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Trueque y Economía Solidaria
Susana Hintze (Editora)

Parte III. La nueva pobreza abre sus puertas: viejas y nuevas formas de sociabilidad

Estas personas van perdiendo contacto con otros compañeros, amigos, relaciones sociales que frecuentaban en el pasado. Su sociabilidad va mutando a medida que descienden en la escala social. No es que se sientan objeto de rechazo por parte de sus antiguas relaciones, es que no se sienten sujetos de un consumo que parece ser necesario para mantenerlos. Es como si dijeran: mantener los amigos de antes es un costo que ya no se puede financiar. Las amistades generan gastos y obligan a reciprocidades que no se está en condiciones de mantener.

“Tengo gente amiga que han crecido mucho económicamente y yo no les puedo seguir el ritmo de vida que ellos llevan, digamos que tienen la costumbre de reunirse el fin de semana en Puerto Madero, entonces nos hemos distanciado (…) como también tengo amigos que han crecido impresionante, fábrica, countries, coches, viajes, aunque yo no les pueda seguir el ritmo, ellos me invitan; otros se abrieron totalmente.”16 “Hubo cambios, dejás de asistir a lugares donde uno iba siempre. Bueno, no era siempre, pero tenías un día de decir vamos a cenar, varios matrimonios juntos, eso se cortó, porque el poder adquisitivo no está.”17

Y entonces sobreviene el alejamiento de sus marcos relacionales, una vivencia de aislamiento más o menos prolongada y luego el acceso a un tipo nuevo de sociabilidad más tranquilizadora como la que les proporciona el trueque, en la que no hay que hacer el esfuerzo de demostrar lo que ya no se tiene porque el sólo hecho de que el encuentro se dé en ese espacio es una puesta en equivalencia entre semejantes que exime a las personas de tener que explicar su nueva situación. Lo cierto es que ya casi no conviven con quienes solían estar antes de la caída. En cambio, empiezan a conocer a otros.

“Los hábitos cambiaron, a mí me gustaba mucho la parte social. No pude salir nunca más con un amigo a tomar un café. Por no andar contando mucho mis cosas por ahí, porque la gente está mal y si vos le vas a contar la gente que te quiere se pone peor. Aunque se te nota en la cara que estás mal. Yo no soy depresiva, pero tuve que ir al hospital, me estoy haciendo un tratamiento con un psiquiatra gratis.”18

“Cuando uno se queda fuera del sistema económico, uno se pone mal y empieza a perder cosas, no solamente materiales, sino amistades. Porque uno está mal y aparte es feo ir a ver a amigos o familiares, que todo el mundo está hablando de trabajo, de su ocupación, de lo que se compró y uno es un desocupado, uno es un marginado del sistema, así lo siente una persona como yo que trabajó toda la vida.”19

La experiencia en el trueque es diversa para los diferentes tipos de personas que acuden a él. Algunos buscan recrear lazos sociales, otros, más prácticos, se limitan a buscar soluciones a sus necesidades: “trocan” y se van. También es posible identificar diferencias entre nodos. Hay algunos que son más comunitarios y donde hacen un esfuerzo expreso por generar nuevos lazos entre sus miembros. En otros, tal vez por su mayor magnitud y porque hay mayor circulación de gente, esta especie de gestión de la sociabilidad no aparece.

“Yo entré al trueque y el primer día era como mi casa. La gente de Flores es espectacular, no hay nodo como el de Flores, es familiero, te contienen, tenés problemas y te prestan créditos para que los soluciones. Se hacen fiestas familiares, se hacen cumpleaños, se festejan los compromisos. Una vez al mes nos reunimos todos, comemos algo y estamos contenidos. Si a alguien le pasa algo, tratamos de ayudarlo. No sé si en otros nodos se da, pero el de Flores es genial. (….) Lo que pasa es que el trueque es muy cansador porque la gente viene a contarte sus problemas, vos tenés que escuchar, si podés tenés que tratar de solucionar y entonces si sos un poco sensible te cargás. Y está la otra parte, gente que no le importa nada, viene, pone todo ahí, cuando lo vendió, levantó y se fue, no le importa.” 3

“El trueque es lo que estaba buscando. Interiormente uno siempre busca rescatar todo lo que en su vida le sirvió, tanto para vivir como para socializarse con la gente (…) el tema es que de repente te socializás de otra manera, o sea, hay alternativas, hay otras necesidades que el trueque te cubre. Se hacen encuentros, a eso de las 6 o 7 de la tarde vamos todos al trueque a cambiar. Pero mientras tanto pasamos el día, y se festeja mucho, el día de la madre, los cumpleaños, el día del padre.”4

El acceso a estos nuevos espacios de sociabilidad aparecen especialmente valorados, en particular, porque entre los participantes se restablece una sensación de igualdad que cada uno de ellos había perdido respecto de sus antiguos ámbitos de referencia. Esto representa una de las ganancias simbólicas más destacables que proporciona el trueque a los grupos que se forman en él: ya no es más necesario aparentar lo que ya no se es.

