Tesis doctorales de Ciencias Sociales

CAPITAL ESPECULATIVO Y CRISIS BURSÁTIL EN AMÉRICA LATINA. CONTAGIO, CRECIMIENTO Y CONVERGENCIA. (1993 - 2005)

Samuel Immanuel Brugger Jakob





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3.2.3. Convergencia condicional

Los pobres resultados obtenidos con la convergencia absoluta dieron origen a principios de los noventa a una literatura crítica del concepto de la homogeneidad de las condiciones estructurales entre países a pesar de la mundialización de los flujos financieros y comerciales. Tanto Barro y Sala-I-Martin (1992) como Mankiw, Romer y Weill (1992) probaron que el crecimiento económico no implicaba que los países pobres y ricos convergieran, y peor aún, que tampoco los países pobres crecieron más rápido que los países ricos, como se muestra en la gráfica 10.

Pero también encontraron que los países de una región tenían cierta homogeneidad en sus propiedades condicionales y que la tasa de crecimiento del producto per cápita de una región tiende a declinar más mientras más cerca esté del estado estacionario de la región. Esto resuelve el problema de la no convergencia a nivel global, ya que cada región tiene su propio estado estacionario. Estas regiones coinciden tanto en variables antropológicas (como la tasa de ahorro de la población) como en variables políticas (como la política industrial que define el valor inicial del capital –por ejemplo, el modelo de sustitución de importaciones– y la tasa de inversión).

Se ha observado empíricamente que los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) –es decir, los que cuentan con los mayores niveles de PIB per cápita– tienen las tasas más altas de ahorro (Altamirano et al., 2005). Los países de América Latina con su modelo de sustitución de importaciones, el Este Asiático con sus evoluciones de industrialización o la África subsahariana con el colonialismo agrícola (Hoering, 2007) han tenido un valor inicial de capital parecido en los países miembros de la región. Y las políticas que se han puesto en marcha a raíz del Consenso de Washington han influido directamente en los países latinoamericanos y asiáticos en sus tasas de inversión.

Al igual que las demás convergencias, la condicional tiene un único valor estacionario posible, que está determinando por la intersección de las curvas de ahorro y la línea común de las tasas de crecimiento poblacional y de depreciación del capital físico (n y δ). Se observa, entonces, que la diferencia entre el país rico y el pobre en la gráfica 10 se debe a la diferencia del ahorro, responsable de la divergencia absoluta entre los dos países y que crea dos estados estacionarios, uno para cada uno de esos países. Sin embargo, cada país, sin importar cuál sea el estado estacionario al que pertenezca, entre más lejos esté de él crecerá a una tasa mayor.

En el estado estacionario de los países y en el origen de sus diferencias se han encontrado las siguientes variables (Altamirano et al., 2005):

1 El nivel de las tasas de inversión.

2 La tasa de crecimiento de la población.

3 Las funciones de producción y la productividad de los factores.

4 Las políticas gubernamentales que incrementan la tasa de inversión o que cambian la función de producción con programas de incentivos a la productividad de los factores.

En el estudio de Altamirano et al. (2005) para las 32 entidades de la federación mexicana se obtuvo convergencia condicional para el periodo global (1970-1997), así como para los sexenios 19701976, 1976-1982 y 1982-1988, y divergencia para el periodo neoliberal: 1988-1994 y 1994-1997.

3.2.4. Convergencia condicional y las bolsas de valores

La importancia de las bolsas de valores y su volatilidad (o, en términos más generales, la del sector financiero) en la literatura empírica genera resultados contradictorios según la modelación econométrica que se esté utilizando. Por lo tanto, el hecho de no encontrar consenso en la teoría económica se debe en parte a la falta de información empírica que justifique una de las posiciones. Ni siquiera la postura adoptada por Robinson (1951), en la cual existe una causalidad para que el sector financiero reaccione a la economía real, ha podido ser demostrada. Así, Friedman y Schwartz (1963), Jung (1986) y Ireland (1994) muestran empíricamente esta relación, mientras que Demetriades y Hussein (1996) y Greenwood y Smith (1997) encuentran evidencia de causalidad en las dos direcciones y Lucas (1988) rechaza cualquier relación finanzas-crecimiento económico.

