CIENTÍFICO - TEÓRICO - ESTADÍSTICO - COMERCIAL JURÍDICO - SOCIOLÓGICO
 
RECOPILADO POR EL PROFESOR MANUEL SERRA MORET

 

U

 

ÚTIL

Dícese de todo lo que sirve a los fines sociales y humanos, y de cuanto puede proporcional' alguna facilidad o beneficio. Dominio útil es la posesión efectiva de una propiedad u objeto cuyos títulos o derechos no han sido debidamente legalizados. Capital útil es el representado por máquinas, tierras, edificios, medios de transporte, dinero en caja, y otros instrumentos de producción e intercambio.

 

ÚTILES

Galicismo con que se designan las herramientas, aperos y utensilios propios de una profesión u oficio. También se emplea para designar otros objetos, como los de uso doméstico. Es corriente encabezar una de las cuentas del libro mayor con el epígrafe de "Muebles y útiles", queriendo designar con esta última palabra aquellas cosas que sin entrar en la categoría de muebles son necesarias en un negocio o en una vivienda.

 

UTILIDAD

Aunque en el concepto general significa el servicio que presta toda cosa, en términos mercantiles la palabra utilidad se ha hecho sinónima de rendimiento, ganancia o beneficio. Así, las utilidades en un balance son la diferencia que existe en favor del haber de una empresa; la utilidad de un negocio es el beneficio líquido que ha producido, y el cálculo de utilidades es el rendimiento neto que se espera obtener de una producción, de unas transacciones o de una actividad cualquiera.

 

UTILIDAD MARGINAL, TEORÍA DE LA

Aunque el concepto económico de la utilidad marginal aparece estrechamente asociado a las doctrinas fundamentales de la llamada Escuela austríaca, ocurrió con ello el caso paradójico, no sólo de haber sido enunciada a un mismo tiempo por tres reconocidas autoridades en la ciencia: William Stanley Jevons en The Theory of Political Economy (1871) ; Karl Menger en Grundsiitze der Volkswirtschaltslehre (1871), Y Léon Walras en Éléments d'économie politique pure (1874), sino de que ninguno de los tres había inventado la famosa teoría, concebida ya antes, también en forma simultánea y separadamente, por Hermann H. Gossen en Alemania y Nassau W. Senior en Inglaterra a mediados del siglo. Este último, no se limitó a establecer el principio de la utilidad, sino que subrayó sus mayores consecuencias o sea que los costos tan sólo afectan a los precios a través del suministro u oferta, aunque desarrollara su teoría del valor a base de los principios de Ricardo del costo subjetivo. Las ideas expuestas por Adam Smith y más particularmente por David Ricardo en cuanto a que, para que un objeto tenga valor en cambio, es necesario que sea deseado o codiciado, no destruía la discrepancia evidente entre la utilidad de las cosas y sus precios, y por ello ambos se inclinaron a considerar los costos de producción como formativos de precios básicos, y Ricardo llegó hasta abandonar el pluralismo de Smith para admitir como base simple y unitaria de los precios el trabajo representado en la producción de las cosas.

Las doctrinas formuladas por Jevons y Menger invirtieron por completo aquella relación entre costos y precio, señalando a los costos corno derivados del precio y no corno su causa. El cambio de posición se fundaba en que las mercancías no eran estimadas de acuerdo con su significación general, sino por la de cualquier unidad disponible. Siendo iguales todas las unidades de una mercancía dada, la unidad que se emplea para el uso más importante puede ser reemplazada por la empleada en el más ínfimo menester, y debe adscribirse un precio igual a las dos. Por consiguiente, el valor en uso de una cosa cualquiera disminuye al tiempo que su provisión o suministro aumenta, y la paradoja que confundía a los tratadistas clásicos se desvanece. El valor en uso del agua o del hierro es tan escaso porque se trata de materias abundantes que pueden emplearse para los usos más triviales; pero crecería en proporción indefinida en la misma medida en que se fuese reduciendo su suministro, en tanto que el valor del oro y de los diamantes se reduciría progresivamente cuanto mayor fuese su producción y su oferta.

