D. CONCLUSIÓN

En conclusión, pues, le economía brasileña se ha integrado recientemente de manera más estrecha que antes, en la estructura metrópoli-satélite del sistema capitalista mundial.

Las implicaciones de este avance capitalista y retroceso brasileño son trascendentales. Aun si la metrópoli pasara por otro período como el de la depresión de la década de los años 30 o la guerra de los años 40, en los que sus nexos inmediatos con los satélites se aflojaron, seria mucho más difícil e incluso imposible para Brasil el sacar partido de la oportunidad con una similar involución capitalista activa y otro paso en el camino de la industrialización. Porque la misma industria habría venido a depender tanto de la metrópoli que no podría consentir tal desarrollo capitalista independiente.

Si la industria brasileña depende cada vez más de la metrópoli imperialista, lo mismo ocurre con la burguesía brasileña. Si el desarrollo del capitalismo en el mundo y en Brasil posibilita cada vez menos la creación de una industria verdaderamente nacional, impide del mismo modo el desarrollo o incluso la continuación de una burguesía industrial nacionalista. La estructura y el desarrollo del sistema capitalista están convirtiendo, por tanto, a la burguesía industrial de Brasil y otros satélites en burguesías dependientes de la metrópoli imperialista, como, antes que ellas, las burguesías comerciales de los satélites. Así, pues, la "burguesía nacional" brasileña, si existe, vive sólo de la explotación del pueblo brasileño, manteniendo la estructura metrópoli-satélite del capitalismo y el subdesarrollo regional y sectorial que ésta genera; sólo subsiste mediante su dependencia de la metrópoli imperialista del sistema capitalista mundial. Como quiera que estas estructuras, como hemos visto, están indisolublemente entrelazadas y son, en realidad, una sola, nada sería más vano, inútil y desastroso que esperar de la burguesía nacional de Brasil acción alguna que ayude significativamente a detener la creciente marea del subdesarrollo brasileño en todos los niveles.

Los recientes cambios políticos y económicos de Brasil no pueden a comprenderse sino dentro de este contexto. El desarrollo contradictorio y discontinuo del sistema capitalista y, particularmente, la fuga de los nuevos países socialistas de ese sistema, unida a la recuperación en la posguerra de la metrópoli capitalista mundial dentro del espacio económico que le queda, limitan aún más las posibilidades de desarrollo de la economía brasileña y las perspectivas de progreso de su burguesía. Tanto la economía como la burguesía del Brasil están cercadas por la estructura y desarrollo del sistema capitalista y por los instrumentos viejos y nuevos de monopolio de éste: la propiedad, el comercio, Ion empréstitos, las inversiones, la tecnología, etcétera.

Los sectores más explotados y débiles de la burguesía brasileña luchan contra uno u otro de estos instrumentos de afuera o de adentro que les limitan su capacidad para explotar a su vez. Pero tales esfuerzos son inútiles, incluso a corto plazo. El campo de posibilidades de esta burguesía "nacional" está limitado por las contradicciones económicas y políticas con el pueblo al cual explota en Brasil y con las burguesías de Brasil y del extranjero, más fuertes que ella, que explotan a ese mismo pueblo y también a ella. Esta dependencia de la explotación capitalista, esta debilidad frente a los intereses externos e internos que a su vez la explotan, estas contradicciones que de vez en cuando aquí y allá llevan a la burguesía "nacional" a emprender programas capitalistas nacionales, garantizan también que tal empresa será vana y efímera. Así, pues, a los elementos nacionalistas y relativamente progresistas de la burguesía brasileña Ios derrotan las mamas contradicciones que los crean.

Los sectores más grandes y fuertes de la burguesía brasileña, que son los más dependientes de la metrópoli imperialista, tratan de superar Ias limitaciones autogeneradas o impuestas por el imperialismo el desarrollo de su economía y a sus propias perspectivas, metiendo aún más la cabeza dentro de las fauces del león imperialista. Así, se reduce más todavía, a la larga, su propio porvenir. Y como al león se le escapan cada vez más sus otras presas, se esta volviendo más y más rapaz, lo que significa mayor reducción de ese futuro.

