14. Limitación del comercio
    15. 
    Sindicatos de producción y cooperativas de consumo 
    16. La esfera propia del 
    comercio
    17. Situación del comercio 
    al detall
 
    14. Limitación del comercio
    
    
    El desarrollo de los medios de comunicación ha tenido como consecuencia la 
    tendencia a prescindir o limitar la intervención del comercio en el 
    intercambio de mercancías. Cuando las mercancías debían ser trasladadas de 
    los centros de producción o los puertos de importación a los centros de 
    consumo en carruajes, se necesitaba grandes casas de comercio que compraran 
    partidas importantes de mercancías, las conservaran en sus almacenes y las 
    suministraran poco a poco a los detallistas a medida de las necesidades del 
    consumo. Actualmente, el detallista puede obtener cómoda y rápidamente sus 
    pedidos de los mismos productores que se dirigen a él por escrito o por 
    medio de agentes y viajantes. Antes de la guerra, los productores 
    suministraban incluso directamente a los consumidores, aprovechando éstos 
    las ventajas en los precios y las facilidades de transporte que se les 
    ofrecían. Pero aun hoy es reducido el número de intermediarios que se 
    interpone entre el productor y el consumidor, y si este número tiende a 
    aumentar, no sólo significa ello un derroche de capital y trabajo en forma 
    improductiva, sino que también se produce en seguida una crisis en el 
    comercio que arruina y elimina por consiguiente a los comerciantes más 
    débiles. 
    
    En general, el progreso de los medios de comunicación tiende a favorecer el 
    comercio al detall en perjuicio del comercio al por mayor. Pero este 
    fenómeno es sólo relativo, pues la masa de las mercancías que han de pasar 
    de la producción al consumo aumenta de un modo tan considerable, que 
    necesariamente ha de aumentar también la cifra absoluta de las empresas 
    comerciales dedicadas a mediar en esta transición. Por esto la estadística, 
    desde 1882, viene acusando un aumento del número de personas dedicadas o 
    empleadas en el comercio, aumento excesivo en proporción al de la población 
    en general y que adquirió caracteres todavía más insanos a consecuencia de 
    la guerra, si bien acusa ya la saludable reacción a que anteriormente nos 
    hemos referido. Digno de mención es también que la industria artesana va 
    convirtiéndose poco a poco en comercio al detall, conservando solamente el 
    trabajo de reparaciones. 
    
    
    
    
    15. Sindicatos de producción y cooperativas de consumo (1)
    
    AI lado de las condiciones objetivas de que acabamos de hablar actúa en 
    perjuicio del comercio la tendencia cada día más acentuada de encontrar 
    entre el productor y el consumidor una mediación que no sea la del 
    comerciante. Este interviene por cuenta propia con un capital, lo cual 
    significa una ayuda para el productor que de este modo no ha de esperar a 
    que la mercancía llegue a manos del consumidor para volver a reintegrarse de 
    su capital circulante, espera que no podría soportar la mayoría de las 
    veces. Pero el comerciante exige para su capital la correspondiente 
    ganancia, y esta ganancia, si el comerciante, dada su situación especial de 
    libertad, sabe aprovechar las ocasiones, es a menudo superior a la normal. 
    Es más: frecuentemente se le presenta ocasión para sacar partido de la 
    situación comprometida del productor, la mayor parte de cuyo capital está 
    inmovilizado. 
    
    Entre productores y consumidores se ha formado la idea de que la ganancia 
    del comercio es excesiva y se ha procurado sustituirlo por otra clase de 
    organizaciones. Los productores han echado mano de viajantes, agentes y 
    demás intermediarios a sueldo o comisión, pero sin capital, y por 
    consiguiente sin ganancia de empresario. Pero más importante es modernamente 
    la sindicación de los productores para la venta, ya en forma de cooperativas 
    de venta con igualdad de precios y condiciones o mediante la creación de una 
    entidad independiente, sociedad anónima o limitada que se encarga de la 
    centralización y venta de los productos de todas las empresas interesadas. 
    De este modo se elimina por lo menos la etapa mas alta del comercio al por 
    mayor. Los compradores importantes se dirigen a la central de ventas, y si 
    se conservan intermediaries, se les imponen condiciones rigurosas que 
    limitan su ganancia, dejándola reducida a una especie de comisión. Pero esta 
    unificación de precios y reglamentación del comercio no se producen en 
    interés del consumo, sino que las empresas sindicadas procuran mantener los 
    mismos precios que regirían en el comercio libre y aprovecharse de la parte 
    de ganancia de que privan al comerciante. 
    
