TEXTOS SELECTOS

CURSO DE ECONOMÍA SOCIAL

 

R. P. Ch. Antoine

 


 

 

 

Crítica de la teoría de Marx (1).

Esta teoría, por más de un concepto, nos parece inexacta:

1.° Decís que la sustancia del valor es escuetamente una cantidad de trabajo cristalizado (geronnene, einverleibte) en el producto. Muy bien; pero entonces carece de valor todo lo que no cuesta trabajo. La consecuencia es rigurosa, pero manifiestamente falsa. Descubro un yacimiento de oro, una fuente de petróleo; todos los sofismas del mundo no impedirán que yo posea bienes cambiables y, por lo tanto, dotados de valor. Marx ha previsto la objeción. «Las cosas que no contienen trabajo, escribe, pueden tener un precio sin tener valor» (2). Esto explica que puedan venderse la fuente de petróleo y el filón de oro. Esta respuesta se halla en oposición con las definiciones que el autor da algunas líneas más atrás. ¿Qué es, en efecto, el precio según Carlos Marx? «La forma monetaria del valor» (3). Luego el precio del filón de oro o de la fuente de petróleo es la expresión monetaria de un valor que no es tal. ¿Comprendéis un valor que no es valor?

2.° El valor, decís, es el trabajo incorporado; por consiguiente, todo trabajo efectuado en cualquier materia constituye un valor. Pero se impone una conclusión, cuya falsedad es evidente. Una piedra golpeada durante un día, ¿ha adquirido valor? A esta objeción, ¿qué responde el padre del colectivismo? Familiarizado con las estratagemas de la dialéctica hegeliana, introduce subrepticiamente en la noción del valor un nuevo elemento, la utilidad social, sin percibir, o por lo menos sin hacer notar que destruye su teoría primitiva. «Nada puede tener valor, escribe, sin utilidad. Si la cosa es inútil, es también inútil el trabajo en ella contenido» (4). Y también: «Aquel que, con el producto de su trabajo, satisface sus propias necesidades, produce una utilidad, pero no un valor. Para producir una mercancía, esto es, una cosa que tenga no solamente un valor de uso, sino también un valor de cambio, tiene que producir algo que sea útil, no solamente para él, sino también para los demás: esto es socialmente útil» (5). Así, según la pura doctrina colectivista, el valor lo constituye el trabajo socialmente útil. Por otra parte, el trabajo es socialmente útil, porque los mismos productos de este trabajo son útiles a la colectividad. En otros términos, el trabajo y la utilidad social son dos factores del valor del cambio, y Carlos Marx se contradice cuando afirma que el valor no es otra cosa que trabajo cristalizado.

3.° Si el valor no es otra cosa que trabajo cristalizado, ¿cómo explicar el hecho incontestable de que un mismo objeto, el hierro, por ejemplo, experimente variaciones de valor y de precio según los tiempos o los lugares, las condiciones de abundancia o de rareza de la oferta y de la demanda? ¿Se ha detenido Marx en esta dificultad? No, porque el arte de unir las contradicciones es el gran recurso del discípulo de Hegel. Después de haber definido el valor por el solo trabajo socialmente útil, y después de haber cuidadosamente excluido del valor de cambio todas las condiciones de abundancia y del estado del mercado, el autor de El Capital introduce, aunque disfrazadas por una nueva contradicción, esas mismas consideraciones. «En general, dice, cuanto mayor es la fuerza productiva del trabajo más corto es el tiempo necesario para la producción de un artículo, y cuanto más pequeña es la masa de trabajo en él cristalizado, decrece más también su valor.» En un buen año, el mismo trabajo puede producir dos veces más trigo que en un año malo; su potencia productiva es mayor, menor el tiempo socialmente necesario para producir el trigo, y el valor de éste disminuye. También dice: «la misma cantidad de trabajo suministra una más fuerte masa de metal en las minas ricas que en las minas pobres (6).» Estos hechos son innegables, pero ¿qué prueban? Que el valor de cambio se halla influido por los gastos de producción y el precio de la mano de obra. El valor, decís, depende a la vez del quantum y de la fuerza productiva del trabajo. Sea... pero, ¿de dónde procede la variación de la fuerza productiva del trabajo? Seguramente no es de la fuerza-trabajo (del Arbeitskraft) en sí misma, sino más bien de la abundancia o de la rareza de la oferta y de la demanda, de la fertilidad del suelo, o de otras condiciones. Por consiguiente, introducís en la fuerza productiva del trabajo elementos que le son extraños y que precedentemente habíais eliminado.

