BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

EL FRACASO DEL NEOLIBERALISMO EN EL ECUADOR Y ALTERNATIVAS FRENTE A LA CRISIS

Carlos Alfredo Uquillas

 

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3.3.- LA INCIDENCIA DEL PODER POLÍTICO EN LA ECONOMÍA

Desde siempre el poder económico ha sido propietaria del poder político, los que han gobernado en función individual o de clase, conspirando contra la sociedad entera y el bienestar común de la población.

Por haber sido analizado esta problemática ampliamente en los dos primeros acápites del tema en estudio lo haremos en forma general; Esta incidencia del poder político en la economía vista desde su perspectiva amorfa se presenta como violencia económica, la misma que se constituye como una forma de agresión al individuo generada por los sujetos inmersos en la actividad económica y productiva de la sociedad; violencia instrumentada a partir del sistema económico de una nación, apoyándose siempre en el sistema político del cual forma parte.

Desde los inicios mismos de la existencia humana, los individuos físicamente mas fuertes se apoderaron de la tierra y los recursos de la naturaleza, y sometieron por la fuerza a los más débiles, convirtiéndolos en esclavos e instrumentos para acrecentar su poder y riqueza. Así nace la Violencia Económica que dio lugar a la constitución en el planeta de dos clases de seres humanos: los que tenían la propiedad de la tierra y sus recursos, con ello la riqueza y los que eran únicamente instrumentos para su mantenimiento o sostenimiento es decir los esclavos quienes no eran dueños ni siquiera de sus propias existencias.

Tal dominación real se mantendría incólume y justificada hasta por la élite del pensamiento durante varios siglos hasta ser sustituida por la forma de producción Feudal que no determinaría cambios en la situación de dominación. Solo después de una larga pugna social política y religiosa desarrollada en la época medioeval, ayudarían a la formación de un tercer tipo de individuos, aquellos agrupados en los denominados burgos, de donde se deriva el término burgués. Estos nuevos individuos no solo conseguirían con el tiempo desprenderse de la dominación e influencia feudomonárquica, sino que desde el siglo XVII y fundamentalmente en el siglo XVIII tomaron el control político de la sociedad universal.

Como es lógico, éste nuevo grupo de gentes con el enorme poder que representa disponer del poder del mecanismo del Estado en las manos, inmediatamente lo orientaron a formar y consolidar una nueva forma de opresión sobre el ser humano sustentada a nuestro juicio, hipócritamente en la doctrina de la democracia Liberal en boga por aquellos años. El Derecho del dinero entonces sustituyó al Derecho de la sangre, el obrero sustituyó al siervo de la gleba y al esclavo parcialmente, mientras el amo cambió de ropaje y denominación; sin embargo, la fórmula de la dominación se conservó inalterable, porque los mismos individuos continuaron siendo explotados por el dueño de los medios de la producción. Con razón la escritora Aurora Arnais dice: “El liberalismo lleva adscrito desde el siglo XIX el sello del individualismo al dejar de ser una aspiración teórica para transformarse en partido político organizado.” Nos enseña que: los enciclopedistas del siglo XIX crearon éste concepto del individualismo del hombre acartonado y abstracto, tan contrario al hombre vital de carne y hueso de la filosofía humanista del Renacimiento. Estos factores extraños dice la autora, condujeron a la deshumanización política de nuestros días.

Concordando con Arnais, consideramos que, la enorme crisis del humanismo que vivimos es causa de que el fundamento primordial del Estado tenga una manifestación mercantilista materialista y económica en dejasión de los valores universales del hombre.

