Tesis doctorales de Ciencias Sociales

RACIONALIDAD ADMINISTRATIVA Y RACIONALIDAD POLÍTICA EN EL REPOSICIONAMIENTO DE ACTORES GUBERNAMENTALES: EL CASO DE SAN LUIS POTOSÍ 1979-2004

Miguel Ángel Vega Campos




Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse la tesis completa en PDF comprimido ZIP (373 páginas, 1.12 Mb) pulsando aquí

 

 

 

4.6 La tecnocracia y los actores decisores

El origen del término tecnocracia se reconoce en Estados Unidos después de la Primera Guerra Mundial, pero sería en los treinta, como respuesta a la crisis económica de 1929, cuando se difundió el movimiento de los tecnócratas norteamericanos. El término se utilizó para designar un sistema de organización de la vida económica inspirado en esquemas racionales de las ciencias físicas (Meynaud, 1968; citado por Morales, 1994:24-25).

Desde entonces, los teóricos de la tecnocracia pugnan por una nueva sociedad y estado que, bajo las directrices de la ciencia y la técnica, encaminen al hombre a la civilización técnica (Morales, 1994).

Para este sistema tecnocrático, la dirección del gobierno, la política y la economía deben regirse bajo criterios propios de las ciencias físicas y la ingeniería. Esta dirección sería más científica y exacta en sus razonamientos y medidas (Morales, 1994).

Para la tecnocracia, la ciencia y la técnica son los motores del cambio de las fuerzas productivas de la época actual. Los tecnócratas están a favor de la tecnicidad en las distintas actividades humanas, pues la consideran válida per se y neutral de cualquier valor ideológico o acto de dominación política (Haberlas, 1986; citado por Morales, 1994).

Señala Bell (1973; citado por Morales, 1994) que la tecnocracia como nuevo liderazgo:

Significa el gobierno de los técnicos. Un tecnócrata es un técnico con poder (no necesariamente, en los términos tradicionales del poder político).

Además, comenta Bell:

El tecnócrata es el AD que ejerce su autoridad en virtud de su competencia técnica. Así, puede verse a la tecnocracia como la accesión al poder por parte de quienes detentan conocimientos técnicos en detrimento del poder de los AD políticos (Meynaud, 1968; citado por Morales, 1994:27).

Comenta Morales (1994) que la mayoría de los tecnócratas son miembros del Public Service, lo que les permite su permanencia en el cargo y amplia experiencia acumulada en sus departamentos, mientras que los ministros y parlamentarios carecen de esa estabilidad y experiencia tan amplia, factores que favorecen la influencia de los tecnócratas.

Por otro lado, señala Lindau (1993) que suele definirse a los AD tecnócratas mexicanos como personas con estudios de postgrado (en su mayoría en economía y de universidades extranjeras) que han hecho la mayor parte de su carrera en el sector financiero de las OP. Otros cuadros que cuentan con una preparación técnica (doctores e ingenieros, por ejemplo) del mismo modo que aquellos que trabajan en OP técnicas ajenas al sector financiero, se excluyen de esta denominación.

Los AD tecnócratas tienen como principales vías de influencia sus posiciones conquistadas en: a) Altos cargos en las OP. b) Instituciones científicas y tecnológicas del Estado que tienen importante influencia en el conjunto del aparato público. c) El ámbito del Estado Mayor Militar, donde los AD técnicos tienen cada vez más poder debido al conocimiento especializado que requiere el desarrollo tecnológico y estratégico de las fuerzas armadas. d) Equipos de asesoría, grupos de técnicos ajenos a la estructura formal jerarquizada de la burocracia tradicional, “grupo de especialistas, constituidos circunstancialmente o con carácter permanente, pero a los que se les encomienda esta o aquella misión, según necesidades cambiantes” (García, 1981; citado por Morales, 1994).

En palabras de Morales (1994) la presencia de los AD tecnócratas principalmente se aprecia en las OP vinculadas a los ámbitos de la construcción de infraestructura, políticas de servicios, investigación y aplicación técnica y científica, de la planeación, la presupuestación, la contabilidad, y en general las tareas administrativas y las finanzas públicas, sin embargo está presente aún en aquellas funciones denominadas eminentemente políticas, si no con criterio dominante, si al menos en calidad de apoyo.

Morales (1994:30) señala que se puede definir también la tecnocracia como una nueva forma de organización y funcionamiento de las OP, donde la racionalidad legal cede a una nueva modalidad que actúa de acuerdo con criterios de racionalidad instrumental, eficiencia, productividad y despolitización de los asuntos públicos, nueva organización que tiene en la funcionalidad y eficiencia del sistema su legitimidad.

