El interés como móvil de la conducta
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA Y SUS APLICACIONES

  Ramon Ruiz Limón

 

 

 

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El interés como móvil de la conducta

El hecho de que sea la conducta una legítima expresión de la personalidad, nos obliga a inquirir sobre los motivos que determinan, por una parte, el hecho de la conducta misma, y por otra, la dinámica de la personalidad. Pero también, el hecho de que la personalidad sea conocida, al menos de modo empírico, a través de la conducta, nos plantea la necesidad de explicarnos, algo más que los actos externos, realizados de modo sucesivo y variado, o sea, la fuerza que determina tales actos, la energía que, en la esencia misma de la persona, decide el comportamiento externo.

Dicha fuerza hay que buscarla en la naturaleza personal íntima, en la realidad misma del psiquismo individual, pero en la base de su estructuración y desarrollo, ostenta un carácter afectivo, una susceptibilidad para inclinarse hacia lo que significa agrado, y para eludir lo que representa disgusto.

Ese sentido de afectividad se traduce en una fuerza que auténticamente impulsa, a la persona primero y después a través de la conducta, a la realización, no de actos aislados o simples, sino de un estilo integral de vida, en el que, habiendo un motivo central, todo lo demás es complementario o secundario. Tal fuerza es el interés.

No se trata de una forma de capacidad específica; tampoco de la manera habitual de ser. El interés ni se manifiesta como habitual, ni resulta de una costumbre; proviene de la intimidad del sujeto, y representa la tendencia de éste a enfocar toda la proyección personal, hacia lo que le atrae, hacia lo que le agrada, hacia lo que le satisface, sin ninguna otra explicación que la subjetiva preferencia por ello.

El interés es un hecho meramente psicológico, que consiste en un atractivo experimentado por el sujeto, hacia algo, y en virtud del cual asume una actitud que revela agrado, gusto o preferencia hacia aquello que lo provoca; es decir, el interés equivale a un dejarse llevar por el contenido interesante, a una debilidad hacia lo que significa atracción.

También el interés exhibe, y de manera evidente, una naturaleza afectiva; no puede ser otra, si se reconoce en él la causa determinante del impulso elemental que mueve todo proceder consciente, sea breve o prolongado, a condición de que tal proceder resulte agradable, atractivo, gustoso, ya sea porque contenga novedad, acaso porque reporte un beneficio, tal vez por la íntima satisfacción que produce.

Por lo tanto, el interés equivale a la fuerza inicial con que se emprende cualquier actividad que reclama del sujeto una participación esforzada, consciente. Se da el interés en el sujeto que se dispone a hacer algo, cuando ese algo es capaz de despertarlo, es decir, de convertirse en agradable, en atractivo, en gustoso. Las cosas o las actividades que pueden despertar un interés en el sujeto, se convierten en motivos de agrado, de atracción, de gusto, y provocan un estado psicológico especial, el proceso de conocimiento de las cosas o de realización de las actividades.

El interés mueve al sujeto a satisfacer el gusto que le causa el entrar en posesión, o simplemente en contacto con la cosa que se le ha presentado como interesante, o a cumplir el empeño de realizar el proceso por el que encuentre un agrado; pero no sólo, sino que se convierte en un medio capaz de intensificar la concentración atenta, de realizar con precisión y claridad el esfuerzo requerido, y aun de evitar la fatiga. Siendo el interés un estado psíquico vivido por el sujeto, adquiere el carácter de medio y aun de instrumento, para alcanzar un objetivo propuesto, cuando tal objetivo representa la satisfacción de poseer algo o de realizar algo, mediante la experiencia del agrado, la atracción o el gusto.

Constituye por tanto, el interés, una debilidad, una inclinación, una susceptibilidad que incita a la acción, por la vía de la satisfacción íntima. Un interés satisfecho es un efecto cumplido, es la posesión de algo deseado, es el logro de una meta reconocida como valiosa, y por ello, preferida para el sujeto.

Los intereses tienen diversas formas. Así, pueden señalarse los inmediatos, que al satisfacerse cumplen su objetivo; los mediatos, que ven a una satisfacción posterior o a distancia; los actuales, si su satisfacción es presente; los futuros, si la misma satisfacción se proyecta con posterioridad; los intrínsecos, que dándose en las cosas despiertan la atracción del individuo; los disposicionales, cuando al realizar alguna actividad, ésta provoca cierto agrado; los múltiples, cuando una persona es atraída simultáneamente por varias cosas; etc.

Así entendido el interés, hay que reconocer que no produce espontáneamente, sino que, como estado psíquico que es, equivale a la consecuencia de una situación presentada al sujeto, ya en forma de objeto atractivo, ya como contenido agradable, tal vez a manera de actividad gustosa. Se trata de una reacción provocada por un estimulo y conservada en su tónica y en su modalidad, gracias a la naturaleza de este estímulo. Solamente se produce el interés, cuando el sujeto se encuentra ante motivos, esto es, ante situaciones, objetos, contenidos o actividades capaces de provocar la aparición y la permanencia de ese interés.

El motivo es, entonces, el estímulo que hace posible la presencia del interés; de cada motivo se desprende, en situaciones por demás variables, ya un interés, ya su continuidad, ya su avivamiento, pues aunque el interés determine en buena proporción la presencia de la atención, la supresión del esfuerzo, la disminución de la fatiga, la naturaleza del individuo requiere una presencia sucesiva de motivos para que despierten, mantengan y aviven ese interés, a fin de que su actuación tenga un sostén psíquico, de naturaleza afectiva y de carácter no siempre consciente. La sucesión de intereses, fácilmente se advierte, obedece a una sucesión de motivos; a esa sucesión de motivos, se le da el nombre de motivación. Por ello se dice que una actividad, un trabajo, una participación cualquiera del sujeto, está motivada, cuando hace posible que el interés por ella misma vaya presentándose, renovándose, actualizándose.

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