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Alfonso Klauer
La Niña: la otra cara del fenómeno
Pues bien, como muestra la historia, en la costa norte las lluvias torrenciales y las inundaciones subsecuentes producidas por el fenómeno océanoatmosférico del Pacífico Sur, se han intercalado con períodos de sequía de también irregular duración y escasez de agua, pero también de muy diversa área de impacto.
A todas luces, sin embargo, esta cara del problema ha sido muchísimo menos estudiada.
Quizá porque prevalece la errónea idea de que es un asunto menos grave.
Del recuento que realizó Santiago Távara se extrae, por ejemplo, que Piura ha sufrido sequías en los períodos 17911802, 1805- 1814, 1829, 18381843. Y Juan Helguero agrega que se sufrió sequías en 184749, 1851, 1853, 185556, 18581861, 1863, 1865, 186770, 187276, 1879, 18811883, 1885, 1890, 189298, 19001901 y 1903 81.
De declaraciones recogidas por Jorge Moscol al exprefecto de Piura, Leguía y Martínez, se desprende además que la sequía se prolongó de 1904 a 1911. Esto es, fueron secos 76 de 120 años en Piura. Así, entre 1791 y 1911, a consecuencia de las predominantes sequías, el 63% de las campañas agrícolas fueron pobres y empobrecedoras, habrá que recalcar.
En algunos de esos períodos secos se vivieron situaciones realmente dramáticas.
Así como anota Moscol, en los 12 años de sequía que se dieron entre 1791 y 1802 se secaron los algarrobos, alimento del ganado.
En 1883 la escasez de lluvias en la costa y en las partes altas del valle fue tal que las aguas del río Piura ni siquiera llegaron a discurrir por el cauce que cruza la ciudad, y menos pues llegaron al océano 84. Y citando al prefecto Leguía y Martínez, la sequía más larga que se recuerda en el Bajo Piura es la que se presentó después de las terribles lluvias del año 1891. La sequía duró veinte años 85.
A partir de 1932, en que empezó a hacerse registros meteorológicos, y hasta 1992, las lluvias fueron iguales o menores a 25 mm/año en 24 campañas agrícolas, y en otras 11 iguales o menores a 50 mm/año 86 (ver Gráfico N° 9) . El 40 % del tiempo fue pues de grave sequía, siendo el período más prolongado y crítico el de 196064.
¿Puede con esos antecedentes seguirse creyendo que el asunto no es grave o es poco grave? No, lo es y en extremo. Y, con menores recursos tecnológicos disponibles, tanto o más grave aún fue en la antigüedad.
Debemos sin embargo preguntarnos, ¿cuál es la causa de estos recurrentes y costosos períodos de sequía que agudizan la escasez de agua en la costa peruana, y en la zona norte en particular? La ciencia en estos últimos años ha empezado a hablar de un nuevo fenómeno al que se ha dado en denominar La Niña, pero también ENOSfase fría. Según la National Oceanografic and Atmospheric Agency de los Estados Unidos NOAA, La Niña está caracterizada por inusuales temperaturas bajas en el océano Pacífico Ecuatorial. Y debemos agregar, por la concentración de las masas calientes del océano en el extremo occidental del Pacífico, como se vio en el Gráfico N° 13.
El ENOS fase fría (La Niña) por lo general se presenta inmediatamente después del ENOS fase caliente (El Niño) .
Todo parece indicar como lo muestra el Gráfico N° 14 que también hay una estrecha relación, pero esta vez entre valores positivos del Índice de Oscilación Sur (La Niña) , y las anormalmente bajas temperaturas superficiales del mar, las escasas precipitaciones en Piura y las bajas descargas de río Chira en la misma área del norte del Perú.
Así como en el caso de El Niño con los valores negativos del IOS, aquí también la correspondencia, sin ser absoluta, es muy alta. En efecto, puede apreciarse que, desde 1958 a la fecha, 12 episodios con valores positivos del IOS están relacionados con hasta 18 años de escasas precipitaciones en Piura y menores descargas del río Chira que corre a pocos kilómetros de esa ciudad.
Habida cuenta de la larga recopilación que hemos realizado de siniestros ocasionados por el fenómeno El Niño en el territorio peruano, es altísimo el porcentaje de años de sequía cuyo origen, mayoritariamente y durante milenios, hay que atribuir a La Niña. Mal puede por ello deducirse como erróneamente aprecia Woodman que el fenómeno [La Niña] felizmente no acarrea ninguna amenaza.