La Punta de la Madeja
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URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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La Punta de la Madeja

Fue durante el gobierno de Máximo Tajes, que Batlle lanza la idea: organizar las bases del Partido Colorado para lograr que éste sea un efectivo instrumento de transformación política y social, y el fiel reflejo de una discernida voluntad de sus miembros. La ampliación del régimen, es decir, recorrer el camino que lo llevaría a ser inclusivo era lo que debía hacerse para fortificar el Estado y el país. Pero esto no podía suponer disputas sobre el sistema, sino su reafirmación en la legalidad.

Para ello, propone Batlle y Ordóñez la reconformación de clubes seccionales, aprovechando la división en secciones judiciales en que estaba dividida la República. Quería acercar el partido a la gente, a los barrios. Y no había otra forma para que los partidos políticos recogieran la opinión publica que acercarlos, meterlos en las localidades, como tales..

Estos núcleos no abordarían lo que el poder les permitiese, sino que serían el instrumento básico de la formación de la voluntad del partido, habilitando a éste a ser una herramienta para conformar las políticas a desarrollar desde el poder. Esa era la idea. Pero la realidad distaba de ello.

La tarea no iba a ser sencilla, por cierto. Se marcha, empero, hacia su realización y la ruta conocerá de varias y surtidas etapas. Existían costumbres muy arraigadas y el sistema electoral[i] tampoco permitía la puesta en práctica de esas ideas de funcionamiento interno.

La parte de la población que votaba era muy reducida[ii]. Y en ésta, la apatía era muy alta en términos porcentuales. Todo era funcional a un régimen, como dijimos, enclaustrado. Se trataba de abrirlo pero, como siempre, los intereses en juego eran más fuertes o tenían más instrumentos para su defensa que las ideas o la voluntad, ya sean éstas las partidarias o las institucionales gubernativas.

Los clubes políticos seccionales cuando se abrían al público no tenían como motivo la discusión de programas de gobierno, ni nada que se le pareciera. No existían muchos motivos para concurrir a ellos y esas pocas razones ni iban en pos de una agregación de demandas, o a convertir al club partidario en parte de una estructura de mediación entre la sociedad y el gobierno. En todo caso, la inclusión del interés propio y directo del concurrente. Lo corriente, el afán por concretar algún favor. El partido como mero intermediario de problemas personales.

Funcionaban, sí, y por ello muy bien, como vehículos de enganche electoral y lugar para comer asados pagos por otros. Mal que le pese a la vulgarizada observación: hay almuerzos gratis. Muchos de los comensales no votaban.

Sin embargo, a partir de lo existente, Batlle y Ordóñez quería poner en funcionamiento lo que creía debía ser el destino de aquellos sitios de encuentro.

Poco más de tres meses después de iniciada la segunda época de “El Día”, el sábado 5 de abril de 1890 y bajo el título La Reunión Colorada, Batlle y Ordóñez persiste en su prédica: “... Existe ya en el Partido Colorado – señala -, un principio de organización, que lo pone en condiciones de proceder por sí mismo, sin verse obligado a esperar que la iniciativa parta de ésta o aquella personalidad. Existen las secciones. Un núcleo de algunos ciudadanos que esta habilitado en cada uno de ellas para tomar la iniciativa de la primera reunión. En esa primera reunión podría nombrarse ya, sin pérdida de tiempo, una comisión seccional para activar la inscripción en los registros y fijarse el día de una nueva reunión en la que se podría elegir la Comisión Directiva seccional y 10 delegados electores cuya misión sería elegir a su vez, reunidos con los delegados de las otras secciones, los titulares y suplentes de la Comisión Directiva del Partido Colorado, en el departamento de la capital. La Comisión Directiva del Partido en toda la república se reunidos con los delegados de las otras secciones, los titulares y suplentes de la Comisión Directiva del Partido Colorado, en el departamento de la capital. La Comisión Directiva del Partido en toda la república se constituirá por medio de delegados de los departamentos.

