BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


DINERO - LA AUTODESTRUCCIÓN DEL SER HUMANO

Antonio Morales Berruecos y Edmundo Galindo González



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• El sistema monetario

Se le llama así a la estructura monetaria, que establece legalmente la circulación monetaria de un país y que comprende: 1) la mercancía, que desempeña la función de equivalente general; 2) la unidad monetaria: el patrón de precios; 3) los medios legales de circulación y los medios de pago (dinero metálico, papel moneda, moneda fiduciaria: billetes de banco) ; 4) el sistema de acuñación de las monedas (de pleno contenido: de oro; subsidiarias - moneda de cambio- de plata y cobre); 5) el tipo de emisión de los billetes de banco y de los valores del Estado (dinero papel).

Este régimen utilitario se caracteriza básicamente por el hecho de que los bienes producidos no son consumidos por sus propios productores, son intercambiados en el mercado mediante convenciones reguladoras que constituyen un sistema monetario. A estos bienes utilitarios generalmente se les denomina mercaderías y son de dos tipos: mercaderías producidas y mercaderías productoras. Hay que subrayar, pues, que no tiene ningún sentido hablar de sistema monetario si no es en un contexto de intercambio de mercaderías concretas realmente existentes.

A lo largo de la evolución de los sistemas monetarios, se ha ido abriendo una brecha cada vez más profunda entre el valor concreto-intrínseco de los metales preciosos y el valor auxiliar-abstracto de los instrumentos monetarios. Con el advenimiento del papel moneda, estas dos realidades quedaron ya definitivamente disociadas y desde entonces no tienen nada que ver la una con la otra.

Llegados a este estadio de desarrollo, el sistema monetario, libre del lastre pesado de los metales, puede evolucionar hacia formas cada vez más intangibles, menos materiales, y más abstractas, de acuerdo con su naturaleza primitiva.

Y eso es, efectivamente, lo que ha ocurrido y lo que continúa ocurriendo en la actualidad ante nuestros ojos. Hoy el papel moneda, completamente desvinculado del oro, ya no es el único instrumento monetario utilizado. A él se ha añadido el denominado dinero bancario, tarjetas de crédito o debito, que es una invención de los bancos para hacer frente a la escasez de papel-moneda. Puesto que la emisión de este, está oficialmente controlada por el Estado a través de su Banco Central.

De todo lo dicho hasta aquí, se desprende que los Bancos Centrales parecen jugar un papel fundamental de control en el proceso de invención de dinero bancario: en primer lugar por su iniciativa como impresores de papel moneda y en segundo lugar por los instrumentos de política monetaria de que dispone para supervisar y controlar la acción de los bancos privados.

Al lado de estos instrumentos legales, teóricamente controlados por el Banco Central, van apareciendo nuevos instrumentos que el público acepta y utiliza. Estos instrumentos nacen no sólo dentro de los bancos, sino incluso en el seno de las propias empresas.

El resultado inmediato de esta situación es que cada banco, dentro de las condiciones más o menos estrechas que le impone el Banco Central actúa según su propia conveniencia, la banca es en la actualidad, y más que nunca, un buen negocio. Pero las medidas para atender estas necesidades están enfocadas no en función del bien común, sino siempre a favor de los sectores privilegiados de la sociedad.

En julio de 1944 se firmaron los acuerdos de Bretton Woods, en los que los EEUU, de hecho, impusieron aquello que más les convenía.

Los acuerdos contemplaban el restablecimiento de la convertibilidad entre las distintas divisas; y el compromiso, por parte de todos los firmantes, de mantener los tipos de cambio fijos dentro de unos límites muy estrechos; así como la constitución del dólar y la libra esterlina como monedas de reserva, es decir, como medios de pago internacionales, aceptados por todos los firmantes para el pago de las transacciones.

A pesar de que su implantación, hizo posible al cabo de cierto tiempo, relanzar y hacer prosperar el comercio internacional en el área occidental, el sistema tenía en sí mismo inconvenientes que no tardaron en ponerse de manifiesto.

El principal inconveniente era la subordinación de los países considerados «débiles» a los considerados «fuertes». En efecto, cuando un país cualquiera contrae un déficit en su balanza comercial, sólo tiene dos recursos; acudir al crédito internacional o bien acudir a su reserva de divisas. Ahora bien, si el déficit es contraído por un país emisor de moneda de reserva, este puede, en definitiva, financiar su déficit mediante nuevas emisiones monetarias.

