Índice de desarrollo humano

El Plan de acción de Québec1 (2001) expresó con claridad meridiana la trascendencia del desarrollo científico y tecnológico en la región: “Para fortalecer la democracia, crear prosperidad y realizar el potencial humano, nuestros gobiernos llevarán a cabo las siguientes actividades en el área de la ciencia y la tecnología: promover la popularización de la ciencia y la tecnología necesarias para avanzar en el establecimiento y consolidación de una cultura científica en la Región, y alentar el desarrollo de la ciencia y la tecnología con miras a una interconectividad regional mediante tecnologías de la información y las comunicaciones, esenciales para la construcción de sociedades basadas en el conocimiento; apoyar la formación de capital humano de alto nivel para el desarrollo de la investigación e innovación científicas y tecnológicas que contribuyan al fortalecimiento de los sectores agrícola, industrial, comercial y empresarial, así como a la sostenibilidad del medio ambiente; y promover, mediante los mecanismos de cooperación existentes, el desarrollo del programa regional de indicadores de ciencia y tecnología”.

La declaración reescribe una vez más lo que en la actualidad es un hecho constatado por todos los informes de las agencias y expertos: educación y ciencia y tecnología impulsan el desarrollo económico y, en consecuencia, el crecimiento y un nivel más elevado de desarrollo humano2. A pesar que estas declaraciones han sido consensuadas por los miembros de la OEA, el ejercicio rutinario de las relacionales intraregionales, en su heterogeneidad política, cultural y de recursos, impone una dura agenda para solamente definir el piso sobre el que transitarían otros acuerdos, específicamente para favorecer el desarrollo científico y tecnológico de sus países.

América Latina es una mezcla compleja de idisosincracias. En la región se observa países con claras estabilidades de sus sistemas políticos democráticos, otros con ventajas respecto de sus vecinos en desarrollo industrial, educación y seguridad social. Sin embargo, la región como un todo, diferente de otras regiones del mundo3 dista mucho de ser una zona en franco crecimiento de desarrollo humano. Un examen a la situación regional nos entrega luces que permiten señalar la orientación de políticas globales y específicamente en materia de ciencia y tecnología.


1 Tercera Cumbre de las Américas, Québec, Canadá, Diciembre 2001.

2 No obstante, desde la perspectiva en análisis no es posible pronunciarse sobre la calidad de la distribución de la riqueza generada.

3 Es probable, que a la luz de los hechos, uno de los pocos aciertos específicos de Samuel J. Huntington en “The clash of civilizations” sea el no haber incluido a la región como parte de Occidente sino como una zona distinta e identificable respecto de otras (Zona Latinoamericana). Asimismo, quizás esta coincidencia, nos permitirá mostrar, también, independientemente nuestro progreso, sin paternalismos sino autónomamente.

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