Es menos frecuente el uso estratégico de estas nuevas relaciones para encarar proyectos colectivos que pudieran incidir en la solución de problemas prácticos que enfrentan, por ejemplo, emprendimientos asociados a otros miembros. Sólo el 20% de los entrevistados manifestó tener planes de realizar algún nuevo proyecto o emprendimiento en conjunto con otros a partir de la experiencia o las nuevas relaciones que realizaron en el trueque.

“Lo único que se puede llegar a hacer con el trueque es cambiar materia prima por producto terminado. Negociamos las empanadas por un lado, negociamos las empanadas por otro lado y conseguimos materia prima para adentro. O bien, necesitás 5 .000 buzos, bueno la confección de los 5 mil buzos dámela en materia prima.”5

“Por medio del trueque contacté a otras personas que me pueden facilitar mi materia prima para elaborar una mercadería de tipo artesanal. Hasta ahora no me había sido posible ampliar el taller con créditos, no lo podía hacer con efectivo, es un material muy caro que no se puede comprar con dos pesos. (…) Por medio del trueque y por medio de los créditos, y de gente que lo tiene, lo voy a poder hacer.”6

Lo que prevalecen son los temores a encarar actividades que implican un riesgo que no conocen porque fueron siempre trabajadores en relación de dependencia, un diagnóstico pesimista respecto del contexto económico o bien la constatación de fracasos que no se quieren volver a repetir. En los casos entrevistados, el trueque era un dispositivo de supervivencia ligado a la esfera del consumo de cada uno de sus miembros, pero distaba mucho de convertirse en un mecanismo a partir del cual se generan proyectos de microemprendimientos ligados a la esfera de la producción.

“Quise hacerlo, lo empezamos, lo hicimos en el nodo, nos juntamos en un emprendimiento de belleza y salud. Yo daba yoga, había una peluquera, una pedicura, una señora que hacía reiki, otra señora que hacía masajes. Pero no tuvimos suerte, fueron dos meses, pero no vino nadie porque era mal horario (…) tenía una sola alumna y gastaba más en viaje que los tres créditos que le cobraba.”7

“Lo ideal es estar parado en el lugar justo en el momento preciso, para eso uno necesita tener conexiones y cierta visión desarrollada por la vida, que uno no tiene porque siempre trabajo en relación de dependencia. Pero bueno, ahora hay que hacer otra cosa, había pensado comprarme un coche para usarlo de remise, pero hay tantos que no conviene.”8

El trueque es un caso de red extensa donde circulan bienes, servicios y competencias personales muy heterogéneos entre sí. Contiene, por lo tanto, posibilidades de combinatorias de recursos que podrían resultar en emprendimientos colectivos. Sin embargo, y por motivos que no alcanzamos a detectar en este estudio, estas potencialidades no llegan a concretarse y a fructificar a partir de la iniciativa de sus miembros. Muchos de ellos tienen capital humano y cultural, son un yacimiento de saberes que se están inmovilizando y por lo tanto deteriorándose. Según sea su procedencia, tienen más o menos destrezas para la organización y la autogestión. Esta es menor en aquellos que provienen de un pasado en el trabajo asalariado, pero mayor en quienes están insertos en el trabajo informal.  


1. Luis, trabajador industria textil, entrevista ya citada.  

2. Nora, 36 años, ama de casa, entrevista citada.  

3. Mirta, 54 años empleada administrativa, entrevista ya citada.  

4. Esteban, enfermero desocupado, entrevista ya citada.  

5. Ana de Almagro, 54 años, casada, un hijo, universitario completo, empleada administrativa, ingresos $ 600, obtiene cerca del 70% del trueque.  

6. Norma de Moreno, 49 años, separada, dos hijos, secundario completo, desocupada, ingresos del grupo familiar 450%, no sabe cuánto obtiene del trueque.  

7. Pedro de José C. Paz, 56 años, casado, 6 hijos, primaria completa, desocupado, ingresos $ 400, no puede calcular cuánto obtiene del trueque.  

8. Norma de Moreno, entrevista citada.

9. Ana de Almagro, 54 años, casada, un hijo, universitario completo, empleada administrativa, ingresos $ 600, 70% del trueque.  

10. José de Moreno, 49 años, casado, 3 hijos, terciario completo, universitario incompleto, desocupado, ingresos $ 500, no sabe calcular cúanto obtiene en el trueque.  

 


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