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Trueque y Economía Solidaria
Susana Hintze (Editora)

Comentarios Inés González Bombal1

He estado escuchando muy atentamente desde hoy a la mañana. Les aclaro que he trabajado, por suerte, aunque hace un tiempo, sobre el tema del trueque. Después me gustaría contarles un poquito.

Porque valoro realmente la experiencia que Uds. han hecho en el trueque –después me gustaría decirles por qué– veo una mezcla muy extraña que atraviesa toda esta reunión. Que es, por un lado, que hay un problema y hay un conflicto muy concreto, y por otro lado, hay una sobreabundancia de discurso, de ideología, etc. Creo que estoy relativamente entrenada, acá en la universidad apelamos mucho a las teorías y a los discursos, es casi nuestro oficio, pero me llama la atención, porque digamos que en las pocas horas que hemos estado acá, hemos citado y hemos repasado a todos los exponentes de las teorías económicas, a todos los filósofos, a todos los psicoanalistas, realmente hay una sobrecarga. Hemos ido de Aristóteles, hemos llegado hasta Negri también, yo no sé, a mí realmente me parece que algo pasa, no sé si ustedes sienten lo mismo. No es que desprecie las ideas, yo vivo, trabajo en relación con eso, pero las ideas deben servirnos para esclarecer no para confundirnos aún más. Sobre todo cuando resulta tan evidente que hay un problema y que el problema está bastante identificado por todos. Lo cual no significa que sea fácil de resolver, eso es otro asunto.

Yo les diría que me parece –y no les voy a hablar como economista porque no sé y porque hay colegas que se han explayado muchísimo en relación con esto; les voy a hablar como socióloga nada más–, me parece que el problema serio que existe es que se ha roto la confianza, y que era la confianza lo que posibilitaba los intercambios que ustedes hacían. Voy incluso más atrás, no quiero ni siquiera hablar de moneda, no quiero meterme en el tema de la moneda social ni en el tema de la economía social. No sé si esto es el primer paso para una revolución, si es el primer signo del desarrollo sustentable, no lo sé.

Lo único que puedo afirmar porque por suerte estudié, pude acercarme al fenómeno del trueque tiempo atrás, cuando esto estaba más cerca de lo que era la normalidad, lo único que les puedo afirmar que lo que ustedes hicieron y lo que tienen entre manos es algo muy importante pero que está en serio peligro. Porque la verdad es que sin confianza no hay relaciones sociales, sobre todo este tipo de relaciones sociales no jurídicamente contractuales. Sin confianza no hay relaciones sociales y al mismo tiempo sabemos que no hay una receta para crear confianza, no hay una política pública para generar confianza, no hay un ideario, no hay una doctrina, la creación o no de confianza, para nosotros los sociólogos, está reducido prácticamente casi, al nivel de lo mágico, es algo que crean las sociedades o no crean.

A mí lo que me parece más fantástico de la experiencia del trueque es que había logrado generar esa confianza que posibilitaba la relación entre miles o millones de personas en una situación, además, particularmente muy crítica, y siento que eso está en peligro. Por lo tanto, no sé si yo les pueda dar respuestas económicas, probablemente hay gente mucho más calificada para eso, lo único que me gustaría advertirles es en relación al tesoro que ustedes fueron capaces de generar y frente al cual están en serio peligro de perderlo.

A partir de esto lo que quisiera plantearles es por qué digo algo de esto. En el año ’99, comienzos del 2000, acá en la universidad teníamos un proyecto de investigación en cual buscábamos ver qué nuevas formas de sociabilidad generaban distintos sectores sociales frente a los cambios tan tremendos en la estructura social que había en la Argentina. Diversos colegas tomaron otros sectores sociales, dónde hay casi como laboratorios para ver esto, es decir, cómo se están transformando los vínculos entre las personas. Algunos colegas tomaron el caso del trabajo informal, otros estudiaron qué había pasado con los sectores medios, los ganadores a los cual les fue bien y se fueron a vivir a los barrios privados. Bueno, a mí me tocaron los perdedores, aunque no los perdedores del todo, queríamos ver qué pasaba con las clases medias en descenso social y ese fue el motivo por el cual aterrizamos en el trueque.2

Quiere decir que lo que voy a plantearles ahora no es ningún elemento de juicio respecto a la organización o las organizaciones entre sí; no es ninguna evaluación sobre la eficacia, el impacto económico, lo que sea del trueque. Yo para nada tomé ese análisis, tampoco quiero intervenir –y después les voy a explicar por qué– en la disputa más ideológica que hay en relación al trueque. Porque lo que a mí me interesó, y lo que les puedo contar muy brevemente, es qué le pasaba a la gente común con el trueque. Lo que hicimos fue simplemente hablar con la gente que iba a hacer trueque, no hablamos ni con los promotores, ni con los fundadores, ni con los coordinadores, hablábamos con la gente que estaba en las filas y entraba al trueque.

