CONCEPCIONES ACERCA DE LA REGIÓN EN LA PROBLEMÁTICA ACTUAL DE LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

CONCEPCIONES ACERCA DE LA REGIÓN EN LA PROBLEMÁTICA ACTUAL DE LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

Leonid Elsido Hernández Sánchez (CV)

1.1.3 Las regiones en el contexto hispano luso del siglo XV.

La formación de las regiones en la Península Ibérica tiene su origen en la conquista romana del territorio alrededor del siglo III a.n.e., al cual llamaron Hispania. El proceso de colonización se realizó de sureste a centro noroeste con la posterior subdivisión de las posesiones en dos provincias: la Hispania Citerior y la Hispania Ulterior. Con el  paso de los años se sucedieron varias subdivisiones, que son las antecesoras de las actuales regiones históricas peninsulares. 1

Al producirse la desintegración de Imperio Romano Occidental entre los siglos  V y VI  comienza la  expansión de las tribus germánicas, fundándose el reino visigodo, el cual para principios del siglo VII ya ocupaba gran parte del territorio hispano.2 Este se va a mantener en el territorio hasta el siglo IX, en el cual se va a suceder la conquista musulmana del centro sureste de la península donde se fundó el califato del Al-Andaluz.

Posteriormente, el extremo norte cristiano se ampliará hacia el sureste, reconquistando territorios árabes a partir del siglo X y fundando los reinos de León, Castilla (que se desprende del anterior y del cual se conformó también el Condado de Portugal), Navarra, Aragón y los territorios condales o la conocida Marca Hispánica conformada por los condados catalanes de  Barcelona, Gerona, Besalú, Cerdaña, Urgel  y Conflent. El Reino de Portugal se convierte en estado independiente por efecto de la secesión de las familias nobiliarias implantándose la dinastía lusitana ya desde 1179. Todo lo anterior hace que el estudio de la historia regional de España en esta etapa sea en extremo compleja ya que “por encima del dualismo de religión y raza hay multitud de unidades políticas bien individualizadas e independientes.”3

Es destacable en este período el hecho de que, a diferencia de otros territorios europeos, en la península ibérica, la nobleza feudal se preocupara por el repoblamiento de las ciudades con la intensión de constituir valladares para mantener las defensas contra las sucesivas oleadas de los musulmanes sobre los territorios cristianos4 , todo lo cual trajo como consecuencia que el proceso de reconstrucción de las urbes en la futura nación española se originara ya desde comienzos del siglo IX y las formas de construcción de las regiones históricas en la península se establecen a partir de la creación de centros nodales y su expansión hacia la periferia rural y no al contrario, como es común observar en el resto del continente europeo.  

Entre los siglos XIV y XV la expansión de los reinos por efecto de las alianzas, las guerras y la expansión sobre los territorios musulmanes van a reconfigurar el mapa de la Península Ibérica y solo quedarán como estados consolidados los reinos de Castilla, Aragón, Navarra y el Reino de Granada, último reducto del dominio musulmán.

A mediados del siglo XV, por efecto del matrimonio entre Fernando  de Aragón e Isabel de Castilla se logra la unificación de los dos reinos a la vez que en enero de 1492  ambos reyes reconquistan el territorio de Granada, y finalmente en 1512 se anexan el Reino de Navarra consolidando lo que luego sería el estado nacional español.

En la conformación del estado nacional español, a diferencia del portugués, se observa un alto grado de heterogeneidad de sus componentes.5 Por una parte, aunque se consolida el poder de la monarquía en la casa Trastámara, las subdivisiones entre los diversos territorios van a permanecer por la enconada  resistencia de las  noblezas regionales y por las diferencias económicas y socioculturales entre cada una de las regiones absorbidas por la casa reinante.

Las diversas economías complejizarán el buen gobierno del estado español dado que, mientras en el norte y oeste la agricultura feudal, como actividad económica fundamental  carece de los elementos técnicos más avanzados para el desarrollo, las relaciones de producción no rebasan los presupuestos del vasallaje al estilo de la Alta Edad Media, las actividades comerciales son incipientes y el bajo desarrollo de las áreas urbanas constituye un signo evidente del grado de descentralización social del territorio en cuestión; en el centro-sureste, la influencia de diversas culturas: romanos, árabes, genoveses y normandos facilitó el intercambio comercial allende al espacio peninsular, lo que posibilitó el florecimiento de grandes urbes donde la industria artesanal y las actividades mercantiles jugaban un papel fundamental.  

