REMOLINOS Y CIRCUNVALACIONES. ELEMENTOS DE MATERIALISMO CRÍTICO

REMOLINOS Y CIRCUNVALACIONES. ELEMENTOS DE MATERIALISMO CRÍTICO

Edgardo Adrián López

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Capítulo II. Contraste entre la perspectiva “ortodoxa” de Marx y una visión posible o distinta

I

El tema que nos convoca es la contraposición entre una perspectiva “ortodoxa” de la apuesta del compañero de Engels y entre una visión no dogmática. En lo que se vincula con la mirada “canónica” del cofundador de la Internacional, hemos inserto en la Cartilla 1 lecturas que concretan una presentación muy tradicional de su pensamiento, por lo que no ahondaremos en esa perspectiva, a los fines de “ganar” tiempo y usarlo en desplegar el enfoque no ortodoxo y menos lineal.

En los momentos iniciales de la charla de hoy, completaremos la gran cuestión de la dialéctica en su pensamiento.

Para expresarlo de manera muy esquemática y rápida, en los “manuales” que comentan a Marx, que en realidad, hacen pasar la interpretación del revolucionario soviético Lenin, por lo que el padre de Eleanor efectivamente habría formulado, se enuncia que:

1. la dialéctica que hereda de Hegel es la interacción que denominamos “tripartita”;

2. la dialéctica es un método;

3. el amigo de Engels habría intentado fundar al menos, tres ciencias: el Materialismo Dialéctico o una Filosofía “científica”; el Materialismo Histórico o la Historia como ciencia; la Economía Política marxista no “burguesa”, que sería una “superación” de la Economía Política o Economía anterior. Esta última visión se reitera incluso, en investigadores que no son leninistas, que no apelan a la dialéctica en el desarrollo del pensamiento del sufriente en Londres y que pertenecen a una de las tantas corrientes de la contemporánea teoría del valor, tal como la mirada aconsejada por el pakistaní nacionalizado norteamericano, Shaikh.

4. Esas tres “nuevas” ciencias se rotularían bajo el nombre de “Socialismo científico”, el cual estaría opuesto a uno presuntamente “utópico”.

5. Nociones tales como “economía”, “trabajo”, “modo de producción”, etc. serían ideas centrales en Marx. El pakistaní, cuyo compilado de artículos en castellano, es verdaderamente impresionante, es de este parecer;

6. la teoría del valor es ricardiana;

7. el concepto de “clases” es suficiente para dar cuenta de toda la estratificación social de cualquier comunidad dividida en clases;

8. el Estado es nada más que el “consorcio” de las clases dominantes;

9. las causas de los procesos sociales serían “en última instancia”, económicas;

10. el Partido es la “vanguardia” de la clase obrera; el proletariado es la “vanguardia” de las clases sojuzgadas y del resto de los segmentos populares;

11. en el “orden” socialista hay una economía socialista;

12. una sociedad socialista es un Estado socialista, el cual es dirigido por el Partido;

13. la “dictadura” del proletariado es realmente, una dictadura, y es la “transición” entre el derrocamiento revolucionario del capitalismo y la instauración del socialismo, en tanto “primera etapa” del comunismo (al que Lenin bautiza, en más de una circunstancia, de “científico”…);

14. la revolución “justifica” el terrorismo y el terror;

15. etc.

II

Muchos de estos “ejes” los iremos discutiendo a lo largo de las reuniones que quedan pendientes, dado que no podremos abordarlos a todos ellos de una vez. Pero lo concreto es que de esa mirada leninista, tuve una desconfianza temprana, cuando a mis 22 años y siendo alumno de grado, estuve durante un mes en los Estados Unidos de Norteamérica, invitado por la Universidad del Estado de Arizona, Phoenix, Arizona, en el marco de un Congreso que discutía acerca de la lógica del poder.

Comencemos pues, con la aburrida opinión de que la dialéctica que usa el expulsado de Europa, es la “tripartita” de Hegel, id est, la interacción escandida en “tesis”, “antítesis” y “síntesis”.

Al comentar al viejo Titán o Hegel, apreciamos que en él existen varios tipos de dialécticas y no únicamente la “tripartita”. Por ende, si hay múltiples interacciones ¿por qué Lenin y sus seguidores, habrían canonizado la idea de que Marx recibe del autor de la Enciclopedia, sólo la dialéctica dividida en los tres momentos señalados? ¿No sería factible imaginar que acaso, el amigo de Engels habría elegido otra interacción? Un planteo similar al que ahora efectuamos, se puede hallar en mi tesina de Licenciatura, defendida en 1998, la cual obtuvo la calificación de Summa Cum Laude, con recomendación para ser publicada y cuya calificación no se alcanzó todavía, en la Carrera de Historia. Lamentablemente, por cuestiones asociadas a determinada resistencia de la universidad, esa investigación osada no fue impresa.

