Tesis doctorales de Economía


LA GESTIÓN COMPARTIDA UNIVERSIDAD-EMPRESA EN LA FORMACIÓN DEL CAPITAL HUMANO. SU RELACIÓN CON LA COMPETITIVIDAD Y EL DESARROLLO SOSTENIBLE

Ana Mercedes Díaz de Iparraguirre



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2.5.2.- La formación:

Los cambios sociales y tecnológicos, han suscitado cambios relevantes en el mundo laboral y, en la generación y desarrollo de los procesos productivos. Estas transformaciones han sufrido necesariamente modificaciones en la naturaleza y funciones de las actividades productivas y, en las competencias que deben poseer los trabajadores para responder a las demandas que exige el mundo de la producción y de los servicios para alcanzar los niveles de productividad, rendimiento y eficacia requeridos por los mercados nacionales e internacionales.

Ante esta realidad, se establecen reformas educativas para abrir nuevas vías de desarrollo industrial y social, como un proceso destinado a ofrecer la oportunidad de formar al individuo, para la adquisición de conocimientos, habilidades, destrezas. A través de un procedimiento educativo se aplican técnicas que tendientes a promover diversos aprendizajes y a estimular su capacitación acorde con los cambios tecnológicos y exigencias actuales.

Según Cejas M. (2004):

“El proceso de formación desde cualquier ángulo es complejo tiene múltiples dimensiones y es un proceso que se ha ido valorando desde diferentes términos y disciplinas,…; Su dimensión es de tal magnitud que puede interpretarse como entrenamiento, adiestramiento, instrucción, desarrollo, cualificación, educación.” (pág.13).

Sin embargo (continúa Cejas), “es importante destacar que ………. .; en el ámbito de la formación en la empresa, esta actividad tiene como fin el desarrollo de las competencias de los trabajadores y ayudar a logro de los objetivos de la empresa”. (pág. 13).

Es por ello, que la actividad formativa, a nivel de las organizaciones, tiene un determinado protagonismo, que la lleva a considerarse como un factor clave, ya que agrega valor a la empresa a través de sus trabajadores, para alcanzar el éxito competitivo.

Para Navarro D., R., citado por Cejas (2004) “El concepto de formación continua ha nacido a partir de los cambios que han sufrido las actividades productivas por el gran auge tecnológico”, lo cual ha llevado a las empresas a estar buscando la formación permanente de sus trabajadores. Por lo que para que sea realmente efectivo y pueda cumplir con su papel estratégico de mejorar la competitividad, es necesario conocer las necesidades de adiestramiento de la organización. Para ello, según Cejas (2004), se deben destacar los principios básicos que explican el alcance de la formación continua:

1. La posibilidad de lograr una cualificación profesional a medida de la empresa, es decir, desarrollar competencias personales como competencias distintivas.

2. Permite redefinir los puestos de trabajo y el desempeño de las nuevas ocupaciones en el marco de la negociación colectiva, con el fin de que se rentabilice el gasto de personal y las empresas puedan adaptarse al cambio, desarrollando competencias tecnológicas y organización necesaria.

3. Crea vínculos más estables en las relaciones laborales, facilitando condiciones organizacionales para hacer frente a la nueva competitividad.

4. Facilita al trabajador una base profesional más amplia, haciendo aparecer en él elementos como la iniciativa y la creatividad o la capacidad de adaptación. La empresa cuenta así con un instrumento versátil, e idóneo para que el trabajador participe en la estrategia empresarial.

Visto esto, los procesos formativos no pueden ignorar que el trabajo, como técnica, es el resultado de la aplicación de principios científicos, cuyas acciones se dirigen exclusivamente al desarrollo de habilidades y al aprendizaje de conocimientos propios de una situación de trabajo específica. En consecuencia, sin la comprensión de los fundamentos científicos y tecnológicos, la formación resultaría un simple adiestramiento que no configuraría una competencia laboral pertinente.

