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EL SISTEMA ECONÓMICO MUNDIAL Y LA GOBERNANZA GLOBAL
Una teoría de la autorregulación de la economía mundial.


Antonio Luis Hidalgo Capitán

 

 

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9. La evolución del sistema económico mundial

El sistema económico mundial, pese a que mantenga una cierta estabilidad estructural, no va a permanecer invariable para siempre, sino que irá evolucionando en el tiempo a lo largo de un creodo (1); entendiendo por creodo una trayectoria relativamente estable del desarrollo de un sistema (Waddington, 1957). Así, aunque “las influencias del entorno pueden operar de tal manera que la tendencia sea sacar al sistema de la trayectoria, (…) la canalización del creodo (…) tenderá a devolver al sistema a su trayectoria habitual” (Waddington, 1969: 366).

Dicho de otro modo, las múltiples perturbaciones que permanentemente sacuden al sistema económico mundial son continuamente neutralizadas por el funcionamiento de los mecanismos de autorregulación de dicho sistema, garantizando así la estabilidad estructural del mismo. Gran parte de dichas perturbaciones son neutralizadas por las instituciones reguladoras, mientras que otras requieren de las decisiones ex profeso de los agentes reguladores.

Estos mecanismos de autorregulación, en cuanto limitan la deriva del sistema en su evolución, contribuyen a la conformación del creodo, y dado que aquellos son el resultado del desarrollo del código ideológico del sistema económico mundial, el neoliberalismo, el creodo por el que viene evolucionando dicho sistema será un creodo ideológico, el creodo neoliberal. Mientras los citados mecanismos cumplan correctamente su función, la evolución del sistema económico mundial vendrá guiada por el neoliberalismo.

Sin embargo, cuando una perturbación no pudiese ser neutralizada por los mecanismos de autorregulación del sistema económico mundial, y para evitar que dicho sistema entrase en una situación de profunda inestabilidad estructural, los agentes podrían adoptar decisiones que generasen pequeños cambios estructurales para permitirle a dicho sistema una mejor adaptación a la nueva situación; dichos cambios garantizarían una nueva estabilidad estructural, que sería igualmente coherente con la organización capitalista del mismo y con el código ideológico neoliberal. Estos cambios los podemos denominar cambios estructurales menores para diferenciarlos de los cambios estructurales mayores, que serían el resultado de cambios del código ideológico.

“El código cultural [y, como parte de él, el código ideológico] (…) puede modificarse (…) bajo el efecto de ciertos sucesos (…) directamente surgidos de la experiencia fenoménica de la sociedad. Tales sucesos pueden tener su origen en modificaciones del ecosistema natural que repercuten sobre la práctica social, suscitan nuevas costumbres, nuevas reglas, y, muy probablemente, nuevas técnicas y nuevos mitos. También pueden tener su origen en contactos con sociedades vecinas, a través de los cuales una cultura puede integrar técnicas, productos de uso o de consumo, ideas, etc., procedentes de una cultura foránea. Por último, pueden surgir de la vida misma de la sociedad, donde la desviación individual introduce nuevos patrones de conducta que llegan a extenderse hasta convertirse en costumbre o una nueva invención acaba siendo integrada en su capital cultural” (Morin, 1973 [2000]: 199-200).

Un cambio del código ideológico, o mutación ideológica, implica necesariamente un salto creódico, un cambio brusco de trayectoria evolutiva, el desplazamiento del sistema desde un creodo a otro. Y esto es así en la medida en que del desarrollo del nuevo código ideológico derivarán nuevas instituciones reguladoras y nuevas decisiones reguladoras, incluso nuevos agentes reguladores.

Pero dicha mutación ideológica no se producirá con facilidad y será más probable si el sistema económico mundial se aproxima a una catástrofe, o situación de inestabilidad extrema en el que existan puntos de bifurcación evolutiva, como sería el hecho de que el sistema se encontrase en medio de una crisis estructural; entendiendo por crisis (2):

“un acrecentamiento del desorden y de la incertidumbre en el seno de un sistema (…) provocado por (…) el bloqueo de dispositivos organizadores, especialmente los de carácter regulador (…), determinando, por una parte, rígidas coacciones, y por otra, el desbloqueo de virtualidades hasta entonces inhibidas” (Morin, 1973 [2000]: 165).

Hasta el momento, el sistema económico mundial no ha sufrido ninguna crisis estructural, pero podría sufrirla en cualquier momento, aunque no puede precisarse a priori si una crisis será, o no, estructural hasta que no se desarrolle en su plenitud. Sin embargo, bastaría con que una combinación de perturbaciones no pudiese ser neutralizada por los mecanismos de autorregulación del sistema debido a la existencia de una incompatibilidad, tanto del marco institucional como del referente ideológico de las decisiones de los agentes, con el reestablecimiento de la estabilidad estructural del sistema, para que dicha situación podamos considerarla como una crisis estructural.

En este caso, los diferentes agentes, desbloqueando virtualidades inhibidas, se apresurarían a romper con las instituciones y a iniciar estrategias de supervivencia o a construir nuevos mecanismos de autorregulación del sistema económico mundial conforme a los valores ideológicos que considerasen más adecuados en ese momento; y dependiendo de qué agentes consiguieran que sus acciones condicionasen más las acciones de otros agentes, así serían el nuevo código ideológico, las nuevas instituciones y las nuevas decisiones de la mayoría de los agentes del sistema económico mundial, produciéndose entonces una mutación ideológica y un consiguiente salto creódico.

