Tesis doctorales de Ciencias Sociales

APROXIMACIÓN A LA MEDICIÓN DE LA CALIDAD DE VIDA SOCIAL E INDIVIDUAL EN LA EUROPA COMUNITARIA

Mª Noelia Somarriba Arechavala



 


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Capítulo 2. Reseña histórica de la investigación sobre calidad de vida

2.1. Introducción

A continuación, procederemos a realizar una revisión histórica sobre los conceptos de calidad de vida y de bienestar. En primer lugar estudiaremos el periodo que precede al origen de la llamada economía del bienestar, en la que bajo diferentes términos las diferentes escuelas de pensamiento intentaban maximizar el bienestar de sus respectivas sociedades. Seguidamente examinaremos el desarrollo de la llamada economía del bienestar y a continuación, la época en la que surge propiamente dicho el concepto de calidad de vida y que aparece asociado al movimiento de los Indicadores Sociales.

En el último de los epígrafes revisaremos desde una perspectiva histórica la evolución del conocido como movimiento de los Indicadores Sociales. En la evolución de este movimiento se suelen diferenciar cuatro etapas o fases. En cada una de ellas analizaremos sus características, así como una recopilación de trabajos. Dejaremos para capítulos posteriores el desarrollo de los conceptos y los contenidos metodológicos de cada uno de los enfoques o líneas de investigación desarrollados por los diferentes organismos pioneros en el avance de la investigación en este campo.

2.2. Antecedentes a la economía del bienestar

El bienestar ha sido motivo de preocupación y de análisis desde la antigüedad . A lo largo de la evolución del pensamiento económico aparecen referencias a este concepto de forma más o menos explícita.

Ya los filósofos griegos trataron de dar respuesta a cuál era la esencia de conceptos como el bienestar y la felicidad y cómo los lograba el hombre.

Por ejemplo, filósofos como Sócrates (470-399 a. C.) consideraban que la perfección moral es la verdadera felicidad del hombre. En el mismo sentido, Platón (428-348 a. C.), discípulo de Sócrates, define la felicidad como la combinación de tres elementos: bien, verdad y justicia, que llevan al hombre hacia el camino de la felicidad. Otra muestra se encuentra en Aristóteles (384-322 a. C.) que en su obra “Ética a Nicomaquea” establece la definición de un hombre modelo, que guiará sus acciones en beneficio de la colectividad y no de sus intereses individuales de forma que este autor establece el interés común como parte del bienestar individual. Estos tres ejemplos ponen de manifiesto como en la filosofía griega no se identificaba bienestar con riqueza, sino más bien con virtud.

Es obligado también que destaquemos el papel de la filosofía clásica en la evolución del pensamiento sobre bienestar. Por ejemplo, la figura de Aristipo de Cirene (435–366 a. C.) que funda la escuela cirenaica; cuya atención se centra en la felicidad y en la vida moral y su meta es el placer puro dando lugar al hedonismo reflexivo, que influirá en figuras como Adam Smith o David Hume.

Tras la caída del imperio de Roma surge el cristianismo, que centra su meta en el reino de Dios, y que considera la búsqueda de la felicidad y aspectos materiales como el aumento de la producción como superfluos.

En la Biblia, base del cristianismo, existen diversas alusiones a la felicidad y al bienestar:

“No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los destruyen, y donde los ladrones perforan las paredes y roban. Atesorad, en cambio, tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre los destruyen, y donde los ladrones no perforan las paredes ni roban” […] Mateo (6: 19-20).

“¡Que difícil entran en el reino de Dios los que tienen riquezas!”, Lucas (18:24).

En el pensamiento cristiano tampoco se identificaba el bienestar con riqueza al contrario, el bienestar se alcanzaría en el reino de Dios y la riqueza terrenal supone un obstáculo en su alcance. Con el transcurso del tiempo la riqueza vino a considerarse como un regalo de Dios destinado a promover el bienestar humano , idea que se mantendrá en el periodo medieval.

A lo largo de la Edad Media, cuestiones como el modo en que el hombre vive en la vida terrenal carecen de importancia si se compara con la cuestión de la salvación del mundo. Durante este periodo los denominados escolásticos del siglo XIII mantuvieron el enfoque de Aristóteles así como las ideas de la Biblia, el derecho romano y el derecho canónico. Muestra de esto queda recogida en la obra de Santo Tomás de Aquino titulada “Suma Teológica” en donde se reformula la “Ética a Nicomaquea” hablando de la justicia redistributiva.

Tres siglos más tarde, hacia la mitad del siglo XVI, surge la doctrina mercantilista como periodo intermedio entre el feudalismo y el liberalismo. En esta doctrina la justicia y la salvación dejan de constituir el interés primordial. Se sustituyen los preceptos de ley divina que rigieron durante el periodo medieval, por la concepción de una ley natural que gobierna ahora la organización social.

