Tesis doctorales de Economía


ANÁLISIS DEL PROCESO DE FORMULACIÓN DE POLÍTICAS PARA LA REFORMA DEL SECTOR ELÉCTRICO Y SU POTENCIAL INCIDENCIA EN EL MARCO INSTITUCIONAL Y LA PRODUCCIÓN CON FUENTES RENOVABLES

Roberto Jiménez Gómez



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3.5.2 Transmisión o transporte de electricidad

La transmisión es el servicio que consiste en transportar la electricidad desde la planta generadora hasta las redes locales a través de unos cables que permiten la circulación a alto voltaje.

La actividad de coordinación entre generación y transmisión es vital para asegurar el suministro de electricidad a los consumidores finales. Una vez en la red, el fluido eléctrico se distribuye según leyes físicas. Por ello, no es posible dirigirlo y no se puede determinar cuál es el origen de la electricidad obtenida del sistema. Como el equilibrio entre oferta y demanda debe mantenerse continuamente en cada nodo de la red y las necesidades pueden cambiar rápidamente en poco tiempo, se requiere un control centralizado de ambas actividades (López, 1999). Este control lo suele llevar a cabo la misma empresa que se encarga de la transmisión. Además cuando el orden en que se incorporan las plantas de generación no se determina a través de un mercado, también se suele encargar de establecer que PGE debe introducir energía en la red para cubrir la demanda existente en cada momento, usando normalmente el criterio de minimización de costos para el conjunto del sistema (Bazán, 2003).

En el transporte de electricidad se pueden lograr importantes economías de alcance y de densidad. Como se indicó, la energía eléctrica es difícilmente almacenable. Por lo tanto, el fluido que circula por los cables de alta tensión en cada momento del día, del mes o del año puede considerarse un producto distinto. Ello confiere a la transmisión las características propias de una actividad multiproducto, y que permite hablar de economías de alcance en el sentido de que el costo de suministrar un conjunto de productos es inferior a la suma de los costes de ofrecer cada uno de ellos separadamente.

La necesidad de equilibrio eléctrico puede conducir a una estrecha coordinación entre generación y transmisión. En muchos casos, ello ha dado lugar a una empresa verticalmente integrada que lleva a cabo ambas actividades. Sin embargo, esta unificación presenta un inconveniente para los sectores eléctricos que han sido estructurados buscando la competencia en el mercado de generación de electricidad, al extender probablemente a la producción, que es una actividad potencialmente competitiva, el monopolio que existe en la transmisión.

La transmisión de electricidad es entre todas las actividades que hacen posible el suministro de energía eléctrica a los consumidores, probablemente la única en la que se puede hablar de monopolio natural a nivel nacional. La competencia, aún cuando quedase reducida a un oligopolio entre dos empresas, exigiría la existencia de dos redes de transmisión. Para que esta duplicación fuese económicamente eficiente sería necesario que una sola red fuese incapaz de transportar toda la electricidad necesaria. En caso contrario, la presencia de dos competidores impediría a ambos disfrutar plenamente de las economías de escala que se pueden conseguir en esta actividad. A largo plazo, alguno de ellos lograría aventajar al otro en el aprovechamiento de las mismas, lo que le permitiría reducir su costo unitario y practicar una política de precios que provocase la expulsión del competidor (Bazán, 2003).

Las economías de densidad surgen como consecuencia de la interconexión entre los diferentes nodos de demanda, en los que las transacciones de fluido pueden experimentar variaciones aleatorias e imprevisibles. A menos que estas oscilaciones mantuviesen entre sí una correlación perfecta de signo positivo, el riesgo de no poder satisfacer la demanda de un sistema de nodos interconectados es menor que la suma de los riesgos de no poder atender las necesidades de cada nodo aislado.

Una pequeña parte de la energía que se introduce en la red se pierde como resultado de imperfecciones en los cables que la constituyen. Estas pérdidas son más altas cuando menor es el voltaje y cuanto mayor es la distancia entre las instalaciones de generación y los consumidores finales. Esto significa que si una nueva planta introduce electricidad en un nodo que está cerca del consumidor final, la distancia media que recorre el fluido se reduce y, con ello, disminuyen las pérdidas de energía.

Por tanto, añadir electricidad a la red de transmisión puede suponer un costo marginal negativo cuando la localización de la PGE permite reducir la distancia media que recorre el fluido eléctrico. Del mismo modo el incremento de la demanda en ciertos nodos puede implicar un costo marginal positivo si provoca una disminución del recorrido medio de la energía introducida. Las redes de transmisión tienen capacidad limitada. Ello puede restringir el transporte de energía y, en consecuencia la eficiencia general del sistema (Besant , 2006).


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