Tesis doctorales de Economía


LA TUTORÍA A ESTUDIANTES DE ECONOMÍA EN LA UNIVERSIDAD DE SONORA

José Darío Arredondo López
 


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4.3 Las entrevistas a los profesores

Como queda advertido, aquí reproduzco la parte de las entrevistas dedicada al tema de la tutoría, que es precisamente la que se analiza más delante. (Se utilizan las siglas, P: Pregunta y R: Respuesta)

Entrevista 1, 28/05/07:

P: ¿Cómo la ves con la tutoría? ¿Cómo estableciste contacto con el programa?

R: El problema de la tutoría es que cayó, cayó desde arriba, y luego, cayó junto con un chorro de funciones, que se cruzan unas con otras: están las áreas, están las academias, están los cuerpos académicos, están las tutorías, o sea... llegó la moda y hay que hacerlo, y no importa cómo esté, me parece a mí. Aunque tengo muy buena relación con los estudiantes, y he ayudado; cuando me llegan casos de jóvenes que están muy jodidos, les pego un alivianón en el sentido de que orientarlos. Yo creo que nunca debemos pasar a ese plan de decir, “vamos a sustituir al papá”, o “vamos a resolverle los problemas a este morro”, no hay salida, así... Lo único que puedes hacer es derivarlo, no. Entonces, me parece que lo que está fallando en el caso de las tutorías es eso: primero cayó de arriba para abajo, sin semblantear, sin trabajar, cayó, como una estructura más, en un chingo de estructuras formadas. [...] ¿Si está la academia, cuál es la relación de la academia con el cuerpo académico, y del cuerpo académico con el área? ¿Cuál es la relación de las tutorías con el cuerpo académico, con la academia, con las áreas? Entonces, si de por sí la propia Ley Orgánica esa característica tiene, que crea un chingo de funcionarios, y le aumentas más funcionarios, eso es lo que me parece a mí que ha estado metiendo mucho ruido. No sé el balance, pero por lo que veo no ha avanzado gran cosa...

P: ¿Se necesita una estructura o una función como la de tutorías en una institución de educación superior?

R: El problema es simple: hay morros que traen problemas emocionales que están trabando el problema académico. No sé si es el mecanismo de tutorías... Bueno, y que esa gente es necesario derivarlos a los órganos capaces de apoyarlos. Lo que no sé es si el tutor es la forma. Y donde más problemático lo veo es en escuelas grandes. ¿Cómo vas a darle tutoría a cien alumnos que te corresponden en la ECA, o no sé cuántos, pero más de cien? Yo pienso que es un poco como aquello que una vez me planteaste, sobre el problema de la asistencia [de los profesores]: no es sobre todos, sino es sobre ciertos, o sea, captar los problemas y los sujetos problemáticos y derivarlos, pero no todos los estudiantes necesitan tutoría, es más... cuando te necesitan, te buscan. Pero no es común que te busquen. Te busca uno al semestre, cosas como estas, no te buscan... Entonces, no sé si es el mecanismo... Yo sé que el problema existe, pero no me parece que ese sea el mecanismo. No me imagino cómo podría ser.

P: ¿La tutoría, crees que necesite replantearse?

R: Creo que deberíamos pensarlo entre todos, cómo podemos hacerlo mejor.

P: Pero, decir hacerlo entre todos, ¿qué significa?

R: Entre todos los que estén involucrados y estén dispuestos a tratar de resolver ese problema, ¿no? De salvar el problema de que existen grupos de estudiantes que traen problemáticas que les impiden el desarrollo académico, porque así lo entiendo yo, yo entiendo que un buen estudiante, con inteligencia, voluntad, no necesita. ¿O necesita ir a un bufete psicológico? Yo creo que no.

P: Y tu experiencia como tutor, ¿cuál ha sido?

R: En principio, no me ha tocado funcionar como tutor. Más bien, cuando más habré atendido tres casos de gente que, siendo mi tutor... tutorado, vienen con cierta problemática para resolver. La mayoría ha sido gente que se quiere ir, o sea que entró a economía y no le gustó. De hecho, el único que se quedó fue el E..., el gordito aquél que estaba hace como tres años a punto de irse, estuvimos platicando, y finalmente se decidió quedar. Los otros casos, yo les he dicho que se vayan. Tenían una idea de economía como un lugar para ganar dinero, como eso. Una de ellas se fue a psicología, y con ello demostró de alguna manera que lo que ella traía era una bronca existencial. No lo va a resolver en psicología, para nada, pero por lo menos que esté en un área más afín a sus intereses que aquí valiendo madre en economía. La mayoría de los chamacos, aunque los llames no van. Y tu con la idea como que necesitabas hacer un seguimiento puntual de uno por uno, no sólo a través del Internet, sino irlos a buscar y ahí si ya, dije: tampoco estoy para andar correteando chamacos... Entonces, yo digo, mejor [...] lo que me ha tocado a mí, esos son problemas de vocación. Mucha raza que llega a economía como segunda opción, ahí sí, es un problema muy serio...

P: ¿Crees que si se empezaran a replantear las cosas, los profesores pudieran reencauzar el programa [de tutoría]?

R: Yo creo que sí. Yo creo que habría que buscar un mecanismo para hacer más selectiva su aplicación. Tú puedes detectarlos... El problema de la tutoría, es que no son todos los estudiantes los que necesitan al tutor, entonces, imposible darles a todos el servicio, a no ser “de papelito”, simular.

P: El sistema cuenta con un enorme apoyo informático. ¿Qué tanto te ha servido, como tutor?

R: No, para nada. Tal vez yo no sea el adecuado, en ese sentido para expresar, porque yo no le he metido ganas a la tutorada, pues, en realidad, no me gustó. No me ha gustado del todo. Se me hace que caemos mucho en la simulación, para la “tortibeca”.

P: El principal problema que le verías tú a un programa de esta naturaleza, ¿cuál sería?

R: Yo diría esos que mencioné, primero, es una moda impuesta, cae como una estructura más en una institución con exageradas estructuras, que se cruzan las funciones, y es un programa para todos los estudiantes, cuando no todos los estudiantes necesitan el apoyo del tutor.

P: ¿Has asistido a algún curso? ¿Qué utilidad les has visto?

R: Pues sí. A mi no me gustaron. Como conocimiento está a toda madre, para uno, cuando te llega un chavo, tienes cierta facilidad para derivarlo, pero no más. Hasta ahí. Es hasta absurdo de alguna manera, pues la propia institución no tiene... Supongamos que comenzamos a funcionar en toda la universidad captando los casos problemáticos, los tendríamos que derivar a una instancia que fuera capaz de darles solución, porque nosotros no, ¿cómo? Entonces sería la escuela de psicología, pero les podrías dar un bufete, hay ya un bufete, ¿a cuántos les puede dar servicio este bufete? Bueno, habría que hacer un trabajo permanente sobre [ejemplo] vocación, y ese sí tendría que involucrar a todos los estudiantes, y el espacio no lo tenemos. Hubo una muchachita que ya salió, y tenía problemas de vocación. La derivé a psicología, fui con ella, creo que pagamos como cien pesos, yo pagué cien pesos para que le hicieran el test [...], pero ahí fue que yo noté que no era tan fácil. Primero, tienes que pagar, luego, no tienen la condiciones para dar un servicio masivo, es un bufetito ahí... uno de los cubículos, estaba así entonces... Pero no ahí no era para que de repente dar servicio a toda la universidad.

P: ¿Cómo podrían funcionar mejor las cosas? ¿Tendría sentido la descentralización?