Ambos sectores de la burguesía brasileña, el "nacional" y el "internacional", son instrumentos y ejecutores del expoliador sistema capitalista que les da existencia económica y les concede supervivencia política. Están aliados, necesariamente, en la explotación económica del pueblo y en el mantenimiento político del sistema. Cuanto menos ganan los elementos "nacionales" luchando contra su enemigo foráneo y los elementos "internacionales" uniéndose a él, tanto más tratan ambos sectores de reducir sus pérdidas explotando más y más al pueblo, y tanto más los burgueses más fuertes tratan de eliminar a los débiles para quedarse con todo el campo de explotación. Cuanta más resistencia hace el pueblo a este proceso, o cuanto más se oponen al mismo los sectores nacionalistas de la burguesía, tanto más busca la burguesía brasileña predominante la ayuda de su natural, aunque explotador aliado: la metrópoli imperialista.

Y así llegamos al golpe militar de 1964, apoyado por la burguesía imperialista, la burguesía "internacional" brasileña y la mayoría de los sectores de la burguesía "nacional" y la "pequeña burguesía" o "clase media". Si algunas partes de los últimos dos sectores se han vuelto ahora contra el gobierno gorila y los que lo apoyan de dentro y de fuera, es porque están sufriendo ya las consecuencias inevitables: mayor explotación de ellos mismos y menores oportunidades para explotar ellos a otros. Así, el burgués Correio da Manhã, en cuyas páginas hemos leído informaciones y comentarios tan desdeñosos del actual manejo de la economía, se ha convertido en el intérprete "nacionalista" de la mediana y pequeña burguesía, a las que lo acontecido ha limitado sus posibilidades y perspectivas. Y hasta Carlos Lacerda, gobernador en Río de Janeiro, aspirante a la presidencia y tradicional vocero ultrarreaccionario o francamente fascista de la pequeña burguesía rural y urbana, se ha buscado una bandera nacionalista o, más bien, nacional socialista, bajo la cual llegar a la presidencia.

¿Cuáles son, entonces, las perspectivas? Para la burguesía, son tan limitadas como siempre, y, en razón de la mayor dependencia y el más profundo subdesarrollo de la economía, aún más limitadas que antes. La perspectiva del retorno al "desarrollismo" de Juscelino Kubitschek o al "janguismo" de João Goulart, que ofrecen Ios que se agrupan en derredor del Correio da Manhã en Río de Janeiro y del exilado Goulart en Montevideo, no representa, para quienes aprenden las lecciones de la historia, la reciente y la remota por igual, más que la peor clase de confusión o ilusión, en el mejor de los casos, y el oportunismo político más irresponsable y desastroso, en el peor. Si la historia enseña algo, es que ninguna clase de régimen capitalista burgués puede dar pasos significativos, y mucho menos decisivos, hacia la eliminación del viejo subdesarrollo de Brasil y la solución de sus consiguientes problemas económicos y políticos contemporáneos. En este coyuntura del desarrollo del capitalismo, hasta los sectores más nacionalistas y progresistas de la burguesía brasileña son incapaces de unirse, excepto en raros momentos y lugares, en un movimiento hacia la liberación nacional y el desarrollo económico. Tampoco, evidentemente, puede la pequeña burguesía o "clase media" dar tales pasos independientes o dirigir este movimiento. Aunque cada vez más depauperizada sigue siendo típicamente volátil y oportunista. Tanto las fuerzas de la reacción como las de la revolución tratarán en el futuro, como han hecho en el pasado, de atraerse a algunos sectores de la pequeña burguesía. Cualquiera sea el resultado de estos esfuerzos, la iniciativa, la vanguardia y el porvenir de todo movimiento brasileño para salir del capitalismo y el subdesarrollo están en las masas de su pueblo.

El contradictorio y discontinuo desarrollo histórico del capitalismo y el subdesarrollo en Brasil entró en una nueva crisis con el golpe militar de 1964 y lo que vino después. Pese al daño para la economía y el padecimiento para el pueblo que este desarrollo del capitalismo ha traído, está acelerando el proceso político en el país, así como en otras partes lo han acelerado las contradicciones cada vez más agudas del sistema capitalista. Y como la solución de los problemas del subdesarrollo es cada vez más imposible dentro del sistema capitalista que les crea, y como la burguesía es cada día más incapaz de encarar este problema siquiera con programas burgueses, el mismo pueblo tanto tiempo explotado está aprendiendo a tomar la iniciativa para escapar del capitalismo y el subdesarrollo y se está preparando para ello.

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