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MANUAL DE ORATORIA

Alexander Alban Alencar

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3. CLASIFICACIÓN DE LA ORATORIA

La oratoria, como arte del buen decir, se puede clasificar un tanto arbitrariamente, en dos grandes grupos. Para esta clasificación se tiene en cuenta la gran variedad de matices de los discursos, la persona o personas que lo pronuncian y la ocasión en que se hace uso de él. Ello indudablemente se complica más, cuando entra a considerarse el tipo de público, el lugar donde se pronuncia, la forma como se pronuncia y los fines que se persiguen. Por eso, teniendo en cuenta los elementos descritos anteriormente, podemos establecer la siguiente clasificación:

1° SEGÚN EL TEMA Y EL ÁMBITO PROFESIONAL:

Este tipo de oratoria involucra exposiciones especializadas, es decir, las utilizadas por personas que tienen en común una misma profesión, arte u oficio y que en tal sentido desarrollan una práctica oratoria que con el devenir del tiempo se constituye por derecho de uso, en una práctica exclusiva del referido grupo humano. En ese sentido tenemos una clasificación muy amplia que comprende los siguientes tipos:

a) Oratoria Social:

Llamada también oratoria sentimental, ceremonial o augural. Es la que tiene por ámbito propio, las múltiples ceremonias en las que le toca participar al ser humano en general; sean estas en el hogar, comunidad o a nivel institucional, académico o laboral.

b) Oratoria Pedagógica:

Es el arte de transmitir conocimientos y cultura general a través de la palabra hablada. Llamada también didáctica o académica. Su objeto específico es enseñar, informar y/o transmitir conocimientos. Usada por los profesores, catedráticos y educadores.

c) Oratoria forense:

Es la que tiene lugar en el ejercicio de la ciencia jurídica. Se le conoce también como Oratoria Judicial y es utilizada en exclusiva, en el ámbito de la jurisprudencia para exponer con claridad y precisión los informes orales de jueces, fiscales y abogados.

d) Oratoria Política:

Su esencia es exponer o debatir todas las cuestiones relacionadas con el gobierno de la actividad pública, pero partiendo de los principios e ideas políticas que ostenta el orador. Es utilizada en épocas electorales para persuadir y convencer a los votantes.

e) Oratoria Religiosa:

Denominada "homilía" u oratoria "sacra”. Es el arte de elaborar y disertar sermones a partir de la palabra de Dios, plasmada en la Biblia u otros libros religiosos. Trata sobre asuntos de fe y religión. Usada por los predicadores, curas, pastores y misioneros.

ORATORIA SACRA O RELIGIOSA

En la foto el finado Juan Pablo II brindando un discurso sacro u homilía al mundo católico. Biblioteca de Consulta Microsoft ®

f) Oratoria Militar:

Es la oratoria propia del ámbito castrense (FF.AA. y FF.PP.) tiene por objeto instruir la defensa y el amor por la patria y estimular las virtudes heroicas en los soldados. Los discursos en este tipo de oratoria son casi siempre leídos, pocas veces son espontáneos.

g) Oratoria Artística:

Su objeto es producir placer estético. Involucra crear belleza con la voz, de modo que regocije el espíritu de los oyentes. Es usado por cantantes y artistas: teatrales, cineastas y televisivos. Asimismo lo utilizan los animadores, maestros de ceremonia y locutores radiales.

h) Oratoria Empresarial:

Llamada "Management Speaking"; es usada por los hombres de negocios; empresarios, gerentes, vendedores y relacionistas públicos. Su esencia lo constituyen las relaciones humanas y la persuasión, para lograr el cumplimiento de los fines y objetivos empresariales.

ORATORIA EMPRESARIAL

En la foto un grupo de empresarios haciendo uso de sus dotes oratorias para persuadir a sus clientes. (Tomado del CLIPART de Microsoft Word).

2° SEGÚN LA ACTITUD DE COMUNICACIÓN DEL ORADOR:

Cuando el orador se encuentra en actitud de comunicación oral con sus semejantes, puede transmitir su mensaje de dos maneras: en forma individual; cuando sólo él hace uso de la palabra para dirigirse hacía un grupo de personas que lo escucha sin intervenir o, en forma cooperativa; cuando un grupo de oradores de forma alternada –según el turno establecido- se dirigen al público, buscando entre todos, a través de la discusión, una opinión o decisión común.