    De ahí que los consumidores hayan procurado también prescindir del comercio 
    en su beneficio propio, agrupándose en cooperativas de consumo y 
    cooperativas agrícolas de compras. Por medio de ellas, los consumidores 
    toman para sí la tarea mediadora que correspondía al comercio, crean las 
    organizaciones necesarias y toman el personal adecuado, retribuyéndolo con 
    un salario, mientras que ellos se reservan la ganancia del capital 
    comercial. Es claro que una organización de esta clase implica un notable 
    ahorro en comparación con el comercio libre, pues puede prescindir de la 
    propaganda y de las instalaciones lujosas, mientras que por otra parte está 
    libre de todo riesgo, ya que la empresa se confunde con la clientela. Esto 
    no quiere decir que la cooperativa de consumo puede competir siempre con el 
    comercio al detall, pues ello sólo es posible para determinadas mercancías o 
    clases sociales, de modo que su radio de acción es limitado y, si intenta 
    rebasarlo, sucumbe a la competencia comercial. Por otra parte, el comercio 
    no puede pretender que, ya mediante impuestos o por otros medios se le 
    asegure el monopolio del suministro al público, cuando éste encuentra mayor 
    ventaja en prescindir de su mediación. Lo único que lógicamente puede 
    reclamar es que no se le postergue a las organizaciones que con éI compiten, 
    especialmente en materia de impuestos.
    
    
    16. La esfera propia del 
    comercio
    
    
    A pesar de todos los ataques de que es objeto, queda reservado al comercio 
    un amplio radio de acción, dentro del cual su mediación será siempre 
    indispensable. El comercio al por mayor tiene la vida asegurada en todos 
    aquellos ramos en los cuales la producción necesita el concurso de sus 
    capitales. A esta clase no corresponden la maquinaria y sus análogos, pues 
    aquí se vende directamente a los consumidores que acostumbren a ser 
    solventes y a dar garantías, y aun es costumbre en este ramo que se pague un 
    tercio del precio al hacer el pedido, otro tercio a la entrega y el resto 
    tres meses después. En cambio, los fabricantes de mercancías a granel, 
    destinadas a un consumo diseminado, que a veces se extiende fuera del país, 
    pueden prescindir tanto menos del concurso del capital del comerciante, 
    cuanto mayor sea el período de circulación de las mercancías, la variedad de 
    éstas y cuanto menor sea el importe normal de los pedidos. A estos 
    productores les sería casi imposible tratar directamente con un sinnúmero de 
    pequeños comerciantes o consumidores cuyos pedidos son insignificantes y por 
    esto han de preferir tratar con un número reducido de mayoristas que les 
    pasan pedidos de importancia y, aun cuando exijan ciertas concesiones en los 
    precios, les aseguran una cierta regularidad en sus operaciones. Esto sucede 
    principalmente en la industria textil, en la ferretería, en la bisutería y 
    en la mercería. 
    
    Inversamente se hace imprescindible también el concurso del comercio en el 
    tráfico de aquellas mercancías que se producen en pequeñas cantidades y se 
    venden en grandes partidas. Esto sucede, por ejemplo, con los productos de 
    los pequeños agricultores que no se venden directamente en los mercados, 
    siendo de notar que aquí se interponen frecuentemente los compradores 
    ambulantes o especuladores entre el productor y el mayorista. Lo mismo 
    sucede con los productos de la industria doméstica, como los juguetes y la 
    bisutería. Estos productores se ven imposibilitados de comerciar 
    directamente con los consumidores, que frecuentemente se extienden hasta 
    fuera del país y no tienen más remedio que someterse a los mayoristas, los 
    cuales a menudo los explotan de tal modo que su situación resulta peor que 
    la del proletariado. 
    