Las transformaciones de las OP durante el siglo XX favorecieron la presencia e influencia de la tecnocracia, principalmente por tres rasgos característicos del Estado moderno: el racionalismo, la tecnicidad y la ejecutividad (Schmitt, 1968; citado por Morales, 1994).

La tecnocracia es una fracción de la burocracia, pero es una nueva clase administrativa, distinta de la burocracia tradicional, se formó con técnicos que se fueron incorporando al aparato burocrático hasta consolidarse como estructura de poder. La tecnocracia forma una élite nueva que aumenta su presencia y reemplaza a otras en la formulación, ejecución y toma de decisiones de las políticas gubernamentales (Morales, 1994).

La organización de la estructura tecnocrática y burocrática tienen semejanzas: a) Una autoridad superior designa a sus miembros. b) La separación entre propiedad y función. c) La impersonalidad de su gestión. d) Realizan sus funciones de manera eficiente, racional y con profesionalismo (García, 1981; citado por Morales, 1994).

Comenta Morales (1994) que a pesar de las semejanzas entre la tecnocracia y la burocracia, existen importantes diferencias:

1. La OP burocrática es más rígida, con normas fijas y dotadas de imperatividad formal, por su parte, la OP tecnocrática tiene más flexibilidad, pues lo que importa es la idoneidad de los medios a los fines, la imperatividad está definida de acuerdo con la eficiencia.

2. En la burocracia la jerarquía de autoridad es monocéntrica, define líneas de mando y subordinación, sus líneas de comunicación generalmente son descendentes y ascendentes, para la tecnocracia la autoridad es pluricéntrica y flexible, se tiene autoridad en un determinado problema que se plantea dentro de un contexto y una estrategia, de tal manera que su autoridad se define por sus cualidades técnicamente competentes en un específico problema o área, las líneas de comunicación no sólo son como las de la burocracia, dependen del asunto a tratar, pueden ser horizontales, verticales o de otro tipo.

3. En la OP burocrática se asignan cargos permanentes, los que tienen competencias bien definidas por normas jurídicas, en la OP tecnocrática comúnmente se forman equipos ad hoc que tienen funciones y atribuciones adecuadas a la naturaleza de los objetivos definidos y los requerimientos técnicos para alcanzarlos (García, 1981; citado por Morales, 1994).

Señala Morales (1994) que estos dos tipos de OP no son excluyentes, la convivencia cotidiana entre los grupos de AD tecnocráticos y burocráticos dificulta la separación de estos dos subsistemas de organización administrativa, que forman el sistema administrativo del estado.

Para la tecnocracia, la ciencia, la técnica y el estado moderno no requieren de ninguna legitimación distinta a la de su funcionamiento en sí mismo: la voluntad popular política se remplaza por la legalidad inmanente de las cosas, que el hombre mismo produce como ciencia y técnica (Schelsky, 1986; citado por Morales, 1994).

El AD tecnócrata es racionalista y pragmático en su formación. La formación y adiestramiento de los AD tecnócratas se basa en una larga preparación teórica y práctica en las ciencias y técnicas vinculadas, principalmente a la ingeniería, economía y administración. El AD tecnócrata se guía para analizar y resolver los problemas prácticos y sociales de la racionalidad técnica, desde el principio, de la máxima economía o del mínimo esfuerzo: productividad y eficiencia. La mentalidad tecnocrática considera que el progreso sólo se logra despolitizando los problemas (Ridley, 1966; citado por Morales, 1994).

También se atribuye a los AD tecnócratas cierto estilo intelectual, es decir, una forma de entender problemas y adoptar políticas sustancialmente distintas de la de los políticos. Los AD tecnócratas tienden a favorecer soluciones técnicas para los problemas sociales (Cohen, 1969; citado por Lindau, 1993). Están predispuestos al autoritarismo (Meynaud, 1968; citado por Lindau, 1993) y por ende, menosprecian a los AD políticos y el “desorden” de la política (Baylis, 1974; citado por Lindau, 1993). Su preparación especializada les da una visión muy estrecha de los problemas, o pegada a esquemas teóricos rígidos, lo que les dificulta entablar negociaciones y adoptar posiciones intermedias (Meynaud, 1968; citado por Lindau, 1993).

