LOS LENGUAJES DE LA ECONOMÍA

Un recorrido por los marcos conceptuales de la Economía.

PARTE TERCERA: LOS MARCOS CONCEPTUALES DE LA ECONOMÍA.

CAPÍTULO 8.- DINÁMICA Y DESENVOLVIMIENTO: JOSEPH A. SCHUMPETER.

Alfred Marshall

Teoría del desenvolvimiento económico

Schumpeter se separa de sus predecesores al volver a colocar la temática del desarrollo en el centro del análisis económico y considerar el proceso de desarrollo como distinto de la simple adaptación de la economía a variaciones exógenas. Este cambio de temática va a comportar un cambio de categorías analíticas, un cambio de lenguaje. Schumpeter afirma que:

“... con el término desarrollo atendemos únicamente aquellos cambios de la vida económica que no son impuestos a la misma desde el exterior, sino que surgen de su propia iniciativa, desde el interior. El simple crecimiento de la economía que acompaña al crecimiento de la población y de la riqueza, no será aquí indicado como un proceso de desarrollo. Efectivamente, ello no da origen a ningún fenómeno cualitativo nuevo, sino únicamente a procesos de adaptación, como sucede en el caso de las variaciones en los datos naturales.” (Schumpeter, 1912).

Su propósito no es otro que el “estudio de la transición de un estado de desenvolvimiento a otro”. Por consiguiente, precisa partir de un estado estacionario, que para Schumpeter será el estado estacionario walrasiano. El cual vendría caracterizado como un proceso de repetición continua, tanto en el lado de la producción como en el propio del consumo (flujo circular). En este estado, la competencia habría empujado al sistema a la posición de máximo rendimiento y esta situación se repite en infinitas ocasiones. En el mundo de la empresa -producción- se producen los mismos tipos de bienes y en idéntica cantidad; por tanto, la gestión de una unidad productiva se convertiría en un puro acto de rutina.

En definitiva, en una economía en tales circunstancias, no tienen lugar ni inversiones netas ni ahorro, no cambian las técnicas productivas, ni los gustos de los consumidores; no se modifican las cantidades demandadas y ofrecidas de los distintos bienes; ni los precios; la vida económica deviene siempre del mismo modo, es un continuo flujo circular.

Merece la pena destacar que en este estado no existe desarrollo económico; pero no quiere ello decir que no se pueda dar un proceso de crecimiento. En el estado estacionario, la economía puede crecer debido a causas exógenas. Pero, “lo que vamos a considerar es aquella clase de transformaciones que surgen del propio sistema económico, que desplazan en tal forma su punto de equilibrio que no puede alcanzarse el nuevo desde el antiguo por alteraciones infinitesimales.”.

El motor capaz de hacer pasar el sistema de esta situación estacionaria a una situación de desarrollo, es representado en la figura del empresario innovador, cuya actividad típica -la innovación- tiene el efecto de destruir el equilibrio del estado estacionario del flujo circular. Con esta ruptura de las relaciones económicas existentes, aparece el desarrollo económico. La función del empresario es la de poner en marcha nuevas combinaciones de factores productivos, esto es, innovar. Esta función distingue al empresario del simple administrador que toma únicamente las decisiones de rutina.

Para Schumpeter, una innovación consiste en la utilización productiva de un invento. En este sentido, existen cinco tipos posibles de innovaciones:

1) introducción de nuevos bienes o de bienes de nueva calidad.

2) introducción de un nuevo método productivo, ya existente en un sector, que no deriva de algún descubrimiento científico.

3) apertura de un nuevo mercado.

4) conquista de nuevas fuentes de oferta de materias primas.

5) establecimiento de una nueva organización en una determinada industria.

Schumpeter llama “empresa a la realización de nuevas combinaciones, y empresario a los individuos encargados de dirigir dicha realización”. Estos conceptos son más amplios y más restrictivos que los usuales. Más amplios porque “denominamos empresario, no solamente a aquellos hombres de negocios «independientes» de una economía de cambio a quienes se designa así usualmente, sino a todos los que realicen de hecho la función por la cual definimos el concepto, aún si son «dependientes», o empleados de una compañía. Como lo que caracteriza al empresario es precisamente el llevar a cabo nuevas combinaciones no es necesario que tenga conexiones permanentes con una empresa individual ... Por otro lado, es un concepto más limitado que el habitual, por no incluir a todos los gerentes, consejeros o industriales que se limitan a poder explotar negocios establecidos, sino sólo aquellos que en realidad realicen esa función (Schumpeter, 1912).

Ante la realización de una innovación, el empresario ha de vencer tres dificultades:

1) la incertidumbre.

2) la psiquis del hombre de negocios debe hacerle capaz de superar la repugnancia de la gente por realizar algo nuevo.

3) el empresario debe vencer la resistencia que el medio social puede manifestar ante sus innovaciones.

El acto empresarial consiste, pues, en la introducción de una innovación y conduce de este modo a la obtención de beneficios. La introducción de innovaciones supone una disminución en los costes de la empresa que la ha llevado a cabo, o bien, un incremento en el precio de los bienes producidos por la empresa. Así pues, la diferencia entre ingresos y gastos de la empresa innovadora se amplia, y es aquí, en este mayor margen, donde surgen los beneficios. Posteriormente, con el paso del tiempo, la innovación va a difundirse a toda la economía, produciéndose una disminución continua de los beneficios, hasta que llega a anularse el componente extraordinario de los mismos. El resultado final de todo este proceso es que se ha producido un aumento de la riqueza. En el caso de que la innovación no se difundiese enteramente por todo el sistema, entonces el beneficio se convertiría en una renta de monopolio.

El empresario, aunque es una figura esencial para la aparición del beneficio, no tiene por qué ser su receptor. Para conocer quién reviste efectivamente la función de empresario en una economía capitalista y, también, para reconocer a los auténticos receptores del beneficio, es necesario estudiar las fases de desarrollo del orden capitalista. Para Schumpeter éstas son:

• Capitalismo competitivo: caracterizado por empresas no demasiado grandes respecto a la amplitud del mercado. La introducción de innovaciones se lleva a cabo generalmente con la creación de nuevas empresas.

• Capitalismo monopolista: con empresas de grandes dimensiones, capaces de alimentar el proceso innovador por sus propios recursos, a través, no de la creación de nuevas empresas, sino de la ampliación de las ya existentes.

En el capitalismo competitivo, la figura del empresario suele recaer en el mismo propietario de la unidad productiva. Por el contrario, en el capitalismo monopolista, se rompe esta coincidencia, y el empresario puede estar representado por el director, el gestor, ..., pero nunca el propietario -accionista- realiza la función de empresario.

Respecto a la distribución del beneficio, en el capitalismo competitivo éste afluye directamente al empresario-propietario, mientras que, en el capitalismo monopolista, una vez obtenido el beneficio, el hecho de que venga más o menos percibido por el empresario es una cuestión institucional. En este caso, el beneficio pertenece a la empresa, y su distribución se convierte en un problema económico de la empresa. La indeterminación de la percepción del beneficio manifiesta que éste no puede ser considerado, en ningún momento, como una recompensa al riesgo. El riesgo es soportado por el capitalista -accionista- y no por el empresario.

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