Como fue el caso de Estados Unidos, quien aprovechado su posición monetaria privilegiada hasta el límite de sus posibilidades, reabsorbió el enorme déficit de su balanza de pagos a través de la emisión incontrolada de dólares. Mostrando así que el origen de este déficit no era un exceso de importaciones, sino una exportación de capitales no respaldada por la correspondiente entrada de mercancías.

A pesar de sus crisis, el dólar ha sabido contrarrestar la situación conservando una posición de preeminencia y privilegio que le permite ir exportando todos sus problemas monetarios internos a otros países. ¿Cuánto durara esta posición?, no lo sabemos.

Todas estas situaciones fueron propiciando un mercado especulativo de divisas. Este punto es de una importancia capital. La posibilidad de cambiar unas divisas por otras, sin que este movimiento responda a un movimiento paralelo de mercancías, alienta en gran medida la realización de operaciones puramente especulativas. Cuando éstas se hacen en gran escala (movimientos erráticos de capitales), resulta que coadyuvan a reforzar los desequilibrios monetarios existentes en el seno de cada país. Poniendo a los Bancos Centrales entre la espada y la pared, obligándolos a tomar acciones extremas ante la necesidad de mantener dentro de límites razonables la paridad de su divisa. Como siempre, los más perjudicados son los más débiles, tanto a nivel mundial como a nivel de cada sociedad interior.

Conclusión:

En cuanto a la naturaleza de los diversos sistemas monetarios, sus formas actuales nos muestran más que nunca, su fundamental abstracción., la mayoría de los críticos reconocen hoy que estos sistemas son solo un instrumento auxiliar sin ninguna necesidad de asumir un valor intrínseco y concreto. En cuanto a las funciones mercantiles y sociales del sistema monetario, podemos concluir después de todo lo expuesto en este capítulo, que más bien se trata de sacar ventaja de las disfunciones: en otras palabras, las funciones ancestralmente asumidas por los sistemas monetarios están totalmente deformadas y desfiguradas en la actualidad.

Es un hecho que las unidades monetarias de los más fuertes continúan imponiéndose a las de los más débiles.

Los instrumentos monetarios actuales -papel moneda e instrumentos públicos - funcionan como intermediarios en el intercambio de mercancías pero, actualmente, ésta función está muy desdibujada ya que es compartida por multitud de otros instrumentos sobre los cuales nadie ejerce ningún tipo de control.

De hecho, podríamos decir que el sistema monetario actual es un sistema anti-documental poco transparente. Esta realidad tiene consecuencias de gran importancia, no sólo en el campo estrictamente mercantil, sino también en el campo social y más aún en el campo informativo. Gracias a su anonimato, el sistema monetario actual, facilita que se cometan con total impunidad graves actos de corrupción, evidentemente muy perjudiciales para la sociedad: robos, evasión fiscal, evasión de capitales, caciquismo, compra de jueces, de funcionarios, de políticos, etc. Estando por lo tanto incapacitado para servir como instrumento aplicado a una estrategia mercantil-monetaria racional y eficaz, provocando terribles crisis que se manifiestan tanto en los mercados interiores como en el comercio exterior.

La necesidad de cambiar el sistema monetario actual es la conclusión final a la que hemos llegado, convirtiéndolo a un sistema que deje constancia documental de cada acto elemental de transacción efectuado, de tal manera que se pueda en cualquier momento, comprobar su exactitud y localización.

Por consiguiente, nos dedicaremos mas adelante en este libro- estudio a la descripción de un nuevo sistema monetario, más racionalmente adaptado a las exigencias del siglo XXI.

Para Bernard Lietaer un especialista en finanzas de la talla de Soros menciona que el diseño del sistema monetario es en realidad la raíz de mucho de lo que ocurre o no ocurre actualmente en la sociedad: “el dinero es como un anillo metálico que nos hemos colocado en la nariz: nos hemos olvidado que nosotros fuimos los que lo diseñamos y ahora el nos está llevando alrededor del mundo. Ya es tiempo de imaginarse dónde queremos ir, si queremos ir hacia la sustentabilidad y la comunidad, para ello se debe diseñar un sistema monetario que nos lleve a lograrlo”.

Como es el propuesto por la Unión Mundial cuyo principal, objetivo es crear un medio de pago y cobro que sirva exclusivamente para eso, sin pretensiones de hacerlo generar intereses en perjuicio de quienes ejercen estas transacciones.


 

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