Se considera que los AD tecnócratas buscan eficacia y racionalidad, se rigen por criterios económicos (Benveniste, 1970; Diesing, 1962; Kramer, 1975; Meynaud, 1975; todos citados por Lindau, 1993) y son menos sensibles que los AD políticos a los problemas de justicia social y económica (Cohen, 1969; citado por Lindau, 1993).

Expone Lindau (1993) que en México son comunes otras ideas sobre los AD tecnócratas, por ejemplo son menos nacionalistas que los AD políticos en virtud de que se han educado en el extranjero. Se cree que son portadores de ideas extranjeras inadecuadas e inaplicables, que no entienden la realidad social de México ni sus idiosincrasias, y su experiencia limita su contacto e interés por las masas.

Aunque los AD tecnócratas son individuos con notable calificación técnica y profesional, sus virtudes y cualidades suelen exagerarse, en ocasiones reflejan la falta de capacitación o el desconocimiento del lenguaje especializado de aquellos que carecen de la formación técnica. En la práctica en general siempre hay, en mayor o en menor medida, un poco de arbitrariedad (Morales, 1994).

Para el AD tecnócrata, el ámbito y los AD políticos se involucran en corrupción, incompetencia, clientelismo, subjetividad y parcialidad. Por ello, se manifiesta apolítico y desconfía de la ineficiencia y la moralidad de estos AD y de OP como el parlamento, los partidos políticos, los sindicatos, y otros grupos (Morales, 1994).

En contraste con los AD tecnócratas, se identifica a los AD políticos atendiendo sólo a su trayectoria, porque nunca han tenido antecedentes educativos homogéneos. Sin embargo, entre ellos la carrera de derecho ha sido la más socorrida. En consecuencia, tradicionalmente se ha identificado a los AD políticos como aquellos que tienen experiencia electoral o partidista y de acuerdo con su ubicación en el sistema político (Camp, 1977; citado por Lindau, 1993). Entre las características que se atribuyen a los AD políticos, destaca una actitud negociadora (Black, 1970; citado por Lindau, 1993) se piensa que son más abiertos que los AD tecnócratas y menos propensos a la represión (Crack, 1972; citado por Lindau, 1993) que toleran mejor las opiniones disidentes y tienen una visión más amplia de los fenómenos. Por ende, se cree que poseen flexibilidad intelectual, prudencia, pragmatismo, sentido común y buen juicio (Banfield, 1980; citado por Lindau, 1993).

Empero los AD políticos son objeto de muchas críticas. La más común es que son corruptos (Ellul, 1964; citado por Lindau, 1993). Además, debido precisamente a su falta de preparación especializada, con frecuencia se les acusa de ser incompetentes o parciales frente a intereses creados y grupos de presión (Meynaud, 1968; citado por Lindau, 1993).

Expone Morales (1994) que los AD tecnócratas no tienen el monopolio del poder del estado ni del aparato de gobierno, su influencia se comparte con las distintas fuerzas sociales y políticas que configuran el poder en el estado, de tal manera que la influencia tecnocrática es distinta según la época y el Estado en particular.

Los AD tecnócratas forman un grupo con amplios elementos cohesionadores: a) Origen socioeconómico común (alta burguesía y clase media). b) Formación y adiestramiento profesional especializado. c) Sentimiento de superioridad (élite intelectual). d) Espíritu de camaradería nacido en el hecho de egresar de las mismas escuelas prestigiosas de estudios superiores (Ridley, 1966; citado por Morales, 1994).

Entre los principales factores que limitan la influencia tecnocrática como grupo dominante, se tienen los siguientes:

1. Los desacuerdos y la rivalidad entre los AD tecnócratas, provocados por diferencias teóricas, por la pertenencia a distintas OP y las rivalidades entre los distintos cuerpos y gremios para acceder a los puestos altos.

2. Los AD tecnócratas tienen mayor identificación con la OP donde laboran, que como gremio de profesionales técnicos.

3. Los AD tecnócratas forman alianzas y grupos con AD burócratas y políticos contra otros grupos que también tienen conocimientos técnicos; no existe una auténtica confrontación entre AD políticos y AD tecnócratas.

4. En la práctica, el aparato administrativo está politizado y rompe la supuesta neutralidad y racionalidad del AD tecnócrata.

5. Existe rechazo de la opinión pública, de los AD políticos y de las OP hacia la visión unilateral racionalista y el origen elitista de los AD tecnócratas (Meynaud, 1968; Ridley, 1966; citados por Morales, 1994:44-45).