Yendo a lo que nos convoca, es preciso aclarar que así como Marx no escribió demasiado acerca de cuestiones metodológicas, tampoco dijo mucho sobre la dialéctica, por lo que lo que estableceremos en torno a ambos temas, es fruto de inferencias y no de documentos producidos por la pareja de Jenny. Para puntos claves de nuestras deducciones, no existen o no se descubrieron manuscritos que avalen de una forma indubitable, lo que intentaremos demostrar, por lo que lo a sopesar no es acaso lo que habría que pensar sino lo que podría pensarse. Sin embargo, no es algo caprichoso y arbitrario, sino la meditación pausada de 20 años de estudio de toda la enmarañada tradición marxista y por supuesto, de la obra de su “principal” representante, el nacido en Tréveris.

Lo segundo que es necesario reconocer entonces, es que en ningún escrito Marx enunciará explícitamente, que él practica una dialéctica del desvío; tampoco lo negará. Pero ocurre que:

1- emplea algunos términos que se emparentan con la tradición que utilizó la palabra “clinamen”;

2- hace un estudio específico sobre esa “línea” filosófica;

3- su modo de escribir podría interpretarse como un avanzar en espirales de despliegue lento y complicado (resulta que la figura geométrica de la espiral es el “representante” casi “natural”, de una dialéctica compleja de lo complejo...).

Aunque sea reiterativo y pesado, debemos recordar que en Hegel respira más de una interacción y que una de las dialécticas que habría propuesto, sería una que devendría apta para albergar más de tres instantes. Lo que cabe preguntarse es si al lado de la interacción “ortodoxa” o “tripartita”, el padre de Eleanor no hubiese recibido también, aunque fuera de manera no consciente, la dialéctica “abierta” de múltiples momentos. Eso es altamente probable, puesto que Hegel postula su interacción “rara” en dos ocasiones: en el “Prólogo” de la Fenomenología del Espíritu y en el vol. II de la Ciencia de la Lógica, obras que sí leyó Marx.

El otro indicio es que los que influyen en el “clásico” que glosamos, no son las tres corrientes citadas por Lenin, sino otras “fuentes”. El revolucionario soviético que se apodó “Lenin” para indicar que su poder transformador venía del río “Lena” y por efectuar una suerte de homenaje a los mineros de la cuenca de igual nombre, que fueran asesinados por hacer huelga, sostiene que las tres vertientes que impactaron en el compañero de Engels, fueron la Filosofía alemana, la Economía Política inglesa y el Socialismo “utópico” francés (observaremos más abajo, por qué entrecomillamos la palabra “utópico”). Pero leyendo nada más que el vol. I de El capital, también rastreamos la influencia de Spinoza y Hume o de escritores al estilo de su amado Shakespeare. Diego Guerrero en Historia del pensamiento económico heterodoxo, incluye a economistas ricardianos como Hodgskin o Thompson, que se oponen a los males desatados por el capitalismo. El autor de El Anti-Dühring, da a entender que uno de los literatos que incidieron en la génesis del materialismo no causalista, es Diderot, con su novela El sobrino de Rameau, que es un ejemplo de maestría en el empleo de la dialéctica (p. 22). ¿Por qué reducir el impacto de determinados “antecedentes intelectuales”, únicamente a tres “fuentes”?

Por añadidura, el joven Marx habría escrito una Tesis Doctoral que investigó a Demócrito, Epicuro y Lucrecio. El texto fue titulado “Sobre la diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza de Demócrito y Epicuro”. Allí, lo que Marx hace es elogiar una y otra vez, el concepto de “clinamen” (que luego retoma el latino Lucrecio...) en tanto “representante” de un pensamiento complejo, no lineal, sobre la complejidad del mundo y de los átomos.

Para que se entienda lo que acabamos de proponer, es impostergable efectuar una presentación introductoria del movimiento atómico, tal cual lo conciben Epicuro y Lucrecio.

Demócrito, Epicuro y Lucrecio son atomistas, esto es, parten de la idea de que el universo está formado por átomos. Epicuro y Lucrecio difieren de Demócrito, en la explicación que ofrecen sobre la constitución de la materia.

Epicuro y Lucrecio reflexionan que en el vacío, al no haber fricción del aire ni gravedad, los átomos se desplazarían en líneas paralelas. Pero entonces, si esa situación hubiera durado por siempre, los átomos no se habrían encontrado nunca porque las paralelas rectas no se tocan. Hay que suponer por ende, que los átomos se apartaron de sus respectivas líneas y que entonces, se encontraron. Recién en ese instante, se formó la “primera” materia.

Lo interesante es que el asediado por Bakunin, destaca una y otra vez, la noción de que los átomos se alejan, se “curvan” respecto a la Recta de una manera incierta y azarosa. Ahora bien, lo Recto en nuestra cultura está asociado con determinados valores: la verdad eterna, lo exacto, lo inevitable, el destino, etc. Si Marx elogia lo curvo, podría inferirse que prefiere los “antivalores” que excluye el pensamiento de lo Recto: la duda, lo inexacto, lo azaroso, lo probable, etc. Pero estas palabras son propias de un pensamiento complejo de lo complejo. Las teorías del cofundador de la Internacional entonces, pertenecerían al llamado “Paradigma” de la Complejidad, antes que al Paradigma de lo Simple, tal cual lo quiere Edgar Morin, un intelectual de moda y a la moda.