En este sentido, la formación profesional en términos genéricos, y las instituciones que se encargan de cumplir esta función, están orientadas fundamentalmente a responder en forma eficiente y eficaz a las demandas reales, económicas y sociales de la comunidad, al preparar personas que posean las capacidades que les permitan insertarse de manera crítica y creativa en la actividad productiva que los países requieran para su desarrollo.

Por otra parte, las instituciones académicas, han elegido como estrategia, el proceso de enseñanza/aprendizaje, mediante el cual, el sujeto de formación cuenta con la gestión facilitadora y orientadora del docente para lograr los objetivos formativos y adquirir cualificaciones laborales. Considerando así mismo la propia vivencia de los trabajadores , los cuales ponen sus conocimientos y habilidades en la ejecución de sus tareas, así como la experiencia que han acumulado con la práctica de un trabajo diario sin la necesidad de una formación sistemática previa.

Aunque, la formación supone además, el dominio integral de un campo ocupacional, la apropiación de un saber tecnológico y la reelaboración de una cultura del trabajo, se puede afirmar: La Universidad y la Formación Profesional, han transcurrido por caminos distintos, en el sentido que la enseñanza universitaria, se ha constituido como la meta de toda persona que posea capacidad para estudiar, mientras, que todo aquel que no la posea, se ve abocado a los estudios de la Formación Profesional.

Según la OIT (2004), a lo largo de la historia del sistema educativo, la diferenciación que se ha realizado en secundaria entre Bachillerato y Formación Profesional, ha alimentado la baja imagen social de la segunda, hasta el punto, incluso, de que se la ha visto como el reducto de los fracasados del sistema educativo y desde esta lógica les han considerado alumnos de segundo nivel. Además, los estudios superiores, eran considerados, para la formación de las élites y no tanto desde la formación para el trabajo.

Aunque nadie pone en cuestión el papel que ha de tener la Universidad, en relación con la formación, ni de su producción o generación de conocimientos, a través de la investigación, así como la difusión del mismo, no es menos cierto, el ahondamiento entre la formación profesional y los estudios universitarios. OIT (2004).

En primer lugar, la propia formación profesional no garantiza hoy la estabilidad laboral. Un trabajador no trabajará toda su vida profesional en una misma ocupación, ni tampoco en la misma empresa, ni los conocimientos adquiridos le garantizarán el desempeño profesional para toda la vida.

Por una parte, los cambios continuos que se producen en el conjunto de la sociedad, y en el sector productivo en particular, le obligan a la actualización continua y a la adquisición de nuevas competencias profesionales. Por la otra, los profesionales que forma y se forman en la Universidad, igualmente, están necesitados de actualización científica y técnica, así como nuevas competencias en sus campos de aprendizaje y laboral. OIT (2004).

En vista de esto, la OIT (op.cit) ha debatido sobre la diferencia entre la formación profesional y la universidad, las cuales se manejan dentro del siguiente marco:

1.- En relación con la Formación Profesional: se cuenta con tres subsistemas con pretensión de integración, que son: la Formación Profesional Reglada (Inicial), la Formación Profesional Ocupacional y la Formación Profesional Continua. Sus rasgos definitorios (responsables, destinatarios, tipología de estudios.) son muy variados:

a.- La Formación Técnico Profesional reglada, cuenta con los siguientes objetivos:

• Desarrollar una formación profesional inicial reglada de calidad que favorezca su dimensión profesionalizadora.

• Promover experiencias de innovación para su aplicación generalizada en la nueva formación profesional reglada.

• Incentivar la cualificación de los recursos humanos como factor de transformación y de mejora de la formación profesional inicial reglada.

• Dotar de recursos materiales adecuados a los objetivos del programa.

• Potenciar programas de garantía social e incrementar su oferta relacionándonos con las políticas de formación y empleo.

b.- La Formación Ocupacional, sus objetivos más destacables son:

• Potenciar las políticas de formación y de empleo: desarrollar su interrelación mutua mediante la orientación y la cualificación de personas desempleadas para facilitar su inserción y reinserción laboral.