Expone Morales (1994) que el AD político y el AD tecnócrata, muy a pesar de ellos, tienen características similares y se confunden en la naturaleza y la responsabilidad del papel que les corresponde desempeñar en los asuntos públicos. Si bien en la práctica es difícil distinguir al AD político y al tecnócrata, son dos AD del estado con distintas actividades y formas de ejercer el poder.

Por un lado los AD tecnócratas y políticos dependen uno del otro, y esta dependencia mutua limita rigurosamente el poder de cualquiera de las partes (Benveniste, 1972; citado por Morales, 1994) por el otro, la política, aun en la sociedad más tecnologizada, no se reduce a la técnica, pues no es posible gobernar prescindiendo de la política (Morales, 1994). Morales (1994) comenta que la presencia de los AD técnicos en las OP se vincula con la vocación constructora del estado, pues se fueron creando OP con AD técnicos especialistas, para diseñar y ejecutar las políticas gubernamentales y promover así el desarrollo del país. Los ingenieros fueron los primeros técnicos que se incorporaron en gran número como AD, posteriormente los economistas.

Los AD crecieron conjuntamente con las OP encaminadas a promover y dirigir el desarrollo. Entre esas OP se distinguen por su importancia: a) El Banco de México (1925). b) La Comisión Técnica de Colaboración del Primer Plan Sexenal (1933). c) Nacional Financiera (1934). d) La Comisión de Fomento Agrícola y Ganadero (1938). e) El Comité Asesor Especial del Segundo Plan Nacional (1940). f) La Comisión Papaloapan (1947). g) La Comisión de Inversión (1947) entre otras (Morales, 1994:61).

Expone Lindau (1993) que con la llegada a la presidencia de México, la tecnocracia aparece en virtud de que Echeverría, a diferencia de sus antecesores, no tenía experiencia electoral antes de iniciar su campaña a la presidencia.

Echeverría fue Secretario de Gobernación con Díaz Ordaz, como tal, dirigió la represión contra el Movimiento Estudiantil de 1968 por ende, su elección para la presidencia fue controvertida. Sin embargo, Echeverría desplegó un gran esfuerzo por separarse del gobierno anterior impulsado en parte por el deseo de distanciarse de los sucesos de 1968 y por el de consolidar su poder. Echeverría destituyó a numerosos AD del sexenio anterior (Lindau, 1993).

Echeverría también desmanteló grupos de rivales en potencia dentro de las OP, a base de descartar a muchos AD de sexenios anteriores todavía prominentes cuando armó su gabinete. Por la misma razón, durante su período constitucional a menudo retiró a AD de puestos altos, al término de su mandato, solamente 6 de los 17 secretarios originales seguían en su cargo. Para aumentar su fuerza política, Echeverría nombró a varios jóvenes para ocupar puestos de AD de gran autoridad (Smith, 1979; citado por Lindau, 1993).

Según Lindau (1993) la prensa destacó la experiencia técnica de los AD elegidos en el gabinete de Echeverría. Una columna editorial de Excelsior decía:

La primera condición que se observa en estos colaboradores es su preparación técnica en las mismas ramas de la administración (De Ertze, 1970; citado por Lindau, 1993).

Otros hicieron eco de esta opinión, por ejemplo Alan Riding:

Echeverría trató de rejuvenecer el sistema, introduciendo al gobierno a tecnócratas jóvenes, alentando la formación de nuevos sindicatos independientes, inyectando militancia al movimiento campesino oficial e incluso jubilando a cientos de generales revolucionarios viejos para hacerle espacio a oficiales más jóvenes. En cuestión de meses, de hecho, Echeverría había colocado en el poder a una generación totalmente nueva (Riding, 1984; citado por Lindau, 1993:35).

Con López Portillo como presidente de México, no se repitió la notoria juventud de su grupo como en el caso de Echeverría. La mayoría de los AD del gabinete de López Portillo superaban medio siglo de vida. López Portillo escogió a muchos que habían sido sus amigos en la UNAM o en la administración pública prevaleciendo la racionalidad política sobre la administrativa (Smith, 1979; citado por Lindau, 1993). Señala Lindau que esto demostró la importancia que seguía teniendo la amistad y la lealtad en el proceso de reclutamiento de AD en las OP.

Al igual que sus dos antecesores, Miguel De la Madrid Hurtado tampoco contaba con experiencia electoral antes de iniciar su campaña, pues hizo su carrera en varios puestos de OP del ámbito federal. También trabajó muchos años en el sector financiero del gobierno y tenía un título de postgrado de la Universidad de Harvard. Por estas razones, de inmediato se le tildó de tecnócrata (Lindau, 1993).