Instituido universalmente el sistema de la violencia económica ejercido por la ejecución adversa del poder político la que ha permanecido desde entonces muy poco modificada, sobre prácticamente la totalidad de pueblos y naciones, unas con mayor desigualdad e injusticia que otras, y muy pocas con un relativo sistema de igualdad o equilibrio social, desconociéndose la existencia de un pueblo donde se practique a plenitud la igualdad y la equidad para la sociedad. De esta manera la violencia político-económica es la que reina en el universo por encima de postulados, principios y teorías que en suma no se preocupan sino de justificar el modo de explotación económica del hombre sobre el mismo hombre. Hoy en día por ejemplo, los conceptos de equidad, justicia, solidaridad, etc. han sido totalmente sustituidos por Modernización, Libre Competencia, Optimización de beneficios, sobreexplotación obrera, flexibilización laboral, dominio del mercado, doompin y otros de igual o peor celebridad, todo lo cual es patrocinado por una deshumanizada corriente económica denominada “Nuevo Liberalismo o Neoliberalismo”, la cual auspicia la explotación al ser humano sin reconocer límites ni escrúpulos de ninguna naturaleza con tal de producir mayor beneficio económico para el empresario, y que tampoco recaba sobre las terribles consecuencias mediatas e inmediatas que podría generar en nuestras sociedades tercer mundistas. Donde no tiene importancia los medios que se emplee para alcanzar el único fin el lucro y la ganancia mayor, por lo que el mismo Papa la ha denominado “Capitalismo Salvaje”.

El Ecuador inmerso como está en el brutal sistema de la violencia económica ya ha rebasado los límites tolerables de la opresión socioeconómica al llegar en los actuales momentos al empobrecimiento extremo de las dos terceras partes de la población quedando únicamente un tercio de la misma en posibilidad de sobrevivir de la cual tan sólo el cinco por ciento es beneficiaria y generatriz de la miseria colectiva. Es decir los propietarios del denominado aparato productivo, de los medios de producción nacionales. Tal reducido grupo de agentes económicos también dirige el Estado, el cual es utilizado como mecanismo de apoyo a sus intereses particulares, solo así encontramos justificación a otros de los criterios que domina en el régimen de la violencia económica, cual es: “el Estado debe estar al servicio del individuo”. Esta violencia no exige mayor teorización ni prueba que lo demuestre pues se explica por si sola, basta observar el proceso económico de nuestro país, que ha tornado insostenible y desbocado el deterioro de las condiciones de supervivencia para casi la totalidad de la nación; cuando miles de pequeñas empresas y negocios quiebran diariamente mientras las más grandes y poderosas se fortalecen, cuando bancos, financieras y otras instituciones del sistema, arbitraria e irresponsablemente conducidas entran en liquidación y sus propietarios y administradores salen con prosa del país perjudicando a cientos de miles de compatriotas que pierden todo el poco patrimonio que la vida les dio; cuando la inflación, la pobreza, el desempleo y la indolencia pública han llegado a los más altos niveles de la historia de la República; etc. Todos estos hechos configuran la violencia económica ejecutada por el poder político, la cual tiene un solo destinatario, la gente sin poder y sin dinero y un solo generador el sistema imperante.

En la lucha por el poder político el individuo ha ido creando mecanismos de violencia que no se concretan solamente a la coacción física en contra de los rivales políticos; se evidencia además que la disputa ingresa incluso en la esfera del derecho. Con acierto se dice entonces en materia constitucional que el Ordenamiento Jurídico siempre responde a la realidad Política que vive el Estado. Aunque para nosotros jamás será admisible la justificación que pretenden dar ciertos autores de la desviación de los mecanismos jurídicos ante hechos de naturaleza política, planteando incluso la subordinación de lo Jurídico respecto del fenómeno político como lo sostiene el expresidente Rodrigo Borja Cevallos124. Desde luego este criterio es perfectamente manejado en Estados seudodemocráticos o anárquicos e inconstitucionales en la práctica, en los cuales el ordenamiento jurídico no es mas que un cuerpo inútil de papeles que como tal es objeto de cualquier clase de disparatados o perversos manoseos y manipulaciones tiránicas por parte de tiranuelos de turno y sin embargo ante la faz del mundo se asevera que viven regímenes de derecho y democracia cuando en tal caso correspondería mas bien a regímenes de facto; son regímenes donde en la práctica política los mas descalificados aparecen mágicamente investidos de sabiduría constitucional, por supuesto los verdaderos juristas y constitucionalistas son ridiculizados y acallados por la tropélica ignorancia de la politiquería dominante.

Nos hemos referido en las últimas líneas a la norma constitucional, pues éste, el supremo y magno documento de un Estado civilizado, es el instrumento perfecto para llevar a cabo toda suerte de atrocidades políticas, por eso decimos que, el Derecho constitucional es el fiel reflejo de la realidad política que vive un pueblo.


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