El otro elemento de prueba es que los pensadores del “clinamen” no sólo están “presentes” en Marx, sino también en Darwin. En El origen de las especies por selección natural, sostiene que las alteraciones que darán nacimiento a las especies, pueden comenzar no con grandes cambios, sino con alteraciones mínimas, pequeñas, casi imperceptibles o insignificantes, que luego poco a poco, se van “ampliando” hasta que la especie nueva se separa de la especie “madre”. ¿Y qué demuestra esto? Que acaso no sea algo demasiado increíble que en el admirador de Engels, pudiera actuar una dialéctica “contaminada” de Epicuro y Lucrecio, cuando en otro investigador de la época se detecta por igual tal influencia. Es decir, sabiendo que en Darwin se encuentran huellas de ambos filósofos y que él mismo los menciona, no habría que creer que la aparición en Marx de tales nombres, es algo que no tiene “precedentes”...

El joven Engels escribe, muy impactado por Hegel, artículos que apelan a la metáfora del lento avance en espiral de los procesos humanos. Y la espiral es una línea que se desvía o curva, agrandando poco a poco, el ángulo inicial de desvío o alejamiento. En el Anti-Dühring, recupera esa vieja idea, pincelando magistralmente que la espiral puede significar que lo caótico, negativamente anárquico, lo destructivo, luego de “ondas” expansivas de impacto profundo, se van “atenuando”, hasta extinguirse (p. 222): en lugar de arrancar de un “punto” desde el que parte la inestabilidad que se amplía, se viene desde los sacudones y se disipa la energía de las turbulencias en espiral, arribándose a un “punto” de momentáneo equilibrio, hasta que se inicien otros flujos. Tendríamos por consiguiente, un “primer” movimiento por el cual los torbellinos de desorden se amortiguarían, hasta diluirse en un instante de “equilibrio”. Luego, un “segundo” movimiento por el que ese “equilibrio” se desestabilizaría y en el que el caos se expandiría en una espiral abultada.

Bien se podría creer que las palabras asociadas a “desvío” son quizá, propias de una etapa temprana de Marx y de Engels. Precisamente, no ocurre así.

Ofreceremos tres ejemplos. El primero se refiere al amigo de Marx. En Dialéctica de la Naturaleza, obra que fue muy criticada y que fue editada después de fallecer el viejo “General”, Engels entiende que determinados estados de materia y energía se apartan de lo estable, id est, se alejan o desvían del equilibrio. Por supuesto, estas expresiones no son algo sistemático, continuo, permanente, pero es bastante sugestivo que en un texto donde el General incurre en el error de querer ampliar la dialéctica a escala del universo, haya breves pasajes donde recupera inconscientemente, términos vinculados al “clinamen” y la espiral.

El segundo es de nuevo El Anti-Dühring: es subrayada la idea respecto a que los grandes cambios pueden acaecer por modificaciones insignificantes que se extienden paso a paso (p. 217).

El tercero es el del vol. III de El capital, donde Marx habla de la caída tendencial de la tasa media de lucro (sobre esto volveremos en otra ocasión). Para expresarlo en el lenguaje de Epicuro y Lucrecio, hay un desvío, alejamiento, “curvatura”, caída, etc. de la cuota estadística de beneficio.

Cuando haya oportunidad de explanar los conceptos de base y superestructura, y desarrollemos la teoría de los precios en Marx, podremos apelar a ejemplos concretos e históricos para que esta dialéctica del “clinamen” no resulte tan abstracta. Por el momento, baste decir que la estructura trinitaria de la interacción en Hegel, podría comprenderse de otra manera a partir de la idea de “alejamiento”: partamos de la “tesis”; ésta se desvía y nace la “antítesis”. Ésta se “curva” y aparece la “síntesis”; la Aufhebung o síntesis se desvía en otro desvío. Entonces, lo importante no serían ya los tres instantes “clásicos” sino el clinamen...

III

Vamos al ítem que establece que en el exiliado en Londres, la dialéctica es su método y que ella es en sí, methodos. Este enunciado leninista y de comentadores que no son marxistas, pero que adoptan sin saberlo, el leninismo para “explicar” a Marx, no demuestra que en él palpite el método... Aunque parezca sorprendente o una “herejía”, no está para nada claro que en el compañero de Engels, haya algún tipo de “methodos” o en todo caso, que el “método” utilizado sea el que se comprende como “propio” de la investigación. Primero habría que demostrar esto y luego, argumentar por qué la dialéctica sería su methodos y un método.

Au fond, nuestro punto de partida es que existen al menos, tres marxismos “inaugurales”: el marxismo de Marx, el de Engels y el de las obras en co-autoría. Esos tres marxismos atesoran nexos intrincados y que habría que desmenuzar con paciencia. También hay cierto “engelsianismo” en Marx... En una de sus cartas, lleno de sana admiración, le confiesa que él es más lento que su amigo, el cual detenta la facultad de intuiciones rápidas y certeras.

El asunto es que en una obra de juventud apodada “La Sagrada Familia”, Engels y su compañero de ideas sostienen que el “methodos” es algo castrador y que entorpece la imaginación. Afirman incluso, que es una especie de barrera administrativa contra la creación de ideas.

