Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

 

 

Economía de Argentina

MERCOSUR
El sueño de unir intereses diferentes

Alfredo Félix Blanco (CV)
Universidad Nacional de Córdoba
afb2002@hotmail.com

Todos los autores que han analizado la historia económica mundial, sea cual sea la perspectiva analítica a la que hayan adherido, coinciden en destacar que el desarrollo de la economía capitalista tiene entre sus rasgos esenciales la tendencia a la expansión e internacionalización de las actividades económicas. El capitalismo moderno, estuvo asociado y demandó en sus orígenes de la existencia de los estados-nación que sucedieron al orden feudal caracterizado por el fraccionamiento del poder político. El desarrollo y expansión de los mercados que requería el desarrollo comercial e industrial, hacía coincidir los intereses de las nuevas formas de producción con una estructura fuerte que las protegiera de competidores extranjeros. Para ello los Estados recurrían a todos los medios a su alcance, donde la guerra no era una excepción. Esa es la historia del nacimiento de los Estados-Nación europeos en los albores del capitalismo.

Sin embargo, el propio desarrollo de la economía mundial fue gradualmente requiriendo nuevas formas, y la internacionalización en su fase superior: la globalización, termina demandando una gradual desaparición de las fronteras nacionales. No es una paradoja, sino una consecuencia natural de su desarrollo, que el capitalismo nacido junto a estados nacionales fuertes y beligerantes, necesite para su propia evolución morigerar hoy la presencia de esas soberanías nacionales.

Integrarse o perecer

La aceleración del proceso de globalización económica de las últimas décadas del siglo pasado, implicó para todos los países una mayor necesidad de buscar formas de integración que les permitan afrontar en mejores condiciones los nuevos escenarios.

Desde fines de la segunda guerra mundial, y simultáneamente a la expansión comercial del periodo, se advirtió la conveniencia de tender a la integración económica de los países para aprovechar las ventajas que un bloque económico podía presentar en materia de dimensión de mercados, movimiento de capitales, aumento de las corrientes comerciales, disminución de los costos, formación de recursos humanos, etc.

La integración económica es sólo una fase de un proceso que comienza con la eliminación gradual de las barreras al intercambio de bienes y al movimiento de factores productivos, pero que tiene como destino final la abolición de toda forma de separación entre las economías nacionales participantes. Dicho proceso culmina en una forma de integración que excede el ámbito económico y que significa la creación de un marco de institucionalidad supranacional, con atribuciones también en materias políticas, jurídicas, de defensa y sociales. La decisión de integrarse es inevitable ya sea que sea vista como una oportunidad de aumentar el bienestar de sus ciudadanos o simplemente por una cuestión de interés nacional para poder subsistir en las nuevas condiciones mundiales.

El más exitoso de dichos intentos ha sido la Unión Europea, que recientemente ha llegado a concretar la unidad monetaria y está en proceso de aprobar una Constitución única.  

En los países de América Latina existieron expresiones que alentaban a la integración ya desde el siglo XIX. Así por ejemplo, las ideas de unidad de Bolívar contribuyeron plantear la posibilidad de una identidad política subcontinental. Sin embargo, recién a mediados del siglo XX, fundamentalmente a partir de los estudios de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), se comenzó a alentar a los procesos de integración económica. Esta actitud se basaba más que en la conciencia de nuevas oportunidades, en la convicción de que constituía un mecanismo apto para resolver las condiciones de desventaja de estos países (que se los empezó a denominar “periféricos”) frente a los países “centrales” del mundo desarrollado.

La integración era entonces percibida más como una necesidad para afrontar las “amenazas” del capitalismo desarrollado que como una oportunidad para potenciar las posibilidades de nuestros países. Posiblemente esta percepción del fenómeno también haya contribuido a explicar el lento, contradictorio y errático sendero por el que han transitado los ensayos realizados.

El MERCOSUR:

El primer intento importante de acuerdo entre varios países latinoamericanos, y que constituye el antecedente del MERCOSUR, fue la suscripción el 18 de febrero de 1960 del Tratado de Montevideo que instituyó la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC.) entre Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Uruguay y Perú.

A pesar de las dificultades y los modestos logros, de las marchas y contramarchas, la experiencia (que continuó con la Asociación Latinoamericana de Integración - ALADI -) contribuyó a la creación de un mayor grado de conciencia sobre la necesidad de no tener una visión “autárquica” del desarrollo económico nacional.

En 1986 los presidentes de Argentina y Brasil (Alfonsín y Sarney), firmaron una serie de acuerdos de cuya aplicación surgió, en Marzo de 1991, el MERCOSUR instituido por el tratado de Asunción que incluyó también a Uruguay y Paraguay.

