¿QUÉ ES EL CAPITALISMO? MESOECONOMÍA: EL ANÁLISIS DE LA MESOESTRUCTURA ECONÓMICA

¿QUÉ ES EL CAPITALISMO? MESOECONOMÍA: EL ANÁLISIS DE LA MESOESTRUCTURA ECONÓMICA

Coordinador: Jorge Isauro Rionda Ramírez

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El capitalismo en el siglo XX.

Durante casi todo el siglo XX, el capitalismo ha tenido que hacer frente a numerosas guerras, revoluciones y depresiones económicas. La I Guerra Mundial provocó el estallido de la revolución en Rusia. La guerra también fomentó el nacionalsocialismo en Alemania, una siniestra combinación de capitalismo y socialismo de Estado, reunidos en un régimen cuya violencia y ansias de expansión provocaron un segundo conflicto bélico a escala mundial.

Pero dicho sea de paso, que de forma concomitante surge la economía de la muerte o industria bélica, pues el Estado comienza a gastar dinero público en la adquisición de armamento. También hay que señalar que un efecto no deseable del keynesianismo es que el Estado participativo deja atrás la democracia liberal por nuevas fórmulas de gobierno fascista, las cuales imponen el interés de algunos cuantos sobre el derecho o la libertad de la mayoría, olvidándose del consenso popular y negándose la igualdad social que garantizan las instituciones democráticas. Por ello, se asevera que según se restrinjan las libertades y los derechos, es el grado de fascismo. La instituciones democráticas se ven enfrentadas a aquellas de inspiración fascista, mientras que las primeras pugnan por la justicia, la igualdad y la equidad, la segundas buscan la eficiencias aun así se tenga que sacrificar o suprimir las garantía individuales que da un régimen democrático.

A finales de la II Guerra Mundial, los sistemas económicos comunistas se extendieron por China y por toda Europa oriental. Sin embargo, al finalizar la Guerra fría, a finales de la década de 1980, los países del bloque soviético empezaron a adoptar sistemas de libre mercado, aunque con resultados ambiguos. China es el único gran país que sigue teniendo un régimen marxista, aunque se empezaron a desarrollar medidas de liberalización y a abrir algunos mercados a la competencia exterior. Muchos países en vías de desarrollo, con tendencias marxistas cuando lograron su independencia, se tornan ahora hacia sistemas económicos más o menos capitalistas, en búsqueda de soluciones para sus problemas económicos.

En las democracias industrializadas de Europa y Estados Unidos, la mayor prueba que tuvo que superar el capitalismo se produjo a partir de la década de 1930. La Gran Depresión fue, sin duda, la más dura crisis a la que se enfrentó el capitalismo desde sus inicios en el siglo XVIII. Sin embargo, y a pesar de las predicciones de Marx, los países capitalistas no se vieron envueltos en grandes revoluciones. Por el contrario, al superar el desafío que representó esta crisis, el sistema capitalista mostró una enorme capacidad de adaptación y de supervivencia. No obstante, a partir de ella, los gobiernos democráticos empezaron a intervenir en sus economías para mitigar los inconvenientes y las injusticias que crea el capitalismo.

Así, en Estados Unidos el New Deal (en inglés, “Nuevo Reparto” o “Nuevo Trato”, nombre que recibió la política económica y social aplicada en Estados Unidos por el presidente Franklin Delano Roosevelt a partir de 1933, y concretamente las medidas innovadoras adoptadas desde ese año hasta 1938 para contrarrestar los efectos de la Gran Depresión), reestructuró el sistema financiero para evitar que se repitiesen los movimientos especulativos que provocaron el crack de Wall Street en 1929.

Keynesianismo.

Capitalismo monopolista.

Álgida intervención del Estado.

 Régimen de Producción Rígido.

 Producción organizada. Economías emergentes.

 Predominio del sector secundario.

Transcurrido el tiempo, en el año de 1929 se da el fenómeno económico conocido como la Gran Depresión, que produje una crisis de magnitudes mundiales, lo cual evidenció la imperfección del sistema capitalista, siendo éste objeto de severos cuestionamientos. Uno de los principales críticos del modelo liberal fue el economista John Maynard Keynes , quien en su obra “Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero” se dio a la tarea de revisar varios postulados del liberalismo, principalmente aquel que concierne al “equilibrio con pleno empleo”, que consideró hipotético ya que en la realidad siempre hay desempleo.

Otra observación que hizo Keynes es que en el liberalismo el trabajo se admite únicamente como la actividad creadora de bienes tangibles, en tanto que él considera que el trabajo también implica la creación de bienes tangibles o servicios.