Esta concepción del valor en uso de una unidad simple de toda mercancía, determinado por la importancia que tenga la "última unidad" o aquella que se destina al uso más ínfimo, es lo que ahora se llama utilidad marginal, adaptación hecha por Smart del término alemán Grenznutzen, usado por F'riedrich von Wieser en su Der natürliche Werth (1889), traducido por aquél en 1893. Este término nunca fué usado por los primeros exponentes de la teoría. Jevons, en su exposición a la Sección F de la British Association en 1862, la llamó "coeficiente de utilidad", Y en el libro a que antes nos hemos referido la llamaba el "grado último de utilidad". El término empleado por Menger era "importancia", y el empleado por Walras era "rareza". Jevons y Walras definieron la idea en términos de precisión cuantitativa haciendo uso de las matemáticas infinitesimales. Menger habló sólo de unidades o porciones en términos corrientes.

La teoría de la utilidad marginal es, naturalmente, extensiva al problema de los salarios y a los de distribución. El campo de investigación se fué ensanchando, y aunque existía acuerdo entre los miembros de esta escuela respecto a la importancia de la oferta, la demanda y la competencia, se iba afirmando la necesidad de establecer un control del mercado en alguna foOrma de monopolio. Si se explica la formación de precios a base del valor en uso y de la escasez de las mercancías, parece razonable que allí donde éstas cobran existencia a través de la producción, como ocurre en la mayoría de los casos, los medios de producción Y los materiales de costo se valoren en la misma forma y de acuerdo con los mismos principios aplicados a las mercancías de consumo. Cada unidad de un material de producción tendrá un valor igual al de la unidad menos importante del producto a que se destina, o sea de acuerdo con la satisfacción que su uso puede prestar. Se debe a Menger el primer enfoque de la valoración de las "mercancías indirectas", "mercancías de orden más elevado" y los recursos de la producción. Aunque Jevons era en algunos aspectos más penetrante, no consiguió librarse de la influencia de la antigua escuela británica para desarrollar más sistemáticamente su teoría de la oferta, y los tratadistas austríacos posteriores cayeron en confusiones de detalle como el de que la utilidad era distinta para los compradores ricos y para los compradores pobres. La dificultad era simplemente imaginaria y derivaba de obstinarse en razonar en términos de utilidad absoluta y no relativa. Jevons ya había puesto de relieve que la utilidad determinativa del precio involucra comparación tan sólo para el comprador individual cuando hace uso de su poder adquisitivo mayor o menor, y no comparación entre unos y otros individuos y entre utilidad y no utilidad. Los valores de las mercancías producidas constituyen al mismo tiempo los costos pecuniarios de la producción y los medios a través de los cuales el producto habrá de distribuirse. Así, los resultados de este nuevo punto de vista desarrollado por Menger fueron más efectivos en el campo de la distribución que en el de la explicación de la formación de precios. La idea de Jevons se concreta en la página 179 de su Theory of Political Economy en estas palabras: "El costo de la producción determina la oferta o suministro; el suministro determina el grado final de utilidad; el grado final de utilidad determina el valor o precio".

 

