Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía de Venezuela

 

Ética y Economía

Marcos Tulio Álvarez 
Economista UCAB 
marcostulio@economista.com
http://www.marcos-alvarez.com/ 

 

Durante las últimas dos décadas, las reformas económicas realizadas en la mayoría de los países latinoamericanos han generado una creciente tensión entre el uso del mercado como mecanismo de asignación de recursos y la desigualdad en la distribución del ingreso. De hecho, muchos economistas y políticos han criticado al sistema de mercado y de libre competencia como un mecanismo que estimula la desigualdad social y limita el desarrollo de los más pobres. Las argumentaciones de lado y lado han colocado en el centro del debate conceptos como igualdad y libertad, que a pesar de tener en principio connotaciones simples y compatibles, esconden tras de sí complejidades que conducen a contradicciones de difícil solución. Por ejemplo, ¿es prudente, o incluso factible, proponer políticas públicas que preserven la libertad y la igualdad al mismo tiempo?

En este sentido, algunos autores apuntan hacia la construcción de una teoría sobre la igualdad de oportunidades, basada en la diferenciación de los resultados generados por las decisiones individuales, en contraposición a aquellos impuestos por factores externos como la condición social, racial o de género. Obviamente, estos análisis no escapan de presentar algunas fallas con relación a la practicidad de las soluciones propuestas, especialmente aquellas vinculadas con la capacidad de las sociedades para medir qué porcentaje de los resultados (satisfactorios o no) en la vida de una persona depende de sus decisiones autónomas y qué otro tanto depende de factores que escapan de su control.

Por otra parte, un concepto muy utilizado en la teoría de la justicia distributiva es el de “igualdad de resultados”. Básicamente, la igualdad de resultados implica que los individuos de una sociedad deben alcanzar un nivel equivalente en determinadas variables claves como ingreso, bienestar, esperanza de vida, “felicidad”, etc. De esta forma, la política social de un gobierno debe estar basada en la idea de ecualizar el valor de estas variables entre todos los individuos.

Sin embargo, el hecho de que los individuos obtengan los mismos resultados en el transcurso de sus vidas, los exime de responsabilidad individual y, por ende, de libertad. Es claro que al existir un gobierno que, de una forma u otra, redistribuya los recursos de forma tal que los resultados en el largo plazo estén determinados para todos los individuos no deja mucho espacio para la iniciativa individual, la competencia y la superación personal.

En este sentido, un sistema “rawlsiano” de justicia distributiva tiene ciertas características basadas en la igualdad de resultados. Recordemos que en un sistema de estas características, Rawls supone que los individuos no conocen a priori cuáles serán sus posiciones dentro de la sociedad. De esta forma, los individuos preferirían un sistema donde exista un mínimo de igualdad de resultados que los proteja de la probabilidad de ubicarse en posiciones de bajos ingresos dentro de esta sociedad hipotética.

Debido a las consideraciones anteriores, las democracias occidentales modernas han basado su teoría de la justicia social en la “igualdad de oportunidades” más que en la “igualdad de resultados”. Una característica muy atractiva de la igualdad de oportunidades es que permite resultados diferenciados. Sin embargo, estos resultados diferenciados pueden deberse, en principio, tanto al esfuerzo individual como a factores externos. Entonces, ¿qué es la igualdad de oportunidades? El economista John Roemer señala que una visión tradicional de la igualdad de oportunidades implica que el gobierno elimine o desestimule las barreras legales a la movilidad social y se utilicen procedimientos meritocráticos para la selección laboral o académica. También señala que una versión más liberal propondría una igualdad en la asignación de ciertos recursos mínimos como educación y salud.

Por otro lado, Roemer propugna que la igualdad de oportunidades implica, en la mayoría de los casos, asignar cantidades desiguales de ciertos recursos relevantes, con la finalidad de permitir que los individuos de una sociedad tengan la misma oportunidad de alcanzar algún resultado predeterminado.


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