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TEORÍA AUSTRIACA Y EL PROBLEMA DEL CICLO ECONÓMICO

Nicolas Cachanosky

 

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LA TEORÍA (SUBJETIVA) MARGINAL DE MENGER

“Maravillándose algunos porque se habían erigido estatuas a muchos hombres sin merecimientos, mientras que Catón no tenía ninguna, este dijo: Más quiero que se pregunte porque no se me pone, que porque se me ha puesto”

Plutarco

La revolución marginal fue la solución al problema en el que se encontraban inmersos los clásicos. Si bien ya Adam Smith era consciente de este problema, ninguno de ellos fue capaz de resolverlo correctamente. Hubo tres pensadores que llegaron prácticamente de forma simultánea e independientemente a esta solución. Leon Walras (Francia), Stanley Jevons (Inglaterra) y Carl Menger (Austria). Si bien suele decirse que estas tres teorías son iguales o idénticas, la de Menger es superior en al menos dos puntos, uno de los cuales hace que además sea el único que logró romper con el círculo vicioso de los clásicos.

La primera diferencia consiste en que Menger considera una “distribución” discreta de los bienes, mientras que Walras y Jevons mantienen un concepto de “continuidad”. De esta idea surge el famoso ejemplo del “vaso de agua”, donde a medida que se va saciando la sed, la utilidad marginal de cada vaso va disminuyendo hasta que finalmente no se desea tomar más agua. El ejemplo de Menger es distinto. En este caso, un campesino posee cinco bolsas de trigo y debe utilizarlas para satisfacer distintas necesidades. La primera la destinará a alimentar a su familia, la segunda a cultivar su campo, la tercera como alimento para su ganado, la cuarta para fabricar whisky y la quinta para alimentar a su mascota.

En este caso, la utilidad de cada bien “bolsa de trigo” depende de la última necesidad satisfecha, alimentar su mascota. No importa que bolsa se elija, todas presentan la misma utilidad para el campesino, que depende de cuanto quiera a su mascota. Si ante una tragedia, como el incendio de una de estas bolsas (cualquiera de ellas), el campesino debe elegir quien dejará de comer, la mascota es quien pasará hambre y no su familia.

Si bien a primera vista no parece haber demasiada diferencia, el ejemplo del vaso de agua no es válido para explicar la teoría de la utilidad marginal. En este caso, es una sola necesidad la que se debe satisfacer, la sed, no varias. Es como si ante el deseo de adquirir un automóvil, el mismo se comprase de a partes. Primero el volante, luego un neumático, luego una puerta, e intentar ver una utilidad marginal en cada una de estas partes en lugar de intentar hacerlo en los distintos automóviles adquiridos. Lo que la teoría de la utilidad marginal dice es que bienes iguales se utilizan para satisfacer necesidades cada vez menos importantes, y la utilidad de todos los bienes similares será igual y dependerá de la última necesidad satisfecha, la marginal. Para el campesino de Menger, la bolsa de trigo que alimenta a su familia tiene el mismo valor que la bolsa de trigo que alimenta a su mascota.

El ejemplo de Menger es superior en este aspecto. Mientras Jevons y Walras se focalizaron en una sola necesidad, Menger lo hizo en varias. Los vasos de agua son partes del bien (agua) que se requiere para satisfacer esta única necesidad (sed). Las cinco bolsas de Menger son iguales y completas, por lo que se dedican a satisfacer distintas necesidades.

Al evitar caer en la trampa matemática de confundir el concepto de marginal con la derivada de una función continua, Menger pudo llegar a una explicación superior a la de Jevons y Walras, dándose cuenta que los bienes “son” discretos, permitiéndole realizar un análisis más preciso y acorde con la realidad. Cualquier campesino puede tener una, dos, tres y todas las bolsas de trigo que desee, pero jamás podrá tener 2,25 bolsas.

La segunda diferencia es más importante aún. En la economía clásica, los precios dependían de los costos. En la teoría marginal proveniente de Jevons y Walras los precios dependen de los costos y de la demanda, siendo ésta última más importante. En la teoría de Menger, los precios dependen, en última instancia, únicamente de la demanda.

El problema de la economía neoclásica consiste en seguir creyendo que precios y costos son dos cosas distintas que pueden determinarse mutuamente. Este planteo no logra escapar del todo al círculo vicioso de los clásicos. De una forma u otra, los costos forman parte en la determinación de los precios.

El caso de Menger es distinto, como los costos son precios y los precios no pueden determinarse a si mismo, su explicación sostiene que la formación de los precios depende en última instancia de la demanda. Si pensamos en el tradicional planteo neoclásico, y llevamos el razonamiento hacia atrás en el tiempo hasta llegar al primer precio formado en la economía, vemos que no puede existir ningún costo previo, por lo que en última instancia, el determinante de los precios debe ser la demanda.

Al momento de vender, los costos incurridos en el proceso productivo son un dato del pasado que no importa en lo más mínimo al consumidor. Cuando se dice que los precios dependen de la oferta y la demanda, hay que tener cuidado de no hacer depender la oferta de los costos marginales, como usualmente hace la economía matemática, ya que se estaría cayendo en el mismo error que los clásicos pero con otro tipo de camuflaje. La idea de oferta que hay que tener presente cuando se habla de la formación de precios corresponde a un stock existente de bienes en la economía disponibles para la venta, y no a una dependencia de los costos de producción. El precio de los bienes va a depender de cuánto estén dispuesto a pagar los consumidores por ellos, que depende a su vez de cuánto los valoren individual y subjetivamente.

Una de los aspectos fundamentales que logró la revolución marginal fue introducir una teoría del valor en la economía. El punto de partida es que cada individuo valúa los distintos bienes y servicios personalmente según su utilidad marginal. Es decir, si los bienes y servicios le sirven o no para satisfacer sus propias necesidades. Obviamente, este valor dependerá de su aplicación marginal, por este motivo, el campesino de Menger valuaba su primer bolsa más que las siguientes. Sin embargo, una vez que posee las 5 bolsas, para él todas valen lo mismo, su utilidad marginal es la misma, alimentar su mascota. El valor de los bienes y servicios se encuentra en los individuos, no en los objetos o en los costos de producción, y las diferencias en estas valuaciones será lo que dará origen al intercambio y la formación de precios. El campesino de Menger, tranquilamente podría haber intercambiado la bolsa que alimenta a su familia por la que alimenta a su mascota, pero no por eso su mascota va a pasar a ser más importante que su familia. La utilidad marginal, para el campesino de Menger, se encuentra en alimentar a la familia y su mascota, no en las bolsas per se.

Estas valuaciones, como son de carácter puramente subjetivo y variables según lo que el individuo desee en cada momento, no pueden medirse. Dado que no existe una unidad o patrón de medida, es imposible comparar valuaciones de distintos individuos más allá de que las mismas difieren en los intercambios. Lo único que puede afirmase al respecto es que en cierto momento y lugar, cierto individuo prefiere un bien a otro, pero nunca puede decirse por cuanto ni que esa relación se mantendrá inalterada. No pueden hacerse operaciones de ningún tipo al respecto más que decir cual es más importante y cuál menos.


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