Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía do Brasil

 

BRASIL: MÁS ENGAÑOS.

THEOTONIO DOS SANTOS
Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro
theotonio@nitnet.com.br

Cuando se implantó el plan real en Brasil tuvimos que enfrentar el escepticismo generalizado en el país y en el exterior sobre nuestras críticas respecto a su pretendido éxito. Era evidente que una política antinflaccionaria que elevaba la deuda interna del gobierno en más de 6 veces en poco más de 4 años no podría ser considerado, una política antiinflaccionaria, bajo cualquier principio teórico o doctrinario. 

Tampoco se podía considerar antiinflaccionaria una política económica que mantenía una sobrevaluación de su moneda nacional por cuatro años sucesivos, eliminando cualquier posibilidad de equilibrio cambial, así como ya había eliminado cualquier posibilidad de equilibrio fiscal. Por último, es ridículo llamar de antiinflaccionaria una política de atracción de capital externo que llenó el país de dólares, obligando el gobierno a generar una enorme masa de reservas en moneda dura, sin ningún respaldo real, puesto que la debía a los prestamistas internacionales.

Esta sucesión de desequilibrios hubiera sido más que suficiente para condenar esta política económica, particularmente en los medios ortodoxos, más particularmente aún en el Fondo Monetario Internacional. Porqué no hubo esta condena desde el inicio? Por que el Fondo Monetario y las autoridades financieras mundiales no actúan de hecho según los principios que pregonan y sin en función de que los intereses que defienden.

Y es evidente que la política del gobierno Fernando Henrique Cardoso contempló generosamente los intereses del capital financiero local e internacional. Sobretodo este último encontró un enorme mercado de inversiones de corto plazo a altísimas tasas de interés (que llegaron a 52% al año, en contra de cualquier doctrina o política económica seria), y esto en un momento de caída de la tasa de interés mundial que giraba en torno de los 4 % al 5% ! Era obvio que un estado que pagase esta tasa de interés mergullaría su economía en una crisis fiscal gravísima contrariando todas las recomendaciones de la ortodoxia económica del Fondo Monetario Internacional.

Los hechos demuestran por lo tanto que las autoridades financieras internacionales permitieron que se tomaran medidas económicas absurdas simplemente por que favorecían al sistema financiero internacional. Y lo hizo a costa del sacrificio de una enorme y significativa economía, que caminaba hacia desequilibrios económicos crecientes que exigirían necesariamente la intervención del sistema monetario internacional. 

Claro, una vez más competiría a los contribuyentes de los países centrales pagar estas aventuras de los especuladores financieros internacionales, así también escasos y revoltados contribuyentes de los países llamados emergentes tenían que sostener a estos especuladores pagándoles intereses absurdos y criando fondos especiales para salvar estos gigantescos aparatos financieros estos grupos internacionales penetraron en estos países para aprovecharse de las brutales transferencias de recursos de sus Estados hacia el sistema financiero.

Lo grave de todo esto es que se justificaba esta tremenda intervención estatal en nombre del "estado mínimo". 

Así también se disminuyan drásticamente los gastos del Estado con educación, salud, habitación, previsión social, etc en nombre de la contención del déficit público que aumentaba a cada día para pagar cantidades crecientes de intereses absolutamente injustificados.

Todo esto fue hecho bajo los ojos complacientes de los liberales-neo o antiguos-que abandonaban sus principios en favor del enriquecimiento de sus amigos banqueros. Muchos de ellos tuvieron que abandonar el terreno (el libre mercado!) para entregar sus bancos al capital internacional que penetró como nunca en el sector financiero de América Latina en los últimos años de desequilibrio financiero patrocinado por el Estado a servicio de sus intereses.

Pero se puede preguntar: quines ganaron con esta política? Porqué sectores significativos de la élite política nacional aceptaron servir tan claramente a una fracción tan restringida de la clase dominante, perjudicando a vastos intereses de los industriales, de los comerciantes, de los exportadores, etc.? Por una razón muy simples: el dominio del Estado por el capital financiero permitió a este capital pagar comisiones y abrir oportunidades de negocios increíblemente amplias para sus subordinados.

Y si consideramos el poder internacional que este sector adquirió en los años 80s, se hace claro que su capacidad de corrupción ha aumentado de tal forma que pudo crear una casta o capa social a su servicio. Algo parecido con las llamadas burguesías compradoras de África y Asia que la expansión colonialista del capitalismo europeo generó a servicio del capital mercantil y después de la expansión de sus ejércitos y de los nuevos inversores mineros, agrarios e industriales. 

