LA DIVISIÓN TERRITORIAL
POLÍTICO-ADMINISTRATIVA CON BASE EN LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Fabricio Zanzzi
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1.5. La imperfecta naturaleza humana.
Durante siglos los ciudadanos creyeron
que los gobernantes no se equivocaban al tomar sus decisiones11; sin embargo esa
creencia ya no está más, al menos, en la mayor parte de la humanidad. Hoy en día
los ciudadanos eligen a sus gobernantes de entre sus congéneres, por lo que se
asume que dada la naturaleza imperfecta del ser humano al gobernar cometerá
errores involuntarios que siempre podrán ser reducidos de acuerdo a sus propias
políticas de prudencia en su gestión pública. Es decir, no es que el gobernante
pudiera errar, sino que errará en no pocas de sus decisiones. Por tanto, se debe
tratar de optimizar el tamaño del área geográfica en la que un gobernante tenga
jurisdicción, de esta manera sus posibles errores pudieran afectar a menos
ciudadanos y, ya a nivel de país, sus errores involuntarios serán compensados
por las buenas decisiones tomadas por sus colegas en otras
jurisdicciones. Así la Nación, en la medida en la que los aciertos sean mayores
que los errores, tendrá más posibilidades de seguir por la senda hacia el
desarrollo económico.
A lo anterior hay que sumar, para beneficio de los gobernados, el hecho de que
el ser humano aprende de sus errores, de los errores de los demás e imita las
acciones exitosas y decisiones beneficiosas de otros individuos. Por tanto, si
entre dos gobernantes, A y B, de dos jurisdicciones diferentes, A tomara una
decisión que a la postre es errada y B tomara la decisión correcta, lo que
ocurrirá luego es que A (O el sucesor de él) corrija su error e imite la
decisión de B; sin embargo, éste último (O su sucesor), lógicamente, no imitará
jamás el comportamiento errado de A.
Al respecto, independientemente del sector económico o función que se ejerza, se
vuelve elemental señalar la conclusión de Juan Ramón Rallo 12 , quien sostiene
que en una situación en la que hay una única autoridad suprema y monocéntrica
crea una jurisdicción única que estimula el error universal y que "con múltiples
jurisdicciones son posibles muchos errores y aciertos descentralizados, pero con
una sola jurisdicción sólo es posible un error o un acierto unívocos. Y,
siguiendo a Hülsmann, nadie garantiza que el responsable de la organización
monocéntrica vaya a acertar más que los distintos órganos jurisdiccionales en un
orden policéntrico. Por tanto, parece razonable que cada cual sea responsable de
sus propios aciertos y errores.". Deduce, además, que se produce una
compartimentación en las decisiones y sus respectivas consecuencias13
Es necesario mencionar un agravante que no suele considerarse por los
investigadores cuando se trata el tema de la posibilidad del error humano y es
que si la institucionalidad es resultante no intencional de la acción humana y
el ser humano yerra con una frecuencia significativa al tomar decisiones,
entonces las instituciones (O sea las normas) motivarían comportamientos que
pudieran resultar perjudiciales para el ciudadano y, así en un círculo vicioso,
se pudiera continuar generando cada vez peores.
Vale destacar que una cosa es errar en el accionar del individuo, pero otra a la
que no se ha aludido en ninguna parte de este punto es la corrupción. Errar es
natural, pero la corrupción se da cuando un funcionario comete equivocaciones de
manera sistemática, es decir actúa en perjuicio de la propiedad, sea ésta
pública o privada.
Por otro lado, tampoco hay que descuidar lo sostenido por Martínez (2005)14
quien acierta con este nada despreciable argumento que sirve para entender por
qué es importante definir áreas geográficas óptimas que serán administradas por
políticos: "Todo el mundo encuentra lógico que los consumidores y los
empresarios adopten sus decisiones en función de su propio interés, sin embargo
se tiende a considerar que los políticos deciden en función del bien común. Eso
no ocurre en la realidad. En el mundo real los políticos adoptan sus decisiones
en función de sus propios intereses, como todo el mundo. Esto no es una alusión
a los políticos corruptos que utilizan su poder para enriquecerse de forma
deshonesta; un político absolutamente honrado en un país democrático se
esforzará en ser reelegido y en que su partido obtenga más votos. Lo que ocurre
es que en los países democráticos donde hay libertad de prensa, los intereses de
los políticos suelen coincidir con los intereses de la mayoría de la
población.".