Por su lado, el que padeció en Inglaterra aboceta en Miseria de la Filosofía, que una filosofía, a la que considera un tipo particular de “ideología”, se resume en sus elecciones de método. Esto puede comprenderse en otro sentido que en una defensa del methodos, como lo asimiló Trotski: puede interpretarse como que el amigo del General, dice que las obsesiones metodológicas son preocupaciones filosóficas, abstractas, ideológicas. Puede expresar también, que el “methodos” es una cuestión ideológica, metafísica, no científica. Para enunciarlo con mayor claridad aún: un científico no necesita de preocuparse y ocuparse todo el tiempo con asuntos de método; cuando hace eso, no confía en que es factible conocer y se enreda en posturas meramente ideológicas. Además, no investiga en concreto nada sino que se la pasa reflexionando acerca de cuál es el mejor methodos, etc., sin avanzar en ningún estudio, perdiendo tiempo y escudándose en una biblioteca, respecto de la realidad. Se transforma en un “logógrafo”, según Bourdieu: en alguien que habla de teorías de manera teórica y a propósito de la teoría.

En el vol. I de El capital, en el “Prólogo” aparece la distinción entre un presunto “método de exposición” y un “método de investigación”, dándose a entender que en Marx habría un “methodos” o una forma tradicional de usar el método. El tema radica en que las palabras alemanas que se tradujeron así al castellano y a otros idiomas, no significan eso necesariamente.

Louis Althusser, a pesar de ser un francés leninista y de pretender darle lecciones de marxismo a Marx, propone otra traducción de los términos alemanes en Para leer El capital, traducción a la que agregaremos cosas.

La palabra alemana para “método de exposición” es darstellungweisse; para “método de investigación” es forschungweisse.

Althusser dice que “weisse”, el sufijo de ambas expresiones, no significa sí o sí, methodos sino que puede apuntar a “estilo”, “modo”, “orden”, “secuencia”, “plano”, etc. Conservando por un momento las palabras en castellano, podríamos enunciar “estilo de exposición” y “plano de investigación”, en lugar de los términos corrientemente traducidos.

Sin embargo, no avancemos tan rápido. Recordemos que al refugiado en Londres le gustaba Shakespeare; esto es, el arte en general: la pintura, la literatura, la música, el teatro y la ópera. Estas dos últimas ramas tienen en calidad de componente nodal, el escenario, lo escénico. “Darstellung” significa casualmente, escenificación o presentación; en consecuencia, podríamos traducir “método de exposición” como “estilo de escenificación”. Pero así transpuesta la palabra al castellano, queda muy obvia su relación con el arte, con el arte dramático, por ejemplo. Por lo tanto, en Marx, si no aceptamos que no habría “methodos”, existe una concepción peculiar acerca de éste. En principio, hay una faceta del método que implica algo de arte, no de ciencia: lo intuitivo, en lugar de lo razonado; la expresión breve y aguda, en aforismo, en vez de oraciones prolongadas; etc. De hecho, en el vol. I de los Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política o Grundrisse, emplea por segunda ocasión, aforismos. La primera fue cuando redactó las fulgurantes “Tesis sobre Feuerbach”.

Además, “estilo de escenificación” supone la “presentación” de varios asuntos, y/o de múltiples y casi simultáneos enfoques en redor a un misma cuestión.

Abordemos el otro término: “forschungweisse”. Ya conocemos que “weisse” puede ser traducido por “plano”; y ¿forschung? No imperiosamente, se traduce por “investigación” sino por modo de formular dudas, problemas, inquietudes. Y esto encaja con una olvidada sentencia de Marx: “de todo se debe dudar, incluida la duda misma”; hay que dudar pues, hasta de la duda que duda. Se debe arribar al “extremo” de dudar del que duda... Tendríamos entonces, “modo de expresar dudas y problemas”.

En resumidas cuentas, no “método de exposición” ni “método de investigación”, sino “estilo de escenificación” y “forma para dudar y ‘detectar’ problemas”. Por ende, al expulsado de Bélgica, no le interesa encontrar la verdad sino dudar, toparse con problemas de investigación, antes que con respuestas. En Miseria de la Filosofía, enuncia que Hegel no tiene problemas, por cuanto posee nada más que la dialéctica (p. 121): esto significa que cuando se “aplica” de manera torpe la dialéctica, lo importante, que es la búsqueda de cuestiones para resolver, queda anulado, suprimido. Por ende, hay que preferir la duda y los problemas a solucionar, en vez de una dialéctica poco hábil o torpe.

El asunto es que lo propio de un científico es intentar buscar verdades, aunque sean provisorias; lo específico de alguien que critica, de un crítico, es poner en duda, es dudar, cuestionar. ¿Estamos afirmando que Marx es únicamente crítico? Sí y no, ya lo comprobaremos.

