EL ORDEN ECONÓMICO NATURAL

EL ORDEN ECONÓMICO NATURAL

Silvio Gesell

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14. ¿Intercambio sin dinero efectivo?

Muchos no pueden comprender aun hoy cómo habría que imaginar, en un tráfico realizado perfectamente sin dinero efectivo, esa moneda incorpórea destinada puramente al pago y a la pertinente formación de precios. Algunos hablan aquí de algo completamente abstracto. No existiría ya el marco como mercancía tangible en forma de monedas acuñadas o billetes de banco. Lo que figura en los libros como dinero no sería más que una cantidad abstracta completamente espúrea. ¿Pero cómo es posible negociar, regatear, especular, en una palabra: realizar todo lo que suele repercutir hoy sobre la formación de los precios, sirviéndose de algo abstracto? También habríase tachado por superfluo de las cuentas de la Central sin dinero en efectivo el vocablo "marco". En los cheques bastaría citar una cifra: "Cárguese a cuenta de "A" la suma de 150". Una suma cuya unidad no esté exteriorizada por ningún objeto concreto. ¡Y con esta cifra sin alma van a conseguirse en el mercado todas las preciosidades. ¡Es sospechoso!

Para que el hombre llegue a concebir una cosa, necesario es poderla encerrar en el tiempo y en el espacio. El comercio sin dinero efectivo nos parece un engaño sólo por no poderlo localizar ni en el espacio, ni en el tiempo. Mientras no logremos esto, el espíritu quedará perplejo como un buey delante de una montaña. Formémonos, pues, una idea clara de este titulado tráfico sin dinero efectivo. Tomemos el caso más sencillo para la realización del intercambio sin dinero efectivo. Supongamos que el Reichsbank retira de la circulación la totalidad de los billetes, los incinera y abre a cada cual una cuenta por el monto de los billetes que le retiró el banco. Entonces el monto total de las cuentas abiertas será igual al de la totalidad de los billetes en circulación. El Reichsbank destruye las planchas litográficas pasando, ahora, a los titulares de las cuentas el derecho de emitir billetes (cheques) por el importe de sus respectivos créditos. El anterior monopolio monetario ha sido distribuído, contingentado y cedido al público. Pero queda siempre en pie el monopolio del Reichsbank, sin cuyo consentimiento no es posible aumentar ni disminuir el monto total de las cuentas, ni siquiera en una sola unidad. En el fondo no se trata más que de una ampliación del estado actual de cosas, porque también hoy está contingentada la facultad de emitir. Los Bancos de los Estados del Sur de Alemania comparten esta facultad con el Reichsbank. A la participación de los Bancos del Sur se uniría ahora la de los numerosos titulares de cuentas en el Reichsbank. Pero la emisión máxima de estas cuentas no excede el monto de los billetes actualmente en circulación. No importa que a los billetes de los titulares de cuentas se les denomine cheques en lugar de billetes de banco. Estos últimos no son, en verdad, otra cosa que cheques bancarios.

Ahora bien, cada cual hace uso de su derecho dentro de los límites de su contingente, que crece o decrece con cada cheque. Lo que una cuenta pierde, lo gana otra. Se libran cheques por todo lo que se compra. No hay diferencia fundamental de concepto con los billetes de Banco de hoy. Los cheques son billetes de Banco con tiempo limitado de circulación. Sí reducimos el período de circulación de los actuales billetes de banco a tres días, la unidad esencial del cheque y del billete se destaca con luz meridiana. Nada afecta a la esencia del asunto el hecho de que la garantía de legitimidad del cheque sea menor que la del billete de banco.

Quien quisiera comprender mejor aún la consubstancialidad del cheque con el billete de banco, la vería exteriorizar pidiendo que el Reichsbank provea a los titulares de cuentas con sus propios billetes de banco como cheque. Se cambiaría, entonces, sólo la firma de los billetes de banco, lo que para el concepto buscado tampoco tiene importancia.

