EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

Ramón Ruiz Limón

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¿Qué es un salto mortal del pensamiento a lo inconcebible?

Es el descenso del espíritu, el acto de romper nuestras barreras perceptuales. Es el momento en el que la percepción del hombre alcanza sus límites. Los brujos practican el arte de enviar precursores, exploradores de vanguardia a que sondeen nuestros limites perceptuales.

Al limpiarse, al aclararse el vinculo de conexión con el intento, la energía que de ordinario era utilizada para enturbiarlo y mantener fija su posición en el sitio habitual se liberaba y se concentraba de manera automática en el vinculo mismo. Hay técnicas preconcebidas o maniobras que un brujo pudiera aprender con anticipación para mover esa energía.

Algunos brujos se dedicaban a relatar historias. El narrar historias era para ellos no sólo el explorador de vanguardia que sondeaba sus límites perceptuales, sino también su camino a la perfección, al poder, al espíritu, al puro entendimiento.

Los indios yaquis poseen una colección oral de eventos históricos que ellos llaman “Fechas memorables”. Las fechas memorables eran una compilación de relatos orales de su historia como nación en pie de guerra contra los invasores de su tierra: los españoles primero, los mexicanos después.

Miles de años, por medio de su capacidad de ver, los brujos descubrieron que la tierra es un ser vivo y consciente, cuya conciencia puede afectar la conciencia de los seres humanos. Al buscar los medios adecuados para utilizar la influencia de la tierra sobre la conciencia humana, encontraron que ciertas cuevas eran bastante efectivas. La búsqueda de cuevas se transformo, para esos brujos, en una tarea que quería la totalidad de sus esfuerzos y que a través de ellos fueron capaces de descubrir una variedad de usos para los diferentes tipos de cuevas que encontraron. Todo aquel trabajo. Lo único que interesaba a los brujos modernos era esa cueva en particular y su capacidad de mover el punto de encaje hasta hacerlo llegar a un intervalo de la percepción.

El nagual es el conducto del espíritu. Hay dos razones por las que el nagual puede dejar que el espíritu se exprese a través de él. Una es porque pasa toda su vida redefiniendo impecablemente su vínculo de conexión con el intento, y la otra es porque tiene más energía que el hombre común y corriente. Por ello, lo primero que experimenta un aprendiz de brujo es un cambio en su nivel de conciencia, un cambio provocado simplemente por la presencia del nagual. En realidad, no hay, ni se necesita ningún procedimiento para mover el punto de encaje. El espíritu toca al aprendiz a través del nagual y su punto de encaje se mueve. Así de simple.

Lo que se necesita para que la magia pueda apoderarse de nosotros es borrar nuestras dudas. Una vez que las dudas desaparecen, todo es posible.

Ser demasiado racional es una desventaja. Los seres humanos tienen un sentido muy profundo de la magia. Somos parte de lo misterioso. La racionalidad es sólo un barniz, un baño de oro en nosotros. Si rascamos esa superficie encontramos que debajo hay un brujo. Algunos de nosotros, sin embargo, tenemos una gran dificultad para llegar a ese nivel bajo la superficie; otros, en cambio, lo hacen con absoluta facilidad.

Dentro del are del acecho, existe una técnica muy usada por lo brujos: “el desatino controlado”. Los brujos aseguran que esa es la única técnica con que cuentan para tratar consigo mismos en la conciencia acrecentada y con la gente en el mundo de la vida cotidiana.

Don Juan define el desatino controlado como el arte de engaño controlado o el arte de fingirse completamente inmerso en el acto del momento; fingiendo tan bien que nadie podría diferenciar esa imitación de lo genuino. El desatino controlado no es un engaño en sí, sino es un modo sofisticado y artístico de separarse de todo sin dejar de ser una parte integral de todo.

El nagual Julián explicó que la vista humana esta adiestrada para enfocarse solamente en los rasgos más salientes de una cosa, y que esos rasgos salientes son conocidos de antemano. Por lo tanto, el arte de los acechantes es crear una impresión, presentando rasgos que ellos eligen, rasgos que ellos saben que los ojos del espectador están destinados anotar. Al reforzar ingeniosamente ciertas impresiones, los acechantes logran crear en el espectador una impugnable convicción acerca de lo que perciben.