Los mercantilistas persiguen como objetivo incrementar la riqueza [Thomas Mun (1571-1641)], tienen como meta la aceleración del ritmo de crecimiento de la producción total y asumían que para alcanzar ésta era inevitable la intervención del Estado.

Tras tres siglos de evolución el mercantilismo se transforma en un capitalismo emergente. Una de las figuras que marcan la transición es la de Mandeville (1670-1733) que fue uno de los precursores del liberalismo económico. Este autor en el año 1705 publica su obra “El panel rumoroso” , donde se argumenta que los vicios individuales hacen la prosperidad pública, tema que posteriormente será tratado por Adam Smith. Petty y Cantillon serían otras figuras clave en la transición del mercantilismo al liberalismo.

Hay también que mencionar a los fisiócratas, que perseguían como objetivo el desarrollo económico por medio del potencial del sector agrícola y dedicaron una especial atención al flujo circular de la renta y a la generación de la producción.

Las nuevas líneas de pensamiento que van surgiendo son de carácter más técnico y se olvidan de cuestiones más trascendentales como el modo de vida [Petty (1623-1687), Cournot (1801-1877), Walras (1834-1910)…], a pesar de ello ciertos autores siguieron centrándose en cuestiones de naturaleza más ética como por ejemplo Adam Smith (1723-1790), Bentham (1748-1832), Stuart Mill (1806-1873), entre otros.

En el pensamiento clásico estrictamente hablando no hubo economía del bienestar, en sí no la hubo porque se identificaba riqueza con bienestar, su preocupación estuvo centrada en un incremento de la riqueza de las naciones, dando por supuesto que un aumento de dicha riqueza era equivalente a un aumento del bienestar.

El bienestar se concebía como dependiente del crecimiento de la población, de la acumulación de capital y proporcional al volumen de la producción total.

Sobre el comportamiento de los agentes, éstos son considerados como egoístas, la búsqueda del interés individual se encargaba de promover el bien público, los vicios privados generaban las virtudes públicas, los individuos persiguen su propio interés individual en un determinado marco institucional sujeto al mecanismo de los precios.

El máximo exponente de este principio se encuentra en Adam Smith que, en su obra la Riqueza de las Naciones (1776), plantea que para garantizar el bienestar social basta con garantizar el funcionamiento de la mano invisible. Adam Smith tanto en esta obra como en su antecesora “Theory of Moral Sentiments“(1759), tenía la convicción de que existía una armonía natural sin necesidad de la intervención del gobierno. En ambas obras se recoge que el hombre es egoísta por naturaleza y que la persecución del egoísmo mejorará el bienestar económico.

El hombre económico de Adam Smith es egoísta y este egoísmo mejorará el bienestar económico de la sociedad. En la visión de Adam Smith el egoísmo, el desarrollo de los derechos de propiedad y la división del trabajo se encuentran entrelazados en el proceso histórico del crecimiento económico.

Dentro del pensamiento clásico, la idea de que el egoísmo era la influencia dominante en la actividad humana ganó terreno con mucha rapidez en el siglo XVIII con autores como Jeremy Bentham (1748-1832) y David Hume (1711-1776).

Para los clásicos, en general el desarrollo entendido como proceso material, era un proceso acumulado, gradual y continuo que concluye al alcanzarse el estado estacionario. Elementos fundamentales de este proceso son la mano invisible y la división de trabajo [Adam Smith (1923-1790)], el principio de la población [Robert Malthus (1766-1834)], los rendimientos decrecientes y el fondo de salarios [David Ricardo (1722-1823)]. Los economistas clásicos consideraron que el criterio de bienestar social consistía en maximizar la producción o la riqueza, es decir, se trata de una visión agregada del bienestar social sin referencias a la distribución.

En contraposición, el pensamiento marginalista trajo consigo una concepción del bienestar social diferente a la del pensamiento clásico. Se identificaba bienestar social con la asignación eficiente de los recursos.

En la economía neoclásica todas las personas son por hipótesis eficientes, y se entiende que una persona es eficiente cuando en la búsqueda de un objetivo utiliza todos los medios más adecuados a su alcance. El problema que se suscita es definir la eficiencia en sentido social, se plantean cuestiones como: cuándo se puede decir que la producción de una mercancía es la adecuada, o cuándo se está asignando cantidades eficientes de recursos a determinadas actividades. A la hora de resolver estas cuestiones surgen enfoques como el del excedente o el del modelo de equilibrio general walrasiano . Enfoques que se comentarán a lo largo del siguiente apartado.


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