Sin embargo una mirada a la situación presente aparece como claramente desalentadora y los riesgos de fracaso de la iniciativa se reflejan en el crecimiento de tensiones entre los países miembros, en particular entre Argentina y Brasil. En el grafico I se puede apreciar la evolución reciente que ha tenido el comercio con países del MERCOSUR dentro del total exportado e importado por Argentina. En dichos porcentajes de participación se advierte un comportamiento claramente diferenciado entre las exportaciones y las importaciones. Las primeras, que representaban a fines de los años noventa más del treinta por ciento han decrecido en su participación dentro del total de exportaciones argentinas niveles cercanos al veinte por ciento. Mientras que la participación de las importaciones provenientes de países del MERCOSUR que se ubicaba en torno al 25 % del total importado por Argentina ha crecido a niveles superiores al 35%  

En relación al saldo del Balance Comercial (la diferencia entre las exportaciones y las importaciones) con los países del MERCOSUR en el gráfico II muestra la evolución de los últimos años.  

Las trabas y errores de la integración

Durante los periodos de gobiernos militares la principal resistencia a la integración provenía de las supuestas amenazas para la seguridad nacional. Las desconfianzas mutuas y los problemas políticos se explicitaron, por ejemplo en la relación argentino-brasileña, en oportunidad de la construcción de la obra de Itaipú.

Con la consolidación de los regimenes democráticos parecía que la integración económica encontraría sus posibilidades de desarrollo definitivas. La firma del tratado de Asunción despertó esperanzadas expectativas en este sentido. Sin embargo, a catorce años de su constitución, el MERCOSUR ha logrado resultados muy modestos. Mas allá de los avances, muy resistidos, en lo referido al Programa de Liberación Comercial, el bloque no ha logrado una verdadera integración y las recientes perturbaciones que se observan en la relación Brasil-Argentina lo demuestran cabalmente.

Las resistencias ligadas a la “defensa nacional” han sido reemplazadas por otras que se derivan de los intereses privados contradictorios. Esos intereses se han manifestado por ejemplo en la discusión sobre el nivel del Arancel Externo Común (el que deben pagar los productos que ingresan desde fuera del MERCOSUR) que refleja las diferencia que existían entre las propuestas argentinas y uruguayas (bien aperturistas) y las brasileñas (más proteccionistas).

Los intereses del sector privado y las diferentes visiones ideológicas han sido, y lo seguirán siendo, los principales escollos a superar para lograr la integración. Recientemente la Unión Industrial de paraguay no ha vacilado en expresar que las condiciones actuales del MERCOSUR “imposibilitan desarrollo” de su país. Por supuesto que es más débil aun el grado de compromiso que tienen países asociados como Bolivia o Chile.

Como resultado de todo ello, el bloque no ha logrado avanzar en la adopción de una moneda común ni en acciones de complementación productiva; siguen las disputas por temas arancelarios, y la ausencia de una efectiva coordinación de las políticas macroeconómicas no sólo impide resolver sino que profundiza las asimetrías existentes. Ante esta realidad, en el año 2000 se decidió iniciar una etapa llamada “relanzamiento del MERCOSUR” que tiene como objetivo fundamental el reforzamiento de la Unión Aduanera.

A todas estas dificultades debe agregarse que las crisis recurrentes de las economías nacionales significan un problema adicional que atenta contra el objetivo de la integración. En esas circunstancias ha quedado claro que la “solidaridad latinoamericana” tiene más de retórica que de compromiso efectivo. Cada país ha terminado negociando con los organismos de crédito multilateral (por ejemplo con el FMI) de manera no sólo independiente sino inconsulta, y los acuerdos que se logran tienden a debilitar la posibilidad de desarrollo del MERCOSUR. Las presiones de Estados Unidos para implementar el ALCA (Área de Libre Comercio de las Americas) tienden ademas a debilitar más aún esas posibilidades. En la lista de los fracasos debe apuntarse también las demoradas y estériles negociaciones como bloque con la Unión Europea.

Adicionalmente a estas cuestiones, la visión de “integrarse para defenderse” es una mirada que limita las posibilidades de consolidar el proceso. ¿Existen chances para el MERCOSUR en el futuro? Seguramente que si.  

Esas posibilidades deberán transitar el estrecho sendero que existe entre las convicciones “ultraliberales” que por vocación aperturista niegan los beneficios de la integración, y los discursos demagógicos de “integraciones nacionalistas” que terminan protegiendo intereses de monopolios locales que se benefician con la no-integración. Para ello hace falta un Estado con real capacidad y poder de arbitrar entre intereses contradictorios que han perjudicado los intentos realizados hasta el presente. En Argentina al menos ello implica repensar y recrear el Estado y la política.

La historia de logros de la Unión Europea, y de frustraciones del MERCOSUR, muestra que los “sueños” frecuentemente ceden frente a los intereses, pero también señala que la integración económica no sólo es posible sino deseable.

Para lograrla será necesaria una visión más realista y homogénea de todos los Estados miembros sobre las ventajas de la integración, pero también se requerirá mayor conciencia de los intereses que deben defenderse. Sólo así el Mercado Común del Sur puede transformarse de una utopía necesaria a una utopía posible. Lograrlo nos permitiría pensar que “el sur también existe”.  


Nota publicada en: SUPLEMENTO DEBATES. LA MAÑANA DE CÓRDOBA. (08/05/05)  


Para citar este artículo recomendamos utilizar este formato:

Alfredo Félix Blanco: "MERCOSUR El sueño de unir intereses diferentes" en Observatorio de la Economía Latinoamericana Nº 43, mayo 2005. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/ar/

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