Utilitarismo

Doctrina ética basada en que lo útil es lo bueno, y que, .en algunos casos, llega al extremo de considerar como recta la conducta moral cuando se dirige a la obtención de lo que puede serle útil sin preocuparse de los medios empleados. El término, más preciso que estas abstracciones, se aplicó a las doctrinas preconizadas por un grupo relativamente reducido de tratadistas ingleses, entre los que se incluian Bentham, James Mill, David Ricardo, John Stuart Mill, Austin y Sidgwich, y tenia por voceros políticos a Francis Place, Joseph Hume, Rocbuck, Grote, Buller y Molesworth. Aunque los "utilitarios" eran muy individualistas, y aunque James Mill negaba que existiese escuela alguna de este tipo, históricamente aparecen muy cohesionados, y su historiador apologista Leslie Stephen se refiere a ellos como si fuesen una secta. El epicureismo y el hedonismo clásicos constituyen sus antecedentes filosóficos, y el racionalismo inglés y francés, desde Locke a la Enciclopedia, culminando en el famoso libro de Helvetius, De l'esprit, y en las obras humanistas de Shaftesbury, Beccaria, Howard y el fundador de las modernas disciplinas económicas, Adam Smith. Algunos se fundaban en el empirismo tipico de los anglo-sajones, pero parece más propio relacionar aquella florescencia "utilitarista" con la profunda revolución industrial producida en Europa y especialmente en Inglaterra desde comienzos del siglo XIX. El principio utilitarista y en particular la idea de que el interés individual se identifica con el interés general es propio de una época en que la empresa individual era el resorte de todo progreso y en que tenía ,que lucharse con los residuos del feudalismo que pretendía ser la genuina representación del "paternalismo" social.

Los utilitarios basaban todo su sistema y sus derivaciones económicas, políticas, religiosas, educativas, en jurisprudencia, penología y pedagogía, en las leyes descubiertas por Bentham de que el hombre se gobierna por dos motivos fundamentales: el placer y el dolor. Mientras que los anteriores filósofos pensaban en términos de "derecho" y de "justicia", que cada uno concebía según su temperamento emocional, Bentham consideró que el principio de la ".utilidad" transportaba la política y la sociología a las serenas y' sobre todo impersonales regiones de las matemáticas. Si la ciencia observa al hombre objetivamente, con su mente libre de todas las preconcepciones morales y religiosas, encontrará que lo que el hombre busca primordialmente es conseguir el placer y evitar el dolor. Por consiguiente, la ciencia debe admitir que el placer es el "bien" y el dolor es el "mal". Incluso en muchos idiomas son conceptos sinónimos y que se confunden en el lenguaje.

En el campo de la economía, utilitarismo y economía clásica son una misma cosa. El aliento que Adam Smith infundió a la economía como ciencia estaba basado en el principio del utilitarismo. Este principio es el que propende a la libertad de comercio, al librecambio, a exigir gobiernos eficientes y que gasten poco, a la abolición de gremios y colegiaciones profesionales, a la extinción de toda forma de monopolio, a la competencia abierta y a la concurrencia universal, fundándose en la hipótesis de que, si todos los hombres fuesen libres para seguir y satisfacer su mejor interés y pudiesen comprar al precio más bajo y vender al precio más alto, no tan sólo se establecería el equilibrio natural en el mercado, sino que sus recíprocos egoísmos y mutuas ambiciones individualistas se neutralizarían unas a otras, armonizándose automáticamente para llegar a producir el máximo y lo mejor y distribuirlo equitativamente según los méritos de cada uno. (V. HEDONISMO).

 

UTOPÍA

Palabra de origen griego que significa en ninguna parte. La puso en boga el humanista inglés Thomas More (1470-1535) al escribir un libro con este título en el que, en forma similar a la República de Platón, exponía su concepto de la justicia social basado en las prácticas de un comunismo cristiano. Desde entonces, utopía y utopismo han sido usados para expresar ideas o concepciones irrealizables, fantasiosas o imprácticas, aplicándolos especialmente para calificar a ciertos radicalismos políticos y sociales. Existen varias obras de ese tipo, siendo las más notables New Atlantis, de Bacon, publicada en 1627; Civitas Soli, de Campanella, publicada en 1623; The Common Wealth al Oceania, de Harrington, en 1656, y Le cqde de la nature, de Morelly, en 1755. Así, Friedrich Engels, en su Die Entwicklung des Sozialismus van der Utopie zur Wissenschalt, pudo agrupar más o menos plausiblemente a Morelly, Babeuf, Saint-Simon, Fourier, Cabet, Owen, y a casi todos los socialistas anteriores a Marx, como partidarios de la utopía y clasificar los a todos como socialistas utópicos.


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