DESIGUALDADES REGIONALES Y COSTOS DE TRANSPORTE EN ARGENTINA

Valentina Natividad Viego

1.1.3 Creciente peso del sector terciario

En cuanto a la estructura del PBG, Gatto (2003) destaca una pérdida de peso relativo del sector productivo (primario y secundario) en todas las provincias, ocurrido especialmente durante los últimos 20 años analizados. Desde 1950 a 1970, los sectores primario y secundario concentraban en promedio más del 50% del producto bruto provincial, esta proporción se redujo en los 80 a 45% y a fines de los 90 representaba en promedio un tercio del valor agregado. El crecimiento de las actividades terciarias obedece, en las provincias económicamente más pequeñas, al aumento relativo (aunque no necesariamente absoluto) del peso del sector público (especialmente en las áreas de educación y salud) frente a la contracción de los sectores primario y secundario. Esta apreciación puede no ser válida para el conjunto de las jurisdicciones, donde la expansión del sector terciario fue no sólo relativa sino absoluta y no estuvo únicamente motorizada por el aparato estatal, sino también por desarrollo de servicios en la esfera privada (Gatto y Cetrángolo, 2003) . Gatto (2003) sostiene que la disminución relativa de la participación del sector productivo en las provincias puede ser identificada con dos ciclos: a mediados de los 70 fue liderada por la contracción del sector primario y en los 90 el responsable fue el declive del sector manufacturero. Hacia 2000, las provincias donde el sector productivo aporta cerca de la mitad del PBG, son aquellas donde la minería y las actividades petroleras tienen un alto peso en la composición de su producto (Neuquén, Santa Cruz, Catamarca, Chubut y en menor medida Tierra del Fuego). La única excepción es San Luis, donde la mayor parte del PBG proviene de la producción manufacturera (ver Anexo 1A).

Por otra parte, Gatto (2003) observa una correlación positiva entre la magnitud del PBG per cápita y el peso de los sectores primario y secundario. Guarismos elevados de PBG per cápita ocurren en jurisdicciones donde la participación de las actividades productivas supera el 40% del producto provincial. Este autor asocia la ampliación de las desigualdades territoriales con la retracción de los sectores productivos en las provincias más rezagadas junto a un proceso de tercerización de la actividad en actividades de baja productividad. Russo y Delgado (2000) observan que el aumento de las disparidades se acentuó durante los 80, consistente con apreciación anterior de Gatto (2003). La ausencia de convergencia es, además, independiente del nivel de partida. Ambos trabajos dejan ver que el patrón de divergencia absoluta sería explicado por la estructura productiva y la dinámica de crecimiento asociada, es decir ramas productivas de escasa competitividad y con marcada retracción en los últimos años.

1.2 Sector manufacturero regional: rasgos centrales

Una vez repasadas las características generales del producto regional en Argentina, este apartado puntualiza sobre los elementos constitutivos del sector manufacturero. Nuevamente, como se anunció al inicio del Capítulo, el análisis se apoya en estadísticas oficiales del sector y se complementa con referencias empíricas.

1.2.1 concentración geográfica persistente (y/o desequilibrios regionales)

Al igual que la población y la actividad económica global, la producción industrial en Argentina suele concentrarse en las zonas más densamente pobladas de habitantes y de empresas. Este rasgo ha sido ampliamente documentado por otros autores (Rofman y Romero, 1974; Dorman, 1983; Gatto, 2003; Donato, 2007). La aglomeración de la actividad industrial no es un rasgo distintivo de Argentina ni aún de los países subdesarrollados. Este hecho, tomado aisladamente, no es de por sí novedoso. En los países desarrollados también se verifican aglomeraciones industriales de cierta densidad, que agrupan a porciones significativas del sector manufacturero. El fenómeno, como se dijo, también se repite en la mayor parte de las economías latinoamericanas . Lo distintivo aquí es la persistencia temporal y la magnitud (Dorfman, 1983; Donato, 2007). La Tabla 1.5 registra que la concentración espacial del sector manufacturero disminuyó durante la etapa sustitutiva de importaciones al incentivar producciones ligadas a recursos naturales (Dorfman, 1983).

De la Tabla 1.5 se sigue que el sector manufacturero de la región del NEA (Formosa, Chaco y Santiago del Estero) ha tendido ha contraerse no tanto en establecimientos, como en tamaño y valor agregado. El NOA ha disminuido su participación en el valor agregado, a pesar de que concentra proporciones relativamente estables del empleo. Cuyo tendió a aumentar el tamaño relativo de su sector industrial (en asalariados y valor agregado). En la región patagónica, por su parte, se registra un aumento del número de establecimientos industriales y del empleo asalariado a principios de la década de los 90, respecto de sus guarismos históricos aunque, en términos de valor agregado, las cifras de 1993 no consiguen superar en términos proporcionales a las registradas antes de 1945. En general, la Tabla 1.5 muestra un panorama de relativa de estabilidad (tomando cualquiera de las variables censales) en la distribución espacial de la actividad manufacturera, con algunas oscilaciones. No obstante, se debe reconocer que al interior de cada región se registran algunas variaciones importantes. La Ciudad de Buenos Aires perdió participación en cualquiera de las variables (locales, asalariados, valor agregado) y el aumento de la participación de Buenos Aires no alcanzó a compensar la pérdida. En la región central en su conjunto la redistribución favoreció a Córdoba. A su vez, Misiones ganó participación relativa y sostenida en el litoral. En términos del número de locales se destaca una notable aglomeración en Capital, Buenos Aires, Rosario y Córdoba .

