Perplejos por el Desprecio
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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Perplejos por el Desprecio

Pero el gran problema a evitar era el contagio de la inestabilidad política y económica argentina que puede ser vista como estructural por su persistencia. La falta de claridad de esa “tercera pata” hizo que se recostara el país en Brasil, siendo complementado ello con la política de solidaridad continental.

Esa actitud del gobierno uruguayo no obedecía a una ignorancia de los dirigentes de entonces del entorno subregional, impuesta por una nula visión periférica, como podría pensarse a partir de algunas declaraciones actuales. Profundizar en ello sería entrar en un tema en el cual las precisiones ocuparían más espacio que la explicación de as posiciones y las alternativas que se le presentaban entonces, en ese sentido. Estamos refiriendo al tema de la neutralización del país con respecto a las vicisitudes del relacionamiento zonal. Una situación, digamos, inversa a la actual. Antes queríamos abrirnos al mundo para respaldarnos en él de lo que ocurría en el vecindario. Hoy, olvidando el mundo nos hemos sumido en ésta alelante vida barrial.

Este desprecio por lo que hicieron nuestros grandes hombres del pasado, y por la historia y sus lecciones convoca a la perplejidad.

No se trata de tener congelados en la memoria hechos desgraciados como fueron los problemas limítrofes

Los desencuentros con Uruguay, la visión que Buenos Aires tenía de la inserción argentina en el concierto mundial y de su rol en el escenario sudamericano, así como una percepción de lo que a su juicio era su competidor final, separaron a Brasil también de Argentina, solo avecinándose realmente en el caso de los gobiernos de Juan Domingo Perón y Getulio Vargas que buscaban, en algunos momentos, una alternativa a su auto impuesto aislacionismo americano, predominantemente ideológico. Un antecedente puede ubicarse en el estrechamiento realizado por Julio Argentino Roca y su tesis del acuerdo de ABC (Argentina, Brasil y Chile). Tratado entre esos tres países que ve la luz no por cuestiones comerciales sino para la solución de controversias, cuyos mecanismos de superación no hubieran sido previamente acordados. Fue firmado en Buenos Aires, el 25 de mayo de 1915, durante la presidencia de Victorino de la Plaza (1914-1916), quien había sido – como dijimos más arriba - ministro de Relaciones Exteriores y de Hacienda de Roca y había asumido la jefatura del Estado por el fallecimiento del presidente Roque Sáenz Peña (1910-1914)18. Pero éste Tratado no va a ser finalmente ratificado por las partes contratantes.

El panorama de inicios de la década de 1940 comienza a revertirse años después, a mediados de la década del setenta, y se profundizó con la aparición de las dictaduras militares.

Claro está que ése cambio de posición en las políticas exteriores no estuvo orientado por una visión completa de las relaciones subregionales, sino por una necesidad de la concepción represiva de esos regímenes.

Se llega luego, en lo que respecta a nuestro país y en lo comercial, después de vencerse fuertes escollos corporativos, fundamentalmente argentinos, a forzados acuerdos comerciales bilaterales, esto es, buscando involuntariamente un eventualmente redituable desvío comercial.

Con aquél origen, pues, se comenzó a recorrer un sendero (desfiladero sería un término más preciso) que, debido a la inestabilidad política y económica argentina, no tuvo tampoco oportunidad de asentarse sólidamente.

Hasta entonces y para nuestro beneficio, el comercio argentino-uruguayo era realmente escaso, casi anecdótico, como que lo importante para nuestro país era la venta de arena que le realizaba, con lo cual se reducían sensiblemente las repercusiones negativas del estado de crisis en que permanentemente vivía el vecino.

Eran los tiempos también de un cierto predominio de las relaciones norte uruguayo-riograndenses en el conjunto Brasil-Uruguay.

Allí se profundizó un relacionamiento que abarcó hasta la venta de energía eléctrica[i] y que se nutría del escenario natural que supone una frontera seca con sólidas lecciones de una historia común, siendo así la primera cooperación económica subregional concreta y fructífera.

Ello precedido y seguido en el tiempo por la comercialización de artículos de primera necesidad popular y el intercambio informal de escala mas relevante, que no eran sino moderadas aplicaciones de lo que luego, vistiéndose de fiesta – por la natural alegría que despertó y por lo breve de su duración -, se llamó de liberalización fronteriza.

