LA DESILUSIÓN SEXENAL

Óscar Antonio Jiménez Morales

Globalización neoliberal y sus representantes internacionales:
Fondo Monetario internacional (FMI) y Banco Mundial (BM)

Joseph Stiglitz1, establece que la orientación originaria keynesiana del Fondo Monetario internacional (FMI), que subrayaba los fallos del mercado y el papel del Estado en la creación de empleo, fue reemplazada por la sacralización del libre mercado en la década de los ochenta del siglo pasado, como parte del nuevo Consenso de Washington, entre el FMI, el Banco Mundial (BM)2, y el Fondo del Tesoro de los Estados Unidos sobre las políticas “correctas” para los países subdesarrollados.
La liberalización de los mercados de capitales fue propiciada a pesar del hecho de que no existe la evidencia empírica suficiente para probar, o al menos sospechar, que ésta estimule el crecimiento económico. En otros casos las políticas económicas derivadas del Consenso de Washington y la aplicación de éstas en los países en vías de desarrollo no eran las apropiadas para países en los primeros estadios del desarrollo o las primeras fases de la transición. Stiglitz indica que los críticos de la globalización acusan a los países occidentales de hipócritas, con razón: forzaron a los países llamados “en desarrollo” a eliminar las barreras comerciales, pero ellos mantuvieron las suyas e impidieron a los primeros exportar productos agrícolas, privándolos de una angustiosamente necesaria renta vía exportaciones; Estados Unidos fue, por supuesto, uno de los grandes culpables.
Es importante anotar que la globalización neoliberal es impulsada por corporaciones internacionales que no sólo mueven el capital y los bienes a través de las fronteras sino también la tecnología.
El otrora fundamento del FMI de que es necesaria una presión internacional sobre los países para que lleven al cabo políticas económicas expansivas, como subir el gasto, bajar los impuestos o reducir los tipos de interés para estimular la economía, hoy, este organismo internacional tipicamente aporta dinero sólo si los países emprenden políticas de ajuste, estabilización y reforma estructural de la economía como recortar los déficit y aumentar los impuestos o los tipos de interés, lo que contrae o estanca en gran medida la economía.
Según Stiglitz, algunos registros indican que casi un centenar de países han entrado en crisis, y lo que es peor, muchas de las políticas recomendadas por el FMI, en particular las prematuras liberalizaciones de los mercados de capitales, contribuyeron a la inestabilidad global. Y una vez que un país sufría una crisis, los fondos y los programas del FMI no sólo no estabilizaban la situación sino que en muchos casos la empeoraban, especialmente para los países subdesarrollados.3
Completamente de acuerdo con el autor, la aplicación de las políticas auspiciadas por el FMI ha tenido como resultado el incremento en los niveles de pobreza así como el caos social y político en muchos de los países subdesarrollados. Los intereses económicos y comerciales han prevalecido sobre las preocupaciones acerca del medio ambiente, la democracia, los derechos humanos, la justicia social y el desarrollo humano; en este sentido tenemos, según el autor, un sistema que cabría denominar: Gobierno global sin Estado global, la llamada gobernanza global4
Es lógico, en términos económicos, decir que cuando las instituciones financieras globales entran en un país pueden aplastar a los competidores locales. Para el FMI, según Stiglitz, un sistema financiero liberalizado era un fin en sí mismo, su ingenua fe en “los mercados” le hacía confiar en que un sistema de esa naturaleza reduciría los tipos de interés de los préstamos y lograría así la disponibilidad de más fondos. No olvidemos que las decisiones del FMI sobre los préstamos son en gran medida políticas, y los juicios políticos entran a menudo en los consejos del FMI, incluso los países que no piden dinero a este organismo “internacional” pueden verse afectados por sus ideas, porque éste impone sus enfoques en todo el mundo no sólo mediante la condicionalidad.
Muchas de las veces los programas del FMI dejaron a los países deudores tan pobres como antes pero más endeudados y con una elite dirigente aún más opulenta.5 La austeridad fiscal exagerada, bajo circunstancias inadecuadas, puede inducir recesiones, y las altas tasas de interés ahogar a los empresarios incipientes. La privatización con frecuencia hace pasar a las empresas públicas de los números rojos a los negros gracias a la disminución de las plantillas laborales.
Hasta el propio FMI admite, según Stiglitz, que insistió en la liberalización excesiva y que la liberación de los mercados de capitales y financieros contribuyó a las crisis financieras globales de los años noventa.6
Un caso que no siguió las disposiciones del FMI, lo constituye China la cual está ahora desmantelando sus barreras comerciales, veinte años después de haber iniciado su marcha hacia la llamada “economía de mercado”; un periodo durante el cual creció a gran velocidad.7 La evidencia empírica muestra que algunos países han crecido sin recortar la pobreza y que algunos países, para una misma tasa de crecimiento, han tenido, a la hora de mitigar la pobreza, mucho más éxito que otros. La cuestión tiene que ver con el impacto de políticas concretas.8
