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Trueque y Economía Solidaria
Susana Hintze (Editora)

3. ¿Qué impide que las redes de trueque se consoliden y extiendan?

En la medida que constituyen un complemento y no la única vía posible para acceder a bienes y servicios por medio del trabajo, las comunidades de trueque deben ampliar continuamente la gama de bienes y servicios ofrecidos y, por tanto, el número de participantes en la red, si es que van a ser una alternativa permanente a la satisfacción de las necesidades que caracterizan a una sociedad urbana marcada por la innovación continua en las formas de consumo.  

Esa ampliación cualitativa y cuantitativa requiere superar el intercambio cara a cara entre poseedores de bienes mutuamente deseados y supone utilizar formas de dinero no oficial –papel o electrónico–, que en principio debe ser de circulación limitada a los miembros de la red (sólo aceptable en transacciones dentro de la red).1

En principio, el trueque es una forma de intercambio simultáneo de productos entre los propietarios de los mismos, estableciendo una relación de cambio por convenio ad hoc. Si la entrega no es simultánea, porque una es diferida, se requiere una base de confianza para que uno entregue anticipadamente. El registro de una operación de trueque simultáneo es innecesario a los efectos de la operación misma, pero si es diferida, el registro consigna la obligación contraída entre las partes.

El papel (“entregaré tal bien o servicio”) que registra una obligación de entrega de un producto a determinada persona puede ser también objeto de una transacción en la medida que sea transferible. Se vuelve una obligación al portador, redimible en tiempo y lugar determinados. Puede cambiarse por otros bienes o por otras obligaciones. La forma más general de este documento es un vale que no se refiere a ningún producto o trabajo en particular sino a un producto o servicio abstracto o indefinido, que tiene en común con el que originó su emisión el de ser de valor equivalente (en número de horas o créditos). Finalmente el firmante termina haciendo el trabajo para un cliente que conoce al momento de presentar el crédito varias veces endosado. Tal instrumento, en la medida que está firmado por el primer eslabón de la cadena de transacciones, se extingue tanto si se vence el plazo acordado para la obligación como si se redime a tiempo. Si el firmante no cumple, su responsabilidad será puesta en duda por la comunidad y eventualmente penalizado su incumplimiento.2

Una forma más general de estos documentos es la emisión de créditos, no firmados por ningún productor en particular, sino por una autoridad aceptada por los miembros de una comunidad dentro de la que va a circular. Si ese documento es de circulación forzosa, cualquiera que ofrece un producto en la red está obligado a recibir esos documentos como pago por un valor equivalente. O bien puede ser de circulación voluntaria. Puede aceptarse o no, dependiendo de circunstancias particulares (poder de compra circunstancial o demanda de bienes o servicios que se pueden obtener con ese mismo documento; el poder de compra varía entonces y puede no corresponder a su valor nominal).3

Pero la introducción de formas de cuasi-dinero desata una contradicción: no sólo facilita el intercambio sino que permite ahora acumular valores representantes de una masa de productos o servicios superior a la oferta (y demanda) cotidiana de cada oferente. Por ejemplo, un participante en la red que tenga alta productividad o que ofrezca bienes con demanda excedente o de valor superior a los que retira cotidianamente de la red, tendrá un volumen de créditos en sus manos que excede lo que necesita para obtener los medios de consumo o de producción que requiere de la red, con lo que, o limita su participación productiva al equivalente de lo que puede obtener en esa comunidad, o busca otra utilidad a su participación (el préstamo con interés a otros miembros de la red, la realización de transacciones fuera de la red incorporando otros oferentes, etc.). Otro efecto es que varios participantes pueden asociarse para ejercer un poder de compra agregado. En ambos casos la forma dinero supone un poder de compra concentrable en pocas manos, el surgimiento de un desbalance en el poder económico de los miembros de la comunidad y la posibilidad del ahorro. Pero ¿cuál puede ser el sentido del ahorro en un sistema de trueque? Hay algunas funciones que el ahorro permite:

• La futura adquisición de un bien de mayor valor.