En este sentido, con la Argentina se ha mantenido, en ocasiones, una relación de autoservicio. Es decir, comprábamos allí, ocasionalmente, diversos productos que escaseaba en nuestra plaza debido a la acción especulativa de algunos comerciantes, a inclemencias climáticas que perjudicaban notoriamente nuestra producción o a circunstanciales plagas, como la de la langosta, que dieron lugar a importantes daños.

Téngase presente en el sentido de las experiencias fronterizas, el caso paraguayo, cuyo comercio informal zonal fue equiparado en algunos estudios al oficial[ii].

Pero, fue precisamente nuestro ahondamiento de relaciones con Brasil lo que mostró la posibilidad de establecer lazos que sirvieran directamente a intereses productivos comerciales. Claro, también se conocieron distintos inconvenientes, diferentes trabas, como acontece hasta hoy día, originados, particularmente, en los compromisos egocéntricos de San Pablo.

Es menester, sin embargo, recordar que a partir de la Constitución de 1988 se estableció en Brasil un fuerte sistema federal que incluye el derecho al establecimiento de impuestos por parte de los gobiernos estaduales.

El Plan Real, el Plan de Estabilización, el voluntarismo que éste suponía, partían del incorrecto supuesto de una centralidad que Brasilia no tiene en la práctica, salvo cuando ha actuado de fachada de los intereses paulistas.

A propósito del Paraguay alcanzan nuestros vecinos y sólo entre ellos, superando fuertes disidencias, el convenio de cooperación por las represas de Itaipú y Corpus en etapa que culmina con la Declaración de Foz de Iguazú firmada el 30 de setiembre de 1985, la cual da inicio a un nuevo tenor de la relación bilateral cuya profundización se manifiesta en el Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo suscrito por Argentina y Brasil el 29 de noviembre de 1988, "confiriendo - se señala - un carácter político al programa que se estaba desarrollando sobre la base del acta firmada en julio de 1986"[iii]. El acuerdo tiene como antecedente el Acta de Alborada de abril de 1986.

El Tratado Bilateral consignado convive inexplicablemente como ya señalamos, con el Tratado de Asunción y fue firmado en noviembre de 1988, ¡tiempo después que Argentina y Brasil, en reunión realizada en Uruguay en febrero del mismo año, asumieron la disposición de incorporar al país sede del encuentro en el proceso integrador!

Se ha señalado que, por él hemos sido obligados a adherirnos al MERCOSUR, debido a que habrían caído los acuerdos conocidos como Cauce y Pec. Sin embargo, en el artículo 9 de cuerpo de texto de marras se deja expresa constancia que “El presente Tratado se aplicará sin perjuicio de los compromisos internacionales, bilaterales o multilaterales, asumidos por cualquiera de los dos Estados Partes”.

Había sido en julio de 1986 que se habilitó nominalmente la participación uruguaya en los acuerdos que venían suscribiendo Argentina y Brasil.

18 Roque Sáenz Peña (1851-1914) es quien logra la superación de los diferendos generados entre el gobierno argentino y el Uruguay por Estanislao S. Zeballos. Fue embajador en Uruguay y quien lleva a cabo la transformación del sistema electoral argentino, estableciendo el voto secreto y extendiendo el sufragio. Su padre, Luis Sáenz Peña, también fue presidente de la República en el período 1892-1895 como consecuencia de un acuerdo político entre líderes políticos que intentaron, con efímero éxito, frenar la candidatura presidencial de su hijo. Alcanzó la jefatura del Estado en 1910.

Roque Sáenz Peña en el Primer Congreso Panamericano de 1889 realizado en Washington sintetizó, como ya consignamos, la posición contraria a la Doctrina Monroe (América para los americanos) por la de América para la Humanidad.

Poco después de su participación con Manuel Quintana (1836-1906) en aquella reunión panamericana, Roque Sáenz Peña es nombrado por Miguel Juárez Celman, ministro de Relaciones Exteriores. Fue en junio de 1990.  

[i] Ocurrió cuando la gestión como gobernador de Río Grande del Sur de Leonel Brizola (1959-1963) 

[ii] Emilio Fadlana. Probables efectos del MERCOSUR sobre el comercio zonal del Paraguay, en Más sobre MERCOSUR. Asociación de Ciencia Política y Relaciones Internacionales del Uruguay enero-julio 1991. Revista Nro. 50. 

[iii] Sergio Abreu Bonilla. MERCOSUR e integración. Fondo de Cultura Universitaria. 1991.

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