Tesis doctorales de Ciencias Sociales

LAS DOCTRINAS POLÍTICAS DEL PARTIDO ACCIÓN NACIONAL: DEL FALANGISMO A LA DEMOCRACIA CRISTIANA

Héctor Gómez Peralta
 




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3.3 El segundo cuerpo doctrinal de Acción Nacional: la aceptación de la democracia pluralista

La actividad política debe alejarse de la angustia pesimista y enclaustrante de algunos cristianos que piensan que sólo ellos son capaces de llevar a buen fin el gobierno de los hombres.

Adolfo Christlieb Ibarrola

Así como el primer cuerpo doctrinario de Acción Nacional fue heredero del pensamiento antiliberal y corporativo de Quadragesimo Anno, el nuevo cuerpo doctrinal panista de la década de los 60 se ve notablemente influenciado por el pensamiento moderno de la Constitución Gaudium et Spes (1965) del Concilio Vaticano II, así como de las Encíclicas Mater et Magistra (1961) y Pacem in Terris (1963) de SS. Juan XXIII.

De la misma manera que el primer cuerpo doctrinal del PAN no se limitaba a los principios oficiales del partido de 1939, sino que también estaba integrado por la obra de Efraín González Luna; el nuevo cuerpo doctrinal de los años 60 no fue sólo la proyección de principios de doctrina de 1965, sino que ocupaban un papel complementario los planteamientos de Efraín González Morfín -hijo de Efraín González Luna- sobre el Solidarismo.

Para entender el nuevo cuerpo doctrinal surgido de la XVIII Convención Nacional del PAN, primero analizaremos el pensamiento político de Adolfo Christlieb Ibarrola, el cual presidió la comisión redactora, en la que también se encontraban Manuel Gómez Morin, Miguel Estrada Iturbide y Efraín González Morfín.

Adolfo Christlieb quería modernizar al partido y convertirlo en una oposición competitiva. Pero el hecho de que se opusiera a los panistas doctrinarios e intransigentes, no significaba que él pretendiera que el PAN renunciara a su herencia católica, sino que consideraba que el partido no debía de mezclar la labor espiritual de la Iglesia con el activismo político de los laicos que buscan la realización terrenal del hombre. El PAN debía de conservar sus valores cristianos, pero al mismo tiempo separarse organizativamente de la Iglesia como institución e insertarse por sí mismo en el “gobierno de los hombres”, en la “comunidad civil”:

Los cristianos deben evitar cobijarse bajo el magisterio teológico de la Iglesia. Deben de tener presente que cuando la Iglesia habla, habla en nombre de de Dios, en favor de los hombres, pero que no puede convertirse en portavoz de facciones electorales .

Christlieb era católico, pero pertenecía a un catolicismo bastante progresista que buscaba la reconciliación de los valores de la Iglesia con el mundo moderno, además de contar con un ideal ecuménico por lo que quería que el partido diera cabida no sólo a los cristianos. El presidente del PAN sabía de la política eclesiástica que buscaba la reconciliación con el Estado y su deslinde de las actividades políticas de los laicos, por lo que Christlieb no consideraba que los católicos tradicionalistas del PAN fueran un instrumento del clero, ni que se subordinaran al magisterio eclesiástico, sino al contrario, los acusaba de dilapidar el crédito y la reputación de la Iglesia en sus personales empresas políticas, utilizando la “fuerza espiritual” de ésta para lograr “objetivos mundanos”, como lo es ganar una elección .

Christlieb, tan no estaba contra los principios católicos que, en la década de los 50, fue muy cercano al entonces Obispo de Cuernavaca Sergio Méndez Arceo, es decir, antes de que éste último se radicalizara hacia la Teología de la Liberación. La influencia del catolicismo progresista de Méndez Arceo en las posiciones políticas de Christlieb en la década de los 60 se manifestó en las posiciones anticapitalistas de éste último, aún y cuando él mismo era empresario .

Christlieb era miembro de la Unión Social de Empresarios de México (USEM), donde se procura difundir la Doctrina Social de la Iglesia entre los industriales y banqueros. El presidente del PAN en lo particular acusaba a los capitalistas por abusar de su posición privilegiada y explotar a sus trabajadores, no otorgándoles un salario que les permitiera satisfacer plenamente las necesidades de sus familias, mientras ellos como patrones vivían en la opulencia . En una ocasión, como representante de la USEM, Christlieb dio un discurso en el Rotary International Club donde no sólo condenó a los capitalistas que se resistían al reparto de utilidades, sino que además no se preparaban para dar el siguiente paso en la aplicación de la doctrina social-cristiana en sus empresas: la copropiedad y la administración compartida con sus trabajadores. Consideraba que los capitalistas debían de buscar el Bien Común de la sociedad, por lo que tenían que dejar de pensar en su propio bienestar y dejar de ver a sus empleados como engranes de una maquinaria .