R: Aunque tú estés casado con una idea colectiva, tenemos que entender que la gente tiene su libre albedrío y tiene que dejarle al interlocutor el reconocer la validez de tu planteamiento. Sólo cuando la raza reconoce la validez de un planteamiento, lo hace suyo y lo lleva a cabo. Y aunque tengas toda la razón, si tú lo impones de arriba para abajo, siempre va a crear escozor. En este caso, creo que ahí hubo un error tremendo, se dan acuerdos, TLC y todos los acuerdos, las tutorías se dan allá en un país, hay que traer las tutorías aquí. Pero nosotros venimos de otra tradición, de otra cultura, de otra forma de hacer las cosas, entonces... y luego cae sobre una estructura burocrática y centralizada, pues, [...] se echa a perder. Si algo tenía de positivo, se perdió.

P: ¿Algún otro comentario?

R: Yo pienso que es muy difícil cambiar la orientación de la universidad mientras no exista un proyecto alternativo de la propia universidad. Habría que cambiar la ley, habría que cambiar la orientación de la universidad, y eso es lo que no veo por ningún lado. Las veces que lo hemos intentado, nada más a nivel de decirle por ejemplo al sindicato, organiza un foro académico, nos hacemos chiquitos. No hay la voluntad de entrarle a los problemas de fondo de la universidad, entonces a mi me parece que se han ido acumulando... un chorro de inconformidades. Por ejemplo, un buen síntoma serían los dos estallidos de huelga. Porque la gente muy inconsciente va y truena la huelga, y tú sabes que en realidad son gente que no se atreve a decir las cosas pero que está inconforme y que cuando ve la posibilidad de tirar la piedra y esconder la mano, lo hace. No me parece la medida más adecuada, me parece terriblemente peligroso en un momento determinado. Si hasta ahorita no lo es, lo puede ser en el futuro. Pero, no lo estoy calificando sino diciendo, me parece que la gente de la universidad está acumulando inconformidades, sin ser capaz de plantear con toda claridad y frente a frente, la necesidad de transformar la institución. No sé que vaya a pasar, supongo que de aquí a que salga Pedro [Ortega Romero, rector de la Universidad] se van a ir acumulando broncas. Seguramente el cambio de rector va a significar que quede el mismo grupo de Químico Biólogo, es más, podemos saber hasta quién puede ser ya.

P: Una pregunta, respecto a las tutorías. Si a la administración se le ocurriera como solución la reglamentación de esto, ¿qué futuro le verías?

R: Pues la posibilidad que tienen es el Estatuto de Personal Académico, y no lo metieron ahí, parece ser. Es que es otra de las cosas que te digo, ¿dónde tendría que estar? En el Estatuto de Personal Académico como parte de las funciones de un académico. Su no está incluido en el estatuto, entonces va a quedar como un proyecto así..., mal anclado otra vez. Ahora, si lo reglamentan, dependería de cómo lo reglamentan. Si lo meten como parte de las funciones, pues, es posible, habría que ver cómo lo hacen. No sé cuál sería el efecto, porque muchas veces reglamentar una cosa no significa resolverla. Lo resuelves en el papel pero, como siempre ocurre, el problema con la gente no es la resistencia activa, el problema es la resistencia pasiva. El bato que te esta diciendo sí, sí, sí, pero no, no, no, lo va [a aplicar].

Las pinches leyes, muy bonitas en el papel, y en la práctica no lo son. Nadie las cumple.

P: ¿Y si tuviera la tutoría anclaje en el currículo, por ejemplo?

R: Así todavía tendría más fuerza... Es el mismo problema del servicio social. Mientras el servicio social no sea parte de la curricula sino sólo sea un requisito... En el momento en que se convierta en parte de la curricula, cambia la cosa. El problema es que la tradición nuestra en educación, entendemos por la curricula la parte docente, nomás. Ni siquiera la parte de investigación la entendemos parte del curriculum. A lo más que llegamos es a materias tipo seminario, del tipo de la metodología, pero que no están hechas bajo la lógica de la investigación, sino de la docencia. Entonces, yo no he visto hasta ahorita un curriculum que integre, por ejemplo, lo del servicio social, entonces se me hace que también es la misma... algo hay para el problema de las tutorías. A mi no me cuesta trabajo mucho por mi formación asimilar cambios, pero lo que he llegado a notar es que la gente no asimila los cambios con tanta rapidez. Si tú ves los académicos, se agarran entre si huelga sí, huelga no, van a ganar. Si llega alguien con un planteamiento diferente, no lo conciben, no lo ven, y desde mi punto de vista esta misma discusión vuelve, y bla, bla. No tiene sentido. Es esa discusión a blanco y negro, cuando nunca la realidad es a blanco y negro. Entonces, si pudieras llevar la tutoría a ser parte del curriculum, tendría mucho más fuerza, el problema es ¿cómo lo meterías? ¿Qué valor curricular tendría para el estudiante y qué valor curricular tendría para nosotros? Modificaría las condiciones de trabajo, el contrato, y eso ya nos coloca dentro de las broncas laborales. Por eso no lo están metiendo en el EPA. Sé que va de contrabando, por la vía administrativa, y así no va a funcionar. Va a ser pura simulación, los “tortibequeros” lo van a hacer un show. Va a venir para que se anote ahí en la maquinita qué sí hiciste, y la chingada...

Entrevista 2, 4/06/07:

P: ¿Y la aparición del programa de tutorías, cómo lo percibiste?