Pero el planteamiento esencial que se hizo Keynes fue el de cómo crear demanda que no aporte a la oferta; y concluyó, que esto se puede lograr mediante el gasto público en rubros sociales tales como educación, salud, seguridad, previsión, asistencia, infraestructura y servicios públicos, es decir, mediante el Estado de bienestar. De esta forma la participación del Estado se vuelve activa, y adquiere la facultad de promover, orientar e inducir el crecimiento económico, jugando ahora el rol de Estado interventor, regulador, empresario y mediador.

Se emprendieron acciones para fomentar la negociación colectiva y crear movimientos sociales de trabajadores que dificultaran la concentración del poder económico en unas pocas grandes corporaciones industriales. El desarrollo del Estado del bienestar se consiguió gracias al sistema de la Seguridad Social y a la creación del seguro de desempleo, que pretendían proteger a las personas de las ineficiencias económicas inherentes al sistema capitalista.

El acontecimiento más importante de la historia reciente del capitalismo fue la publicación de la obra de John Maynard Keynes, La teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936). Al igual que las ideas de Adam Smith en el siglo XVIII, el pensamiento de Keynes modificó en lo más profundo las ideas capitalistas, creándose una nueva escuela de pensamiento económico denominada keynesianismo.

Keynes demostró que un gobierno puede utilizar su poder económico, su capacidad de gasto, sus impuestos y el control de la oferta monetaria para mitigar, e incluso en ocasiones eliminar, el mayor inconveniente del capitalismo: los ciclos de expansión y depresión.

Según Keynes, durante una depresión económica el gobierno debe aumentar el gasto público, aún a costa de incurrir en déficits presupuestarios, para compensar la caída del gasto privado. En una etapa de expansión económica, la reacción debe ser la contraria si la expansión está provocando movimientos especulativos e inflacionistas.

Durante los 25 años posteriores a la II Guerra Mundial, la combinación de las ideas keynesianas con el capitalismo generaron una enorme expansión económica. Todos los países capitalistas, también aquéllos que perdieron la guerra, lograron un crecimiento constante, con bajas tasas de inflación y crecientes niveles de vida. Sin embargo a principios de la década de 1960 la inflación y el desempleo empezaron a crecer en todas las economías capitalistas, en las que las fórmulas keynesianas habían dejado de funcionar.

La menor oferta de energía y los crecientes costos de la misma (en especial del petróleo) fueron las principales causas de este cambio. Aparecieron nuevas demandas, como por ejemplo la exigencia de limitar la contaminación medioambiental, fomentar la igualdad de oportunidades y salarial para las mujeres y las minorías, y la exigencia de indemnizaciones por daños causados por productos en mal estado o por accidentes laborales. Al mismo tiempo el gasto en materia social de los gobiernos seguía creciendo, así como la mayor intervención de éstos en la economía.

Es necesario enmarcar esta situación en la perspectiva histórica del capitalismo, destacando su enorme versatilidad y flexibilidad. Los acontecimientos ocurridos en este siglo, sobre todo desde la Gran Depresión, muestran que el capitalismo de economía mixta o del Estado del bienestar ha logrado afianzarse en la economía, consiguiendo evitar que las grandes recesiones económicas puedan prolongarse y crear una crisis tan grave como la de la década de 1930. Esto ya es un gran logro y se ha podido alcanzar sin limitar las libertades personales ni las libertades políticas que caracterizan a una democracia.

La inflación de la década de 1970 se redujo a principios de la década de 1980, gracias a dos hechos importantes. En primer lugar, las políticas monetarias y fiscales restrictivas de 1981-1982 provocaron una fuerte recesión en Estados Unidos, Europa Occidental y el Sureste Asiático. El desempleo aumentó, pero la inflación se redujo. En segundo lugar, los precios de la energía cayeron al reducirse el consumo mundial de petróleo. A mitad de la década, casi todas las economías occidentales se habían recuperado de la recesión. La reacción ante el keynesianismo se tradujo en un giro hacia políticas monetaristas con privatizaciones y otras medidas tendentes a reducir el tamaño del sector público.

Las crisis bursátiles de 1987 marcaron el principio de un periodo de inestabilidad financiera. El crecimiento económico se ralentizó y muchos países en los que la deuda pública, la de las empresas y la de los individuos habían alcanzado niveles sin precedente, entraron en una profunda crisis con grandes tasas de desempleo a principios de la década de 1990. La recuperación empezó a mitad de esta década, aunque los niveles de desempleo siguen siendo elevados, pero se mantiene una política de cautela a la vista de los excesos de la década anterior.

El principal objetivo de los países capitalistas consiste pues, en garantizar un alto nivel de empleo al tiempo que se pretende mantener la estabilidad de los precios. Es, sin duda, un objetivo muy ambicioso pero, a la vista de la flexibilidad del sistema capitalista, no sólo resulta razonable sino, también, asequible.