Tesis doctorales de Economía


MICHEL FOUCAULT Y LA VISOESPACIALIDAD, ANÁLISIS Y DERIVACIONES

Rodrigo Hugo Amuchástegui




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François Boullant: el pensador y los pensamientos del espacio

Un análisis de los textos de Foucault desde la estricta perspectiva espacial se encuentra también en el artículo de François Boullant, titulado justamente “Michel Foucault, penseur de l’espace” (2003). Allí presenta posibles vías de acceso a esta problemática, como ser el trabajo lexical específico, dando cuenta de las apariciones que tiene la palabra “espacio” en la obra foucaultiana, independientemente de sus contextos de aparición o, como una alternativa conexa, incluyendo éstos. Si se deja de lado, por lo tanto, el análisis independiente del concepto de espacio, la consideración adecuada –que propone el autor– es aquella que ubica dicho concepto en relación con otros conceptos vinculables, al tiempo que incluye los contextos de sus apariciones. Ajeno a otras interpretaciones, Boullant solo cita los textos foucaultianos.

En su análisis, considera a “Des espaces autres” como un texto pivote, siendo los escritos anteriores a éste totalmente secundarios en lo que a la problemática espacial se refiere, mientras que, a partir de allí y en relación con el interés de Foucault en la cuestión del poder, las referencias al espacio se multiplicarían y darían por lo tanto cuenta de una focalización temática de Foucault, que permitiría designarlo como pensador del espacio.

Veamos con mayor detenimiento esta propuesta interpretativa que tiene la virtud de reconocer la importancia de este tema, aunque al acotar –a nuestro entender– excesivamente sus fuentes, disminuye la relevancia global de la cuestión y considera solo colateralmente la cuestión visual como un complemento de la espacial, o sea no aparece propiamente la visoespacialidad.

Los textos muy anteriores a Vigilar y castigar, como La historia de la locura y Nacimiento de la clínica, entonces, aunque dan cuenta de cierta preocupación por el espacio, lo presentan en aspectos demasiado diversificados, lo que impiden armar una visión estructurada y coherente del mismo.

Si bien el libro sobre la genealogía de la prisión es donde se hace evidente en forma contundente la cuestión espacial, es en textos anteriores y cercanos donde hay que buscar la génesis de esta problemática en los que se ponen en juego los conceptos de disciplina, poder (relaciones de poder) y cuerpo, y donde el espacio es el articulador de sus significados: “Es necesario comprender que la disciplina es justamente esta modalidad de poder que inserta los cuerpos en un espacio determinado con finalidades determinadas”.

“Des espaces autres” interesa por la caracterización de la época actual como época del espacio frente al tradicional predominio temporal. No desarrollaremos aquí ese texto que ya presentamos oportunamente en nuestro capítulo: “Variaciones sobre el espacio: cuatro artículos”, y que Boullant también describe muy sintéticamente, sino en aquellos aspectos que sean novedosos a ese síntesis, o simplemente valorativos. En este sentido se pregunta: “¿Qué deducir de esta prosa rigurosa y soñadora, metódica y errática? Ante todo, y de manera muy general, que el espacio es ya plenamente un objeto legítimo de investigaciones específicas?”. En segundo lugar, este artículo sirve para señalar ciertos temas-espacios a investigar, algunos de los cuales ciertamente van a tener un desarrollo posterior, como es el caso de la prisión.

De todas maneras incluye resumidamente los textos anteriores a “Des espaces autres”. Así, la cuestión literaria en su vínculo con el espacio aparece también recuperada en el artículo de 1964, “Le langage de l’espace” (1964b). Que el lenguaje se haya vuelto cuestión del espacio es la novedad que Foucault encuentra, frente al ordenamiento tradicional hacia el tiempo. El texto interesa allí en tanto superficie de inscripción, es decir el lenguaje “¿dónde … podría flotar y posarse en este lugar que es la página, con sus signos y su superficie, sino en este volumen que es el libro?”. Sin embargo, plantea, este artículo no debe considerarse como anticipo de las ideas de Vigilar y castigar, pues ese espacio de la literatura no es estrictamente real, sino ideal, inmaterial. Tampoco ocuparían ese lugar las referencias espaciales de la Historia de la locura (1961) ni del Nacimiento de la clínica (1963). En ellos, “los análisis quedan extrañamente vacíos de toda referencia a un espacio materialmente situado y precisamente determinado”. Estos no son textos, entiende Boullant, donde los muros tengan su importancia, donde los espacios aparezcan especificados o descriptos. Es la pintura y es la literatura los que tienen mayor peso en el libro sobre la locura: “Bosch o Bruegel, Sade o Artaud, Rousseau o Nietzsche parecen entonces hablar más auténticamente de la locura que los muros del asilo”. Foucault habría deliberadamente negado este componente espacial, según entiende este crítico. Recién en textos posteriores, la locura reconocerá la consistencia de las paredes, luego de la torsión planteada en las lecciones del curso de 1973-1974 sobre el poder psiquiátrico (2003) y en las conferencias dadas en Río de Janeiro en 1974: “Crise de la médecine ou crise de l'antimédecine?”, “La naissance de la médecine sociale” y “L’incorporation de l’hôpital dans la technologie moderne”.