En términos de valor agregado, es posible añadir algo más a la información provista en la Tabla 1.5 a partir de una actualización del PBG realizada por Gatto (2003). En ese trabajo se observa que las 5 jurisdicciones de mayor tamaño aportaban en 2000 el 85% del valor agregado industrial, mientras que 9 provincias generaban menos del 5% del total nacional, con participaciones individuales menores en promedio al 1% (Tabla 1.6). A su vez, los datos provistos por Gatto (op cit) permiten distinguir los aportes del sector industrial a la riqueza provincial y al sector manufacturero en su conjunto. La Tabla 1.6 resume los resultados de esta distinción. El panorama general refleja un bajo grado de industrialización. En 9 provincias, el sector industrial no supera siquiera el 10% de su producto bruto. En otras, donde esta marca es sobrepasada (incluso La Rioja y Tierra del Fuego con guarismos superiores al promedio nacional), su aporte al valor agregado manufacturero es exiguo. Este grupo marca la existencia de actividades manufactureras con cierta importancia a nivel regional, pero en términos del agregado nacional son muy pequeñas (más aún si se cuenta su participación en el mercado mundial). Este conjunto de provincias está constituido por jurisdicciones que han gozado de regímenes especiales de promoción industrial impulsando la localización de ciertas ramas manufactureras en su interior. Sin embargo, las actividades promovidas no han alcanzado un nivel de significación en el producto industrial nacional. En general, se trata de actividades en las que Argentina está rezagada respecto de la frontera internacional en términos de productividad (electrónica), tienen bajo contenido tecnológico y apuntan esencialmente al mercado interno .

Aporte al PB manufacturero nacional > 1% Ciudad de Bs Asb Buenos Aires Córdobab Entre Ríosb Mendoza Misionesb San Luis Santa Fe Tucumánb a el peso del sector manufacturero excede además la media nacional de 16,3%. b el peso del sector manufacturero es inferior a la media nacional, de 16,3% Fuente: elaboración propia en base a Gatto (2003), cuadros 6 y 7.

Por su parte, las provincias que cuentan con un sector industrial más desarrollado, en términos de la magnitud del PBG manufacturero en el producto provincial son también las que mayor aporte hacen al sector industrial nacional. Aún así, en varias jurisdicciones el peso del sector manufacturero no supera la media nacional, ubicada en 16%. Si el análisis se basa en el nivel de ocupación del sector manufacturero, la distribución espacial de las actividades industriales puede ser descrita a partir del índice de gravedad económica, definido como:

donde Gi es el índice de gravedad económica correspondiente a la industria i, Lij indica el nivel de empleo de la industria i en la jurisdicción j, y Latj y Longj son las coordenadas cartográficas de la ciudad principal de la región j. Conceptualmente Gi es un indicador del grado de centralidad (i.e. atractividad económica) que posee una región. Un informe del Ministerio de Economía bonaerense calcula Gi para 120 ramas desagregadas a 5 dígitos según el CIIU debido al secreto estadístico que protege los datos para algunas ramas en algunas provincias (ME, 2001). En general, la distribución espacial de las actividades industriales está correlacionada con la de la población (ME, 2001 calcula el coeficiente de correlación simple entre la importancia relativa de una actividad en una región y el índice de centralidad ; de un total de 120 ramas analizadas, 28 tienen coeficiente de correlación mayor a 0,5 y 32 ramas tienen coeficiente menor a 0,05). La mayor parte de las actividades manufactureras del país se concentra en las regiones más pobladas . Los únicos casos que escapan a esta generalización son las ramas asociadas a procesamiento de materias primas agropecuarias, que tienen un patrón aglomerativo concentrado en la fuente de aprovisionamiento (azúcar, vinos, tabaco, elaboración de conservas y frutas, cemento).

Otras actividades muestran un sesgo locacional no coincidente con el asentamiento poblacional debido a regímenes de promoción específicos de estímulo a la relocalización de actividades (fabricación de receptores en Tierra del Fuego, elaboración de pescado en la Patagonia). Este patrón aglomerativo es acompañado por otros rasgos; en las concentraciones industriales más grandes la especialización intra-rama es mayor (debido a una mayor división del trabajo), la diversidad de ramas es mayor y la proyección geográfica de los mercados suele ser más amplia respecto de sus pares de menor tamaño relativo. En los centros de producción intermedios o pequeños, por su parte, la especialización intra-rama es menor pero la especialización inter-rama (lo opuesto a diversidad) es mayor. Esto último se refleja en una tendencia hacia la monoproducción y/o (en la terminología de Losch, 1944) a la formación de cinturones. A su vez, los centros de producción más pequeños juegan un rol como fuente de abastecimiento del hinterland.

Si bien la caracterización anterior no está basada en información censal directamente observable, se refleja parcialmente en los guarismos de tamaño medio (tanto en términos de empleo, valor agregado) y en la productividad global de la mano de obra. En las provincias de mayor tamaño manufacturero, el tamaño medio de los locales industriales es levemente superior al resto del país, la mayor diferencia ocurre en la dispersión. El interior muestra mayor heterogeneidad de tamaños y de productividad. Sin embargo, la mayor dispersión de estos guarismos no debe ser interpretada como signo de mayor diversidad productiva; al interior de cada región suele registrarse una grilla "porosa" de ramas manufactureras. Como las provincias que componen el resto del país difieren notablemente en términos absolutos, ello se refleja en un desvío estándar mayor.

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