Tesis doctorales de Economía


MICHEL FOUCAULT Y LA VISOESPACIALIDAD, ANÁLISIS Y DERIVACIONES

Rodrigo Hugo Amuchástegui




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La Secretaría de Educación Pública de José Vasconcelos en México D. F. Un edificio filosófico y político del siglo XX

La Secretaría que estaba creando era mi amada exclusiva

(Vasconcelos 1938 [1984: 79])

El presente capítulo, que realiza un desplazamiento geográfico hacia Latinoamérica, quiere aportar a la reflexión acerca de la importancia que tenía el edificio de la Secretaría de Educación Pública (SEP) de México D. F. para el filósofo y político José Vasconcelos (1882-1959) (Figura 49).

Fig. 49. José Vasconcelos

Creemos que esta construcción es la culminación de una concepción arquitectónico-ideológica vasconceliana, siendo él su principal constructor, a pesar de no tener título ni práctica constructiva anterior. No es simplemente un atractivo edificio con bellas imágenes, construido para la gloria de su propulsor. Vasconcelos encuentra allí un operador de transformación de la subjetividad mexicana. Es decir, aquel que entra en el edificio debería salir y no sólo por las actividades que allí desarrolle con una transformación personal. Su ubicación espacial lo liga a aquellos que lo transiten, por ende, el transformado es el mexicano, principalmente.

Así como planteamos con la catedral, o mejor dicho, el dispositivo visoespacial catedralicio, puede decirse que el edificio de la SEP tiene un funcionamiento equivalente. De hecho, son varios los paralelismos que podemos trazar con la catedral de Saint Denis. En términos arquitectónicos ambos son el resultado de la modificación de un edificio anterior y dichos cambios están alimentados por concepciones teológicas y filosóficas. En el caso de Vasconcelos, además de su interés en el neoplatonismo como ocurre con la variante que introduce el Pseudo Dionisio Areopagita, está su estudio del pitagorismo, interpretado muy libremente, contribuyendo al sostén ideológico de la obra arquitectónica. Ambos edificios pueden ser también considerados como punto de partida de movimientos de difusión artístico-cultural, sea el gótico catedralicio, o el muralismo mexicano.

Nuestro interés en el edificio vasconceliano se basa además en la importancia peculiar de Diego Rivera y su expresión pictórica, junto a otras destacadas figuras. Uno y otro, Suger y Vasconcelos, estuvieron en centros de poder “público”, sea por la coyuntura política que definió la importancia de Saint Denis, sea por la organización política administrativa mexicana que necesitaba una secretaría de educación. Y obviamente ambos coinciden en que las imágenes –bi o tridimensionales– son capaces de actuar y modificar al que las observa. No reiteraremos aquí, por lo tanto, elementos que dan cuenta de la filiación que nosotros encontramos con la obra de Foucault, pues los que se enunciaron para una valen para la otra. La diferencia fundamental está por el lado de nuestras conclusiones: El caso catedralicio nos sirvió para justificar una dimensión más amplia de transformación cultural –el registro cristiano católico–, mientras que la Secretaría de Educación, según nuestra concepción, está dirigido a la creación de la identidad mexicana, principalmente. Otro rasgo diferenciador entre ambos trabajos es la relativa extensión que le hemos dado a los intereses biográficos y visoespaciales del filósofo mexicano. La razón es bastante simple, teníamos el excelente texto biográfico Ulises criollo (1935 [2000]) como documento a trabajar y, de ese modo, poder mostrar que si la SEP es la culminación de una inquietud constructiva, podía rastrearse la génesis de dicho interés. En particular, y considerando las observaciones iniciales de nuestro capítulo “Herramientas conceptuales”, puede encontrarse en el desarrollo biográfico la constitución del habitus en la experiencia personal vasconceliana en tanto evidencia de los dispositivos espaciales sobre su propia cosmovisión, que luego pudo ser proyectada sobre la de sus conciudadanos.

Nuestro modo específico de enfocar este particular edificio de la SEP supone considerar que las imágenes de los murales están integradas al mismo, de allí que también aquí puede hablarse de “visoespacialidad”, es decir, no separamos pared e imagen, pues no hay autonomía en éstas. La modalidad propia del muralismo, en su intrínseca constitución, ha sido auspiciada, apoyada y publicitada por Vasconcelos, ya que ella respondía a sus propias concepciones. Su filosofía es expresión, en nuestra opinión, de una experiencia de lo trascendente, que alimentada de sus propias raíces católicas, quiere ser socializada en términos de belleza objetiva, colocándolo a él como mecenas y líder en su entorno directo y en la sociedad mexicana. Esto aparece reconocido, aunque sin que esté exento de tensiones, por el mismo Rivera, el muralista que más directamente estuvo conectado a la SEP y que, a pesar de estar ideológicamente alejado de Vasconcelos, pudo, por la índole especial de la filosofía de éste, cooperar con la obra que el mismo secretario se había propuesto.

La función política impide la reflexión y escritura filosófica, el tiempo es escaso, los problemas son muchos. No fueron entonces de 1921 a 1924 los años más prolíficos de Vasconcelos. Es comprensible pues “en los intervalos en que no es posible meditar ni gozar de la belleza, es preciso cumplir una obra; una obra terrestre” pero, con el edificio de su Secretaría, creemos, pudo poner su filosofía en obra (Figura50).


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