Los nombramientos de De la Madrid para integrar su gabinete provocaron el mayor número de comentarios jamás vistos desde la época de Miguel Alemán. Pero en contraste con la reacción favorable frente al equipo de Alemán, el de De la Madrid fue sumamente criticado (Lindau, 1993). Paradójicamente, las críticas se centraron precisamente en las características que merecieron aprobación 36 años antes. Esta vez la preparación técnica y la falta de experiencia política se consideraron como defecto. Por ejemplo, en un artículo se observó que:

[…] con el ascenso del presidente Miguel De la Madrid […] llega al poder una generación de técnicos y administradores de altos estudios. [Aunque poseen] deslumbrantes postgrados y voluminosos currícula […] no se han sometido a la lucha electoral ni al contacto con las masas (Hinojosa, 1982; citado por Lindau, 1993:37).

Otros emitían la misma observación:

Casi parecía lógico que el equipo gobernante, comenzando por el propio Presidente, fuera lo que es, un equipo de economistas. Pero ocurre que las crisis económicas implican también crisis políticas que es necesario sortear con habilidad y experiencia (Villegas, 1983; citado por Lindau, 1993:37).

El hecho de que la mayoría de los AD del gabinete provinieran del sector financiero del gobierno suscitó comentarios negativos:

El Presidente De la Madrid […] selecciona a un grupo de hombres […] procedentes de un reducidísimo círculo financiero y que no es representativo de las más importantes corrientes políticas del propio PRI. Esto […] tendrá resultados muy negativos al cancelar […] el ejercicio de la pluralidad y la conciliación, prácticas esenciales en el buen gobernar (Rello, 1982; citado por Lindau, 1993:37).

El ataque a los AD tecnócratas en el gobierno de De la Madrid provenía de todos lados. Emilio Goicochea Luna, presidente de una de las federaciones de empresarios más grandes de México, la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (CONCANACO) declaró:

Atender a filosofías ajenas o a recetas teóricas de noveles técnicos que creen resolver los problemas con sus libros, sus fórmulas o sus teorías, pero no se han gastado las manos en la praxis comercial (Ramos, 1983; citado por Lindau, 1993:38).

En el lado opuesto del espectro político, Pablo Gómez, uno de los líderes del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) afirmó:

Los gobernantes de hoy no provienen de la lucha partidista. Ni de las organizaciones sociales. Ni de los gobiernos de los estados y menos aún de los ayuntamientos. Provienen, en su inmensa mayoría, de los organismos del manejo económico, de la banca estatal, de las instituciones más cerradas y antidemocráticas del Estado (González, 1983; citado por Lindau, 1993:38).

La designación de Carlos Salinas de Gortari para presidente de México generó casi los mismos comentarios negativos que su antecesor Miguel De la Madrid. En los artículos de los diarios mexicanos se lamentaba que Salinas pasara gran parte de su carrera en el sector financiero del gobierno, tuviera un doctorado de la Universidad de Harvard y careciera de experiencia electoral. En resumen, al igual que a De la Madrid, de inmediato se le clasificó como tecnócrata (Lindau, 1993).

La misma reacción suscitaron muchos de los AD que escogió Salinas para su gabinete. Se expresaron serias reservas respecto a sus postgrados en economía de las universidades extranjeras y a que hicieran carrera en el sector financiero de las OP. Las críticas contra estos AD y la preocupación por las implicaciones políticas de su ascenso al poder, fueron similares a muchos comentarios sobre el gabinete de De la Madrid (Lindau, 1993:38-39).

Señala Lindau (1993):

[…] el ascenso de los AD tecnócratas ha sido concomitante a una disminución en la importancia de la UNAM como centro de reclutamiento político. Se cree, a la vez, que las universidades privadas en México están desempeñando un papel más importante en la educación de la élite gobernante.

Un AD tecnócrata puro en México cursaría una licenciatura en economía o en un área afín. Aunque muchos AD tecnócratas –al igual que otros AD de las OP– se titularon en la UNAM, típicamente se cree que cada vez son más los que provienen de escuelas privadas “elitistas”, como el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).

