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Capital Humano y Crecimiento Económico en Venezuela (1950-2002)

Alexander Martinez Pichardo y Malvi Sarmiento Tortolero

 

CAPITAL HUMANO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO


En esta sección se realizará un breve análisis de los estudios más destacados que han sido publicados con respecto a la literatura de crecimiento económico y capital humano respectivamente. En la primera parte se realizará un breve recuento de los distintos estudios teóricos sobre la literatura de capital humano. Posteriormente en la segunda parte se discutirá la evidencia empírica existente relacionada a nuestro tema de estudio, el mismo permitirá mejorar el análisis empírico que será parte de los antecedentes del estudio del Capital Humano y Crecimiento económico en Venezuela.


Estudios Teóricos


El modelo pionero de crecimiento económico propuesto por Robert Solow y Trevor Swan, nos presenta una economía desarrollada, con un escenario de competencia perfecta, población constante y ocupación plena en los mercados de trabajo y bienes. Un punto muy relevante de este análisis es el carácter decreciente de la productividad marginal del capital, o tasa de ganancia de largo plazo, la cual conduce a alcanzar su nivel de estado estacionario donde se iguala a la tasa de interés de mercado (su costo de oportunidad). El crecimiento de la economía está entonces limitado por esa continua caída de la productividad marginal del capital y de este modo la conduce a un nivel estacionario de largo plazo, donde sólo puede ser contrarrestado con un cambio tecnológico o shock en la productividad total de los factores (PTF) de carácter exógeno. El impacto de dicho cambio es incorporado en la función de producción de la firma representativa a través de un residuo calculado a partir de la diferencia entre el nivel del producto y la participación relativa de los distintos insumos.
Este modelo de crecimiento económico neoclásico hace entonces una diferenciación entre dos tipos de efectos sobre la economía: los de nivel y los de crecimiento. La diferencia entre ambos descansa en que el último afecta la tasa de crecimiento, en tanto los efectos de nivel sólo alteran la posición del sendero de crecimiento pero no la tasa. De acuerdo al enfoque de Solow- Swan, los efectos de nivel estarían determinados por los incrementos (o disminuciones) de la propensión a ahorrar, o bien por aumentos del capital per cápita resultantes de mayores inversiones realizadas por los agentes. En cambio, los efectos de crecimiento serían inducidos por una variación exógena en la tasa de crecimiento de la población o por una innovación (cambio técnico neutral en el sentido de Harrod: K/Y constante en el tiempo), provocando un capital más escaso y así mismo elevando su productividad marginal (tasa de beneficio en el largo plazo).
Cuando una economía ha alcanzado el estado estacionario se hace inconveniente seguir acumulando capital físico en el tiempo. Llegado este punto, los consumidores estarán maximizando su bienestar puesto que el nivel de gasto es el máximo y todos los beneficios se invertirán (regla dorada de Phelps), así como también se mantendrá inalterada la participación de los factores en el ingreso total.
En posición a este modelo la mayoría de los investigadores que han realizado aportes a la literatura del crecimiento económico a partir de la década de los años 60 han incluido al capital humano como un determinante del desarrollo económico. De igual forma estos modelos enfatizan su carácter complementario más que antagónicos con el modelo neoclásico. En este marco, la acumulación de capital físico no es descartada como uno de los factores determinantes del crecimiento, no obstante la acumulación del capital humano surge como el factor primordial del progreso técnico y por ende del crecimiento económico. Cabe destacar que entre los estudios pioneros en esta área se pueden encontrar los trabajos de Schultz (1968), Lucas (1988), Romer (1990), Grossman y Helpman (1991), Young (1991), Mankiw, Romer y Weil (1992), entre otros.
En este marco Schultz (1968) establece en su estudio la importancia de incluir el concepto de capital humano en los estudios de crecimiento económico debido a que:
“la formación de capital humano, especialmente a través de aquellas actividades que se han convertido en organizadas y especializadas en la economía moderna, es de una magnitud capaz de alterar radicalmente las estimaciones convencionales de ahorro y la formación de capital...”

En tal sentido Schultz (1968) señala que las formas de capital humano son fuentes de flujos adicionales de renta que contribuyen al crecimiento económico. Así mismo, éste es capaz de alterar los salarios y los sueldos de los individuos tanto en términos absolutos como relativos.
Mas adelante, Schultz (1968) asevera que por consiguiente la brecha de ingresos se hará más grande entre el que simplemente realiza un "trabajo", y aquel que posee “capital humano” y lo combina con su trabajo, y por supuesto con el capital físico disponible. De allí se encuentra las justificaciones a “invertir” en educación formal, así como destacar la importancia de la formación profesional producto de la experiencia laboral. En el caso del capital humano, el cálculo del interés y del rendimiento es un tanto más difícil. Al tratarse de un capital abstracto, las técnicas de medición de lo concreto y físico son poco útiles.
Finalmente Schultz (1968) concluye, expresando que:
“Los nuevos conocimientos referentes a la inversión en capital humano son ya totalmente satisfactorios por lo que respecta al comportamiento de la oferta y los tipos de rentabilidad dentro del trabajo y de la educación. Es, no obstante poco lo que se sabe todavía acerca de los factores de aumento de la demanda de estas capacidades adquiridas, parte integrante del crecimiento económico...”