Una de las características de esta capa de intermediarios es su total incapacidad de producir un pensamiento propio y de producir un mínimo de identidad nacional. Este sector social renuncia a cualquier proyecto nacional y lanza sus Estados nacionales en un pragmatismo "cortoplazista". Establece una retórica basada en el anticlímax, en la falta total de objetivos históricos, en el abandono de cualquier ideal o utopía. El máximo que logra proponer como objetivo es alcanzar el desarrollo los países del llamado Primer Mundo, particularmente los Estados Unidos. 

En Brasil había un empresariado mixto de industriales nacionales ( que, a bien de la verdad, se encontraban en la defensiva desde 1964) , representantes de las multinacionales y una capa importante de dirigentes de empresas estatales, muchos de ellos militares. Estos sectores empezaron a debilitarse en los años 70s con el aumento de préstamos internacionales y la creación de un sector financiero enorme a servicio de la gestión de estos excedentes financieros claramente ligados a la creación de una amenaza hiperinflaccionaria en el país.

Estaban creadas las bases para el grupo de negociadores de las renegociaciones de la deuda entre 1978 y 1983, que se apropiaron de comisiones gigantescas obtenidas con la triplicación de la deuda externa. Entre 1983 y 1990 este sector se vio disminuido debido a las restricciones impuestas por el gobierno norteamericano a los préstamos internacionales, pero no faltaran posibilidades de enriquecimiento interno con las medidas facilitadoras de las exportaciones y con las olas infraccionarias defendidas por un sofisticado sistema de indexación de la economía que protegía el capital de préstamo y hasta lo beneficiaba excepcionalmente durante la inflación. 

Como se ve, el irracionalismo tomó cuenta de nuestra política económica desde entonces. Era absurdo poner un país a producir "superávit" comerciales con el objetivo de generar recursos en moneda fuerte para pagar intereses de una deuda generada sobretodo por el aumento de la tasa de interés internacional. Lo que era aún más grave, era que la deuda aumentara dramáticamente exactamente en el período de crecimiento de las tasas de interés. En esto período convenía, evidentemente, suspender el pago de las mismas y evitar nuevos endeudamientos. Era evidente que estábamos bajo el dominio de una capa dirigente, formada sobretodo en las dictaduras militares a partir del enorme reforzamiento de los poderes de la tecnocracia concentrada en el sector ejecutivo de los estados de estos países. 

Fue desde dentro del Estado que estas nuevas tecnocracias, incrustadas en los bancos centrales y otros centros de poder autoritarios, empezaron a sorprender la sociedad con choques autoritarios y otros métodos de imposición de sus intereses sobre el resto de la sociedad.

En Brasil, estos métodos fueron cuestionados por el movimiento popular, lo que llevó a la constituyente de 1988. Pero, en seguida, ellos volvieron a ser utilizados por la reacción en contra de la Constitución, puesto de 1988 la mayor parte de sus dispositivos más progresistas no fueran reglamentados o fueron mismos reformados en los años posteriores.

En verdad, ciertos mecanismos de reforzamiento del ejecutivo, como las medidas provisorias, que permiten al ejecutivo considerar aprobados sus proyectos de leyes mientras el parlamento no los vota, se convirtieron en un método de gobierno, particularmente en la gestión de Fernando Henrique Cardoso. Es pues natural que proliferen decisiones económicas totalmente irracionales desde el punto de vista de la teoría y de la doctrina pero plenamente racionales desde el punto de vista de la lógica de los intereses del capital financiero.

Lo grave sin embargo es que no hay ninguna corrección real de estos desequilibrios. La devaluación tardía de la moneda brasileña no resolvió el problema del comercio exterior por la simple razón de que los exportadores brasileños continúan pagando intereses absurdos que bajan enormemente su poder competitivo aún con una moneda relativamente devaluada. Asimismo, la política antiinflaccionaria, basada en la recesión como método de disminuir la demanda, disminuye la fuerza de la exportación brasileña que era disponer de un mercado interno razonable en la región de América del Sur, hacia donde se expandieron sus exportaciones en los últimos años. Estamos pues enfrentados a trampas difícilmente desarmables. En tales circunstancias, se hace hasta ridículo el optimismo de los funcionarios gubernamentales que insisten, sin embargo, en engañarnos una vez más.


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