El papel de los AD técnicos en el aparato de gobierno es diseñar propuestas de políticas de gobierno, elaborar información y proporcionar la asesoría en la formulación de políticas de gobierno y en la toma de decisiones. Si bien participan en las decisiones, su intervención no es directa y suele restringirse a sus propuestas, o a cuando se les requiere finalmente son los dirigentes políticos quienes toman las decisiones, pues existen consideraciones y factores políticos que los AD técnicos no siempre consideran por la falta de información, por su nivel jerárquico de subordinados y en ocasiones, por su formación profesional-técnica con poca experiencia política, la fuerza de los AD técnicos no reside tanto en sus posibilidades de dar directamente forma a la política, si no en su capacidad para elegir opciones técnicas y presentarlas a sus amos los AD políticos (Morales, 1994).

Los AD técnicos forman una fracción dentro de las OP que, por su capacitación técnica y su nivel jerárquico medio, se distingue del AD burócrata tradicional y de los AD de los altos mandos del Poder Ejecutivo. En general, los AD técnicos han trabajado en OP afines a su formación profesional, además predominan y llegan a los puestos de más jerarquía de las OP que requieren formación técnica especializada para el diseño de su política. Las OP, tanto de la administración pública centralizada como de la paraestatal que presentan un liderazgo técnico son las que tienen una proporción mayor de AD técnicos en su estructura (Camp, 1970; citado por Morales, 1994).

Según Roderic Ai Camp (citado por Morales, 1994) para los AD técnicos, los principales factores que influyen en su reposicionamiento gubernamental son: a) Trabajar duro (perfil administrativo). b) Capacidades técnicas (perfil administrativo). c) Contactos y relaciones políticas (perfil político). d) Suerte. Además, en la medida en que aumenta su nivel jerárquico, sus vínculos y habilidades políticas tienen cada vez mayor influencia para su carrera (Camp, 1972; citado por Morales, 1994:64).

En 1970 los AD técnicos, en especial los economistas e ingenieros se incorporaron a las OP en mayor proporción que en el pasado: con López Mateos, el 22.2 por ciento del gabinete se integra con AD expertos, con Díaz Ordaz, el 17.1 por ciento y con Echeverría, el 42.1 por ciento. La creciente burocratización del aparato político que se manifiesta por las carreras mucho más burocráticas de los AD de Echeverría –con López Mateos el 55 por ciento de sus AD pasa por tales canales, con Díaz Ordaz el 54.17 por ciento y con Echeverría el 76.19 por ciento– (Lerner, 1983; citada por Morales, 1994).

La dirigencia nacional mexicana incluyó a una nueva generación de AD sin experiencia significativa. Su trayectoria profesional excluía antecedentes electorales y partidistas, pero presentaba una amplia carrera dentro de las OP del gobierno federal. Al mismo tiempo, relegaron de sus cargos a los viejos AD y criticaron sus métodos –los de los ajenos al grupo íntimo del Presidente– forjados en el pragmatismo y en las formas tradicionales de la política mexicana (Anónimo, 1977; cita de Morales, 1994).

La toma del poder de esta nueva generación de AD se interpretó como el surgimiento de un liderazgo tecnocrático. Esta idea encontró eco en la carrera profesional del presidente Luis Echeverría, pues él se convirtió en el primer jefe del ejecutivo postrevolucionario que no desempeñó previamente algún cargo de elección popular –aunque tampoco Obregón, Calles y Ávila Camacho, pero fueron militares revolucionarios– (Morales, 1994).

Rogelio Hernández demostró que la formación partidista y electoral ha sido marginal para los AD que han ocupado el puesto de secretarios de estado (desde 1946-1982) la burocracia federal es el principal lugar de su formación política. Para este autor no se puede hablar de una nueva clase política de AD y mucho menos considerar por este fenómeno, a la nueva generación como AD tecnócratas, pues para los políticos mexicanos la experiencia electoral siempre ha sido poco importante y la presencia de AD técnicos en las OP responde a necesidades que imponen la complejidad de los asuntos económicos y la naturaleza misma del estado y la sociedad actual. De tal manera que la diferencia entre los viejos y nuevos AD está en que de 1946 a 1970, los AD se singularizarían por contar con cargos de elección en sus carreras, en tanto de 1970 a 1982 esta cualidad se perdería, cobrando mayor impulso la preparación administrativa (Hernández, 1985; citado por Morales, 1994).

La racionalidad administrativa empieza a prevalecer sobre la política para seleccionar a los AD en las OP. En cuanto a los cambios en la OP, hasta el gobierno de Díaz Ordaz la presencia de los AD técnicos en los puestos claves de las OP era políticamente poco significativa. Los AD técnicos solamente ocupaban los puestos de AD en aquellas OP vinculadas a su formación y experiencia profesional (Morales, 1994).

