Antes de estar en posibilidades de crear los medios para erradicar la pobreza, primero debe establecerse claramente su concepto. A partir de ahí, es necesario identificar una fórmula específica para medir su magnitud y sus especificidades; una vez cumplida esta tarea, deben determinarse las causas que la originan. Sólo en ese momento se podrán diseñar las políticas públicas que se requieren para su solución. Actuar de otra manera equivale a equivocar el camino.
En este sentido, vale la pena iniciar por discutir el concepto de pobreza.
Hablar de pobreza refiere a una adversidad socialmente inaceptable que impide que un cierto nivel de vida pueda ser alcanzado por los miembros de una sociedad.
En ese sentido, el concepto de pobreza remite a la carencia de un conjunto de elementos necesarios para la vida humana dentro de una sociedad, es decir, un conjunto de activos que puedan transformarse en ingresos, que se vuelven consumo y que propician bienestar. Y una carencia, -también- de los recursos necesarios para superar dicha carencia; elementos, por lo que la pobreza puede entenderse como un conjunto de carencias de diferente naturaleza o para decirlo, más específicamente, como la privación de un conjunto de “capacidades básicas
Esta privación se da en un contexto social específico en el que los mecanismos de apropiación de dichas capacidades están determinados por un conjunto de relaciones sociales, es decir, dependen de un conjunto de reglas de apropiación y de derechos, explícitos o no. Este conjunto de reglas, que se materializan en la posibilidad de ser capaz de algo o no, constituyen un conjunto de libertades o derechos sociales, por lo cual es posible entender la pobreza como la carencia de un conjunto de libertades básicas dadas por la propia sociedad, cuyo disfrute les permite a los individuos elegir formas y proyectos de vida específicos y con ello alcanzar situaciones que son consideradas como indispensables para subsistir biológica y socialmente.
La complejidad de la definición de pobreza tiene que ver con el hecho de que se expresa de manera multidimensional, por lo que los elementos posibles para reconocer a quien es pobre pueden ser muy amplios. Sin embargo, bajo la concepción propuesta aquí, la existencia de la pobreza se entiende a partir de lo que puede ser o hacer una persona, en un contexto social que define la forma en que un individuo puede transformar los activos, el ingreso y los bienes de consumo disponibles en capacidades específicas. Desde esta perspectiva, ser pobre significa que, dadas las condiciones sociales e individuales, las personas no tienen acceso a los recursos (no sólo económicos, sino también sociales y políticos) necesarios para alcanzar las capacidades básicas.
Por otra parte, hay que señalar que, de modo general, puede considerarse que existe un conjunto de requerimientos universales para no ser pobre, mismo que se refiere a la posibilidad de mantener la integridad física y la eficiencia biológica, la capacidad para formarse valores, para reflexionar sobre los planes de vida y tener experiencias significativas, así como para integrarse digna, productiva y participativamente a la sociedad en que se vive. Sin embargo, estos requerimientos pueden variar de una sociedad a otra, debido a la diversidad de normas y costumbres sociales, así como al estado del conocimiento general, lo cual determina una combinación específica de recursos aceptables para cada sociedad.
Por ello podemos entender la pobreza en un sentido absoluto, como “pobreza extrema” es decir, como la carencia de capacidades básicas mínimas necesarias para la subsistencia biológica, lo cual significa que las carencias imposibilitan alcanzar la eficiencia biológica y generan deterioro orgánico, es decir, impiden estar adecuadamente nutrido y razonablemente saludable.
Pero la pobreza también puede entenderse en un sentido relativo, como la carencia de los recursos propios de una sociedad específica para alcanzar esas capacidades. A este tipo de pobreza también se le conoce como “pobreza moderada”.
Por último, vale la pena destacar que la pobreza puede manifestarse como “pobreza coyuntural” cuando afecta a un hogar de manera temporal debido a la reducción o pérdida transitoria de ingresos o de los activos disponibles (por ejemplo, bajas salariales o desempleo)
Una forma más aguda del problema es la llamada “pobreza crónica” que constituye una condición permanente a lo largo de un ciclo de vida, y se transmite intergeneracionalmente. Esta se caracteriza por la carencia de activos que requieren largos procesos de ahorro e inversión para ser acumulados (por ejemplo, la escolaridad o niveles satisfactorios de salud) y tiende a persistir en un horizonte intergeneracional.
Así, se entiende que la pobreza está determinada no sólo por la situación alcanzada en un momento determinado, sino, también por la vulnerabilidad de los individuos o familias a disminuciones bruscas y significativas en estos niveles a raíz de eventos transitorios contra las que no tienen defensa.