“Bueno, diría acaso alguien..., si en Marx no hay método, ¿cómo se puede argumentar?” Parte de la respuesta, consiste en que el “clásico” comentado sí propone un modo de razonar y de construir conceptos, para evitar la incertidumbre de si las deducciones son o no “confiables”, pero no creemos que a esas recomendaciones se las deba entender en términos tradicionales de methodos.

El “estilo” o “modo” para argumentar que postula, está desplegado en la larga “Introducción” del vol. I de los Grundrisse, “prólogo” que es una reiteración de una introducción perteneciente a una obra anterior que denominó Contribución a la crítica de la Economía Política, que tenía intenciones de nombrar como Contribución a la crítica de la Política y la Economía. Ese “Prólogo” de los Grundrisse se conoce bajo el epíteto de “introducción” de 1857, para distinguirla de otra que lleva el mismo título de Contribución a la crítica de la Economía Política, que es de 1859.

El “modo” o “estilo” para formular dudas y cincelar nociones, fue bautizado por los marxistas italianos y mexicanos como “método del concreto-abstracto-concreto”. No podemos explicarlo en este curso, que es apenas una iniciación a la Sociología; se los menciono para que si por ahí lo escuchan, sepan más o menos a qué se refieren esas palabras. Por supuesto, los marxistas italianos y mejicanos entienden ese “methodos” como un método tradicional y no a manera de un “estilo”. No está de más sostener, que es legítimo imaginar que aun el methodos del “concreto-abstracto-concreto” sería un “modo” para dudar, gestar ideas y plantear problemas para pensar y discutir...

IV

Continuando con el ítem siguiente, podemos expresar que la visión ortodoxa y dogmática de la teoría, que es la que se reproduce hasta el cansancio en los “manuales” que la comentan y/o critican, postula que este “clásico” habría fundado tres ciencias. La primera se resumiría en convertir la Filosofía “precientífica”, ideológica, en una Filosofía científica, la que sería el Materialismo Dialéctico.

De este lamentable error, son responsables no únicamente los primeros marxistas rusos, tales como Plekhanov, sino Lenin y hasta cierto Engels. Entre sus obras finales, se cuentan las ya mencionadas El Anti-Dühring y Dialéctica de la Naturaleza. En ellas, en particular, en esta última, nos topamos con afirmaciones que dan a entender que el General cree que la dialéctica no es sencillamente, una “estrategia” para pensar sino que el universo mismo es dialéctico. Sin embargo, no llega a postular un “materialismo dialéctico” en tanto Filosofía “científica”. Empero, hay otros autores, como un judío norteamericano furiosamente anti-marxista llamado Leopold Schwarzschild (ver El prusiano rojo. La vida y la leyenda de Karl Marx), que dicen que sí, que Engels es el que reemplaza la expresión “dialéctica materialista”, “no especulativa”, por “materialismo dialéctico”. A nosotros no nos consta, habiendo consultado la totalidad de las obras traducidas al castellano, que pertenecen a los dos entrañables amigos (no obstante, ver infra).

El tema es que a partir de esas desafortunadas expresiones del empresario de Manchester, Plekhanov y Lenin, entre otros, comienzan a sentenciar que la Filosofía correcta es el Materialismo Dialéctico, la cual se resume en la idea de que la Naturaleza, la vida, el lenguaje, la energía, la materia, el universo en su conjunto, poseen una “esencia” dialéctica. Pero esto no es Marx, sino Hegel dado que es éste el que enunciaba que todo era dialéctico y que todo se alteraba de acuerdo a la dialéctica. Y si Hegel era idealista o metafísico, la concepción que introduce a Hegel en un supuesto materialismo, no puede ser en realidad, materialista sino idealista. Por ende, el Materialismo Dialéctico es una perspectiva idealista, especulativa, filosófica, metafísica y es ajena al admirador de Engels, al menos, extraña a cierto Marx o a determinado marxismo, si se insistiera obcecadamente, que en Marx sí se amplía la interacción para extenderla a cualquier fenómeno.

En un escrito periodístico sobre las consecuencias negativas de la colonización violenta de la India a manos de Inglaterra, el compañero del General dirá al comienzo del artículo que existe un pensador alemán que solía entender que el universo (por ejemplo, el movimiento de los planetas) se transformaba de manera dialéctica (Hegel). Sea esto o no cierto, continúa, acaso la dialéctica nos sirva para comprender el despliegue de los procesos históricos.

Lo que Marx está haciendo es poner en duda o en suspenso, que la Naturaleza tenga una naturaleza dialéctica. Esta suposición sobra, está de más, no es necesaria para creer que la Historia sí puede ser entendida con ayuda de la dialéctica como “estrategia”.

Por si fuera poco, hay un marxista que, a pesar de ser leninista, opina que no existe Materialismo Dialéctico (su nombre es Antonio Gramsci; dice lo citado en los Cuadernos de la cárcel, escritos cuando estaba preso por comunista bajo el totalitarismo italiano).