R: De entrada, me parece que es un proyecto institucional que es necesario, no sé si con estas variantes de la Universidad de Sonora, sobre todo porque independientemente de los resultados que éste pueda tener en el futuro, sí obliga a que los profesores, sobre todo, recobremos el interés y el compromiso por lo que hacemos en la universidad, porque finalmente el destinatario último de lo que hacemos es el estudiante, y ahí se va a reflejar el éxito o fracaso de lo que hagamos, en buena medida. Entonces, me parece que es un proyecto que probablemente en otras universidades con una tradición distinta, o con otra estructura administrativa, con otro tipo de liderazgos, tiene resultados mejores, o en otros quizá peores, pero lo cierto es que en la Universidad, lo que hemos visto es que el programa de tutorías se hizo depender mucho del esquema de premios. “Hazlo y vas a recibir una compensación”, “hazlo y vas a recibir una contraprestación”. Entonces, me parece que ahí hay una falla, una deficiencia estructural, porque de hecho sin que se hubiese generado el programa de tutorías, ya existía un programa de tutorías, aunque fuera a nivel informal, sin que hubiese una estructura formal que ordenara, que normara, que condujera este proceso, ya en la universidad teníamos una relación estudiante-profesor en donde había un cierto grado de tutoría. A mí me tocó asesorar a muchos estudiantes sin que hubiese este programa. Entonces, como que efectivamente había necesidad de hacer una estructura normativa que ordenara esto, pero me parece que no se resolvieron los problemas fundamentales. Y te lo planteo de esta manera: ¿cómo hacer que un profesor logre un mayor nivel de compromiso, un mayor nivel de responsabilidad, y que alinee sus intereses como profesor a los de los estudiantes, cuando en el espectro general de la universidad tenemos una disputa por mejores remuneraciones, por mejores espacios, por estar dedicado una buena parte de nuestro tiempo al esquema de acumulación de puntaje, porque te va a ayudar en “x” programa de remuneraciones como son las “tortibecas”, o en el caso del perfil Promep, etcétera, y me parece que si uno quisiera ubicar realmente en su verdadera dimensión el programa de tutorías, tendería que ir a los orígenes de qué es lo que hace que un estudiante se acerque a un profesor. Qué es lo legítimo, no qué es lo conveniente, o qué es lo conducente en el marco de un ordenamiento burocrático, de un ordenamiento que dice qué camino tienes que tomar, en qué ventanilla tienes que acercarte para que te atiendan, sino qué es lo que, desde un punto de vista estrictamente de la relación entre estudiante y profesor, de lo que es el proceso de enseñanza-aprendizaje hace que un estudiante se acerque a un profesor, y eso lo hace el sentido de respeto, eso lo hace el sentido de identidad, o sea que el estudiante se identifique con su profesor, eso lo hace inclusive un cierto grado de admiración hacia el profesor como tutor, porque decir tutor es una verdadera provocación. Acuérdate de que en el argot del derecho civil es, “padre o tutor”; ahí desde el momento en que muchos estudiantes ven al profesor como un padre, en buena medida, sobre todo en casos en que hay una desprotección evidente, que están fuera de su casa, que son pobres, que traen niveles de redes sociales precarias, pues es lógico que al profesor lo ven como un padre, en muchos sentidos. Entonces, el que todo tiene, es obvio que lo va a ver como un proveedor de algo, pero el que viene como muchos de los estudiantes que están desposeídos de mucha infraestructura básica, de crecimiento y movilidad social, lo van a ver al profesor como un padre, en buena parte; entonces, lo que tu hagas, lo que tu digas, como te muevas, si eres un profesor ético, eso va a ser fundamental para ellos en muchos sentidos. Entonces, ahí es donde yo creo que hay una falla estructural del programa, en donde en buena medida, lo primero que tenemos que hacer es reestablecer condiciones éticas y morales de conducción de los profesores, porque habrá profesores que, la verdad, es muy lamentable su trayectoria. No son buenos padres de familia, son irresponsables en el trabajo, puede haber señales lamentables de pérdida ética y moral en la relación alumno-profesor, y los tenemos identificados, y aquí andan todavía. Entonces dice uno, si este tipo de prerrequisitos no están resueltos, en donde la honorabilidad, la verticalidad, el don de miras de un profesor no está resuelto, la verdad yo como padre de familia estaría preocupado que mi hija, que va a ser universitaria, no se acercara a un profesor con estas características, entonces qué tipo de consejos, qué tipo de apoyos, qué tipo de orientación, porque finalmente, qué es lo que vamos a tratar de cuidar: la comunicación, que es lo que hay en medio. Qué le está comunicando un profesor a un estudiante, que es un objeto de información, o más bien un sujeto en formación. Ese tipo de cosas yo creo que el programa no cuidó. El programa no consideró como variables del modelo, y entonces lo que vamos a encontrar es que va a tener una serie de consecuencias y de resultados francamente desfavorables, como ya lo hemos visto. Entonces, ese tipo de cosas, más allá de reprobar o descalificar a ultranzas el proyecto de tutorías, me parece que fue montado sobre condiciones poco favorables para que se desarrolle en forma consistente, madura y que, sobre todo, de los resultados que se están esperando. Ahí hay insumos e ingredientes que previamente no se resolvieron, como muchas otras cosas, por ejemplo, en el caso de la Ley 4, se echó a andar y mucho de eso fue a contrapelo. Vamos a ver primero qué pasa. Experimentos que se siembran... el nuevo modelo educativo, también está generando inconformidades. Pero me parece que si hay algún programa que puede ser un verdadero sensor, un verdadero indicador, de qué puede estar pasando en los niveles más elementales del desempeño universitario, es el programa de tutorías, sin duda, porque ahí se mide claramente las condiciones en que se está dando la comunicación y la relación entre profesor y estudiante, y eso es clave. Cómo puedes poner el destino, proyecto de vida de un estudiante, en manos de un profesor, que finalmente es un hombre, que está dedicado a algo, que tiene expectativas, que tiene vicios y costumbres, que tiene, etcétera. Me parece que antes de evaluar o analizar la autoridad del profesor y su función dentro del proceso, se le debe de evaluar como persona, como individuo primero, y sobre eso, determinar los valores morales y éticos esenciales para que esa persona pueda ser habilitada, para que luego con el ropaje de profe pueda asumir un rol de tutor. Porque antes lo que hacíamos era orientar, apoyar... la famosa asesoría, ¿te acuerdas?, lo asesoro, pero una vez que me conviertas en tutor, es otro boleto, estás generando otro tipo de responsabilidad, otro tipo de conducta, de actitudes. Estás forzando a que mi rol de asesor académico lo transforme prácticamente en un cuasi-padre, en el espacio que a mí me corresponde. Porque de eso es precisamente de lo que se trata, y a veces en sus tareas, por ejemplo, de servicio social, o en sus tareas de diseño de su tesis, prácticamente le estés dando hasta para el camión, ¿traes para comer?, Órale, ¿y el libro aquél que te encargué?, no lo pude comprar, órale. Le tienes que poner hasta de tu bolsa, porque son proyectos personales. Por eso las tutorías, es una verdadera aberración que te den 20 ó 30 [estudiantes en tutoría], si no puedo atender a mis hijos, que son tres, medio los atiendo, medio platico. Me das 20, oye me estás metiendo en un problema. Pero también el asunto de la masificación es un asunto que pervierte en muchos sentidos la tutoría, porque, ¿que significa tutorar? Significa conducir pero también recordar. Si tú formas un proyecto de vida de un muchacho en “x” tiempo, ese proyecto nunca se te va a olvidar, jamás, porque de alguna manera tú le diste y él te dio, parte de sí. Cuando digo de sí es de tu patrimonio, de tu vida, de tu tiempo. Entonces, no es posible decir, “cuantos has tutorado”, “como 2500...” “a ver, mencióname 20 nombres”. “Pues no me acuerdo”. ¡No los tutoraste! Los atendiste, quizá les ayudaste a resolver una ecuación, a buscar un libro... o darles pa’l camión, pero eso no es ser tutor. Eso es atender a una persona en alguna coyuntura, pero hasta ahí llega, pero tutorar es presumir que esos estudiantes llevan tu sello, como lo hacen, por ejemplo, en las universidades europeas, donde si alguien agarra a alguien para ser su tutor... es como su mentor académico, entonces, si ese muchacho es un genio después, te va a decir, “es que mi mentor... es la base de todo”, y eso ya es otra cosa, no. Y no decir, “yo tuve un profesor que ni me acuerdo de su nombre, que en un momento dado me orientó y fue el que me ayudó” No puede ser, porque violentas cosas que son de principios. Mucho de esto está en que los profesores... Si a mi me dijeran ¿cuántos alumnos quieres tutorar? Dame dos. Pero bien. Con compromiso, plan de trabajo, yo respondo por estos muchachos de todo a todo... No me des 30, no me des 20, además, ¿cuantos estudiantes quieren tutorarse?, esa es otra cosa, son adultos, son estudiantes que ya tiene más de 18 años y que quieren ciertas condiciones. En ese sentido debe ser voluntario, porque acuérdate que la relación entre profesor y estudiante, en muchos sentidos es voluntaria. ¿Cuántas veces no te asignan un tutor, que no puedes ni ver?, que te cae mal, no hay empatía, no hay comunicación, va a ser un fracaso. Los tutores tienen también que escogerse, el estudiante tiene que tener la prerrogativa de escoger a su tutor. Eso es clave. Que no me lo asignen por sistema... Bueno, ¿y?, de repente se vuelve esto un procedimiento administrativo, cuando en realidad es un problema de relaciones humanas, antes que cualquier cosa. Entonces tiene que validarse fundamentalmente la cuestión de la relación personal estudiante-profesor. Y es que, no hay nada más democrático que eso, pues. Es como traer dinero en tu bolsa y elegir a tu médico. Se elige un servicio. Igual el muchacho, te dice: sabes qué, parte de mi libertad es poder elegir a mi tutor. Entonces va a llegar el momento en donde se va a discriminar muy claramente quién tiene muchachos tutorados y quién no los tiene. Entonces, el que no tenga muchachos tutorados, pues va a ser por algo. Que no lo escogieron. Ya tiene mucho que ver con la presencia del profe, su perfil, su prestigio, muchas cosas. Entonces es una buena manera de legitimar el proceso de la tutoría, más allá del ordenamiento administrativo, y que es bueno que la estadística se refleje, pero si eso en lo esencial no se resuelve, vamos a seguir siendo una mascarada, y finalmente, “a ver cuántos tutoraste”, “fírmale” y me va a servir para la beca. Son 40 puntos, 80, no sé. Pero está muy grueso que un profesor convierta un procedimiento tan sublime, tan importante como es [la tutoría], en 80 puntos para que te den algo, pues, cuando eso debería ser regalado, “¡sabes qué, a mí no me pagues por eso, págame por otra cosa, pero no por eso!” Que te den un premio, a veces pingüe, porque tutoraste, es verdaderamente lamentable... lamentable.

