LA COMUNICACIÓN GUBERNAMENTAL EN LOS AYUNTAMIENTOS DE VERACRUZ, PERIODO 2008-2010

Armando Zavariz Vidaña

Opinión pública y consenso

Según Andrés Serra Rojas (1971) el concepto de opinión pública se desenvuelve en una doble estimación; por una parte opinión, que viene del latín opinio, y alude a pensar, creer, sospechar e imaginar; y por a otra público, que viene de  públicus, notorio público y patente.

La opinión pública es el pensamiento más general y numeroso de un grupo social o la coincidencia en la apreciación de un hecho, una idea o una política.

La opinión pública es un producto anímico de un grupo social que coincide en las diversas opiniones como la crítica a un gobierno, o el apoyo a una determinación gubernamental.

La opinión pública es un concepto o parecer que se forma de una cosa cuestionable, es decir, el juicio que uno se forma de una cosa. En un proceso contradictorio optamos por uno de los extremos o expresamos una posición original, o simplemente nos adherimos a un criterio establecido.

La opinión pública es el sentir o estimación en que coincide la generalidad de las personas acerca de un asunto determinado.

La opinión pública en los regímenes democráticos sirve de base a la actuación del Estado. Una política gubernamental firmemente apoyada en la opinión pública facilita su desarrollo y evita las numerosas fricciones que ella puede ocasionar (Luis, 2007).
Una de las mayores preocupaciones del aparato estatal indudablemente es lograr y mantener una opinión pública positiva para transitar con mayor certidumbre en el ejercicio de su gestión, en este objetivo la comunicación política y en específico la gubernamental mucho pueden hacer para influir en la percepción de los ciudadanos en la dirección deseada y de esta manera lograr los consensos que legitimen la acción gubernamental.

Sobre este tema es obligada la mención del genio nacido en Florencia, Nicolás Maquiavelo  (2004: 48) quien en su inmortal obra aconseja al príncipe sobre como debe ser respetado y querido por los suyos:

“Llego, pues, a la conclusión de que un príncipe, cuando es apreciado por el pueblo, debe cuidarse muy poco de las conspiraciones; pero que debe temer todo y a todos cuando lo tiene por enemigo y es aborrecido por él. Los Estados bien organizados y los príncipes sabios siempre han procurado no exasperar a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y contento al pueblo. Es este uno de los puntos que más debe atender un príncipe”.

No obstante que la obra fue escrita para la monarquía donde el consenso no tenía cabida, Maquiavelo comprendió perfectamente la necesidad de los gobiernos por buscar el apoyo de los gobernados.

María Cristina Menéndez (2009) señala que la función y potencial político de la opinión pública fue enunciada en el pensamiento clásico ya expuesto con David Hume (1739) que afirmaba que todo poder descansa en el pueblo, o en Jean Jacques Rousseau (1744) quien relacionaba la voluntad general con la opinión pública y la jerarquizaba considerándola la verdadera constitución del Estado lo cual, en los textos Weberianos se asocia al concepto de legitimidad política (Barenstein, 1982).

En el campo de la relación política-opinión pública también en la tradición clásica  fue significativa la relación entre la esfera pública y la esfera privada. El punto de vista acerca de la responsabilidad por las acciones fue introducido por John Locke, y en la teoría contemporánea hoy se desenvuelve bajo el concepto de accountabilitiy.

Locke en su Ensayo referente a la comprensión humana había señalado que existían tres leyes para juzgar la rectitud u obligación: la ley divina, la ley civil y la ley de la opinión o la reputación, imputando a la tercera ley la capacidad de determinar la virtud o el vicio de acciones  a partir de los cuales los hombres serían juzgados.

Hannah Arendt  (Fernández Pedemonte Damián, 2006), considera que el consenso: es “la capacidad humana, no siempre para actuar, si no para actuar concertadamente”. Con lo cual el poder de un individuo es en realidad la capacidad de actuar en nombre de otros. Arendt asume que el poder, en esencia, es el resultado de una concertación, de un acuerdo, de una cierta coordinación entre seres humanos. La unidad de un grupo es lo que le transfiere poder a las personas definidas de modo individual. 

En los tiempos actuales en que la ola democrática invade casi todos los continentes, la tarea del consenso es casi una obligatoriedad, pues consensuar también contribuye al fortalecimiento de las instituciones en una época en la que se tiene que recuperar y conservar la credibilidad de las mismas.
La democracia moderna exige la participación de los ciudadanos en la mayoría de  las acciones  de gobierno al ser una forma de legitimar el quehacer público.

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