Así, los modelos de corte-transversal, como los que proponen los trabajos de Goldsmith (1969), King y Levine (1993a, 1993b) y Levine y Zervos (1998), y más recientemente los estudios de panel,121 como los de LaPorta et al. (1997, 1998, 1999), Levine (1998, 1999), Beck et al. (2000), Levine et al. (2000), Rousseau et al. (2000) y Beck et al. (2004), muestran relaciones con coeficientes positivos del desarrollo de los mercados de capitales y la tasa de crecimiento. Por su parte, los resultados de los modelos de series de tiempo generan resultados contradictorios. Wachtel et al. (1995) y Rousseau (1998) encuentran evidencia de que las bolsas de valores generan crecimiento, mientras que los resultados obtenidos de Arestis et al. (1997), Luintel et al. (1999) y Arestis et al. (2001) encuentran causalidades bidireccionales.

Todos los modelos econométricos tienen alguna desventaja. La metodología de corte transversal impide encontrar las propiedades de integración y cointegración de los datos y examinar la dirección de la causalidad entre las finanzas y la economía real (Apergis et al., 2007). Las series de tiempo dejan identificar la dirección de causalidad, pero hay que tomar en consideración que la naturaleza de las variables es I(1) y aun así pueden llevar a resultados distintos, según el tamaño de los periodos seleccionados (Pierse y Shell, 1995). Los estudios de panel tratan de controlar todos estos inconvenientes evitando los problemas de variables no especificadas, como las propias de cada país, y corrigiendo simultáneamente variables instrumentales y estimadores de panel dinámicos GMM. Sin embargo, se ignoran las propiedades de integración de los datos. Por lo tanto, no es seguro encontrar una relación causal entre finanzas y crecimiento o si simplemente se trata de una regresión espuria (Apergis et al., 2007).

En caso de afirmar, como lo hace Lucas (1988), sobre la no existencia de relación entre el sector bursátil –e incluso entre el financiero– y la tasa de crecimiento, las fugas de capital no tendrían impacto alguno en las tasas de ahorro per cápita y, por lo tanto, en la inversión. En ese caso, se tendría que afirmar que las fugas de capital y sus respectivos contagios no influyeron en la tasa de crecimiento, por lo que los países siguen acercándose a la misma velocidad al estado estacionario. Esto sonaría muy poco probable, por un lado, porque las tasas de crecimiento sí se vieron afectadas y, por otro, porque las reformas de liberación y desregulación comenzadas en los años ochenta con las políticas del Consenso de Washington no habrían tenido efecto alguno en el desarrollo –tanto positivo como negativo– en los países latinoamericanos.

Si se argumenta que el sector financiero sí tiene efecto en el crecimiento, se deben analizar dos factores. Por un lado, la magnitud y la duración de la crisis y el contagio subsiguiente, y por otro, la causalidad entre el sector financiero y el real.

En cuanto a la magnitud y la duración de la crisis, éstas se pueden describir de dos formas:

1 la crisis y el contagio afectan severamente a la economía real y su crecimiento, por lo que el estado estacionario debe corregirse a la baja y los países convergerán en ese estado más bajo;

2 pero si se considera que la magnitud de la crisis y su contagio es menor que la de los periodos de auge, entonces se puede decir que el estado estacionario se mantiene y que los países al entrar en crisis y ver reducida su tasa de crecimiento divergen condicionalmente durante el tiempo de la crisis con el estado estacionario.

Aunque las crisis han tenido gran impacto en el crecimiento, también es cierto que su duración ha sido corta, de unos cuantos meses. Como lo muestra la gráfica 11, en 1996 y en 2002 la inversión en portafolios volvió a incrementarse, por lo que las fugas fueron de poca duración. Después de la crisis brasileña no hubo un incremento inmediato, pero eso se pudo deber a que la crisis de las TICs en el Norte y la crisis argentina ocurrieron casi después del “efecto samba”; sin embargo, para 2001 los flujos ya se habían vuelto a recuperar. Por eso se asume que el estado estacionario se mantiene constante y que las crisis se provocan durante un lapso con una divergencia condicional con el estado estacionario.


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