Esta manera de proceder - argumentaba - tendría la ventaja inmensa de ajustarse a los principios liberales y republicanos del Partido Colorado. El movimiento se produciría de abajo hacia arriba; de las filas del pueblo hacia las personalidades que por su inteligencia, por su carácter y por sus servicios al País y al Partido, ofrecieran mas garantías de circunspección y de patriotismo. Es ya tiempo de que los grandes partidos tradicionales, que se llaman ambos republicanos, y especialmente el Partido Colorado, que ha hecho un lema de la palabra libertad hagan práctica republicana en su organización interna y se preparen así para hacerlas en los asuntos del Estado. Que fe podría tener en el gran principio del sufragio universal, como base de la vida política de la República el partido que no se atreviese a aceptarlo como b/ase de su propia actividad política?... Podría llamarse liberal ese partido?” 

Sin embargo, importantes dirigentes colorados - como Francisco Bauzá (1851-1899) o Amaro Carve[iii] (1830-1925) siguen con las viejas ideas, refugio también de sus posiciones públicas: el partido debía ser una maquinaria de mera adhesión electoral. 

En 1892 – año sala de la divulgación teórica y de la correspondiente legislación de la influencia directriz - la Juventud Colorada toma la iniciativa de apoyar la reunificación partidaria sobre la base de la organización democrática sostenida por Batlle y Ordóñez. La crisis, como vimos, seguía profundizándose, siempre bajo un optimismo manifestado por la cúpula gubernamental. Se debía ocultar la realidad y los probables hechos supervinientes. Imaginó la élite de gobierno para ello, nada mejor que un paternalismo adoptivo.

El martes 19 de abril de ese año - fecha que recordaba a los presentes la Cruzada Libertadora del general Venancio Flores -, en el Círculo Napolitano se resuelve poner en marcha esas ideas que se concretarían en una reunión partidaria a llevarse a cabo en el teatro Politeama Oriental..

El lunes 8 de mayo de 1892 y a las tres en punto de la tarde, con una sala colmada de público y un estrado decorado con los retratos de los próceres colorados comienza la reunión que culmina desgraciadamente mas tarde, tres días después, en un fraude en el conteo de la votación sobre la reorganización partidaria. Fraude que lleva al retiro de la asamblea del joven Batlle, conjuntamente con un importante grupo de participantes.

La posición opuesta esta sintetizada por El Día y fue sostenida por Francisco Pittaluga quien, consigna la crónica, "se mostró contrario a las ideas de los iniciadores de la reunión por cuanto no creía que fuera necesario reorganizar el partido que, a su juicio esta organizado y así lo ha probado. Es según él una espada de dos filos esta organización del partido independiente del apoyo del gobierno, que es colorado. Por esas consideraciones opinó contra la reorganización del partido".

Inaugurando la primera de las reuniones y en nombre de los convocantes el futuro legislador Alberto V. Zorrilla resume "las ideas y sentimientos que han inspirado a la Juventud Colorada a convocar a esta reunión con el deliberado e inquebrantable pensamiento de entrar a la vida política sin odios ni prevenciones personales, y al amparo de una bandera de principios austeros y cívicos".

La inercia de las costumbres y los grupos de interés eran fuerzas poderosas. Una nueva división afloró en el partido de un modo contundente. Ahora por quienes se oponían a una efectiva democratización partidaria.

No obstante lo anterior, con el transcurso del tiempo, aquellos esfuerzos iban a rendir algunos frutos. La unificación en torno a una organización partidaria democrática y una común declaración de principios se concreta casi diez años después, al iniciarse el siglo XX.

[i] Como se sabe, dicho sistema electoral suponía el voto público. El votante debía, en síntesis, dejar constancia con su firma por quién votaba, confirmando así que no era analfabeto. 

[ii] Se debe descontar a los extranjeros, los analfabetos, los jornaleros, soldados, mujeres, menores de 20 años y policías. Respecto a ésta última limitación era costumbre dar de baja a un número importante de su plantel y reincorporarlos al día siguiente del comicial.

[iii] Contra Amaro Carve, Batlle y Ordóñez lanzó en El Día severas acusaciones respecto a negociados que éste intento realizar con Máximo Santos relacionados con el Puerto de Montevideo.

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