Empero y por honestidad intelectual, debo informar que en El Anti-Dühring, se establece que el materialismo no mecanicista, no causalista, no determinista, etc., sería un materialismo dialéctico en la proporción en que se diferenciaría del materialismo anterior, algo más burdo (pp. 25, 115). Es en paralelo, la postura del revolucionario chino Mao. Sin embargo y aunque sea redundante, esto no es igual a enarbolar un Materialismo Dialéctico en cuanto Filosofía “científica”... El conquistador de las hermanas Burns, aboceta que la concepción dialéctica materialista no se plasma en una ciencia puntual, sino que es algo que recorre o atraviesa a todas las ciencias (p. 115).

En lo que se refiere a un supuesto Materialismo Histórico, éste no fue propuesto ni siquiera por Engels quien, a pesar de ser genial, era bastante menos sutil que su amigo. El empresario de Wuppertal, solía hablar de una “concepción materialista de la Historia”. Por supuesto, el sí entendía que esa perspectiva materialista era científica, pero esto es cosa de Engels y no de su compañero de luchas.

El responsable de cátedra entiende que la “concepción materialista de la Historia” es una especie de “comodín” que puede ser útil en las Ciencias Sociales, pero que no es ella misma una ciencia particular (vg., la Historia).

Para demostrar que el “clásico” estudiado no funda ninguna ciencia ni pretende convertir por ejemplo, el Materialismo Histórico en una ciencia, debemos explicar algunas ideas asociadas a Habermas.

En Teoría y praxis, entre otras obras, ese autor sostiene que es impostergable diferenciar entre el plano de la ciencia, de la crítica y de la acción práctica. Dice que en las izquierdas tradicionales, esos tres registros o niveles se confunden con frecuencia y es uno de los motivos por lo que son dogmáticas.

La ciencia se ocupa de buscar lo verdadero y sus enunciados se evalúan en términos de “verdadero/falso”. Por su lado, a la crítica no se le puede exigir que sus argumentos se midan con idénticos parámetros a los de los asertos científicos, id est, según el par “verdadero-falso”. La crítica se evalúa por si sus razones son medianamente, plausibles.

A lo anterior, nosotros agregamos que la crítica tiene la capacidad para criticar las ciencias, las prácticas de los científicos, y las relaciones de poder que atraviesan las ciencias y que impulsan a actuar a los científicos. Puede también criticarse a sí misma y a las elecciones que se hagan en el terreno de las refriegas políticas.

Lo escuetamente desenvuelto, empalma con la etimología de “crítica”: viene del griego krisis, término que se asocia al latinismo “criticus”, el cual remite a su vez, al griego kritikós, el que envía al verbo “krinein”, que significa discernir, “separar”, distinguir.

Por último, el “estrato” de las opciones políticas no puede pretender que se sopesen sus diagnósticos, que son muy relativos y precarios, como si fueran enunciados científicos o evaluaciones críticas. Basta con que sean aceptados por los interesados y por los que tendrán que cargar con los riesgos de sus preferencias. Por ejemplo, el debate de si el “camino” hacia la revolución tiene que ser a través de una insurgencia o no, es algo que no se puede pretender fundamentar con supuestos enunciados científicos ni con recomendaciones presuntamente críticas, sino que se debe simplemente discutir y las conclusiones tienen que ser aceptadas por los que asumirán los riesgos de sus acciones.

Las izquierdas leninistas o tradicionales, confunden las tres cosas y hacen pasar las elecciones prácticas como si fuesen verdades científicas o certezas críticas, cuando no lo son.

El asunto es que si bien Marx no llegó a efectuar estas distinciones de manera explícita, él se cuidó de mezclar los tres planos. Incluso, podemos comprender ahora porqué hicimos hincapié en que prefería la crítica antes que la ciencia.

De acuerdo a lo explicado más arriba, el registro de la crítica es más flexible e interesante que el de la ciencia, puesto que su campo es más amplio que ésta. La ciencia se debe “atar” a la comprobación de enunciados que se ponderen en términos de “verdadero/falso”; la crítica, aunque es racional, puede hacer objeto de crítica a todo, incluso a ella misma. Recordemos que el marido de Jenny, era de la opinión de que de todo se debía dudar..., es decir, que todo tenía que ser puesto en cuestión, en duda. Pero si todavía quedasen escépticos, por estar demasiado acostumbrados a escuchar que Marx pretendía ser científico y que deseaba fundar determinadas ciencias, los invito a que se fijen en los subtítulos de las obras más importantes de él: Contribución a la crítica de la Economía Política. Nunca dijo Contribución a la ciencia de la Economía Política...

V

Queda abordar ahora, el asunto de si hubiese convertido la Economía en un saber científico.

Rubio Llorente, un español que hace una “introducción” a los Manuscritos de 1844, sostiene que el amigo de Engels critica la pretensión vana y fallida de la Economía de intentar pasar por ciencia. Por consiguiente, no cree que la Economía sea realmente una ciencia. ¿Podría llegar a serlo en un futuro, como la Sociología? Aunque la respuesta sea sorprendente, NO. ¿Por qué? Debido a que Marx entiende que lo económico en realidad, fue un “látigo” que flageló a mujeres y varones. Del imperio de la economía y del trabajo, habrá que librarse alguna vez... (cf. infra).