Desde 1946 hasta 1982 todos los presidentes fueron abogados y hasta 1975 (con excepción de López Mateos, Secretario de Trabajo) todos fueron previamente titulares de la Secretaría de Gobernación. A partir del gobierno de López Portillo (1976) los presidentes que le siguieron fueron Secretarios de Hacienda o de Programación y Presupuesto y desarrollaron su carrera en el sector financiero del sector público (Morales, 1994).

Los economistas son los AD técnicos que más avances han obtenido en los puestos altos del poder ejecutivo. Mientras que en las décadas anteriores a 1970, los abogados dirigieron la política económica –quienes posteriormente se especializaron en economía– conforme avanzaron las administraciones, los economistas no sólo monopolizaron el sector económico y financiero de las OP, sino que empezaron a ocupar puestos de AD importantes, como el cargo de secretario de estado en diferentes áreas, puestos de elección popular, y en 1988, la dirigencia del PRI y la Presidencia de la República (Morales, 1994).

La mayoría del gabinete y los principales AD colaboradores de Miguel De la Madrid Hurtado (1982-1988) constituyeron un grupo homogéneo, integrado por AD técnicos financieros que, además de carecer de experiencia partidista y electoral, pertenecieron siempre al sector financiero del gobierno, por eso muchos no tenían verdadera experiencia y especialización profesional vinculada a las OP que les encomendaron (Hernández, 1987; citado por Morales, 1994).

Señala Lindau (1993) que la preocupación por los AD tecnócratas llegó a su punto máximo en el gobierno de De la Madrid y continuó hasta el régimen de Carlos Salinas de Gortari. De hecho la era de la tecnocracia pasó de la administración de Salinas de Gortari a la de Ernesto Zedillo. En la obra México: en la Frontera del Caos, Oppenheimer (1996:128) se refiere a Zedillo diciendo que a lo largo de su carrera en el gabinete de Salinas, era uno de varios tecnócratas jóvenes del Banco de México que tenían un currículum impresionante, pero ninguna experiencia política. Por eso era uno de los pocos secretarios del gabinete que no se consideraba un serio contendiente a la presidencia (Oppenheimer, 1996:128).

En otro pasaje de su obra, Oppenheimer (1996:174) vuelve a señalar a Zedillo como tecnócrata:

[…], no pude dejar de preguntarme si Zedillo era un tecnócrata tan frío que ni siquiera se permitía celebrar lo que cualquier otro político hubiera considerado el día más feliz de su vida.

Este comentario surge el día en que este último autor entrevista a Zedillo pocas horas antes de que se conozcan oficialmente los resultados donde éste resulta el triunfador de las elecciones en 1994, para presidente de México.

Según Roderic Ai Camp (Citado por Morales, 1994) el ascenso de los AD técnicos significó su llegada a los puestos de la dirigencia del PRI y a otros de elección popular. Este fenómeno no es fruto de su militancia partidista y trabajo electoral, significa que se apoderan cada vez más de la burocracia partidista y que su presencia en el Poder Ejecutivo les permite llegar al parlamento: hoy muchos más AD que ocuparon puestos de secretario de estado fueron diputados después de ocupar un cargo en un organismo, en lugar de usar este último como escalón a aquella posición; tanto diputados como senadores son cada vez más individuos que han seguido toda su carrera en las OP, lo mismo que sus homólogos del poder ejecutivo.

En opinión de Lindau (1993) en México, la palabra tecnócrata se ha convertido en un epíteto político. Esto refleja un conjunto de creencias sobre el reclutamiento político y la política. Muchos creen que aquellos que ascendieron a cargos de AD en las OP, en particular en los años anteriores a 1970, poseían amplia experiencia política adquirida al trabajar en puestos diversos en la esfera partidista-electoral del gobierno.

Sigue exponiendo Lindau (1993) que dado que los AD tecnócratas no tienen experiencia partidista-electoral, se supone que carecen de habilidades y aptitudes típicas de los AD políticos tradicionales. En consecuencia se les juzga más propensos a cometer errores políticos. Además, en virtud de su preparación, están menos dispuestos a la conciliación y no saben calcular medidas represivas. Se piensa que su formación académica en el extranjero los hace menos nacionalistas que los AD políticos tradicionales y portadores de ideas extranjeras “inadecuadas” e “inaplicables”.

Con el propósito de conocer más elementos sobre el fenómeno de la tecnocracia en México, Morales (1994) realizó un estudio exploratorio sobre la materia. El diseño metodológico consistió en lo siguiente: se tomó una muestra total de 80 AD; 20 AD por sector, de los que se encuestaron cinco de cada nivel, como se muestra en la Tabla 31.

