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LAS MICRO Y PEQUEÑAS EMPRESAS MEXICANAS ANTE LA CRISIS DEL PARADIGMA ECONÓMICO DE 2009

Genaro Sánchez Barajas



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3.4.2.-Las importaciones realizadas por empresas trasnacionales, las maquiladoras y las empresas mexicanas exportadoras, destruyeron las cadenas productivas e inhibieron la participación de las MYPES como sus proveedores.

El análisis comparativo de las exportaciones en relación con las importaciones realizado en el periodo 1990-1998, de conformidad con los datos de los cuadros 25 y 26 del Anexo Estadístico, revela un déficit comercial crónico que afectó considerablemente al crecimiento endógeno de la economía mexicana, al ser mayor el valor del flujo de bienes que entraron al país que el de nuestra oferta exportada.

Independientemente del desequilibrio provocado en la balanza comercial y de la menor disponibilidad de recursos para el desarrollo nacional, originada por los pagos a los proveedores extranjeros, dicho déficit en el ámbito de la producción provocó la desaparición de eslabones en las cadena productivas constituidas por los fabricantes nacionales. Peor aún resulta el hecho de que las importaciones correspondientes a los diez principales capítulos conectados con los requerimientos para fabricar los productos a exportar, estaban constituidas en su mayoría por maquinaria, aparatos y material eléctrico y sus partes, aparatos de grabación o reproducción de sonido, aparatos de grabación, reproducción de imágenes y sonido en televisión; le seguían en importancia los reactores nucleares, calderas, máquinas, aparatos y artefactos mecánicos; partes de estas máquinas o aparatos, así como por vehículos, automóviles, tractores, ciclos y demás vehículos terrestres, sus partes y accesorios.

En menos cuantía pero no menos importante para la generación de empleo y el desarrollo de las micro empresas, también fueron importados combustibles, minerales, aceites y productos de su destilación, materiales bituminosos y ceras minerales, al igual que prendas y complementos de vestir, excepto las de punto, prendas y complementos de vestir, las de punto.

Inclusive se importaron en grandes cantidades muebles: mobiliario medico-quirúrgico; artículos de cama y similares; aparatos de alumbrado no expresados ni comprendidos en otras partidas; legumbres y hortalizas plantas raíces y tubérculos alimenticios, manufactura de fundición de hierro o de acero.

Muchos de estos bienes pudieron haberse adquirido en el país, ya que las medianas y pequeñas empresas mexicanas los producen con controles de calidad aceptables y a precios competitivos. Sin embargo, cabría preguntarse por qué se dio esta importación indiscriminada en el periodo bajo estudio, ¿ Acaso no se disponía de inventarios suficientes?, ¿No se podían deducir como los PITEX en la contabilidad internacional de las empresas trasnacionales ?

Por la naturaleza y requerimientos técnicos para la fabricación de esos bienes es posible que en el periodo las MYPES no contaran con las condiciones necesarias para producirlos y competir exitosamente. O sea que resultó paradójico observar que las importaciones masivas se explicaran y justificaran por el fuerte incremento que experimentaron los bienes exportados, ya que para su fabricación correspondiente requerían gran parte de la maquinaria, equipo e insumos intermedios antes señalados. Es preocupante que no se haya hecho nada en 24 ños de observación y por consiguiente, de evaluación permanente por parte de las instituciones especializadas (INEGI, BANXICO, BANCOMEX, Universidades, etc.) sobre las consecuencias que acarrea el efecto destructivo del rompimiento de las cadenas productivas, concretamente de la industria manufacturera, con el exclusivismo de los procesos de fabricación de las empresas maquiladoras y trasnacionales.

Todo parece indicar que al menos en el corto plazo no será fácil para las autoridades económicas reducir la elasticidad ingreso de las importaciones, obviamente con objeto de reducir el déficit comercial y así hacer del comercio exterior, vía las exportaciones, una variable clave para reconstruir e incrementar las cadenas productivas que destruyó la apertura comercial acelerada, misma que aunada a la distorsión que provocó la revaluación del peso en los precios relativos de nuestros productos, que hacen mucho más competitivos a los bienes importados. Arturo Huerta comenta ( 2003: 26) que aun cuando las autoridades devaluaran el tipo de cambio para corregir esta distorsión, de todos modos continuarán creciendo las importaciones porque “el rompimiento de cadenas productivas y los fuertes rezagos productivos configuran una alta inelasticidad precio de las importaciones. Se tiene que importar porque ya no se producen mucho bienes internamente y para producirlos nuevamente, se requiere de condiciones financieras y de rentabilidad en la esfera productiva que no están presentes”

Hay pues una tarea pendiente en el rediseño de la política económica, la cual debe hacer paritarios y congruentes los criterios de crecimiento endógeno con el exógeno para reconstruir los circuitos productivos, comerciales y de distribución; para vincular las MYPES como proveedores de las grandes empresas trasnacionales es toral establecer programas de control de calidad, de organización empresarial y de crédito acordes con su estructura operativa y su ciclo financiero.

Lo anterior obliga a buscar una solución intermedia hasta en tanto no se apliquen las correcciones sugeridas, es decir, el Estado debe de empezar con la promoción de la producción de los bienes que demanda el mercado interno, cuya fabricación no requiere de altos componentes importados y que pueden producir las MYPES, vinculándolos apropiadamente con los estímulos necesarios a las cadenas productivas de las medianas y grandes empresas.

A manera de resumen puede decirse que existen fortalezas y debilidades en las MYPES y que predomina éstas últimas sobre las primeras debido en parte al fomento institucional equivocado e insuficiente durante el periodo de análisis. De ahí que para aumentar sus fortalezas el Estado debe de redefinir sus funciones normativas, operativas y evaluatorias para convertirlas en instrumentos del desarrollo económico, como sucede en otros países que como México, son miembros de la OCDE.


 

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