El asunto es que si se pretende hacer de la Economía una ciencia de lo económico, ese saber que supuestamente se haría ciencia, se comprometería con el dominio de lo económico. En efecto: el poder de la economía en la vida de los hombres, se vería “duplicado” porque tendríamos economía por “dos”. Una, como ámbito social de lo económico; otra, en calidad de disciplina que se ocuparía de estudiar la economía.

En conclusión y desde esta perspectiva no ortodoxa, no hay Materialismo Dialéctico, ni Materialismo Histórico, ni Economía en tanto que ciencias o en cuanto conocimientos científicos presuntamente fundados por Marx. Esta conclusión no significa empero, que él no sea científico: puede serlo sin necesidad de cimentar ninguna ciencia. No obstante, estamos convencidos que prefería la instancia de la crítica puesto que de las ciencias y de los científicos, era desconfiado. Ofreceremos únicamente una razón: el desarrollo científico-técnico, ayuda a que el poder del capital aumente y los científicos son los inventores, aunque no siempre, de nuevas máquinas que facilitan el dominio del capital. En consecuencia, las ciencias y los científicos son servidores del poder y de los poderosos.

Engels, que era a veces, algo positivista y cientificista, es de la opinión respecto a que las ciencias efectúan descubrimientos hasta donde les es posible y que por ende, tienen limitaciones (El Anti-Dühring, pp. 73 a 74). Establece que los conceptos de “verdad” y “falsedad” no deben adoptarse como absolutos e infalibles, puesto que de proceder así, se caería en un uso ético de tales parámetros. Además, las nociones de “verdad” y “falsedad” no únicamente se emplean de forma moral (e. g., para descalificar a otros que no piensan como nosotros), sino que son conceptos morales (p. 78) que hay que utilizar con sumo cuidado. En resumen, aun para el General, que guardaba en alta estima a las ciencias, es claro que no son infalibles, llegan a resultados muy precarios, que tienen limitaciones y que se apoyan en categorías al estilo de “verdadero” y “falso” que no son científicas en sí, sino morales.

VI

Es impostergable detenernos un instante y regresar una vez más, a la cuestión de la dialéctica en Marx.

Recordemos que habíamos establecido que esa interacción no era un “methodos”, y que no había Materialismo Dialéctico ni Materialismo Histórico, pero que lo social podía enfocarse de forma dialéctica. La pregunta que podría surgir acá es ¿cómo podemos sostener que la dialéctica es útil para entender la dinámica de los procesos humanos, si no aceptamos la existencia de los dos materialismos citados arriba?

El asunto es que la interacción nos resulta adecuada porque la Historia “es” dialéctica. Lo que cabe interrogarse es ¿por qué? Podríamos sencillamente, dejar el tema como está, darlo por concluido y seguir, que es lo que efectúan con frecuencia los comentaristas del pensamiento del “clásico” incomprendido. Pero si uno se pregunta a raíz de qué la Historia tendría “naturaleza” dialéctica, es dable aguardar que afloren cuestiones productivas.

Sin embargo, lo que aclararemos de forma inmediata es que la Historia “en sí”, no tiene en realidad “esencia” dialéctica. Concebir de esta guisa el problema, implicaría caer en la vieja idea hegeliana de una interacción omnipresente en todos los órdenes. Esta vez, la dialéctica no sería propia del universo en su conjunto, mas sí de la Historia. No obstante, seguiríamos siendo hegelianos y no marxistas, que es lo que le ocurre a la interpretación ortodoxa del compañero del General, dado que simplemente parte del supuesto de que la Historia es dialéctica.

Primero, si el nacido en Tréveris es materialista no puede ser esencialista, es decir, razonar como Husserl, uno de los que inauguran la Fenomenología, que lo hace en términos de “esencias” (sorprendentemente, Derrida no comparte esa opinión alrededor de uno de sus maestros). Por consiguiente, Marx no podría sostener que la “sustancia” de la Historia es dialéctica, dado que para él no hay “esencia”.

Segundo, como buen materialista nada le importa saber acerca de la “naturaleza” última de la Historia. Un materialista consecuente, no argumenta en términos de “sustancias finales”. Tampoco se atiene “a los hechos”, como se enuncia vulgarmente, por cuanto los acontecimientos son construidos por los que investigan, lo que no significa que cualquier elaboración de los sucesos sea válida o que los hechos no existan.

Entonces, ¿por qué habría dialéctica “en” la Historia? Puede observarse ahora que la pregunta no es tonta ni parece contar con una respuesta inmediata, debido a que para abordarla, no es legítimo desde una postura materialista, asumir que la Historia poseería una “esencia” y que esa “sustancia” sería dialéctica.

Empero, el primer paso para contestarla está dado. Falta precisar ahora, que no es que habría dialéctica en la Historia, sino que la Historia transcurriría a través de dialécticas sociales, lo que es bastante distinto. ¿En qué? Pues en que si la Historia no tiene “esencia” dialéctica, la Historia “en sí” podría acaecer de cualquier modo y no necesariamente, de una manera en especial, de una forma dialéctica, por ejemplo. Y sin embargo, el cofundador de la Internacional insiste en comprender el derrotero histórico de manera dialéctica...