Mencionamos ya el papel relevante del texto sobre las heterotopías de 1967, texto que es elogiado como “precioso”, “extraño”, “fascinante”, aunque también se reconocen sus falencias: “Lo que le falta a este texto incluso si emerge a veces implícitamente es una teoría del poder que permita correlacionar el espacio con las disciplinas”. Desde un punto de vista filosófico, en “Des espaces autres” aparecen referencias tanto al estructuralismo como a la fenomenología como antecedentes ya superados.

Con respecto a otros antecedentes espaciales, se destaca el capítulo de Las palabras y las cosas, “Las meninas”, por sus juegos espaciales y por el rol que tiene el espejo, pero en un juego también limitado ya que solo presenta remisiones internas.

La justificación de Michel Foucault como pensador del espacio está fundamentada, además de las referencias a Vigilar y castigar, en conferencias, artículos, cursos y entrevistas, en especial “L’oeil du pouvoir” (1977) y “La scène de la philosophie” (1978), además del ya mencionado “Des espaces autres”. Así, “La scène de la philosophie”, que da cuenta de una entrevista realizada a Foucault por M. Watanabe, sirve como exponente de este segundo tiempo fuerte de la espacialidad, donde espacio y disciplina están ya conjugados. El mencionado curso, El poder psiquiátrico de 1973, presentará claramente al edificio panóptico de Bentham. También el concepto de “cuadro” [tableau] será observado por Boullant por su carácter espacializante y por su doble significado: en tanto formación de espacios cuadriculados como los jardines o los espacios para ubicar hombres y animales así como por estar asociada a la idea de clasificar. “El cuadro en el siglo XX –dirá Foucault– es a la vez una técnica de poder y un procedimiento de saber” (1975: 150).

El artículo “L’oeil du pouvoir” de 1977 le permite reiterar la temática ya presente en “Des espaces autres” al presentar como propio de la tradición filosófica el centramiento en la reflexión sobre el tiempo, en los nombres de Hegel, Bergson y Heidegger, frente a una visión de la ciencia, en particular las ciencias médicas, más interesadas en la problemática espacial desde la perspectiva del higienismo y en especial de los saberes históricos donde Braudel, Bloch y Aries se muestran interesados en el estudio de los espacios urbanos y rurales. Foucault se muestra aquí, entonces, del lado de estos historiadores más que queriendo insertarse en una tradición filosófica. Siguiendo la senda de los primeros, no solo se debe reconocer que “el espacio predetermina una historia que a su vez lo remodela y se sedimenta en él”, sino que “el anclaje espacial es una forma económico-política que hay que estudiar en detalle” (1977a: 193). En este artículo destaca su interés por la mirada en tanto elemento constitutivo de la función vigilante y por el dispositivo disciplinario con su triple modelo: religioso, militar y médico: “Las disciplinas van entonces a entrecruzar lo religioso, lo militar y lo médico en un sincretismo propio al que reenvía el mismo concepto de panoptismo”.

Otro elemento que introduce es el concepto de ‘espacio social’. Así afirma: “el zócalo de estas nuevas implantaciones o ‘fijaciones’ es el espacio social entero” y documenta esta afirmación con textos posteriores a 1975 acentuando el hecho de que es una conceptualización que rompe con textos anteriores y que es a partir de “Des espaces autres” que se inicia esta problemática.

Boullant se refiere también a las periodizaciones del espacio que realiza Foucault en distintos textos (1984b-1967, 1978c) que dan cuenta de una concepción del espacio historizado, es decir, que éste no aparece como un “medio neutro, atemporal y universal … El espacio no es ni un dato inmediato ni un dato natural”. Y dentro de esta idea presenta la contraposición foucaultiana entre una arquitectura del fasto o manifestación (palacio, iglesia y plaza fuerte) y otra que responde a fines propiamente económicos y políticos. Además, las referencias de Foucault (1973b) al jurista alemán Julius que escribe en 1828 le sirven como apoyo textual para contraponer la arquitectura del espectáculo a la de la vigilancia.

Finalizando, observa que la posible objeción que se le podría hacer al no reconocer la importancia del tiempo, en particular en relación con los dispositivos disciplinarios como aparece en Vigilar y castigar, tiempo sin duda destacado por Foucault en su función de creador de los ritmos con que se organiza la vida en las instituciones, debe ser relativizada. El tiempo tiene un tratamiento paralelo al del espacio y el espacio tiene un claro privilegio sobre el tiempo, pues es el espacio el que “designa … sin ambigüedad a la vez tanto el lugar de aplicación del poder y su condición de posibilidad”.

Por último, Boullant reflexiona sobre el título de su artículo y se interroga sobre la dimensión filosófica de la preocupación foucaultiana por el espacio. En principio, reconoce que toma “siempre y sistemáticamente fuera de la esfera filosófica … sus referencias espaciales”, es decir éstas están provistas por la literatura, la historia y la geografía. Foucault entonces no se apoya en las grandes tradiciones filosóficas del espacio. En su último párrafo el autor reconoce la importancia de Foucault como analista visual y el papel reforzatorio que tienen las imágenes de la cuestión espacial.


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