Las regiones del sureste se caracterizaron además por el grado de tolerancia implantada por el dominio islámico. Descendientes de los prerromanos y los grupos de ascendencia goda, árabes, normandos y judíos  disfrutaban de una convivencia relativamente aceptable en términos de libertad económica y religiosa. Los musulmanes permitieron la entrada de diversos credos a su territorio, situación esta contrastante con el clima de intolerancia religiosa aplicada en los reinos católicos del centro noroeste.

Dicha situación favoreció el desarrollo de la economía y la cultura, marcando una enorme diferencia entre los dos territorios antes mencionados. Mientras en el centro noroeste las influencias de las noblezas locales dibujan sobre el mapa todo un conglomerado de regiones feudales; en el centro sureste el intercambio a escala social y el nivel de centralización del poder detentado por los árabes ha conformado un territorio que en términos espaciales es  relativamente homogéneo.
 
El mapa de la España del siglo XV posterior a la conquista del Reino de Granada se conforma de varias regiones bien delimitadas:

  1. Hacia el sureste: Andalucía, Murcia, Valencia y Cataluña
  2. Hacia  el centro noroeste: Extremadura, Castilla-La Mancha, Aragón, Castilla-León, La Rioja, Navarra, Galicia, Asturias, Cantabria y Euskadi. 6

En el caso de Portugal los cambios a escala regional se suceden a partir de la independencia del territorio como se ha mencionado con anterioridad. Entre los siglos XIV y XV el reino se expande hacia el sur incrementando los territorios a su disposición. Dicho proceso no trajo consigo traumas importantes en la conformación del estado nacional portugués, lo cual permitió que la monarquía se proyectara, desde mediados del siglo XV, la exploración de las costas al oeste del continente africano y la conquista de varias islas del Atlántico y del territorio explorado al sur.

El proceso de regionalización portuguesa se origina de manera espontánea y las subdivisiones dentro del territorio del reino se presentan como regiones subordinadas al poder central  bien definidas desde el punto de vista espacial.

Estas son de sur a norte: Faro, Évora, Portalegre, Lisboa, Guarda, Viseu, Braganca y Braga.

El proceso de conformación de los estados español y portugués durante el siglo XV posibilitó la aplicación de la política de expansión colonial de los mismos. No es casual que en España los preparativos para los llamados viajes de descubrimiento se hicieran en el sur por el desarrollo alcanzado en estas regiones del comercio y la navegación y por la ayuda prestada por la comunidad judía a la empresa colombina.7

1 Melón y Ruiz de Gordejuela, Amado. Geografía Histórica Española. Editorial Voluntad S.A. Madrid. 1928. Pp. 107-151

2   Melón y Ruiz de Gordejuela, Amado. Geografía Histórica Española. Editorial Voluntad S.A. Madrid. 1928.Pp.153-187

3 Melón y Ruiz de Gordejuela, Amado. Geografía Histórica Española. Editorial Voluntad S.A. Madrid. 1928. Pág. 187

4 Zamora y Caballero, D.E. Historia General de España y de sus Posesiones de Ultramar. Biblioteca Universal Ilustrada. Editores Astort Hermanos. Madrid. 1878. Pág. 433

5 “La marcha y las características de la Reconquista variaron mucho de de una parte a otra de España y fueron estas variaciones las que agravaron y reforzaron la diversidad regional de España” en: Elliot, J.H. La España Imperial 1469-1716 (fragmentos). Cuadernos H. Serie Europa. España: Siglos XVI y XVII. Selección y Prólogo de Aurea Matilde Fernández. Instituto Cubano del Libro. Editorial Pueblo y Educación. La Habana. 1974. Pág. 24.

6 García Fernández, Jesús. La región y los cambios regionales en España. Anales de la Universidad de Alicante. No. 24. Instituto Universitario de Geografía. España. Julio-Diciembre 2000. Pág. 12, 13 y 14. 

7 Pierre Vilar analiza también las causas económicas del proceso de unificación de España y el estado de divergencias entre las diferentes regiones que conformaban la península en los siglo XIV y XV en: Vilar, Pierre. Oro y Moneda en la Historia 1450-1920 (fragmentos)  Cuadernos H. Serie Europa. España: Siglos XVI y XVII. Selección y Prólogo de Aurea Matilde Fernández. Instituto Cubano del Libro. Editorial Pueblo y Educación. La Habana. 1974. Pp.99-103