Entrevista 3, 22/06/07:

P: ¿Cuál es tu apreciación acerca del programa de tutoría?

R: Digamos que la tutoría es una... a mí me pareció un programa... muy bueno. Esperanzador, digamos... que a la mejor sí podía oficializar por un lado la asesoría académica que siempre se ha dado, y por otra hacer factible que el estudiante buscara o identificara a un maestro con el cual comentar tanto asuntos académicos como aquellos que la confianza en la relación, pudiera hacer factible. Hasta ahí parecía que todo iba perfecto, al menos en ese entendido, sin embargo conforme se fue a los cursos, se fue viendo y los alcances de éstos, pues empezaron a entreverarse unos asuntos más de orden institucional en donde al maestro se le daban funciones prácticamente de policía moral o sentimental del alumno, y pues no se quién, a quién se le ocurrió que los tutores deberíamos ser una especie de confesores, pues ¿no?, y entonces creo que esto distorsionó totalmente el proceso. A lo mejor hubo casos particulares, específicos, en el que ese tipo de relación sí funcionaba, pero creo en términos generales debió haber funcionado el orden del tipo de las asesorías académicas, de apoyos, de fomentar cursos para los estudiantes, etcétera, y la comunicación entre tutores. El caso es que institucionalmente, al alumno se le obligó a tener un tutor, y al tutor institucionalmente se le obligó a tener tutorados, bajo el orden de la confesión, es decir “yo te voy a apoyar en todo, sepa qué es todo, pero en eso te voy a apoyar”, mientras que no se crearon las condiciones para que los tutores pudieran comunicarse sobre situaciones [académicas] comunes, como por ejemplo la falta de iniciativa en la lectura, un poco en el manejo de instrumental de orden cuantitativo que a veces carecen los alumnos, incluso de orden no estrictamente cuantitativo, sino de... conceptuales, a la mejor la simple lectura por el placer novelesco de hacerla, etcétera, nunca se dio ese ambiente, más bien se dio un ambiente de que “ustedes deben hacer esto, y el alumno tiene que llegar, presentar si tiene problemas, y tiene problemas preguntarle de cuáles y de esas, canalizarlo”. Su madre... ¿Qué lo mandar al matadero, qué lo voy a abrir en canal a este chamaco, o qué?, ¿no? Entonces, insisto, es rescatable finalmente el instrumento, pero habría que avocarnos directamente a la orientación, porque hay alumnos que efectivamente sí requieren de atención, definitivamente, creo que mucha gente la requiere, pero bueno, no estamos aquí estrictamente para eso; somos docentes, nos enfrentamos a una situación para enseñar y aprender de alguna manera de los mismos alumnos. Algunos tienen problemas de decir “mire maestro, ando fallando aquí o explíqueme esto”, sea uno tutor, uno como docente tiene la obligación de decir “por aquí, por allá, haz esto, haz aquello”, etcétera, y si es, claro, tutorado, pues con más iniciativa lo pudiera hacer y avocarse un poquito más allá, preguntarle al siguiente día “ya hiciste esto...”, ta-ta-ta, o conseguirle un libro, etcétera. Hay unos que definitivamente nunca se acercan a uno, a pesar de que son tutores... creen ellos no tener ningún tipo de problema, y que bueno, y uno comparte también su creencia, mientras no tiene problema... y hay otros que se acercan a uno pero no en el afán académico, sino a contarnos una retahíla de problemas de su casa, y de su vecina, y de su novio, su novia, etcétera, que a veces uno por cortesía debe escucharlos, pero que en realidad eso...., yo que.... Y claro, hay otros también que se acercan con un problema de orden laboral... “no soy una bolsa de trabajo... no te puedo conseguir...” “¡déme chamba!”, ¿de qué?, y lo peor, ojala no me equivoque, los hipocondríacos, hipocondríacos familiares, lo peor, ¿no?, están enfermas estas personas y tienen enferma a abuelita, tía, hermana, niña, mamá, todos están enfermos en su casa y ella es la enfermera o enfermero titular y que, por tanto, siempre va a tener problemas porque..., entonces uno dice “ese tipo de problemas yo no puedo resolverlos”, sin embargo en el programa de [tutorías] esas áreas se supone que el maestro no los atiende sino que los canaliza, los lanza a esos alumnos hacia ciertas áreas ya sea médicas, psiquiátricas o pedagógicas, de otro orden, pero que al final de cuentas dice uno “no tiene caso que yo ande emboletado en este problemas, porque mi labor como docente es dar una tutoría a un alumno, ser tutor de un alumno para [¿discutir?] académicamente algo”, el cual no sucede, queda en simple tutoría académica y no necesariamente del tutorado, sino de cualquiera, entonces como que no logra el programa de alguna manera encajar y hacer vigente que la condición de [tutelaje]... como que no logra encajar exactamente qué es o qué espera del docente y del alumno en esa relación. Insisto, no puede ser un asesor de salud, no puede ser un asesor psicológico, no puede ser un asesor sentimental. Canalizarlo es algo así como exponerlo, finalmente a otro ámbito en que a lo mejor lo salvan o se pierde, o quién sabe qué pase. No puede ser uno un tutor académico, un asesor académico, puesto que ya lo es por definición de docente, el problema es que yo no le voy a decir “¿eres ni tutorado? No, entonces a ti no te asesoro”. Tengo la obligación laboral detener que asesorar a todos, a todos los que me lo soliciten, lo tengo que hacer, a la mejor la única diferencia entre ser tutorado o no es que al tutorado le de seguimiento en la asesoría que le brindé, mientras que al no tutorado no darle la atención de seguimiento. Quizá la única diferencia hasta hoy es darle seguimiento a la asesoría académica del tutorado, sin embargo no hay condiciones, el programa no genera condiciones para que esos seguimientos, académicos, tengan fruto, pues, en algún momento determinado de la carrera, parece que se acaban en el simple hecho de conocernos, cómo te ha ido, muy bien, soy fulanito de tal, ta-ta-ta, por si tienes algún problema, aquí estoy, y el alumno, gracias maestro, después nos comunicamos, y bien. Si se le presenta algún problema y tiene la suficiente confianza, llega, y si no, no llega nunca, y uno los convoca y tampoco vienen, por tanto, no encuentran... ¿a qué voy, qué me va a decir? He convocado y no aparecen, o sea, como que no hay un elemento que estimule, “vamos a hacer esto, vamos a hacer estas lecturas, vamos a hacer ejercicios, vamos a hacer... esta problemática”, etcétera, “vamos a discutirlo”, platicarlo al menos, ¿no? No existe esa situación, y esa situación es la que realmente falta, porque finalmente lo que nos está faltando, tanto a los estudiantes como a los maestros es espacios de convergencia en la lectura: cada vez se lee menos y lo que se lee se lee nada más en aquellos aspectos en los que consideramos que nos pueda ser trascendente o importante para el momento que estamos viviendo, si no es así, no perdamos el tiempo en esto, busquemos otra cosa, entonces ese grado de especialización está matando de alguna manera la imaginación.