Y lo que les puedo contar es que lo que yo encontré, lo encontré en base a entrevistar en profundidad a estas personas, en distintos nodos, que arrancaban desde Capital y terminaban en José C. Paz. En aquélla época ni siquiera preguntábamos a que red pertenecían porque no era tan significativo como elemento, como ahora efectivamente. Probablemente muchos de esos nodos deben haber pasado a una red, otros a otra, no tengo idea, porque a mí lo que me interesaba era ver qué le pasaba a la gente común que iba al trueque. Y lo que encontramos en ese entonces fue, más o menos, lo siguiente: encontrábamos que en primer lugar, el trueque había sido una forma muy poderosa de recreación de lazos sociales para sectores medios que habían sufrido lo que suele llamarse la caída, o que estaban ya en situación de nueva pobreza. Diez años atrás, a principios de los años ’90, ya había habido interesantes investigaciones de otros colegas de esta universidad, donde lo que mostraban, y es bastante conocido, que ante la pérdida de ingresos, y de trabajo y de filiación, etc., lo que hay es una situación de encapsulamiento y aislamiento social de las personas que pasan por estos avatares terribles, lo cual no hace más que provocar de alguna manera el empeoramiento de su situación.

Lo que nosotros encontramos es que el trueque justamente brindaba la posibilidad de acceso a otro marco de sociabilidad y a la recreación de lazos sociales para estas personas que habían perdido sus marcos de referencia previos, porque habían dejado de trabajar, porque ya no tenían suficiente ingreso, porque ya no podían sostener los consumos propios de un nivel de ingresos que ya no tenían, etc. Y en ese sentido nos interesaba muy fuertemente el trueque. Ahora, ¿qué encontré en el trueque? En el trueque personas para las cuales el trueque era la forma de ejercicio o la puesta en práctica de una utopía, la idea de que el trueque era la posibilidad de llevar adelante un proyecto alternativo, que se podía denominar de distintas maneras, reinventar el mercado, desarrollo sustentable, ética solidaria, pero básicamente lo que los guiaba no era tanto la necesidad sino básicamente la forma de creación de una militancia social, un trabajo comunitario, como ustedes quieran llamarlo, una nueva forma de vivir lo público que el trueque les daba.

Estas personas son las que están más cerca de los discursos que hemos estado escuchando hoy, pero eran una minoría. La mayoría eran personas para las cuales el trueque se había convertido en un trabajo, en la posibilidad de un trabajo, y veían e iban al trueque y rotaban entre los trueques, y conocían los distintos horarios, etc., de la misma manera que se va a un trabajo informal. Había mucho menos de todo este discurso, casi nada de todo este discurso del proyecto alternativo, se tomaba al trueque como un trabajo, en algunos casos un tipo de trabajo que se prefería; pero también encontré en muchos casos un tipo de trabajo que no se prefería, digamos que si se hubiera podido tener un empleo se prefería obviamente tener un empleo.

Empecé a encontrar casos, pero también eran una minoría, para quienes el trueque comenzaba a ser un negocio. Gente que, por conocimientos previos, por inserción, por niveles éticos menores, por lo que sea, empezaban a encontrar interesantes nichos dentro del trueque, empezaban a encontrar oportunidades, y la sabían aprovechar. Pero la mayoría de lo que yo encontré fue gente que iba al trueque por necesidad y alcanzaba ciertos niveles de satisfacción de necesidades muy básicas y muy extremas, y ahí me parece que el trueque cumplió una función muy interesante, que es dar respuesta desde una invención social, porque fue un invento social el trueque, fue un invento de la sociedad, dar respuesta a esos amplios sectores sobre todo de nuevos pobres, de clases medias empobrecidas, etc., para los cuales no había programas sociales desde el gobierno. Es decir, el trueque realmente ayudó muchísimo, muchísimo en ese sentido.

También creo, y tal vez éste es el mensaje que quisiera plantearles, que el trueque colaboró seriamente en la posibilidad de recrear lazos sociales y de volver a integrar socialmente a las personas, independientemente de todos los discursos que hemos escuchado, que yo escuchaba en aquel entonces y que escuché hoy, el trueque como práctica contenía la posibilidad de recreación de lazos sociales.

Señores y señoras, recrear lazos sociales es lo más difícil que existe. No hay receta, no hay teoría para esto, y sin embargo, en el trueque se logró o se lograba y es lo que yo realmente tengo mucho temor de que vaya a perderse. Lamentablemente, estamos en un momento en que uno como sociólogo por lo menos, hace el duelo de la Argentina que ya no es. Yo empecé a estudiar la Argentina, me interesaba estudiar sociología, estudiaba Argentina y por supuesto uno era muy crítico de las realidades que veía 25 ó 30 años atrás. Pero viéndolo desde ahora, y hay mucha revisión que estamos haciendo en ese sentido, la Argentina era un gran país y no se sabe muy bien ni cómo ni por qué ni si fue mérito de quiénes, habíamos logrado ser una sociedad relativamente igualitaria y hemos dejado de serlo, y ésa es la gran pérdida a la cual nos enfrentamos. Volver a ser una sociedad relativamente igualitaria significa poder pensar dispositivos de integración social, sabemos ahora que ya no tenemos esto y que estamos prácticamente haciendo la autopsia de la Argentina igualitaria. ¿Cuáles fueron algunos de esos mecanismos de creación de igualdad?

Por supuesto, la economía es absolutamente importante, pero yo voy a plantear esto: fueron básicamente la escuela, la educación pública, la universidad, el barrio como dispositivo, espacio público que se compartía, etc. y tal vez muchos otros más.

Pienso que frente a la situación de crisis, el trueque contenía algo de esta posibilidad, era de alguna manera, posiblemente una máquina de recreación de lazos sociales y de recreación de integración social y como tal era una gran invención social, ojalá lo siga siendo.  


1. Investigadora-docente del Instituto de Ciencias/Universidad Nacional de General Sarmiento.

2. El estudio está incorporado al presente texto. Véase sección V.  

 


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