LOS SISTEMAS SOCIO-RELIGIOSOS Y SUS
IMPLICACIONES POLÍTICAS PARA EL QUEHACER EVANGÉLICO
Edgar Durini Cárdenas
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Consideración final: ¿Hacia una Nueva Iglesia de Dios?
Desde la perspectiva teológico-política, es necesaria la definición explícita de una posición en torno a la problemática del mundo actual, en especial en relación con la lucha efectiva contra la problemática de marginación y pobreza, desde la visión del Dios vivo. A partir de ello, se podrá asumir desde la fe un compromiso honesto y auténtico que pueda expresarse no sólo en el testimonio bíblico sino especialmente en el seguimiento del ejemplo de Jesús a través de la praxis social liberadora.
Sólo a partir de una redefinición de sus roles y la unificación de los esfuerzos de las distintas corrientes y tendencias que se abrigan en su seno, la iglesia de Dios podrá reinvertarse y refundarse para retomar el rumbo en función de las ordenanzas supremas de Dios y la construcción de su Reino, superando el fraccionamiento actual y redefiniendo las prioridades de su acción a favor de los pobres.
Desde una óptica prospectivo-especulativa, se estima que en el mediano y largo plazo ello deberá expresarse básicamente:
a) en sentido general, mediante la creación de una Nueva Teología Política, orientada a la creación de los fundamentos epistemológicos, ideológico-doctrinarios y metodológicos de una concepción alternativa de la relación individuo-Dios, de la interacción sociopolítica del creyente y de los vínculos funcionales Iglesia-Sociedad-Estado;
b) en una perspectiva sociopolítica y antropológica, mediante la fundación de un Neoecumenismo, en el cual pueda tener cabida adicionalmente el protestantismo fundamentalista (en su forma tradicional y/o en una versión de Neoprotestantismo) y otras corrientes representativas; y
c) desde una dimensión económico-política, mediante la formulación y sistematización de una Teología Integrada del Desarrollo, que propenda hacia la prosperidad nacional-mundial y al desarrollo humano integral de todos los habitantes de la tierra; a partir de una simbiosis teórico-política entre la teología de la liberación de corte socialista y la teología de la prosperidad de inspiración capitalista, la cual debe fundamentalmente tender a apoyar el desarrollo económico con equidad social y la lucha contra la pobreza estructural.
¡En el nombre de Dios!, por su reino y por su pueblo unificado.