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Trueque y Economía Solidaria
Susana Hintze (Editora)

Algunas conclusiones en base a la Jornada Nacional sobre Trueque y Economía Solidaria José Luis Coraggio

La extensión de las redes de trueque es desconocida, cuántos son hoy en todo el país los nodos, los prosumidores y su distribución, el valor de las transacciones, es una incógnita.

Hay temas que atraviesan sin consenso claro a los distintos modelos de organización del trueque en la Argentina: la relación con el Estado, con posiciones que oscilan entre no tener ninguna relación hasta una de gran desconfianza pero que lo considera necesario (marco normativo, recursos, admisión de la moneda); la relación con el dinero de curso legal; la relación con la producción asociativa y no asociativa y con el mercado fuera de la red.

Hay muchos problemas que no pudieron siquiera comenzar a discutirse en la Jornada Nacional del viernes 6 de setiembre, y que, al final, en los talleres, resultó ser una posibilidad altamente valorada por los participantes. El diálogo horizontal no pudo extenderse por falta de tiempo, lo que indicó que en otros encuentros debería programarse mejor el tiempo. Cabe aclarar que el formato de paneles se debió, en parte, a la intención de que todos los sectores pudieran estar representados y tener su voz en el encuentro, y que la existencia de un fuerte conflicto hubiera impedido, como de hecho impidió, un diálogo de esa amplitud. Sin embargo, el evento pareció mostrar que mientras algunos rasgos de los discursos tienden a converger, no ocurre lo mismo con las prácticas.1

Para ilustrar la diversidad de situaciones reales de organización de las relaciones tejidas alrededor del trueque, se presenta esquemáticamente la siguiente apertura en variantes empíricamente registrables:

a. Una línea que se ha orientado por la eficacia y la dirección vertical, que ha incorporado al dinero de curso legal como parte de los recursos y que, por tanto hizo posible la existencia de lucros personales, de comportamientos especulativos y explotativos, y descuidó la eficiencia social (producir relaciones sociales); que ve en el número de participantes un indicador del éxito, antes que en la calidad de las relaciones; que a pesar de hablar del nodinero ve al dinero como movilizador de energías, voluntades y recursos. Es muy cuestionada por no dar cuenta de sus acciones, por no asumir las consecuencias de decisiones erróneas, y del uso de los recursos. Y por haber intentado ubicarse estratégicamente en el mundo de la política.  

b. Una línea que aspira a crear sujetos sociales y organizaciones de orden nacional, pero a partir de grupos de base autogestionarios, autónomos, que más que en el crecimiento cuantitativo ve como éxito la consolidación de comunidades democráticas, deliberativas, igualitarias, y que tiene una gran desconfianza del Estado y del mercado pecuniario; que ve a la vinculación con el dinero de curso legal como un peligro más que como un instrumento que puede ser reinventado continuamente como artificio facilitador del cambio. Por tanto tiene dificultades para resolver la vinculación con las formas de producción “externas” y con el poder estatal, compartiendo la desconfianza generalizada por los manejos clientelares. Que en parte experimenta una crisis refleja por la competencia que le ha generado el primer sector, por espacios, por las voluntades de los prosumidores, por el impacto sobre los mecanismos de abastecimiento y de formación de precios. Que ve como problema la posibilidad del crecimiento económico desigual y la acumulación de medios de producción.

c. Una línea que apunta a lo local, a lo particular, sea como red de intercambio sea como desarrollo de cadenas de prosumición consuntiva y productiva, que comparte los valores de democracia de base pero tiene más confianza en su capacidad de subordinar otras formas de producción o al mismo Estado a su propio proyecto sin desvirtuarlo. Que se puede preguntar para qué queremos redes y estructuras nacionales, si hay que dar respuesta concreta a las necesidades concretas de cada grupo o región. Y que no está en crisis. Que ante cada problema generado por el crecimiento plantea más desarrollo de las relaciones que sostiene. Que ha logrado mantener un relativo aislamiento y no ha sido afectada por el impacto de las estrategias del primer modelo. Que no ve problemas en el crédito en la moneda del grupo.

d. Una línea pragmática, que combina la eficacia y el empresarialismo, la tecnificación, la vinculación con el mercado en general, con una mayor transparencia en sus registros, un control de los balances entre dinero y masa de bienes y servicios. Que está consolidada y creciendo.

e. Una línea que mantiene la idea del promotor que va generando nodos, con una metodología de que promotores líderes altamente capacitados hagan que cada grupo descubra las virtudes y concrete las formas, de difusión de una variedad de experiencias de alta calidad, pero sin pretensión de armar un sistema ni de alcanzar escala. La calidad de las relaciones por sobre todo. Lo pequeño e interpersonal se privilegia, si bien se puede a la vez pensar en vinculaciones globales.

A esto hay que agregar la enorme diversidad de situaciones sociales, geográficas, políticas, entre la Capital, los conurbanos de la RMBA, y las localidades fuera de la región metropolitana, en provincias con muy diversa condición.

No hay, entonces, un sujeto con un proyecto único. El discurso puede unificar más que la práctica, por lo que el discurso se vuelve inconfiable. En cuanto a la confianza, aunque en la Jornada se dijo que toda relación social se basa en la confianza, sabemos que hay relaciones sociales que no cumplen con esa condición (como las de explotación, de dominio de diverso género, etc.) y que la confianza se puede generar o interpretar de varias maneras: “confíen en mí que los sacaré de esto” –y la confianza dura lo que dura la eficacia–; la confianza que no se reclama sino que es depositada en personas u organizaciones que han demostrado ser confiables; la desconfianza sistemática, es decir la confianza en el control estricto y continuo evitando que nadie se arrogue la representación, dado que la delegación de la capacidad de decisión siempre corrompe. A su vez, el Estado ha tenido intervenciones desafortunadas, al obviar –por ignorancia o por interés– un reconocimiento de todo este espectro de proyectos.  


1. En su discurso, quienes más se acercan al modelo (a) prometen el “regreso a los orígenes”, pero no dan una respuesta aceptada por sus interlocutores respecto de la cuestión de la responsabilidad por los procesos que ocurrieron en el período intermedio hasta la situación crítica actual.  

 


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