En el primer caso la oratoria es individual y entre sus formas mas clásicas encontramos:

• La Conferencia

• Discurso conmemorativo

• Discurso inaugural

• Discurso de presentación

• Discurso de bienvenida

• Discurso de ofrecimiento

• Discurso de aceptación

• Discurso de agradecimiento

• Discurso de despedida

• Discurso de augurio

• Discurso de sobremesa

• El Brindis

• Discurso fúnebre

• Discurso radiado

• Discurso televisado

En el segundo caso se denomina deliberativa o de grupo y entre sus formas más saltantes encontramos las siguientes:

• La Conversación

• La Entrevista

• La Asamblea

• La Mesa redonda

• El Simposio

• El Debate

• El Foro

• El Cónclave, etc.

Una y otra forma de oratoria, según la actitud de comunicación del orador, comprende especies propias con procedimientos particulares y acordes a las exigencias de cada una de ellas. En la oratoria individual prima por ejemplo, la exposición mientras que en la oratoria deliberativa se enseñorea la discusión.

VARGAS LLOSA Y LA ORATORIA PERUANA:

Si bien es cierto, la clasificación de la oratoria se debe a múltiples criterios, es importante tener presente aquel que tiene como punto de referencia “la actitud de comunicación del orador” por ello, es conveniente en esta parte de nuestro manual, transcribir las apreciaciones del gran novelista peruano -Dr. Mario Vargas Llosa- en torno al tipo peculiar de oratoria practicada en nuestro país y que él tuviera a bien consignar en su libro “El pez en el agua”. A continuación sus apreciaciones.

“… Hablar en plazas públicas era algo que no había hecho nunca, antes de la Plaza San Martín. Y es algo para lo cual haber dado clases y conferencias no sirve o, más bien, perjudica. En el Perú la oratoria se ha quedado en la etapa romántica. El político sube al estrado a seducir, adormecer, arrullar. Su música importa más que sus ideas, sus gestos más que los conceptos. La forma hace y deshace el contenido de sus palabras. El buen orador puede no decir absolutamente nada, pero debe decirlo bien. Que suene y luzca, es lo que importa.

La lógica, el orden racional, la coherencia, la conciencia crítica de lo que está diciendo son un estorbo para lograr aquel efecto, que se consigue sobre todo con las imágenes y metáforas impresionistas, latiguillos, figuras y desplantes. El buen orador político latinoamericano esta más cerca de un torero o de un cantante de rock que el de un conferencista o un profesor: su comunicación con el público pasa por el instinto, la emoción, el sentimiento, antes que por la inteligencia.

Michel Leiris comparó el arte de escribir con una tauromaquia, bella alegoría para expresar el riesgo que debería estar dispuesto a correr el poeta o el prosista a la hora de enfrentarse a la página en blanco. Pero la imagen conviene todavía mejor al político que, desde lo alto de unas tablas, un balcón o el atrio de una iglesia, encara a una multitud enfervorizada. Lo que tiene al frente es algo tan rotundo como un toro de lidia, temible y al mismo tiempo tan ingenuo y manejable que puede ser llevado y traído por él si sabe mover con destreza el trapo rojo de la entonación y el ademán.

MARIO VARGAS LLOSA (1936- )

Escritor realista. Fecundo creador y político demócrata conservador, es uno de los intelectuales peruanos más renombrados de la actualidad.

La noche de la Plaza San Martín, me sorprendió descubrir lo frágil que es la atención de una multitud y su psicología elemental, la facilidad con que puede pasar de la risa a la cólera, conmoverse, enardecerse, lagrimear, al unísono con el orador. Y lo difícil que es llegar a la razón de quienes asisten a un mitin antes que a sus pasiones. Si el lenguaje del político consta en todas partes de lugares comunes, mucho más donde una costumbre secular lo mudó en arte encantatorio.

Hice cuanto pude para no perseverar en aquella costumbre y traté de usar los estrados para promover ideas y divulgar el programa del Frente, evitando la demagogia y el cliché: Pensaba que esas plazas eran el sitio ideal para dejar sentado que votar por mí era hacerlo por unas reformas concretas, a fin de que no hubiera malentendidos sobre lo que pretendía hacer ni sobre los sacrificios que costaría.

Pero no tuve mucho éxito en ninguna de las dos cosas, porque los peruanos no votaron por ideas en las elecciones y porque, a pesar de mis prevenciones, muchas veces note- sobre todo cuando la fatiga me vencía- que, de pronto, resbalaba también por el latiguillo o el exabrupto para arrancar el aplauso...” (Vargas Llosa, 1,993 pp.172, 173)


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