P: Como sindicalista, ¿cómo ves la tutoría?

R: Desde el punto de vista sindical, realmente, la tutoría al principio se discutió fuertemente, sobre si era o no era una actividad de orden laboral que incrementaba la materia de trabajo. De principio se dijo que sí, que eso significaría darle más tiempo de trabajo al maestro, bueno, no darle más tiempo sino que dentro de la misma jornada, intensificarle el trabajo, en el supuesto de que la tutoría cubriría algunas horas muertas que pudiera tener el docente, pero si no las tuviera, entonces iba a tener que ordenar y hacer más intenso su trabajo. En ese sentido decíamos nosotros, tutoría significa más trabajo y por obviedad debería haber un tipo de retribución, dada la existencia de una nueva forma de trabajo, sin embargo en el transcurrir de los sucesos, el tener un número determinado de [tutorados] daban puntos en el estimulo al desempeño, pero por ese lado, por ahí puede empezar a fructificar la demanda sindical de un mayor ingreso por esa labor, pero sin embargo por el otro lado, en los planes de trabajo de los compañeros, no se miraba reflejada la actividad tutoral, entonces empezamos a sospechar de que la mayor parte de los docentes no ejercían tal trabajo, o que no lo ejercen de hecho, y tan es así que cuando se intentó plantear en una asamblea general ese aspecto, las participaciones fueron muy pocas y muy pobres, de tal suerte que en la segunda asamblea sobre el mismo punto, prácticamente se desvaneció, entonces cualquier tipo de demanda sobre la actividad tutoral como actividad laboral, es omitida, no sólo por la dirección sindical sino por todos, nadie dice eso, no existe, no pasa nada. En ese sentido, digamos de noche, excepto, claro, al inicio, quisimos saber qué ondas, pero a final de cuentas parece que tiene más de simulación que de un programa en acción, parece ser que se simula más y, claro, me imagino que algunos docentes siguen dando servicio de asesoría a los alumnos y más a aquellos que son sus tutorados, digamos, pero de no se así de todos modos se lo dan, se lo brindan, pues. Entonces, como que no hay ninguna afectación de orden laboral, no tiene ningún efecto, excepto el hecho de que la participación en los estímulos en la docencia, o tortibeca... pues tiene puntos, entonces todos andamos por tener el listado de alumnos que tenemos, aunque jamás hemos abordado, digamos, la página virtual en donde reclaman los informes al respecto, la asamblea, tantos alumnos, o sea, los aspectos que ahí nos exigen, la mayor parte están en blanco, lo cual significa que la mayoría de los maestros no lo hacen y, cuando lo hacen, prácticamente repiten lo mismo, de tal suerte que uno está diciendo que tampoco lo hacen, a lo mejor lo hicieron la primera vez [risas] pero después ya nomás lo repiten la siguiente vez, y otros que ni siquiera eso han hecho. En términos generales, parece ser una especie de tabú laboral, hablar de tutorías es hablar de un trabajo que no se hace y por lo tanto no se puede exigir ninguna retribución sobre el mismo porque no hay forma de demostración del trabajo concluido o en proceso, luego entonces, el tutoraje está laboralmente desvanecido, no existe como tal, no es un trabajo propiamente, aunque desde el punto de vista del programa, si es un programa que viene a incorporarse a las labores que ya de antemano tiene el docente, obviamente la docencia, la investigación, la extensión, la difusión y el tutoraje, pero obviamente el número de investigaciones elaboradas en la universidad no son como para decir que la mayoría estamos incorporados en esta, la actividad de difusión... son pocos programas de difusión que existen y son pocos maestros que participan en esos pocos programas , por tanto, no se puede decir que la mayor parte los hacemos, lo mismo le pasa al extensionismo, entonces el tutoraje resulta que también es una simulación más que se adiciona a la simulación de investigación, de extensión y de difusión y espero que no sea simulación gran parte de la docencia [risas]. Mira, algunos maestros por comentarios de los alumnos, que efectivamente, alumnos que han tenido la experiencia de tener con el mismo profesor distintas materias, su conclusión es que, sea cual sea el tema, sea cual sea el semestre, lo que enseña ese maestro siempre es lo mismo, entonces, bueno, si se sabe su rollo... por eso, en ese ámbito, el aspecto laboral, el aspecto sindical, no tienen así mucho de dónde tomarse, mucho de dónde agarrarse pues, muy en la neblina. No tiene, digamos, grandes esperanzas, cualquier tipo de intento de abordarlo desde lo laboral, no existe, a lo mejor, insisto, si se generaran instrumentos, digamos una asamblea, una reunión semanal o dentro del calendario escolar se estableciera una fecha determinada para el trabajo con tutorados, o dentro de la currícula del departamento, de las carreras propiamente dichas se estableciera cierto número de horas, créditos, para con el tutorado en sí mismo trabajar, etcétera, a lo mejor si podía ser constatable laboralmente y por tanto sindicalmente defendible el trabajo mismo, pero de otra manera, dado que esas condiciones no existen, dado que están hechas sobre la estructura existente, sin cimiento en ella, entonces prácticamente siempre anda flotando, entonces qué es tutoraje, pues todo aquello que no sea asesoría académica, que no sea docencia, que no sea investigación, que no sea extensión, que no sea difusión y todo eso que existe en la universidad pero que no sea eso, eso es tutoraje. Sabe qué será pues ¿no? Totalmente en el aire. No tiene un anclaje. Si tuviera un anclaje de alguna manera, formar parte de los créditos, tal vez, formar parte del calendario como obligación de los departamentos, es decir, “todos los tutores tienen que reunirse con todos sus tutorados, ya sea para discutir la problemática de la escuela, la problemática de sus cursos, etcétera”, ah bueno, hablaríamos de otro ámbito. “Esta semana fulanita, van a hacer esto, y los que no estén ahí van a perder créditos, o van a estar reprobados”, o sea, que tenga valor curricular, para que el alumno deba asistir forzosamente, y si no asiste tener que justificar por qué no asistió, como si fuera cualquier curso regular. Aunque fuera una semana o dos al semestre. A la mejor de esa manera pudiera anclarse, de otra manera siempre va a estar así, flotando, y a lo mejor es conveniente para la forma de pensamiento o la forma de trabajo de los encargados de eso, en la administración. La institución, o los encargados de ese programa, parece que les gusta, no sé, les agrada que el tutoraje no se enclave dentro de la vida universitaria, que no quede claramente definido, sino que siempre ande flotando en una especie de neblina brumosa, fantasmal, en el que, por el hecho de ser todo y no llegar a nada, cualquier tipo de actividad cabe, cualquier tipo de curso, cualquier tipo de condición cabe, de tal manera que cuando hay cursos para tutores, uno escoge los temas no que más le agraden o que más necesite, sino en donde cree que la calidad del expositor va a dejar algo agradable; o al revés, donde la calidad del expositor permite la chacota, tirar barra, no asistir, etcétera ¿no?, pasársela más campechanamente. Pareciera ser que no se trata ni del tema, ni se trata de la necesidad del docente para aprender algún tipo de temática especifica, no, se trata del expositor del tema X, no importa, nada más. Si yo creo que esa persona es seria, lo que me enseñe va a tener sentido, pero como no quiero aprender nada, me voy con alguien que me permite... languidecer tres cuatro horas, sin poner en peligro mi constancia que me va a servir para obtener puntos posteriormente, entonces... y pareciera que en este tipo de actividad sin anclaje específico, pues cualquier propuesta de cualquier tipo de curso, de cualquier tipo de expositor, pues es factible y eso propicia que cada semestre tengamos un kilo de expositores con un kilo de cursos en distintos horarios y todos estén llenos, pero resulta que las páginas donde están las discusiones al respecto de las asambleas o reuniones que se hacen con los alumnos, los reportes, etcétera, no se mira la efervescencia que se mira en la asistencia a los cursos, o al menos en las inscripciones de los cursos, entonces como que hay... como que no compagina, como que no hay una referencia específica. Más aun, si uno les pregunta a los alumnos que quién es su tutor, la mayor parte de ellos contestan “Hi..., sí me acuerdo, sí me dijeron, pero ahorita no... no sé, pero sí, sí me dijeron”. Todos saben que sí les dijeron, pero nadie sabe quién es, en su mayoría, lo