¿Es tal dinero realmente misterioso, fantástico, incomprensible para nosotros, y por consiguiente irreductible e inapto para el manejo racional? Por cierto que para quien ve todavía en el papel-moneda actual un problema irreductible servirá muy poco lo expuesto hasta ahora. Me remito a lo que ya dije al respecte en el capítulo: "Por qué el dinero puede hacerse de papel". Quien encara el problema planteado aquí desde el punto de vista de la idea del valor, dudará de sus facultades mentales o tendrá que declarar insoluble el problema. Eugenio Dühring no titubea en declarar dementes a todos los que pretenden haber comprendido el papel-moneda. También él partió posiblemente de la concepción del valor.

Este llamado dinero no efectivo es, en realidad, tan buen dinero efectivo como los billetes del Reichsbank. Cada pieza es palpable, visible, transferible. El cheque cumple con esto todas las condiciones corporales exigibles al dinero. La fabricación de éste es rigurosamente limitada. Como para todo dinero, para él también rige la fórmula            D x C = P
  M
D = monto de los depósitos bancarios.
C = velocidad de la circulación.
M = producción dé mercancías.

C es igual al tiempo que, término medio, transcurre entre el día en que el cheque se expide y el aviso de que el cheque ha sido acreditado, es decir, de que se puede disponer nuevamente de su importe.

Si cada uno dispusiera siempre del monto total de su crédito y cada cheque tuviera 3 días de plazo para circular, el medio circulante sería, entonces, D/3: Aquí aparece, pues, el tiempo como elemento indispensable para el alcance del fenómeno. Los precios dependen, así, como en cualquier otra organización monetaria en gran medida de C. Si se quiere fijar P, habrá que poner C bajo el contralor de la "Central del dinero no efectivo".

El "dinero no efectivo" es, entonces, dinero como cualquier otro. Se necesita para esto un objeto - el cheque - es decir espacio. Espacio y tiempo.

La formación del precio se determina aquí, como en el caso de papel y metal-moneda, por la oferta y la demanda, sin intervenir para nada las fantasías del "valor". La demanda mercantil es igual a D x C.

Ciertamente que, sin el cuerpo para semejante comercio "sin dinero efectivo'', sin el espacio del cheque con su "malicia del objeto", sin los entorpecimientos que hacen demorar a C, el "comercio sin efectivo" estaría fuera del alcance de nuestra capacidad mental. Pero construyéndolo sobre tiempo y espacio llegamos a comprender y a dominar el sistema. De otro modo éste sería incomprensible para nuestro espíritu; se volatilizaría en él espacio.

Si no se necesitara ningún plazo, ningún espacio para el comercio sin dinero efectivo, si C no tropezara con obstáculo alguno, sería C = ∞ y luego también P = ∞. Pero un precio infinito es algo imposible para el comercio. Por eso quien no ve el dinero efectivo en la organización comercial del dinero no efectivo y trata, no obstante, de comprender el sistema no reflexiona sobre la base de tiempo y espacio. Está sutilizando y nunca dominará el sistema.

El comercio a base de dinero en cheques no carece pues de "dinero efectivo". La expresión equívoca "comercio sin dinero efectivo" es la culpable de que tantos hombres no pudieran imaginarse la formación del precio bajo tal sistema. Esta expresión errónea creó malentendidos que no todos supieron aclarar, porque todos pensaban con ellos en lugar de reflexionar sobre ellos. Es un error creer que "cuando se oyen sólo vocablos alguna cosa deberá pensarse con eIlos". ¡Si el "comercio sin dinero efectivo" no significara algo, para qué se le habría dado nombre?

Nunca existió comercio sin dinero efectivo. Los que hablan de él han encarado muy estrechamente el concepto dinero. Ellos crearon un fantasma. Y la misma luz que nos reveló en espacio y tiempo el dinero de cheques ahuyentará al fantasma del comercio, "sin dinero efectivo". Seguramente, ningún hombre comprendió jamás tal comercio.

Y nos preguntamos: ¿Cómo puede el Reichsbank dirigir con fines determinados "el comercio sin dinero efectivo" que tanto anhela, si él se sustrae a las nociones humanas del tiempo y del espacio?