Al tiempo que Christlieb deseaba quitarle al PAN la etiqueta de “partido de la Iglesia”, empezó a cambiar la relación del partido con el resto del sistema político, en especial con el Presidente de la República. Consecuencia de ello se crearon las diputaciones plurinominales para que la oposición tuviera más curules en el Congreso, y la aceptación de la derrota por parte de Acción Nacional en las elecciones presidenciales de 1964, con el consecuente reconocimiento de la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz. A esa política de intercambio y negociación con el gobierno, el mismo presidente del PAN la bautizó como “diálogo de oposición democrática”. Convertir al partido en una oposición democrática significaba abandonar la vieja política de Efraín González Luna y sus correligionarios, donde Acción Nacional se oponía sistemáticamente a las políticas desplegadas por el gobierno, criticando todo en el Congreso, no con el afán de mejorar las propuestas legislativas sino para deslegitimarlas. Esa política por parte de los viejos panistas era lo que, desde la perspectiva de Christlieb, había causado que el PRI en solitario se adueñara del país .

Según el planteamiento de Christlieb, la oposición, en los regímenes autoritarios, es vista como una fuerza negativa cuando su papel consiste en obstaculizar las políticas públicas de determinado gobierno. Caso contrario ocurre en las democracias cuando la oposición decide colaborar y convertirse en un actor co-gobernante, al lograr que el Ejecutivo tome en cuenta sus propuestas, además de convertirse en una fuerza política auditora de las acciones del gobierno, con lo que se vuelve indispensable para la transparencia y la eficiencia de la administración pública .

Christlieb creía que la existencia de un “régimen de partido casi único” en México era en parte culpa de que la oposición era ensimismada e intransigente, por lo que consideraba que la oposición podía llegar a ser un componente básico para el funcionamiento de un régimen plural y democrático, siempre y cuando se tuviera como objetivo la solución del conflicto, no la eliminación del oponente. Las funciones de Acción Nacional como oposición democrática serían las de influir en el proceso de toma de decisiones gubernamentales, aceptando apoyar al régimen institucionalizando el conflicto única y exclusivamente por la vías legales . Es solamente a partir de este punto donde podemos empezar a conceptualizar la doctrina del PAN como una oposición democrática.

Consecuencia de lo anteriormente señalado, en 1965 se convocó la creación de un nuevo cuerpo doctrinal donde se deja de lado la concepción corporativa del Estado, y en su lugar se aceptan a las instituciones de las democracias liberales, haciendo una explícita aceptación del régimen de partidos y la vía electoral como el único espacio en el cual es legítimo hacer política .

Después de décadas de defender a los regímenes corporativos como el franquismo, ahora el PAN hace una reivindicación de la doctrina federalista del constitucionalismo mexicano, junto con un explícito rechazo a las formas de gobierno centralistas. Pero va más allá, en la nueva doctrina del partido se defiende la teoría liberal de la representación de la soberanía popular en un órgano legislativo bicameral, confiriéndole al Congreso de la Unión el mismo papel de auditor y escrutador de las acciones del Ejecutivo que Christlieb teorizó sobre el rol de una oposición democrática. De la misma manera se puede ver la intención del partido por luchar por una división de poderes efectiva, poniendo fin al presidencialismo absolutista.

Las reivindicaciones de las instituciones de gobierno propias del constitucionalismo liberal (como la soberanía popular, el federalismo, la división de poderes y el proceso electoral) por parte del PAN, como partes integrantes de la única forma de gobierno legítima y “verdaderamente democrática”, podrían parecer algo natural y cotidiano para un lector del siglo XXI; pero si tomamos en cuenta que muchos de los panistas, hace apenas un par de décadas atrás al periodo que analizamos, se planteaban la destrucción del sistema constitucional y de gobierno liberal de México, para sustituirlo por uno orgánico y corporativo, esta doctrina construida por la nueva generación de panistas representó un cambio radical y profundo en su forma de concebir al mundo político.