Expresa Morales (1994) que debido a la inexistencia de una agrupación única de las secretarías de estado, para objeto de su investigación se agruparon en cuatro sectores, de acuerdo con la naturaleza principal de sus funciones y actividades dentro de la política de gobierno, para formar la variable sector, como se indica en la Tabla 32.

Dice Morales (1994) que la institución educativa donde los llamados “actores decisores tecnócratas” cursaron su profesión, es una variable muy importante, porque implica socialización, valores y relaciones diferentes. La UNAM aparece en 43 casos, que representan 53.8 por ciento del total, después, ninguna institución educativa ocupó ni el 10.0 por ciento de la muestra.

Expone Morales que a pesar de que el AD tiene posibilidades de movilidad hacia las distintas OP federales, al revisar la trayectoria profesional de los AD entrevistados tienden a la especialización en algún ámbito del gobierno, es común que si el AD cambia de OP se traslade a otra que tiene tareas similares.

Además, en el Distrito Federal nació el 55.7 por ciento de los AD de la muestra y el resto en doce estados de la república mexicana, en especial en Jalisco y Veracruz.

Para intentar analizar la participación política de los AD, señala Morales (1994) que a la pregunta ¿Tiene o tuvo familiares en la política?, la respuesta fue negativa (76.3 por ciento) sólo 23.7 por ciento declaró que sí.

Menos de la mitad (43.8 por ciento) de los AD desempeñaron cargos en el PRI y el 26.3 por ciento declaró no estar afiliado al PRI (Morales, 1994).

Otro estudio sobre la tecnocracia en México Juan David Lindau lo realizó en 1985. En él se hicieron 30 entrevistas y una revisión exhaustiva en la Hemeroteca Nacional de la ciudad de México. Según Lindau (1993:155) para examinar diferencias en el tiempo y entre grupos, las 30 entrevistas se dividieron en 3 categorías. 10 se hicieron a AD que ocupaban o habían ocupado puestos altos en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que es la dependencia más antigua y poderosa del gobierno.

Otros 10 AD entrevistados ocupaban o habían ocupado puestos altos en la secretaría más política del gobierno, la de Gobernación. 10 más lo hicieron en puestos de elección en el Senado o en la Cámara de Diputados. Los grupos se escogieron con el enfoque de establecer si existían distinciones entre AD en segmentos diversos de las OP y entre AD administradores y quienes ocupaban puestos de elección (Lindau, 1993).

Señala Lindau (1993) que todos los AD entrevistados en las OP ocuparon puestos en por lo menos uno de los cuatro niveles superiores del gobierno mexicano después del Presidente. Estos 4 niveles son en orden ascendente de importancia: director general, oficial mayor, subsecretario y secretario. Se escogió a AD de este nivel del gobierno en virtud de la concentración del poder en México. Además, para analizar las diferencias en el tiempo, se eligieron a AD que ocuparon estos puestos en varios sexenios a partir del de Alemán (1946-1952).

La entrevista consistió en 23 preguntas abiertas, agrupadas en varias secciones. Primero se preguntó a los AD entrevistados si creían que se daban cambios en el reclutamiento político y cuáles eran. Posteriormente se hacían preguntas sobre AD políticos y AD tecnócratas, para que los entrevistados explicaran las diferencias existentes entre unos y otros. En particular, se preguntó a los AD entrevistados si los distinguían según sus actitudes, sus criterios o sus predisposiciones ideológicas. Frecuentemente se acusa a los AD tecnócratas de ignorar las consecuencias y costos políticos de sus medidas, por lo que se pidió a los AD entrevistados que definieran la sensibilidad política (Lindau, 1993).

También se les preguntó sobre algunas políticas que han adquirido importancia particular como pruebas de que quien las aplica es AD tecnócrata o no. Hubo preguntas con las que se intentaba aclarar si han cambiado los criterios empleados en la toma de decisiones. La entrevista concluyó con cuestionamientos sobre si ha ocurrido un cambio en el poder dentro de las OP, mediante el que las OP llamadas “técnicas” adquieran se reposicionaran más que las consideradas “políticas” (Lindau, 1993).


Grupo EUMEDNET de la Universidad de Málaga Mensajes cristianos

Venta, Reparación y Liberación de Teléfonos Móviles
Enciclopedia Virtual
Biblioteca Virtual
Servicios