• Posponer el consumo especulando con que el valor en créditos de los bienes va a bajar al ser insuficiente la demanda y poder adquirir una mayor cantidad a posteriori.

• La posibilidad de convertirse en intermediario, comprando bienes escasos (por ejemplo: yendo temprano al mercado) para revenderlos a un precio mayor y así extraer de la comunidad más valor del que agrega por los propios productos.

• La posibilidad de prestar a interés a quienes necesitan más bienes o servicios de la red de lo que pueden contribuir a ella en el momento

Si se quieren evitar estos comportamientos considerados como especulativos y “no solidarios”, se debe ejercer un poder regulatorio horizontal, acordado como moral compartida por todos los miembros, o bien establecer un poder en manos de funcionarios elegidos para controlar las transacciones (por ejemplo, limitando el intercambio a cantidades ajustadas a la capacidad de trabajo individual o a las necesidades de consumo familiar). Esto no sólo introduce formas de control y concentración de un poder que puede tender a autonomizarse y sacar sus propias ventajas a través de prácticas de corrupción, sino que impide el desarrollo intensivo del volumen de intercambio, dejando sólo abierta la vía del desarrollo mediante la extensión por incorporación de nuevos miembros.

Mantener restricciones morales es difícil cuando es imprescindible el contacto con un mercado capitalista que no las sustenta. En efecto, la ampliación de la masa y variedad de bienes y servicios requiere en algún momento del acceso a medios de producción (insumos, máquinas, conocimiento incorporado en programas, robots, etc.), los cuales –a menos que la comunidad del trueque haya alcanzado dimensiones hasta hoy desconocidas– sólo pueden adquirirse por medio de dinero oficial en el mercado capitalista. La obtención de ese dinero puede lograrse mediante transferencias monetarias desde el sistema capitalista (pensiones, subsidios de desempleo, donaciones caritativas, etc.), la venta de fuerza de trabajo asalariado, o la venta de bienes y servicios en el mercado capitalista. Esto conforma un contacto necesario con el mercado capitalista.4


1. En caso contrario, podríamos pensar en este quasidinero como una moneda local que puede intercambiarse por dinero oficial, estableciendo una tasa de cambio, etc. Pero esto supone el reconocimiento por el sistema de esta moneda, lo cual implica introducir controles o acuerdos externos sobre su emisión, su respaldo, etc. lo que lleva a la reintegración de la comunidad dentro del sistema de mercado capitalista y al sinsentido de tener una moneda diferenciada. Cuando se “logra” el reconocimiento de la moneda comunitaria (bonos provinciales, créditos aceptados para pagar impuestos al municipìo, etc.) se comienza a perder también esa autonomía de regulación de las transacciones y la pretendida calidad de las relaciones de intercambio. Esto puede no ser malo, si el objetivo es reincorporar al sistema excluyente a los excluidos. No da lo mismo si el objetivo es preservar a la comunidad de la intrusión de los valores y de la presión de las fuerzas del mercado capitalista.

2. Recomendamos ver el erudito trabajo ya citado de J. Schüldt, que presenta numerosas experiencias y mecanismos de este tipo y los analiza desde otra perspectiva teórica. Puede sustentar transacciones de intercambio desigual. Puede sustentar relaciones de explotación del trabajo ajeno. Puede introyectar valores del mercado capitalista (por la forma en que se determinan los precios). Puede intercambiarse por dinero oficial (no salen de la red, sino que entra otro actor, o se cambian de manos entre miembros de la red). Debe utilizarse de manera combinada con el dinero oficial (por la imposibilidad de producir todo dentro de la red, en particular los insumos).

3. ¿Es tan distinto el “No-Dinero” o crédito del dinero oficial?: Puede ser falsificado. Puede devaluarse. Puede haber iliquidez o exceso de circulante (en relación a las transacciones actuales o posibles). Cómo se define el nivel adecuado de emisión?  

4. Hay otras formas menos evidentes de contacto, como cuando los precios relativos se fijan por relación a los de dicho mercado.  

 


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