Más relevante resulta la nueva doctrina panista si tomamos en cuenta el contexto internacional en que se presentó. Después de la Segunda Guerra mundial, al ser los regímenes fascistas derrotados de manera total, la inmensa mayoría de formas de gobierno en todo el mundo, salvo en el área árabe, se presentaban a sí mismas como democracias, gobiernos que representaban la soberanía popular . Muchos países tenían como nombre oficial la expresión “república democrática” o “república popular” . En ese escenario, el que la doctrina panista reivindicara las instituciones políticas liberales especificaba que el partido se ubicaba a sí mismo dentro del espectro político de las democracias pluralistas; con la consecuente renuncia a defender o buscar un régimen político diferente, como lo planteaban en la década de los 30 cuando buscaban el “orden social gobernado por Cristo Rey”.

La nueva concepción del partido sobre las relaciones internacionales supera la doctrina hispanista del panismo de las primeras décadas; en su lugar se adoptaron los planteamientos más novedosos y progresistas de la Encíclica Pacem in Terris (1963) , donde se abordan los temas del momento, como lo fue el desarme nuclear, el papel de los organismos internacionales en la guerra y la autodeterminación de los pueblos frente al colonialismo:

La Nación Mexicana es una realidad viva, con tradición propia varias veces secular, y con elementos internos de unidad capaces de superar toda división en parcialidad, clases o grupos (…) la solidaridad humana y la interdependencia a que han llegado todos los pueblos de la Tierra, subrayan la importancia y necesidad de un orden internacional justo y eficaz, que supere los nacionalismos herméticos y las actitudes de hostilidad o indiferencia entre las comunidades políticas .

En ese sentido, únicamente se considera sustentable a un orden internacional conformado por Estados cuya forma de gobierno sólo considere legítima a una autoridad fundada en el principio de representación popular expresada mediante la vía del sufragio y con sistema de partidos .

En correspondencia con el pensamiento del Concilio Vaticano II, y en oposición con la doctrina Estrada practicada por los gobiernos priístas, la nueva doctrina panista no considera al principio de “no intervención y autodeterminación de los pueblos” como absoluto, sino que está supeditado al Bien Común Internacional y a lo manifestado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por lo que considera que no se pueden tolerar regímenes políticos que no sean democracias pluralistas:

Al concepto anacrónico de la soberanía que ignora que la sola convivencia entre los pueblos engendra obligaciones para todos ellos, corresponden conceptos desviados de la autodeterminación y de la no intervención. Ningún gobierno, ningún estado o grupo de estados, pueden invocar la autodeterminación para exportar subversiones, para justificar la violación de derechos humanos en contra de sus propios pueblos o para cometer injusticias, mediante el abuso de su prepotencia militar o económica, en contra de otro estado o de la Humanidad entera. No pueden condenarse las justas actuaciones de autoridades internacionales, imparciales, no unilaterales, competentes y previamente establecidas, en defensa de los derechos humanos, cuando las exijan el bien común de un pueblo o de toda la Humanidad .

En el aspecto económico, resalta la influencia de las directrices de Mater et Magistra, sobre todo en la concepción del papel subsidiario del Estado. En plena época de expansión del Estado en todos los aspectos de la sociedad, incluso en los países capitalistas, resulta novedoso que el PAN haya planteado una “descentralización económica” que combata la concentración del poder en el Estado.

Esa descentralización económica tiene como pilar el considerar a las actividades de las empresas privadas, principalmente las pequeñas y medianas, como la primordial fuente de generación y distribución de la riqueza. Pero de ninguna manera se están exponiendo las tesis de auto-regulación del mercado que el pensamiento católico siempre ha criticado. Lo que se propone es la Subsidiariedad .

Dentro de la doctrina de la Subsidiariedad (que algunos autores la consideran una versión moderna y democrática de los fueros medievales ), se tiene una concepción orgánica de la sociedad , donde cada grupo -en este caso la empresa- es autónomo y tiene un área de competencia específica, por lo que lo idóneo es que los asuntos sean resueltos por las instancias más cercanas a los interesados. De esa manera, las instituciones locales -próximas a la familia y el municipio- tienen prioridad de acción sobre las instituciones globales. La soberanía reside en las comunidades, y éstas la delegan al cuerpo estatal, por lo que la primacía la tienen las primeras sobre el segundo, y nunca al revés. En esa línea de ideas, el Estado no debería de hacer “concesiones” a las comunidades primarias -como lo hace la figura del ejido donde la propiedad reside en la Nación-, muchos menos expropiaciones, pues la fuente de soberanía no reside en la comunidad política nacional, sino en los órganos intermedios y locales, por lo que se les debería de reconocer un completo e inalienable derecho de propiedad .