La privatización, sin políticas de competencia y vigilancia que impidan los abusos de los poderes monopólicos, puede terminar en que los precios al consumo sean más altos y no más bajos.
La austeridad fiscal, perseguida ciegamente, en las circunstancias equivocadas, puede producir más paro, y la ruptura del contrato social. Las políticas del Consenso de Washington apuntaban a un papel minimalista del Estado, mientras que en el Este asiático los Estados ayudaron a perfilar y a dirigir los mercados.
El FMI había logrado una contracción simultánea de la demanda y la oferta agregadas. Con la aplicación de las políticas de ajuste en Rusia, la clase media fue casi arrasada en ese país; hoy Rusia registra un nivel de desigualdad comparable con los peores del mundo, los de las sociedades latinoamericanas basadas en una tradición semifeudal, pues la privatización mal hecha no llevó a incrementar la eficiencia o el crecimiento sino a la liquidación de activos y decadencia, principalmente esto, a la liquidación de activos que fue desmantelando la capacidad de acción del Estado.
La privatización, efectivamente, redujo el poder del Gobierno central, pero dicha devolución otorgó a los gobiernos locales y regionales una discreción mucho mayor. La privatización no sólo no contribuyó al éxito económico del país sino que socavó la confianza en el Estado, en la democracia y en la Reforma del Estado. Taiwán, Corea y China son punto y aparte, de modo que afirmar que estos países son el éxito de la globalización, como muchos fondomonetaristas y no fondomonetaristas sostienen, es una completa falacia o más aún, una falsedad. No vamos lejos, hace algunos años, México era el gran ejemplo de la globalización y del éxito de la aplicación de las políticas de ajuste, muchas veces el FMI recomendó tanto a países de América Latina como del este asiático y europeo “hacer lo de México”, pero el parangón no duró mucho tiempo9.
De acuerdo con Stiglitz10, la ciencia económica, fue demasiado a menudo sustituida por ideología, una ideología que brindaba orientaciones claras, modelos imaginarios, aunque no siempre criterios que funcionaran, y una ideología que a grandes rasgos se ajustaba a los intereses de la comunidad financiera. Una de las distinciones relevantes entre ideología y ciencia es que la ciencia reconoce las limitaciones del conocimiento, la ideología por supuesto, no.
Según Stiglitz11, el FMI ha reconocido errores en la crisis del Este asiático, ha aceptado que las políticas fiscales contractivas exacerbaron la recesión, y que la estrategia de reestructuración del sistema financiero en Indonesia generó una carrera bancaria que sólo empeoró las cosas. Tras el desastre de Argentina, el FMI ha admitido las deficiencias de las grandes estrategias de salvamento, y empieza a discutir el uso de moratorias y reestructuraciones a través de quiebras,
Ahora bien, en este mismo tenor, John Saxe y Carlo Delgado12 analizan el papel del Banco Mundial en el diseño y ejecución de políticas que inducen a la desnacionalización de los activos estratégicos principalmente en México con sus secuelas sociopolíticas y estratégico militares, es decir, una expresión concreta en el marco de las continuidades y discontinuidades históricas observables en la esfera de la geoeconomía y la geopolítica. Saxe y Fernández establecen que la llamada globalización neoliberal es en realidad un proyecto político claramente diseñado desde el poder, que permite a sus detentadores usar las posiciones preeminentes en los países centrales y en los periféricos, así como en los organismos financieros internacionales, para imponer políticas y apoderarse de la riqueza, recursos naturales, medios de comunicación, incluyendo el uso de los Estados nación.
El BM no sólo indica como debe utilizarse lo que presta, sino también todo lo que se refiere a la participación nacional al incidir en la asignación de una porción importante de la inversión pública13.La mayoría de los préstamos preprivatización del BM se utilizan para modernizar los activos nacionales estratégicos, pero regidos por el principio de la privatización y extranjerización de ganancias y la socialización y nacionalización de costos.
Otro de los principales objetivos del BM, indican Saxe y Delgado14, ha sido estimular la explotación de los pozos petroleros en México para incrementar las exportaciones de crudo hacia los Estados Unidos15, limitando al mismo tiempo la capacidad de refinación mexicana frente a la sobrecapacidad instalada en el vecino país, la supuesta reforma energética de Calderón Hinojosa apuntaba claramente a beneficiar los intereses económicos de los Estados Unidos.
 La excesiva explotación, de cuya producción se destina casi el 50% a la exportación, se estimuló presupuestalmente, la sobreexplotación ha ocasionado daños irreversibles a los pozos y más aún en el sexenio de Fox.16
En cuanto a los objetivos del Banco Mundial en el campo mexicano, y no sólo en ése, los autores apuntan los siguientes:
1).- Eliminar los subsidios globales a los alimentos y reorientar los restantes subsidios alimentarios para los pobres.
