Tesis doctorales de Economía


LA DIRECCIÓN DE RESULTADOS EN LAS EMPRESAS PRIVATIZADAS

Julián Castaño Guillén




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PARTE I: CUESTIONES CONCEPTUALES

CAPÍTULO UNO: ASPECTOS CONCEPTUALES.

1. 1. – INTRODUCCIÓN.

Uno de los rasgos más llamativos de las políticas gubernamentales de los ochenta, los noventa, y probablemente de los primeros años del presente siglo, ha sido y continúa siendo, la incorporación de propuestas privatizadoras a la agenda de los Gobiernos, tras más de un cuarto de siglo de intervencionismo público creciente en las economías de mercado. Los procesos privatizadores obviamente han seguido episodios en los cuales los Estados han tenido un importante papel. Sin embargo, ello no siempre fue así; muchas de las empresas privatizadas o en vías de serlo fueron originariamente privadas. Los argumentos y contextos que justificaron la propiedad estatal o privada sufren cambios y lo que hoy día es claro en un sentido, en otra época no lo fue.

Produciría (la privatización) –decía Adam Smith1- una gran cantidad de dinero que, si se aplicara al pago de la deuda pública, liberaría a la Corona de la hipoteca de una renta mayor que cualquiera de las generadas por aquellas tierras. Como vemos, Adam Smith resaltaba las virtudes de las privatizaciones hace ya más de dos siglos, aunque entonces se refería a las tierras de la Corona, y no a las empresas públicas, la esencia de la teoría coincide con la corriente actual.

El proceso de vender empresas de propiedad estatal a entidades privadas suscita fuertes emociones. Quienes respaldan la privatización tienden a considerarla como uno de los acontecimientos económicos más importantes del milenio, mientras que quienes se oponen a ella están igualmente convencidos de que el proceso amenaza las bases del Estado moderno, e incluso de la propia democracia.

La privatización alivia problemas financieros, inmediatos y futuros, a los Gobiernos. Pero hay otras razones, aún más importantes, para vender empresas propiedad del Estado, o para ceder su administración en concesión en el caso de infraestructuras, sanidad, educación, etc. Se elimina la política de la administración y se acepta la competencia; se atraen capitales nuevos para reforzar las empresas privatizadas, las empresas competidoras y, también, para otras dedicadas a distintas actividades; se crean o robustecen los mercados de capitales. En definitiva, se hace el país más productivo, más propenso a generar riqueza y capaz para atender problemas sociales.

Cuando una empresa tiene propietarios privados, no es nada fácil cumplir los objetivos y añadir valor a la inversión; ahora bien, si la empresa es del Estado, como es de todos y a la vez de nadie, es poco probable que tenga éxito en el tiempo y genere capacidad financiera para crecer. Por otra parte, cuando las empresas públicas que pierden dinero dejan de ser una carga para el Estado, o las que no lo pierden al ser privatizadas ganan mucho más, el Estado puede invertir los recursos liberados en otras actividades sociales y productivas.


 

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