4.º El vicio radical del sistema de Carlos Marx se encuentra en los fundamentos, en las primeras nociones de su teoría. «El valor en uso de un objeto, dice, es su utilidad. Esta utilidad, resultante de las propiedades de la mercancía, no existe, en modo alguno, sin ella. En otros términos, el mismo cuerpo es un valor en uso, y no es el más o el menos de trabajo necesario al hombre para apropiarse esas cantidades útiles, lo que constituye el valor de uso (7). Carlos Marx confunde, de una parte, el valor de uso con la utilidad, que es su fundamento y su condición, y de otra parte, el valor abstracto con el valor concreto.

Recordemos la distinción de los bienes libres y de los bienes económicos. Los primeros se obtienen sin trabajo, sin gastos de producción; su adquisición no exige otra cosa que el esfuerzo más leve para tomar posesión de ella. Los segundos exigen generalmente un trabajo de apropiación y gastos de producción. Los bienes libres pueden tener un valor in genere, pero están desprovistos de valor económico. Por el contrario, los bienes económicos poseen un valor económico, sea abstracto, sea concreto. El valor económico abstracto es independiente del trabajo o de los gastos de producción. Compárese el hierro, el candeal o el paño con las necesidades del hombre que vive en un país civilizado. Es claro que estos diferentes objetos tienen una utilidad apreciable, un valor de uso independientemente de los gastos de adquisición o de producción. No sucede lo mismo tratándose del valor concreto, porque aquí el trabajo incorporado, que se halla representado por los gastos de producción o de adquisición, se convierte en un factor importante del valor concreto.

Una simple observación hará comprender la verdad de esta afirmación. Para que un objeto tenga valor para mí, me refiero a un valor concreto, ¿no es preciso que su utilidad sobrepuje la magnitud y la importancia de los sacrificios que debo imponerme para adquirirlo? ¿Cuántas cosas tienen un gran valor en uso para un rico cuyo poder de compra es considerable y no tienen in concreto ningún valor para un pobre que no tiene medios para comprarías? Establecido esto, volvamos a Carlos Marx.

«La utilidad, dice, es independiente del trabajo.» Nada más exacto, y lo mismo sucede tratándose del valor en uso abstracto. Pero no por eso es menos cierto, a pesar de los sofismas de que está plagado El Capital, que el valor concreto depende a la vez de la utilidad y de los gastos de producción o de adquisición.

Acabamos de exponer la noción del valor y de defenderla contra los ataques del colectivismo científico. ¿Qué importan, se dirá, estas consideraciones abstractas y estas discusiones inútiles? Lo que, ante todo, pide la economía política, es el conocimiento de las variaciones del valor. Para satisfacer este deseo, vamos a estudiar las leyes de la formación de los precios y del valor. Por de pronto, unas palabras sobre la moneda.


(1) Véase para la refutación de Marx Leroy-Beaulieu, le Collectivisme. P. Hammerstein, Stimmen, 1876, p. 489.—P. H. Pesch. Stimmen, 1891 y 1892. Rae, Il Socialismo contemporáneo, p 152. Handwörterbuch, de Conrad, art. «Marx». Ely, Labor movement in America. -- Adler, Die Grundlagen der K Marx'schen Kritik der bestechenden Volkswirthschaft. Winterer, le Socialisme contemporain --Cathrein, le socialisme.---Dr. Julius Wolf, Sozialismus. Pareto, Carl. Marx, introducoión. - Castlein, le Socialisme et le Droit de propriété.

(2) El Capital, cap. 1.

(3) Ibid. (initio).

(4) El Capital, cap. I.

(5) Ibid., cap. I y IV.

(6) El Capital, passim.

(7) El Capital, cap. XI.


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