] perciben la realidad social” (Losada Vázquez, 2002: 91).

Al generar una imagen negativa de los inmigrantes, legitima su mal trato, sus salarios mínimos, los horarios largos, las condiciones de seguridad miserables, la negación al acceso de los mismos recursos que tiene la población natural, como servicios de salud, educación, etc. Pero, ¿por qué el Estado y el mercado, o sea la economía, quieren negar recursos, servicios y condiciones favorables a los inmigrantes? La respuesta podemos encontrarla en la ideología neoliberal de una sociedad consumista, cuya prioridad absoluta es generar beneficios económicos. Sin la disponibilidad de la mano de obra barata y los horarios de trabajo largos de los inmigrantes, los costos y tiempos de producción aumentarían, y entonces habría una pérdida de beneficios económicos. Asegurar el acceso a servicios sociales y seguridad en el puesto de trabajo, significaría otra pérdida financiera para el Estado.

Conclusión

La mera diferencia étnica o cultural de la gente no tiende a causar conflictos. La xenofobia y sentimientos antiinmigrantes no son innatos, sino aprendidos por lo que vemos y oímos a través de los medios de comunicación. Desafortunadamente, estamos viviendo en tiempos de una ideología neoliberal que promueve el individualismo y la ley del más fuerte. Este sistema favorece todo lo que sea oportuno para producir beneficios económicos, incluso si este proceso crea beneficios a unas pocas personas y provoca consecuencias dañinas a muchísimas más. Pero, ¿por qué una sociedad puede aceptar un sistema de esta índole? Quizá porque no es consciente de esto. Las imágenes que recibimos sobre el fenómeno de la migración son fabricadas artificialmente y tienen el objetivo de manipular a la gente para legitimizar actos que sirven para intereses económicos.

Entonces, ¿cómo podemos lograr una imagen verdadera de la migración? ¿Cómo podemos escapar de la manipulación que crea conflictos entre nosotros para desarrollar una convivencia favorable, o sea, una cultura de paz? Quizá un primer paso sea darse cuenta de que estamos viviendo con un sistema en el cual generar beneficios económicos es el propósito más importante, que actúa sin considerar el valor humano. Entonces no deberíamos fiarnos de las informaciones que transmiten los medios de comunicación, sino analizarlas desde una perspectiva más crítica. Para luchar contra prejuicios y xenofobia, la gente tendría que intentar tener experiencias auténticas con los inmigrantes y los habitantes del país receptor.

Así sería más fácil entender que somos tan similares, que tenemos todos las mismas necesidades, miedos, deseos y sobre todo, que estamos todos interconectados, es decir: ¡nos necesitamos! 85 La percepción del inmigrante y del país receptor. Ilusiones, manipulación e intereses políticos y económicos Bibliografía Carbonell i Paris, Francesc (1995), Inmigración: diversidad cultural, desigualdad social y educación, Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia.

Losada Vázquez, Ángel (2002), Inmigración y opinión pública: la comunicación como proceso de integración social, en José Ramos Domingo, Hacia una Europa multicultural. El reto de las migraciones, Salamanca: Servicio de Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca.

Martine, George, Ralph Hakkert y José Miguel Guzmán (2000), Aspectos sociales de la migración internacional: consideraciones preliminares, Documento presentado en el Simposio sobre Migración Internacional, Costa Rica: cepal, celade, oim.

Zulian, Claudio (2008), Cultura del consumo y migraciones.

Disponible en http://imagenesdelbienestar.blogia.

com/2008/013001-cultura-del-consumo-y-migraciones.ph.

Consultado el 10 de noviembre de 2008.


 

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