cual demuestra que no es posible que el alumno desconozca cuál es su tutor, en su gran mayoría, y por el otro, la mayoría de los cursos para tutoraje siempre estén llenos, entonces, ¿dónde está la correspondencia? No existe una cosa para decir: “el tutoraje es esto y así funciona”, entonces, el tutoraje es algo que está ahí... digamos que es la neblina que trata de cubrirnos y refrescar un poco la vida académica, pero hasta ahí, no pasa mucho. Eso es lo que tengo que decir, un programa que me pareció, insisto, bueno, agradable, ¡sobres!, vamos a oficializar, vamos a dar condiciones para que las asesorías académicas tengan seguimiento, darles una buena canalizada, compartir problemas con otros tutores para ver cómo resolverlos, etcétera, etcétera, a la mejor en forma utópica pues, [risas] y se ha llegado a este ámbito en donde uno simula más ser un tutor para obtener la correspondiente constancia de asistencia a cursos, al mayor número de cursos posibles, de suerte tal que uno encuentra en las comisiones de evaluación, personas que fueron a dos o tres cursos que coincidentemente estaban dándose a la misma hora, en lugares totalmente diferentes, y... el principio de ubicuidad aquí chingó a su madre, Dios nos da bola. Entonces eso no es posible... Entonces, obviamente ha terminado siendo un programa más de chacota, más de “puntitis” que a lo que verdaderamente... en principio yo entendí. Está bien, tampoco iba a ser un programa acá chingonsísimo pues, ¿no?, la maravilla, era un programa a perfeccionar, finalmente, perfectible, de revisión constante, etcétera. [...] Al principio se tomó en serio, yo vi a la mayor parte de... los docentes tomándolo en serio, incluso discutiendo que si era más trabajo, etcétera. Al principio la discusión era de a de veras, en términos de que “vámonos por ahí”, que si implicaba esto una carga adicional de trabajo, si significaba un área de trabajo adicional a la ya existente, si había que contratar tutores profesionales, etcétera, todo un ámbito en el que se miraba un problema que efectivamente iba a ser y que al final de cuentas terminó siendo un fantasma. “¿Quién es tutor?” “Sabe”. Todos decimos que somos tutores porque todos tenemos la acreditación como tal, pero ¿quién ejercemos como tal?, creo que muy pocos, y la mayoría de los que ejercen más lo hacen como asesores académicos, que eso no sería ninguna novedad, puesto que sin la constancia de tutores, de todos modos lo seguirían siendo, por tanto no es ningún logro en sí mismo. Eso es lo que podemos decir de ese... buen programa que además, insisto, puede ser rescatable, pero para ser rescatable tendríamos en este momento que modificar la conducta de los que lo coordinan, y romper la lógica de los intereses creados a partir del “puntitis” y del cobro de honorarios por cursos que no tienen ninguna repercusión efectiva, de quienes ya se han formado y que incluso se dedican prácticamente a darlos, y no lo digo más que por la experiencia de ver quiénes imparten los cursos que por lo general son los mismos [...] y curiosamente hablando de temas diferentes cada vez, estos salieron más chingones que bonitos, saben de todo pues. Y lo peor del caso, uno que observa, es que algunos de ellos tienen en sus departamentos nombramientos y comisiones exclusivamente para eso, y que escasamente dan actividades de orden docente porque se dedican prácticamente a eso y por tanto ganan en la preparación de los cursos que van a dar al final, en el año lectivo correspondiente. Entonces, estamos hablando prácticamente de un cuerpo de personas que se dedican de tiempo completo a ser tutores en forma permanente, entonces para qué queremos maestros tutores habiendo ya quienes se encargan de esa labor en forma permanente y les pagan por eso en forma de comisión, entonces digamos que el tutoraje es una nueva área de trabajo, pues hagámosla como tal, por separado con los tutores y cada vez que un muchacho tenga un problema, decirle: “sabes qué, mira, en aquél edificio es”, “ahí, vete para allá”, “ahí llegas a información, ahí les dices lo que quieres y ahí te van a canalizar con ... fulano de tal, que son los encargados de escucharte”. “Claro que si se trata de un problema académico, aquí estoy yo, si no vete pa’ allá” [risas]. “Te duele la cabeza o tu abuelita está enferma... allá”. “Que tienes un hermano que sospechas que usa droga y quiso suicidarse... allá”. Sí pues, y de esa manera nos quedamos estrictamente con lo que debemos ser: asesores académicos, ya no tutores. Al menos en el entendido del concepto tutores, como hasta hoy se ha manejado de acuerdo al programa; a lo mejor habría que cambiar el concepto de tutores y dar una definición más específica, mucho más que asesor, por supuesto, pero un poquito menos que confesor. Entonces a la mejor en ese equilibrio, digamos, ya pudiéramos funcionar como tales, mientras que horita ser confesor es una situación muy incómoda, y ser asesor, insisto, no es ninguna situación incómoda, pero eso siempre lo hemos hecho con o sin el nombramiento o constancia de tutoraje. Insisto, no es ningún logro especial. Digamos, ahí es donde deberíamos confrontarlo, ver con detenimiento dicho programa. Insisto, a la mejor un giro, una autocrítica, o una reunión de autocrítica, de evaluación real, no de evaluación de “los mismos”, sino una convocatoria, decir: “saben qué, queremos una convocatoria para... no para discutir, para que se planteen los aspectos negativos del problema del tutoraje, y por favor, los que estén a favor de él, ni se presenten”. Yo creo que esta [forma] sería más rica que la otra. Porque la otra sería echarse loas entre sí los mismos de siempre, de la otra manera no. Entonces, habría que hablar con los encargados, no sé, de la administración central para que [vean la posibilidad], en caso de no se así, yo creo que hasta que llegue un cambio de administración, o haga tan vacío y tan insuficientes los puntos que el tutoraje da, para que éste sea olvidado como un programa más dentro de... Si en la próxima modificación del reglamento de puntaje de la acreditación de las actividades del estímulo docente, el valor del tutoraje disminuye, a la mejor lo recienten algunas personas, a la mejor no, de suerte tal que se olvidaría. Está vivo por esos puntos, porque son 30 puntos, porque son 30 puntos los que aporta y 30 puntos pueden ser la diferencia entre un nivel y otro [risas], entonces eso lo mantiene vivo, ¿no? Entonces digamos que el tutoraje vive porque tiene validez puntual, de no ser así ya hubiera desaparecido. Otros puntos que le agregan pues obviamente son las constancias a la asistencia de cursos, que por ser de 40, o de 20 horas en su mayoría, son puntos que, si son 20 puntos por cada constancia pues no son nada despreciables. Entre los 20 puntos de la constancia y los 30 puntos del tutor, son 50 puntos pues, de donde la actividad menor a calificar es de 300 puntos, pues estamos hablando que el tutoraje representa una sexta parte del todo. Finalmente hay un peso específico muy alto en el estímulo al desempeño docente, aun cuando la actividad misma no sea tan correspondiente a ese peso en la vida docente, en la vida académica. No se miran los tutores con sus tutorados discutiendo, hablando, gritando, chiflando, cantando juntos, luego entonces, uno dice, ahí no hay una correspondencia. En algún lugar está mal. Insisto, el número de puntos para el programa para las personas implicadas en los estímulos es bastante grande y eso va a [...] al menos institucionalmente, y como es obligatorio para los alumnos formar parte del programa y quiéranlo o no están involucrados con un tutor, lo hayan elegido o no, solo por el hecho de estar aquí tienen un tutor asignado, entonces los puntajes, o los puntos para el maestro involucrado pues son automáticos, no le cuestan nada, o sea, no tiene ningún esfuerzo que hacer para logarlos, excepto los puntos relacionados a la constancia, que ahí sí esta el esfuerzo al menos de simular estar de acuerdo con el señor que está enfrente hablando y de alguna manera participar en las actividades que los mismos cursos exigen, en la dinámica misma de los grupos, cosa que generalmente tampoco se expresa en la vida académica del maestro que dice haber llevado esos cursos y de alguna manera conocer esas dinámicas para implementarlas aunque sea de manera experimental en sus actividades docentes. Seguimos siempre con el librito de la clase clásica, en donde el maestro habla, habla, habla, habla, y el alumno oye, oye, oye, oye. ¿Ya? Se acabó. Pasamos 50 minutos y san se acabó. Vámonos afuera y el que sigue [risas].