• Promover mecanismos de mutua integración y de acreditación entre la formación profesional ocupacional y los otros subsistemas de formación profesional, adecuando, en su caso, los contenidos.

• Dirigir la formación ocupacional a los colectivos que lo precisen, atendiendo al principio de igualdad de trato y oportunidades ante el mercado laboral.

• Combatir el desempleo juvenil y prevenir el desempleo de larga duración, con medidas anticipatorias.

• Potenciar las acciones formativas que favorezcan la innovación tecnológica, la calidad, el empleo autónomo, la economía social, los nuevos yacimientos de empleo.

c.- La Formación Profesional Continua, sus objetivos se centran en:

• Desarrollar la formación profesional continua para una mayor profesionalización e integración con el resto de subsistemas.

• Establecer la certificación de acciones de formación continua, en relación con el sistema nacional de las cualificaciones, mediante su integración en sistema de certificados profesionales.

• Fomentar la formación de la población ocupada como instrumento esencial de una mayor competitividad de las empresas y del tejido empresarial, para una mayor estabilidad en el empleo y como factor de integración y cohesión social.

• Perfeccionar los procedimientos de seguimiento y evaluación de la formación continua.

Hoy día, la Universidad, como institución de formación superior, tiene un papel central, en el desarrollo cultural, económico y social del país, siempre y cuando refuerce su capacidad de liderazgo y dote a sus estructuras de mayor flexibilidad para dar respuesta a las necesidades sociales para las que está destinada. Ahora bien, con independencia en relación con el tipo de estudios y de su organización en ciclos, planes de estudio, áreas de conocimiento, títulos académicos, no cabe duda, que ella tiene un reto muy importante en la formación de profesionales con elevado nivel cultural, científico y técnico, que sean capaces de afrontar el conjunto de transformaciones y la velocidad de las mismas, que la sociedad actual –global, de la información, del conocimiento acarrea.

Dado el planteamiento anterior, la Universidad goza de una posición privilegiada para asumir las exigencias que impone la globalización en las actividades económicas y en los sectores vinculados al desarrollo cultural, científico y técnico. De ahí, que ella se halla obligada a superar cualquier enquistamiento para cumplir sus funciones básicas, con una apertura y una flexibilidad cada vez más exigentes en la creación, desarrollo, transmisión y crítica de la ciencia, de la técnica y de la cultura, y de la difusión, valoración y transferencia del conocimiento; al servicio de la cultura, de la calidad de vida y del desarrollo económico; así como de la preparación del individuo para el ejercicio de las actividades profesionales que exigen la aplicación de conocimientos y métodos científicos.

En lo que respecta a la formación profesional continua, la OIT (2004)), señala que habría que centrar la atención fundamentalmente en los estudios de tercer ciclo, másters y postgrados, específicamente, (seguridad e higiene, formación de formadores, experto en evaluación del territorio, detección de necesidades), en respuesta, a la demanda externa y realizados por equipos de investigadores universitarios o departamentos, bajo la modalidad básica de convenio de colaboración. Igualmente, dicho organismo de formación continua, colaborará desarrollando cursos de actualización profesional destinados a la propia comunidad universitaria. (El problema que se plantea es quién tiene que prever, quién tiene que diagnosticar la formación que va a ser necesaria para estas personas y para toda la población activa y cómo se puede prever algo que no se sabe cómo va a ser, porque no se convive todavía con el objeto a prever). (s/p)

En este contexto, ambos sistemas de formación han de estrechar sus relaciones, acortando distancias y permeabilizando sus diferencias, integrándose las necesidades derivadas del conjunto de perfiles profesionales como referentes del diseño curricular de la Formación Profesional. En este sentido, la Universidad debe asumir más responsabilidad en colaboración con los agentes económicos y sociales en el desarrollo de la Formación Profesional y, por supuesto, de la formación permanente, en su calidad, así como en su evaluación y mejora. En vista de ello, se requiere un papel más activo de la Institución Universitaria, formando y actualizando conocimientos, a la par que preparando a los educadores que imparten formación para asumir los nuevos retos profesionales. Asimismo, es necesario que la Universidad se involucre más en la formación continua, desarrollando, no sólo postgrados, para tender puentes con el mercado de trabajo, sino asegurando de forma directa la formación de trabajadores no universitarios que necesitan una formación específica para el desempeño profesional.