La Subsidiariedad no se refiere solamente al reparto de competencias entre los diferentes órganos y/o jerarquías que integran al cuerpo social, sino que expresa la participación y colaboración de todos los grupos de dicha estructura en la vida misma gracias a los valores de fraternidad cristiana. El concepto supone:

a) Reconocimiento de la autonomía de cada colectivo dentro de la estructura de la vida humana;

b) Esa autonomía implica buscar por su cuenta sus propios objetivos y sus propios medios para alcanzarlos;

c) Diálogo y cooperación de todos los miembros para alcanzar objetivos globales (Bien Común);

d) El diseño y la implementación de la estrategia para conseguir el punto anterior se dará primero con las estructuras nucleares y luego con las estatales .

La autonomía de los órganos locales no implica la desatención o ausencia del Estado, sino que se acepta el hecho de que las instancias locales no siempre pueden realizar su tarea adecuadamente. Es única y exclusivamente bajo esas circunstancias que el Estado debe de intervenir para ayudar a esas instituciones locales o intermedias, y jamás para suplir sus funciones, sino con un carácter temporal y siempre buscando el desenvolvimiento de la empresa privada, jamás su sustitución:

La iniciativa privada es la más viva fuente de mejoramiento social. El Estado debe promover su mejor y más ordenado desenvolvimiento y garantizarlo. En donde la iniciativa privada sea imposible o insuficiente, el Estado ha de urgir la organización de actividades sociales, sin matar, estorbar ni desplazar esa iniciativa, pues en estos casos, la acción administrativa oficial resulta agotante y destructora .

Sin llegar al extremo de Mater et Magistra, donde se considera el dejar el salario del padre de familia a las fuerzas del mercado como algo “contrario a la moral cristiana” , la doctrina del PAN considera que la justicia social no puede ser producto exclusivo de la libertad de competencia entre particulares. Dicha competencia es benéfica, por lo que no debe de suprimirse, pero es insuficiente, por lo que siempre será necesaria la “limitada y prudente” intervención de la autoridad civil.

El cuerpo doctrinal de 1965 no significó que de la noche a la mañana el partido tuviera una orientación electoral. El que Acción Nacional contara con una doctrina propia de una “oposición leal” no implicaba que inmediatamente se comportara como tal, sobre todo porque el partido seguía viviendo en un régimen autoritario que no contabilizaba los votos adecuadamente.

Pocos personajes de manera individual manifestaron su desacuerdo con la nueva doctrina y optaron por abandonar al PAN. Resalta el caso de Jesús Guisa y Acevedo, declarado franquista y crítico de la nueva orientación “liberal” del partido por “preocuparse más porque la elección sea limpia, que los votos sean bien contados y las listas estén bien organizadas”. Acusaba al partido de ser “palero” y claudicar en su lucha contra lo que él llamaba “los masonetes, los protestantoides, los liberales, los comunistoides y los ateos”. En 1966 declaró que “(…) Acción Nacional es un equívoco que engaña a la gente. La buena fe de muchos no impide el engaño y aún por esa buena fe es ese engaño más reprobable y nefando. Y hay que darle fin y remate a ese equívoco. Partido sucio, malsano, pútrido, mal oliente, asqueroso, repugnante, lienzo de menstruación, de menstruación del PRI. No es otra cosa” .

Salvo esos pocos casos aislados de miembros que para ese entonces ya no formaban parte de algún órgano de dirección del partido, los panistas aceptaron la nueva doctrina, que de hecho fue aprobada y ratificada por unanimidad. Pero eso no significó que entre las corrientes del partido se contara con una sola interpretación del cuerpo doctrinario oficial. Efraín González Morfín recogía la línea abstencionista de su padre Efraín González Luna, pero no por que siguiera rechazando a la vía electoral o quisiera que el partido continuara concentrándose en la idea de difundir la doctrina panista, sino porque primero quería reformar las estructuras jurídicas de México con el fin de darle al sufragio un poder efectivo en la toma de decisiones. Por el otro lado estaba José Ángel Conchello , pragmático y secular como lo fueron Christlieb y Gómez Morin, que buscaba darle una proyección electoral y propagandística al PAN.

Esa lucha, creó un verdadero cisma en Acción Nacional que dio como resultado que en la década de los 70 se diera la “refundación del partido” . Ese choque de proyectos doctrinarios es el tema que tratare a continuación.


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