Así pues, en algún momento, determinadas combinaciones de perturbaciones, procedentes del ecosistema mundial, de los sistemas económicos de su entorno o del propio interior del sistema económico mundial, podrían gatillar una mutación ideológica, salvaguardando siempre la organización capitalista que lo identifica, aunque alterando igualmente su estructura. Es decir, el sistema económico mundial podría dejar de ser neoliberal sin dejar de ser capitalista.

“En términos de política, aunque la existencia de desarrollos de tipo creódico implica que los pequeños ajustes marginales hacia pautas de desarrollo óptimas son generalmente ineficientes, sí queda abierta la posibilidad de una transición planeada desde una pauta creódica hasta otra. En efecto, esta transición puede ser necesaria si la pauta creódica está cerca de una ‘catástrofe’” (Hodgson, 1993 [1995]: 362).

Un buen ejemplo de mutación ideológica lo encontramos en los antecedentes inmediatos de la aparición del sistema económico mundial. Cuando tuvo lugar la crisis de los setenta-ochenta (crisis del patrón cambios-oro, crisis energéticas, crisis del fordismo, crisis de la deuda, crisis del Estado del Bienestar…) los mecanismos de autorregulación deliberada y automática de los distintos sistemas económicos capitalistas nacionales fallaron y durante algún tiempo no fueron capaces de garantizar la estabilidad estructural; hasta que no se produjo una mutación ideológica, y el código ideológico existente dio paso a un nuevo código ideológico, los mecanismos de autorregulación no recuperaron su capacidad operativa. La citada mutación ideológica de los sistemas económicos capitalistas nacionales no fue otra cosa que la sustitución del keynesianismo por el neoliberalismo como código ideológico de los mismos y supuso un salto creódico desde una trayectoria evolutiva keynesiana a otra neoliberal. Así, desde mediados-finales de los ochenta, la autorregulación neoliberal de los sistemas económicos capitalistas nacionales volvió a garantizar la estabilidad estructural de los mismos, permitiendo que éstos conformaran el sistema económico mundial.

De todo ello se derivaron cambios en los marcos institucionales de los sistemas económicos capitalistas nacionales con la desaparición de ciertas instituciones (por ejemplo, el patrón cambios-oro o la necesidad de autorización administrativa para la circulación de capitales entre sistemas económicos nacionales) y la aparición de instituciones nuevas (3) (por ejemplo, la libre fluctuación de los tipos de cambio en los mercados de divisas o la libre circulación de capitales entre sistemas económicos nacionales); además, aparecieron nuevos agentes reguladores (4) (por ejemplo, la OMC, el G-8 o el Foro Económico Mundial (5)) y otros se transformaron (por ejemplo, el cambio de funciones del FMI).

Así, los sistemas económicos capitalistas nacionales consiguieron sobrevivir a la crisis estructural de los años setenta-ochenta saltando de creodo, es decir, consiguieron mantener su identidad gracias a una mutación ideológica, y terminaron por conformar el sistema económico mundial. Sin embargo, los sistemas económicos socialistas nacionales, en su mayoría, no fueron capaces de superar la crisis estructural por la que atravesaron en dicho período y se extinguieron, es decir, perdieron su identidad, siendo fagocitados por el naciente sistema económico mundial.

Recapitulando, el sistema económico mundial puede sufrir en cualquier momento una crisis estructural, impredecible a priori, de la que, o bien surgiría una mutación ideológica que le permitiese mantener su identidad capitalista (6) y evolucionar por un nuevo creodo, o bien el sistema se desintegraría por la perdida de su identidad capitalista, dando lugar a un sistema económico mundial diferente o a un grupo de sistemas económicos territoriales igualmente diferentes.

También “se puede promover una transición asequible tanto desde un estado de desarrollo inicial de una pauta creódica, cercana al punto de bifurcación, como desde un estado más avanzado con una inversión suficientemente cuantiosa en recursos” (Hodgson, 1993 [1995]: 362); es decir, sería posible que ciertos agentes con ideología diferente a la dominante, la neoliberal, tratasen de provocar un salto creódico cuando el sistema económico mundial no se encontrase aún ante una catástrofe, pero, a menos que el sistema económico mundial hubiese sufrido un salto creódico poco tiempo atrás, y éste no es el caso, el esfuerzo que dichos agentes tendrían que realizar lo hace muy improbable. Luego, la mejor estrategia de los agentes desviados empeñados en provocar un salto creódico consistiría en estar preparados para, en el momento en el que sistema se encuentre ante una catástrofe, poder ofrecer una alternativa ideológica que permita un nuevo desarrollo creódico en el que el sistema económico mundial sea capaz de recuperar su estabilidad estructural y mantener su identidad capitalista.


1. El termino “creodo” fue acuñado por Waddington (1957) a partir de las expresiones griegas “chre” (destino o necesidad) y “hodos” (camino).

2. Una tipología de las crisis por la que puede atravesar un sistema económico, y que incluiría las crisis estructurales, la encontramos en Boyer (1987 [1992]: 67-85).

3. Ya vinculadas a la regulación del sistema económico mundial en la medida en que el desarrollo del marco institucional fue simultáneo al proceso de globalización.

4. Igualmente, y por la misma razón, agentes reguladores del sistema económico mundial.

5. Aunque también surgieron otros agentes reguladores que no comparten el código ideológico neoliberal, a modo de “desviaciones”, como son los casos del Foro Social Mundial o los movimientos sociales alternativos, también denominados inadecuadamente movimientos antiglobalización.

6. ¿Por qué no mediante la sustitución del código ideológico neoliberal por un código ideológico alternativo constituido por los valores que defiende el Foro Social Mundial?

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