Ahora bien, en vista que los cambios y las transformaciones generados por la innovación y las tecnologías en el contexto socioeconómico, han afectado las actividades económicas y las formas de organización del trabajo, llevando a las instituciones de facilitación y universidades a un proceso de análisis y evaluación de los programas de formación que tengan la validez necesaria para garantizar el desarrollo regional y el progreso económico del país, así como el equilibrio en las inversiones en investigación y desarrollo (I+D) en materia de innovación (I+D+I) de la formación.

Según la OIT (2004), se está proponiendo en Europa, un modelo de desarrollo de Formación Profesional que representa un avance socioeconómico porque ofrece una formación tecnificada y práctica y una respuesta más adaptada a las necesidades de los sectores económicos. El modelo, ha de aplicarse mediante procesos tecnológicos de Investigación - acción, es decir desde una ajustada conexión entre la realidad socioeconómica y sociocultural, la formación y el mercado de trabajo; ofreciendo de esta forma, respuestas adecuadas a las necesidades socioeconómicas de la ciudadanía y provocando una mejora pedagógica en los procesos de aprendizaje del alumno.

Para que el modelo formativo propuesto produzca el enriquecimiento necesario en el sector productivo y laboral han de incluir los siguientes elementos:

- La adquisición de valores y de competencias técnicas, sociales y organizativas, no centradas en el área de los conocimientos, sino que también deberá desarrollar procedimientos, actitudes, motivaciones y control sobre el trabajo.

- El aprendizaje de habilidades básicas para la empresa como son: la creatividad, la resolución de conflictos, la capacidad de expresión oral y escrita, el liderazgo y el trabajo en equipo y la capacidad para obtener información y analizarla de forma crítica.

- La aproximación de la formación superior a la empresa, es decir que las empresas puedan participar en la formación y en los planes de estudio de las universidades, orientándose hacia especialidades que tengan demanda en el mercado de trabajo, y fomentando la cultura de creación de empresas y la necesidad de la formación continua. Es decir, una nueva concepción de la formación académica, centrada en el aprendizaje del alumno, y una revalorización de la función docente que incentive su motivación y la innovación educativa.

De acuerdo a lo anterior, el modelo de conexión entre la Formación Profesional Superior y la Universidad supone el acceso a correspondencias y convalidaciones oportunas. Esta propuesta supone un prestigio y reconocimiento a la Formación Profesional. También permite al alumno, proveniente de la Formación Profesional, un proceso más rápido para la entrada en el mercado laboral; además, de un mayor reconocimiento académico. Igualmente, favorece el acceso al conocimiento científico y a la formación universitaria, contemplando aspectos formativos a nivel conceptual, procedimental y actitudinal de forma especializada, contribuyendo a que la persona integre el conocimiento científico de forma aplicada. Por otro lado, esta propuesta también supone un beneficio positivo para la institución universitaria, ya que incrementa la conexión entre el estudio científico e investigación y la realidad sociolaboral, favoreciendo también la mejora e innovación de las metodologías de aprendizaje.

Ante esta realidad, la formación profesional debe considerar a la persona como el centro del proceso formativo, desarrollando sus capacidades y no sólo transmitiéndole conocimientos; estimulando su promoción social y fomentando condiciones para abordar actividades económicas que le permitan elevar sus niveles de ingreso, realización personal y profesional, respondiendo de manera eficiente y eficaz a las demandas reales, económicas y sociales de la comunidad, al preparar personas que posean las capacidades que les permitan insertarse de manera crítica y creativa en la actividad productiva, proporcionando con ello, el capital humano calificado que las sociedades requieren para su desarrollo.


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