Entrevista 4, 25/06/07:

P: ¿Dónde ubicarías o cuál es el sentido que consideras que tiene la tutoría?

R: Yo la ubicaría más bien en un compromiso de la institución con los criterios que a nivel federal pueden tener la SEP, por ejemplo, o las instituciones de educación superior que coordinan a las universidades, como la SESIC. Bueno, se han desarrollado criterios para catalogar a las universidades y las que no tienen tutorías pueden no clasificar como las mejores. Siento yo que se ha confundido el término porque las tutorías a nivel internacional se conciben más que todo como de tipo académico y acá se han orientado en el término este de orientación administrativa o algo parecido, o asistencia a los estudiantes que tienen deficiencia en el aprovechamiento escolar y, aparentemente, nosotros contribuiríamos a salvar esas deficiencias para reducir el grado de deserción o elevar el nivel de aprovechamiento. Pero, yo siento que esta orientación de la tutoría administrativa no tiene el sustento en las investigaciones educativas, respecto a los factores que afectan a la deserción escolar o a los bajos niveles de aprovechamiento.

P: ¿Qué tipo de programa sería entonces?

R: ¿El que tenemos ahora? Desgraciadamente, yo siento que hemos caído en llenar los requisitos de forma pero no en atender los problemas de fondo, y en esa tónica, hemos caído en la simulación. Por ejemplo, los profesores tiene asignados [tutorados] como una obligación y como esta tarea califica para los sistemas de estímulo, ellos hacen como que la llevaron a cabo, aprovechando que se registra en el Internet la actividad supuesta de la tutoría. En este caso no importa mucho si en efecto se conoció al estudiante o se trató con él los problemas que tiene, que se supone que vas a atender, de tipo personal o administrativo, para organizarle su tiempo y sus tareas de tal forma que eleve su nivel de participación escolar, y entonces se da el caso de que el estudiante ni siquiera conoce a su tutor, ni ganas tiene de conocerlo ni de plantearle sus problemas personales, y el tutor registra una supuesta tutoría sin tampoco tener ganas de ver al alumno ni lo hace, y se convierte nada más en una estadística dentro de la página de Internet de lo que el profesor puso, inventó como una supuesta tutoría pero que en realidad no existe. Entonces, es una existencia virtual la que tiene la tutoría, en la mayoría de los casos.

P: ¿Y cuál crees que sería la forma de resolver esto?

R: Creo que organizándolo de otra forma. El sistema de tutorías sobre la base académica, tendría que ser que el profesor que esté especializado en el tema en que el alumno sienta deficiencias, entonces el mismo alumno se registra para una entrevista que le guíe, que le lleve adelante en el conocimiento que le está faltando, pero que sería sólo para esa ocasión, o sea, no sería un tutor por un semestre o for ever and ever, sobre ese alumno, sino que el alumno plantearía la necesidad de una orientación particular sobre dudas que surgen en el trayecto del semestre, pero según fuera el especialista, él buscaría quién se lo resuelva para cada caso, y entonces el profesor estaría recibiendo peticiones de alumnos en relación a su especialidad.

P: ¿Y los aspectos personales, por ejemplo?

R: Hay que atenderlos, pero en otro ámbito. Puede haber un área especializada dentro de la universidad con gente que conozca cómo tratar asuntos... conflictos personales, y que ellos puedan recurrir a auxilio especializado también, porque nosotros no tenemos los conocimientos para atender conflictos personales, aun cuando a lo mejor es nuestro deseo en un momento dado, porque hay profesores que son... con mucho afecto tratan de darle un, y pueden tener un interés en ayudarlo, pero no es suficiente la intención. Dicen que el infierno está empedrado de eso.

P: Respecto al carácter voluntario u obligatorio del programa, ¿qué opinión tienes sobre eso?

R: Como te digo, si fuese desde el punto de vista académico, yo creo que todos no necesitamos que nos obliguen, todos estamos dispuestos a compartir el conocimiento, para eso estamos en la universidad, sin necesidad de una obligación. El problema es cuando surge una obligación pero no hay un deseo. Entonces no hay otro resultado que la simulación, porque, en primer lugar, el alumno no tiene deseos de plantear sus problemas personales con alguien que no conoce, y el profesor si el alumno no le quiere plantear el problema, y está obligado a reportar las tutorías, no le queda más que inventar las entrevistas, porque su sueldo depende de eso en muchos casos, para calificar en los sistemas de estímulos y no puede obligar al alumno a que venga a consultarle cosas personales, entonces es una perversión del sistema pero no tiene ningún resultado efectivo. Entonces, si puede haber obligación del profesor de dar tutorías, pero relacionadas con su área de conocimiento.

P: ¿Algún otro comentario?

R: Es una lástima que hayamos caído en el terreno este de la simulación, yo creo que es lo que más nos puede dañar como académicos, que nos veamos en esta situación realmente verdaderamente vergonzosa, de que para poder subsistir, tengamos que estar pegados a un reporte simulado de actividades, y que no este en nuestras manos poder cambiar esto, porque las instrucciones el profesor se ve obligado a cumplirlas para no verse afectado laboralmente, pero, digo, es una lástima que no tiene ningún efecto real. No tiene ningún efecto real en términos del objetivo que se planteó la tutoría, aunque sí puede tener otros efectos también perversos, en cuanto a que termina recibiendo un estímulo un profesor que es muy bueno para simular contra alguien que se niegue, por ejemplo, a hacer esa farsa, puede resultar penalizado. Entonces, se da la paradoja de que ni se mejoran las relaciones, o los reportes de desempeño de los alumnos, y la relación maestro-alumno, pero sí se deteriora la relación entre los profesores, porque recibe más paga aquél que simula que el que decide ser honesto.

P: Considerando tu experiencia como sindicalista, desde una perspectiva sindical, ¿cómo verías la situación de la tutoría?

R: Esa parte que te menciono es la que me parece tiene que ver con el sistema de estímulos. Desde el principio, el sistema de estímulos se dijo que era un asunto ajeno a la organización sindical, sin embargo esta es una actitud ilegal. De acuerdo con la ley toda percepción que reciba el trabajador es parte del salario, entonces es una transgresión de la ley y es una vulneración de los derechos del trabajador el hecho de que se excluya de las negociaciones laborales la organización del sistema de estímulos, y al haberse excluido escapa de las manos del profesor el poder corregir este tipo de perversiones que te mencioné antes.