Sobre la base de los aportes precursores de Theodore Schultz y de Gary Becker sobre capital humano, Lucas (1988) plantea un modelo de crecimiento con la especificación de la función de producción muy similar a la del modelo neoclásico, en este modelo plantea la existencia de externalidades, a partir de la acumulación del capital humano, que refuerzan la productividad del capital físico y conducen a la economía a un crecimiento sostenido. El capital humano se puede acumular de dos formas distintas. En forma del resultado de un proceso de aprendizaje en la firma o “learning by doing”, ó, como producto de la educación formal del individuo y su crecimiento depende de su nivel inicial y del esfuerzo dedicado a su acumulación.
Estas externalidades mencionadas por Lucas (1988) funcionan, en términos generales, como un mecanismo endógeno que acelera el proceso de crecimiento, al impedir la caída de la rentabilidad marginal del capital y mantener los incentivos de mercado a la acumulación (inversión), evitando de este modo la llegada de un estado estacionario del tipo solowiano.
Al contrario de lo planteado por Solow (1956), Romer (1990) propuso un modelo de crecimiento endógeno donde sostiene que la tasa de crecimiento económico de los países no depende sólo de la tecnología, que ahora es endógena, sino también de las preferencias ínter temporales del consumidor. Esto implica que ambos factores son determinantes en la asignación de capital humano al sector de investigación y desarrollo (I+D). Por un lado, cuanto menor sea la tasa de interés, el valor presente descontado de la corriente de ingresos netos, que representa el rendimiento del capital humano, será mayor. Por lo tanto, se asignará una cantidad mayor de ese factor a la investigación y por consiguiente la tasa de crecimiento se incrementará. Por el otro, un incremento permanente en las existencias del capital humano en la población, (la cual Romer toma como un dato), conduce a un incremento en la razón de nuevos diseños -capital físico y a un incremento más que proporcional en la cantidad de capital humano dedicado al sector de I+D. Es por esto que se vuelve a regenerar un círculo virtuoso, en el cual se impulsa la tasa de innovación, la cual a su vez, induce a un incremento en la tasa de crecimiento de la economía.
De igual forma, Grossman y Helpman (1991), proponen un modelo donde la base del crecimiento se encuentra en el aumento del stock de conocimientos y en la acumulación de capital humano. Pero a diferencia de Romer (1990), el stock de capital humano resulta ser una variable endógena, la cual depende de la decisión que toman los individuos, con similar capacidad de adquirir habilidades, entre emplearse como trabajadores o dedicar su tiempo a la educación formal. De este modo el salario pagado a cada trabajador calificado crece en proporción a su acervo de capital humano acumulado, y por ende la dotación total de este factor depende del salario relativo entre el empleo calificado y el no calificado. De igual forma, allí se observa como crece la productividad media del capital humano que se acumula formalmente (por el incentivo a destinar más tiempo a la educación), y de este modo se eleva el salario relativo y también con ello la cantidad de trabajadores calificados disponibles para el sector de (I+D), en consecuencia, se obtiene un incremento en la tasa de innovación y del crecimiento económico. Por esa razón, Grossman y Helpman (1991) ponen especial énfasis en el rol de la inversión pública en educación como fuerza propulsora del crecimiento económico.
Por su parte, Young (1991) incorpora a través de un modelo de “learning by doing” muy próximo al planteado por Lucas (1988), dos importantes supuestos resultantes de su análisis del progreso técnico. Primero, hay substanciales efectos derrame en el desarrollo del conocimiento entre distintas industrias. Esto implica que las mejoras de aprendizaje informal redundarán en mejoras organizativas a nivel de la planta industrial que podrán derramarse hacia otros sectores de actividad fabril, y así promover un círculo virtuoso que acelere el crecimiento de la productividad. El segundo supuesto plantea la existencia de fuertes rendimientos decrecientes en el proceso de “learning by doing”. Esto significa que el aprendizaje estaría limitado en cada bien a un período de tiempo determinado. Por lo tanto en todo momento la actividad económica se dividirá entre industrias con su proceso de aprendizaje agotado (que no pueden contribuir a aumentar la productividad en otras industrias) y aquellas en que dicho proceso de aprendizaje continúa. Para que el círculo virtuoso de la productividad no se agote es necesario que el “learning by doing” sea un proceso continuo a través de la introducción permanente de nuevos productos y de la reasignación del trabajo hacia los mismos.
Cabe señalar que, Mankiw, Romer y Weil (1992), plantean un modelo donde destacan la importancia de considerar al capital en un sentido más amplio que abarque otras formas de capital no físico. Para incorporar esta idea, Mankiw et al (1992) construyeron lo que ellos mismos bautizaron como un “modelo de Solow ampliado”, el modelo considera por lo tanto, la inclusión de tres factores de producción: capital, trabajo en el sentido convencional, y el capital humano en su forma de educación y del tiempo dedicado al aprendizaje de nuevas habilidades (en lugar de trabajar), para una tecnología de tipo Cobb-Douglas, los autores suponen “que tanto el capital físico como el capital humano se pueden acumular”. La idea de incluir el capital humano se origina de observar que el factor trabajo en diferentes economías presenta diferentes niveles de educación y diferentes niveles de habilidad.

 


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