GESTIÓN ESTATAL DEL SUBDESARROLLO Y DOMINACIÓN AUTORITARIA EN MÉXICO, (1934-2006).

Héctor de la Fuente Limón

Reflexiones finales.


Los estudios que han seguido la ruta de la perspectiva de la modernización, a pesar de ser numerosos y haber desarrollado métodos cuantitativos muy sofisticados para explicar la relación de la correlación entre desarrollo y democracia, han llegado a un callejón sin salida  porque todos siempre han partido de una base conceptual común que ha influido de diferentes formas en las imprecisiones y vacíos que históricamente han impregnado estos estudios. Nos referimos a los conceptos desarrollo y democracia.
De esta forma, cuando se operacionalizan los indicadores del desarrollo, se parte de una base en que la explicación de su diferentes niveles de avance está dada de antemano. Es decir, al pasar al plano explicativo de las correlaciones que se encuentran entre los diferentes indicadores de desarrollo y democracia, incluidas sus variaciones regionales e históricas, se ha hecho tomando como referente el modelo impulsado en los países desarrollados. Lo cual ha llevado a este tipo de estudios a un callejón sin salida.
Esto se explica porque, a nuestro juicio, se ha omitido analizar las condiciones materiales propiamente endógenas en que se desenvuelve la dinámica del desarrollo en los diferentes tipos de formaciones sociales, de tal forma que el análisis parta de una explicación susceptible de ser contrastada con la realidad. Pero otra omisión derivada de la anterior, es que el tipo de relaciones que se establecen entre ambas categorías de países, y que de manera definitiva influyen en el desarrollo de una nación, tampoco han sido incorporadas a los cuerpos teóricos.
Algo similar sucede con las definiciones del término democracia utilizadas por estos estudios. Todas ellas se basan en Joseph A. Schumpeter y en Robert Dahl, y tienden a buscar indicadores que den cuenta de la situación que guarda el régimen político en estudio, en relación al modelo que priva en la mayoría de los países desarrollados. En nuestra  opinión, la democracia como régimen político es el resultado de las condiciones particulares en que se desenvuelven las relaciones sociales de producción en cada país. La explicación a por qué primero echó raíces en los países industrializados occidentales, debe buscarse en las condiciones históricas concretas que han caracterizado su estructura económico-social a partir de entonces. En este sentido, formular una explicación de la presencia o ausencia de la democracia en tal o cual país, a partir de un análisis comparativo, sin tomar en cuenta las determinantes económicas y sociales que lo definen, puede llevar a conclusiones tan vagas y contradictorias como las que hasta ahora este tipo de estudios han aportado, particularmente cuando se intenta comparar dos realidades distintas (países desarrollados y países subdesarrollados), a partir de un modelo “universal” de democracia.
Esto explicaría la gran omisión en la que ha incurrido este tipo de análisis, al marginar de sus explicaciones las condiciones de exclusión social estructural que privan en los países subdesarrollados, como resultado de las particularidades que adoptan las relaciones sociales de producción en ellos. Esta población excedente, que tiene un peso poblacional muy importante, sería un componente elemental a tomar en cuenta para analizar las fluctuaciones que ha tenido la democracia en los países subdesarrollados históricamente, particularmente en aquéllos con niveles medios y bajos de ingresos.
En el caso particular de los países que integran la región latinoamericana la relación entre desarrollo y democracia ha tenido principalmente tres características a lo largo de su historia:

  1. Su carácter capitalista. A excepción de Cuba que desde mediados del siglo XX emprendió una ruta al socialismo, todos los países latinoamericanos han estado insertos en el sistema capitalista mundial desde su independencia. Por lo tanto, la ruta al desarrollo se ha dado en el marco de este modo social de producción.
  2. Como algunos teóricos ya lo han señalado, la intermitencia y no corresponsabilidad de dicha relación en el espacio y el tiempo. Fenómeno que es atribuible en buena medida a la tendencia generalizada en los estudios empíricos sobre el tema, particularmente desde la teoría de la modernización, a utilizar la renta per cápita como un indicador irreductible del desarrollo de una nación, concepto que elude el grado de distribución efectiva del ingreso entre la población y por lo tanto las inequidades con la que ésta se desenvuelve en los países más atrasados económicamente; y
  3. La desigualdad social estructural en la que se ha desenvuelto. Este fenómeno ha sido constante en relación a su crecimiento en el tiempo, y ha jugado un papel muy importante en la relación entre desarrollo y democracia. Tendencia que actualmente gobiernos como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador han tratado de transformar gracias a la implementación de políticas públicas, que desafiando el paradigma neoliberal, introducen mecanismos redistribuidores y compensatorios de la riqueza.

Ahora bien, hasta aquí hemos analizado desde diferentes perspectivas teóricas los problemas que ha presentado la explicación de la relación desarrollo-democracia en el mundo enfocando nuestra atención en la situación que guarda la región, contrastando en la medida de lo posible esos enfoques teóricos con la realidad histórica concreta. Es por eso que consideramos necesario establecer un marco interpretativo alternativo que nos ayude a sortear dichos obstáculos, para así poder estar en condiciones de explicar a nivel teórico las condiciones en que se desenvuelve la relación desarrollo-democracia, y apuntar hacia la comprensión de la realidad mexicana, que es el objeto de esta investigación.
El principal obstáculo que encontramos y del cual se han derivado una serie de premisas falsas sobre este tema, es que los análisis de ambos conceptos han corrido de manera separada, como si la existencia del desarrollo estuviera circunscrita al campo de la economía y el de la democracia a la esfera de la política. Los estudios tienden a ponderar una u otra variable como independiente no en relación a su existencia real en el mundo social, sino en razón del campo teórico explorado y el peso específico que en éste tenga la economía o la política.
De lo anterior se concluye que si habremos de construir un marco conceptual que nos permita comprender la relación existente entre el desarrollo y la democracia, debemos empezar por entender las vitales funciones que en relación a ello cumple el Estado en la economía capitalista, así como el impacto que la economía tiene en el funcionamiento del Estado en su forma democrática. Porque ambas realidades comparten un mismo tronco social dentro del modo de producción capitalista que es la relación capital-trabajo, misma que es una relación de explotación que explica la existencia del Estado y sus funciones económicas y políticas.
Se hace necesario entonces precisar las características generales del Estado capitalista en tanto organización política de la burguesía y explicar la importancia de su forma democrática liberal para la  dominación. Del mismo modo, es necesario comprender cómo el funcionamiento de la democracia liberal depende de la construcción de consensos, no sólo entre las fracciones que integran la clase dominante, sino sobre todo entre ésta y los dominados, y cómo dichos consensos sólo pueden lograrse en condiciones mínimas de bienestar social para un ejercicio pleno de la ciudadanía por estos últimos. Pero en razón de ello es indispensable analizar también las vitales funciones que el Estado cumple en la generación de progreso para el desarrollo, las relaciones sociales de clase que determinan las posibilidades de su éxito en estas tareas, así como las condiciones históricas concretas en las que se desenvuelve la acumulación capitalista y el imperialismo a nivel mundial en el devenir de estos procesos.
Tales son las preocupaciones teóricas que motivan el desarrollo de los siguientes capítulos de este trabajo, y consideramos indispensable afrontarlas utilizando categorías y conceptos provenientes del pensamiento crítico. Esto lo haremos explicando el caso mexicano con el objetivo de dar cuenta del impacto que ha tenido en las formas de dominación política, la ausencia de una generación endógena de progreso para el desarrollo y la activa participación del Estado en la consolidación de una estructura socioeconómica que reproduce el subdesarrollo.
Capturar las especificidades y modalidades de estos procesos, es la tarea que a continuación desarrollamos.

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