Al igual que Lenin me impactó con sus Cuadernos filosóficos, al recortar la frase de Hegel del vol. II de la Ciencia de la Lógica en la que afirma que la interacción no tiene que ser necesariamente “tripartita”, sufrí otro “sacudón” cuando subrayó en esos “apuntes” que para el viejo Titán, los mecanismos de causa/efecto eran demasiado sencillos para el universo y que en él había saltos, transiciones, complementariedad, oposiciones, etc. En otras palabras, los mecanismos causa-efecto (a tal causa, tal consecuencia...) eran nada más que una de las “lógicas” por las que el cosmos se alteraba, en medio de una multitud de otras maneras de cambiar. Id est, causa y efecto eran un “caso particular” de las formas diversas de cambio y quizá, no el más complejo.

Lamentablemente, Lenin se olvidó de ello y cayó en la simplificación de la Historia por mecanismos económicos de causa/efecto. Pero nosotros no tenemos por qué olvidar lo que él rescató de Hegel. Sin embargo y previo a continuar, es impostergable resaltar que el lúcido Engels, en el Anti-Dühring, talla que las causaciones son uno de los modos en que se expresan las modificaciones en la biosfera (p. 23).

Conviene que retengamos lo que diremos en esta circunstancia, puesto que lo a enunciar es algo que se repetirá en otras ocasiones, por lo que es ineludible que se entienda la primera vez que se explica.

Para ahorrarnos “rodeos”, expresaremos de forma directa que la Historia transcurre de manera dialéctica, sin ser ella misma dialéctica (puesto que nada sabemos de una imaginaria “esencia” de la Historia...). Y así acontece, en razón de que los agentes no controlan sus vidas y padecen su existencia, en lugar de orientarla de modo inteligente, voluntario, coordinado, democrático y en cooperación. En la Historia actúan dialécticas sociales, debido a que los hombres no controlan su destino. Al no hacer su propia historia sino sufrirla, mujeres y varones son como “títeres” de las circunstancias que les tocan sobrepujar.

Lo dialéctica en la Historia radica en que, como los individuos no gestan su historia de forma democrática (tesis), las condiciones sociales se les presentan como algo que actúa de manera ciega y con el aspecto fiero de un poder que no controlan (antítesis). Habiendo tesis y antítesis, ya están los elementos para que comience a “andar” al menos, una dialéctica.

Esta respuesta a la pregunta formulada supra, halla relación con el tema de la causalidad.

Un tipo especial de causalidad es la causalidad dialéctica, que es una causalidad “circular” en la que el elemento causal es también “efecto” y lo que ocupa el lugar de la “consecuencia”, es a su vez, causa, en procesos intrincados (El Anti-Dühring, p. 24).

En la Historia hay causalidad, en particular, causalidades dialécticas, en virtud de que la posible complejidad de la Historia, su riqueza, fue simplificada por la impotencia de los hombres mismos. La Historia humana no es todo lo compleja que podría ser, a raíz de que las causalidades dialécticas simplifican, eliminan, subordinan, etc. los otros mecanismos de transformación o variación, tales como los saltos, las tensiones, las alteraciones mínimas que se amplían poco a poco.

Apreciar de esta suerte el pensamiento del muerto en 1883, guarda consecuencias profundas. Una de ellas es que si el socialismo es viable, entonces varones y mujeres controlarán su destino. Al hacerlo, evitarán que respiren dialécticas sociales inmanejables o incluso, que actúe dialéctica alguna en la Historia. Correlativamente, no habrá causaciones ásperas o rígidas o incluso, no existirán causaciones. Tampoco habrá “leyes” por encima de la voluntad humana libre de dominio. Por ende, la “utopía” socialista no supone una sencilla repartija de bienes, ni la disolución del Estado, etc., sino asuntos más hondos, tales como que no haya más dialécticas inmanejables actuando en la Historia.

La contestación a la pregunta se “cierra” cuando pincelamos que Marx usa la dialéctica, en virtud de que hay causalidades dialécticas en la Historia, sin que ella misma sea de “naturaleza” dialéctica. Precisamente por eso, es que es factible imaginar que si el socialismo se vuelve realidad, podamos comenzar a independizarnos de los mecanismos causales y de las dialécticas sociales déspotas.

Pero lo anterior tiene una implicación más: si cabe esperar que en un futuro la Historia deje de suceder de manera dialéctica y acorde a mecanismos causales (al menos, que torturen la existencia de los agentes...), entonces el empleo de la dialéctica como recurso de análisis, perderá sentido. En la nueva lógica de la Historia, esos hombres futuros que vivan sin “leyes” ciegas amargándoles sus pequeñas vidas, no necesitarán de la dialéctica, en calidad de estrategia de estudio de los fenómenos sociales. Por ende, la dialéctica en el admirador de Engels no es algo “eterno”, que habrá de seguir empleándola por siempre, sea cual fuere la manera de acaecer de la Historia. Y esto es otra diferencia fundamental con la perspectiva dogmática y ortodoxa de Marx...

Con lo que acabamos de enunciar, concluimos la reunión de hoy. El resto de los temas que quedaron sin polemizar, se irán desgranando.