2).- Reducir la intervención del gobierno en los mercados agrícolas, eliminando los precios de garantía de los granos básicos17, exceptuando en una primera fase al maíz y al frijol.
La liberación comercial en el campo mexicano ha significado un aumento drástico de las importaciones dada la reducción de los aranceles sobre granos básicos baratos, contra la que los campesinos mexicanos no han podido competir.
PROCAMPO ha sido financiado por el BM18 su intención fue “aliviar la pobreza” mediante acciones focalizadas que fueran utilizadas por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) como arma electoral durante las elecciones presidenciales de ese momento, al tiempo que se abría y se estimulaba una mayor participación del sector privado.
De manera similar a los programas del BM-FMI para inducir la privatización de los activos estratégicos de México, también se encuentran el de los activos naturales, en particular el de la biodiversidad y el agua. En México dicha injerencia se materializa gracias al crónico endeudamiento del país y por medio de la manipulación de las legislaciones nacionales en referencia a los recursos naturales. Según los autores, ya se han registrado en el país casos de privatización de tierras biológicamente importantes, lo que es considerado por el Banco Mundial como un gran logro y avance en la conservación de la biodiversidad19
La visualización del BM del espacio como fuerza productiva estratégica lo ha llevado a ocuparse de la promoción de la relación directa entre Washington, por medio del BM, y los territorios y su población, marginando al gobierno federal y permitiendo establecer acuerdos ventajosos para sus compañías multinacionales, ya que ahora trata directamente con los gobiernos estatales e incluso con prestadores de servicios ambientales (ONG).
Examinar como actúa el Banco Mundial en México y en otros países es de relevancia mayor toda vez que al tener una alta injerencia en la política nacional, el BM se perfila como un verdadero partido político de Estados Unidos en México. En varias ocasiones la misma clase empresarial del país acusó al entonces Presidente de la República, Vicente Fox de no tener un verdadero programa económico; la evidencia muestra que sí lo tenía, pero no era suyo ni está articulado en función de los intereses públicos nacionales, es el correspondiente a los intereses del BM, FMI y por supuesto al de los Estados Unidos.
La consolidación de la reforma fiscal iniciada en 2001, los preparativos para privatizar instituciones públicas como Infonavit, Fovissste; el traspaso del sistema de pensiones de los trabajadores del Estado al sistema de pensiones privado (Afores), la modernización del sector energético mediante su apertura a la inversión privada extranjera, la reprivatización de carreteras, el abierto apoyo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la ejecución del Plan Puebla Panamá, la privatización de la Banca Pública (Banobras, Nafin y Bancomext) la privatización del servicio de microfinanciamiento (de “changarros”); la virtual desaparición de la micro y pequeña empresa mediante el retiro de los programas de apoyo gubernamentales, la especialización agrícola en productos como el azúcar y el café; la modificación de los esquemas de enseñanza y su privatización en el mediano plazo, la privatización de servicios de agua y saneamiento con un incremento en las tarifas para garantizar su “uso sustentable”, son algunas de las principales medidas que condicionaron los cerca de cinco mil millones de dólares del paquete del Banco Mundial hasta el año 2006.
Es importante mencionar que la intervención e incidencia del Banco Mundial en México se amplió desde mediados de la década de 1970, hasta incluir al sector energético constitucionalmente reservado al Estado. Su presencia, por medio del poder que se deriva de la condicionalidad y sinergia de sus préstamos, fue determinante en la privatización de los ferrocarriles (en el sexenio de Zedillo Ponce de León) y en los esquemas de privatización de facto del sector petrolero, específicamente de la petroquímica (en la gestión de Fox Quesada).
La injerencia del BM en la política nacional es un asunto que permanece, en gran mediada, fuera de la conciencia y la discusión de una opinión pública que difícilmente avalaría ese esquema de corte colonial20, el cual podría calificarse de imperialismo de bajo perfil (stealth imperialism) y cuya fuerza reside precisamente en que no sea detectado y localizado.
Ahora bien, es preciso hablar sobre el modelo puro del neoliberalismo, así como de sus antecedentes históricos y construcción teórica pues sólo de esta manera podremos comprender a cabalidad que las políticas de ajuste, estabilización y principalmente, reforma estructural de la economía, no se han hecho con base en un modelo puro, y menos  con las especificidades de cada país, sino, como hemos expuesto, se han hecho bajo un dogma: el del mercado libre y competitivo.
La exposición de dicho modelo, nos permitirá, posteriormente, plantear la supuesta relación existente entre éste y Democracia, y cómo se han vulnerado las bases de la llamada ciudadanía social, vamos pues a la exposición:


1 Stiglitz, Joseph E., El malestar en la globalización, México, D.F., Ed. Taurus, 2004.

2 No perdamos de vista que tanto el FMI como el BM son los representantes internacionales de las políticas de ajuste, estabilización, y reforma estructural de la economía, en términos sencillos, de la llamada, globalización neoliberal.

3 Stiglitz, Joseph E., El malestar en la globalización, Opus Citatum.

4 Idem.

5 La austeridad fiscal, la privatización y la liberalización de los mercados, principalmente los financieros, fueron los tres pilares aconsejados por el Consenso de Washington durante los años ochenta y noventa del siglo pasado. Una  de las premisas del FMI era que la mayoría de los países mejorarían si los gobiernos se concentraran más en proveer servicios públicos esenciales que en administrar empresas que funcionarían mejor en el sector privado, y por ello la privatización a menudo es correcta, según su visión. Lo que pasó simplemente es que los niveles de corrupción sólo cambiaron de manos, mientras que los precios de los bienes y servicios ofrecidos por estas empresas se dispararon casi exponencialmente, incrementando así, las ganancias de los nuevos dueños.

6 Liberalización: supresión de interferencias públicas en los mercados financieros y de capitales. Aunque si somos estrictos en la utilización del idioma español, lo correcto sería liberación y no liberalización, el término liberalización es una traducción incorrecta de la palabra inglesa: liberalization.

7 Las políticas del Consenso de Washington se fundan en un modelo simplista e imaginario de la economía supuestamente de mercado, decimos supuestamente porque, como lo indicamos anteriormente, una economía de mercado implicaría competencia entre economías y oferentes similares, sin embargo, esto no es así, la economía es dominada por los monopolios y los oligopolios transnacionales, casi todos, de la llamada triada capitalista. El modelo de equilibrio competitivo, el modelo imaginario de los economistas neoliberales, en el cual la mano invisible de Adam Smith opera y lo hace a la perfección.

8 Stiglitz, Joseph E., Opus citatum.

9 A raíz de la crisis financiera y económica de 1994-1995.

10 Idem.

11 Stiglitz, Joseph E., Opus citatum.

12 Saxe, John, Fernández, Gian, Carlo Delgado, Imperialismo económico en México, Las operaciones del Banco Mundial en nuestro país, México, D.F., Ed. Arena Abierta, 2005.

13 La cual, debemos recordar, deriva parcialmente de la recaudación de impuestos que se aplican a las diferentes sociedades (política impositiva, una de las vertientes de la política fiscal).

14 Saxe, John, Fernández Gian, Carlo Delgado, Opus Citatum.

15 EL Producto Interno Bruto (PIB) norteamericano es casi 18 veces mayor al mexicano considerando el PIB, sin embargo, si se toma en cuenta la riqueza total acumulada (cuantificable si se otorga un valor monetario a todos los activos: carreteras, ferrocarriles, industrias, flota automotriz, mercante y aérea) la riqueza de Estados Unidos es entre 250 y 300 veces superior a la de México. Una asimetría de esta magnitud imposibilitaba entablar negociaciones para establecer un TLCAN.

16Las políticas económicas y sociales aplicadas en el sexenio 2000-2006 y, en general, el desempeño socioeconómico del gobierno federal, será ampliamente discutido en el Capítulo 4.

17 El principal organismo que aplicaba la política de los precios de garantía era la otrora Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) la cual funcionaba como un comprador de última instancia. Una de las estrategias que se aplicaron para eliminar estos subsidios fue ensanchando paulatinamente la brecha entre los precios del mercado y los de garantía, precisamente para generar desincentivos en los productores y desmantelar la producción de granos básicos en el país.

18 Saxe, John, Fernández Gian, Carlo Delgado, Opus Citatum.

19 Por ejemplo, la compra del corazón del Área Nacional Protegida (ANP) Cuatro Ciénegas por la ONG Probatura Noroeste (2 mil 800 hectáreas a cambio de 250 mil dólares) entre muchas otras.

20 Y en muchas comunidades académicas en las que estas ideas pueden ser tachadas de “radicales”, “rojas”, comunistas”, “populistas”, “lopezobradoristas”, “chavistas”,  “marxistas” y un largo etcétera.

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