    En el comercio internacional intervienen corrientemente dos empresarios 
    mayoristas. El mayorista exportador compra las mercancías en los centros de 
    producción y las vende en grandes partidas al mayorista importador, el cual 
    a su vez las vende, ya directamente al detallista, ya a otros mayoristas que 
    tratan con el comercio al detall. 
    
    Especialmente en el comercio de exportación encuentra el mayorista 
    frecuentes ocasiones para obtener pingües ganancias, explotando relaciones 
    personales con los centros de producción de las que carece la competencia. 
    El comercio especializado disfruta en general, por razón de sus 
    conocimientos del mercado, de una situación privilegiada con respecto al 
    productor y puede por lo tanto aprovechar los momentos favorables de lugar y 
    de tiempo, comprando cuando y dónde le resulte más ventajoso y dando a las 
    mercancías compradas salida en el lugar y tiempo que permitan alcanzar un 
    precio máximo. 
    
    17. Situación del comercio 
    al detall
    
    En los últimos tiempos el comercio al detall ha presentado una novedad 
    consistente en la organización del comercio detallista en gran escala. Esta 
    clase de empresas son una especie de síntesis del comercio mayorista y 
    detallista, pues adquieren grandes cantidades de mercancías para 
    detallarlas, tratando directamente con los consumidores y con los 
    productores a los cuales pagan al contado o en plazos breves. Pero incluso 
    los detallistas de menos importancia que cuenten con el necesario capital 
    pueden desligarse de los mayoristas y comprar directamente al productor, 
    sobre todo si se especializan en un ramo, en cuyo caso pueden hacer la 
    competencia a los bazares ofreciendo mejores y más variadas cualidades. 
    También ofrece grandes ventajas la organización de detallistas en 
    cooperativas para la compra. Las cooperativas de consumo dificilmente pueden 
    competir con el comercio al detall tratándose de productos manufacturados, 
    pues su radio de acción acostumbra a limitarse a mercancías de consumo 
    corriente y especialmente a los comestibles. 
    
    Antes de la guerra se habían organizado las llamadas sociedades cooperativas 
    de ahorro que tenían por objeto combatir la venta a crédito, y para ello 
    vendían sólo al contado con un abono del 5% sobre el precio corriente, que 
    se hacía en forma de sellos que se pegaban en una libreta y cuyo importe se 
    liberaba cuando ascendía a una determinada cantidad. Los fenómenos de 
    postguerra han acabado con estas organizacionos, pues se ha impuesto de un 
    modo general el pago al contado, en cuyo sentido han influído mucho las 
    cooperativas de consumo. 
    
    En general merece encomio la tendencia de los interesados en suprimir 
    mediaciones inútiles en el intercambio de los productos. Pero la inutilidad 
    es un concepto relativo cuyo significado varía según las circunstancias de 
    lugar y tiempo. En la actualidad resultan inútiles mediaciones que eran 
    imprescindibles hace medio siglo. 
    
    Verdaderamente inútiles han sido siempre aquellos elementos que se han 
    inmiscuído en el comercio para Iucrarse a costa de la ignorancia o la 
    pasividad de los interesados. Este parasitismo ha ido desapareciendo a 
    medida que el desarrollo de los medios de comunicación ha facilitado el 
    conocimiento de los recursos económicos. Pero en general puede decirse que 
    la intervención del comercio no resulta para el consumidor más gravosa que 
    la venta hecha directamente por los productores, pues cada vez que éstos han 
    organizado la venta directa, no lo han hecho con el ánimo de abaratar las 
    mercancías, sino con el propósito de guardar para ellos el lucro usualmente 
    reservado al comerciante.
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    (1) F. STAUDINGER, Cooperativas de consumo. COLECCIÓN 
    LABOR, núm. 76.