Entrevista 5, 28/06/07:

P: ¿Y respecto al programa de tutorías, cual es tu apreciación?

R: Pues, desde que me invitaste tú a participar en la comisión aquí en el Departamento, cuando estabas como responsable del programa a nivel divisional, de esa fecha a horita va seis meses, realmente no hemos podido anclar el programa, ese es uno de los problemas que tiene, el diseño como que le falta aterrizar, está todavía muy en las nubes, algunos dicen que muy burocratizado; pero yo lo que siento es que falta concretarlo en acciones. No se ha pasado de la fase esa del diseño a la fase operativa, sustantiva... Con los estudiantes, es un programa que prácticamente no existe, no se enteran siquiera que tienen tutor, ha faltado más involucramiento de los estudiantes en el programa, y que son los puntos de vista que la misma institución ha reconocido ahora en el documento donde hicieron el análisis de los problemas: falta de incentivo de los maestros... falta de involucramiento, los estudiantes no saben lo que son las tutorías, a pesar de los cursos de inducción, que se siguen dando los cursos de inducción y se van a dar entrando el semestre, se va a echar a andar el curso de inducción, pero siento que hay que involucrar más al profesorado en este tipo de actividades, y es muy difícil porque como es facultativo el programa, entonces pues los que quieran entrarle, los que tengan compromiso con la universidad son los que más se aplican. Hay gente que la tutoría ya la venía haciendo de facto, que estos programas caen ahí y esa gente queda bien porque son gente que tiene mucha interacción con los estudiantes; que se confunde la tutoría con la asesoría, hay maestros que creen que la tutoría es asesoría, entonces ahí hay una confusión también, pero... no estamos preparados y apenas estamos en esa fase, estos cursos de verano han ayudado mucho, para la gente nueva como yo que va apenas entrando al programa, de que cada vez que venga un estudiante a... ya que te presentes con él que sepa que eres tú su tutor, que siempre se lleve algo... que venga a la tutoría, que salga con algo el estudiante; tener ese compromiso nosotros de siempre estar dispuestos a dar y que el estudiante cada vez que venga se lleve algo para que regrese y esté en permanente contacto contigo. También tú tienes que involucrarte más con ellos, en el sentido de conocer un poquito cuál es su circunstancia, las condiciones en que trabajan. Hay caso así de chavos que se vienen de la chamba para acá, que tienen a su mamá postrada en la cama, yo lo he visto eso, el caso es que esa es la situación que yo percibo. Creo que las personas que están echando a volar este programa deberían de meditar mucho más los programas que quieren implementar, no hacerlos así digamos a la primera. Que hagan una especie de, yo estaba pensando, una especie así de... un estudio de las mejores prácticas, al menos aquí en México, porque hay mucha experiencia internacional, pero que se tuviera claro de lo que se está haciendo en tutorías para dar un paso adelante, y decir, “o me voy a poner a este nivel...”, pero no se hacen este tipo de estudios, ¿no? Se invita a gente que sabe mucho de tutorías en la universidad, dan asesoría, etcétera, etcétera, pero eso no es suficiente. Hay que estudiar los procesos, las condiciones en que se ha llevado a cabo el programa, dónde ha tenido éxito, por qué ha tenido éxito, y una vez que se haga todo el estudio, pues entonces sí, empezar a pensar en un diseño propio, para nosotros, ¿no?, pero no sé si se haya hecho eso, esta vez que se nos acaba de entregar el programa alterno y quién sabe si vaya a funcionar, porque el problema está ahí el de siempre, que es el de la falta de incentivos, ahí está presente y sigue siendo, en la propuesta no está reglamentado todavía esto; un asunto voluntario... que queda a la voluntad del profesor involucrase o no en estos procesos. Aun así, para lo del Promep es un requisito, sigue siendo para las becas... todos los programas del Promep la tutoría es un requisito, así que el incentivo en todo caso sería ese, ¿no?, y no sé si llamarle incentivo [...] Mucha gente lo hace nada más por estar dentro de los programas, pero no hace evaluación, no hace las entrevistas a inicio, en medio término y al final del semestre, las hacen cuando se necesitan hacer para la beca al desempeño, pero no es un asunto que lo lleven como una práctica más... como una práctica cotidiana, pues, digamos, del trabajo de tutoría.

P: ¿Y respecto a la verticalidad, al burocratismo de que alguna gente se queja?

R: Pues para empezar, la gente que diseña estos programas, cuando vas a discutirlo con ellos, que me tocó estar en la reunión del EDUCADIS, no quieren discutirlo, pues. O sea, llegas y te das cuenta que no quieren discutir las propuestas que ellos hacen cuando nos quieren consultar a nosotros. Está prohibido... casi, hacer comentarios críticos sobre los documentos, aunque sea tú... la buena voluntad mejorar las propuestas. Hay un ambiente así muy poco propicio a la discusión académica seria, madura... entonces eso le da en la torre a esto porque no lo dejan que aterrice el programa, entonces se queda en los diseños desde arriba, totalmente sin anclar abajo, porque no dejan que la gente canalice sus puntos de vista, al menos de manera institucional, ¿no? Deberían de propiciar en cada unidad académica una discusión y no juntarnos a todos así, sino ir llevando los resolutivos de todas las unidades académicas con sus propias particularidades, de abajo hacia arriba, y a lo último integrar un buen documento que contemple toda la variedad digamos de situaciones y particularidades, ara echar a andar el programa con más tino, es lo que yo pienso, y si se sigue haciendo desde arriba, va a seguir fracasando, porque no toman en cuenta las condiciones reales en que opera el programa, particulares. Ese es uno de los grandes problemas de la tutoría, y la otra es el involucramiento de los profesores, cómo lograr un mejor involucramiento de ellos. Entonces, no se va a lograr cuando lo diseñes... un grupo de iluminados, digamos, que se reúnen [risas] que se reúnen para hacer este tipo de documentos, ¿no?, iba a decir en Álamos, en San Carlos [risas].

Entrevista 6, 29/06/07:

P: ¿Qué opinas sobre el programa de tutorías?

R: Sobre el programa de tutorías, no logro entender cómo siendo positivo, no logra tener el arraigo ni en el estudiante ni en el profesor.

P: ¿Cómo fue tu encuentro con el programa de tutorías?

R: Fue a través de una invitación. Si mal no recuerdo, un día estaban el profesor Darío Arredondo y Germán Palafox y me propusieron que me incorporara, de golpe y porrazo, y en ese tiempo yo no tenía una carga extracurricular fuerte, yo lo acepté, pero, además de buena gana, y con buenas intensiones de poder contribuir a eso, o sea, a los buenos propósitos del programa de tutorías, pero sin conocimiento previo, sin antecedente más profundo, salvo el haber llevado algunos cursos... pero, la responsabilidad administrativa, por así llamarle a esto, de coordinarlo, fue a través de esto, yo entiendo, de un encuentro que fue platicado entre Darío Arredondo y el jefe del departamento. No se si... creo que no, si esto fue platicado con los profesores; simplemente, hasta donde sé, se les informó a los profesores que yo era el responsable.

P: ¿Y tu experiencia, como responsable del programa en economía?

R: Yo tengo... tengo como altibajos en eso, porque al empezar con bastante entusiasmo y reunir a los profesores y reunir a los estudiantes, yo sentí en un principio una buena actitud, una buena reacción porque inclusive los profesores asistieron, yo me acuerdo, a algunas reuniones, y bueno, igual los estudiantes cuando les informamos estuvieron interesados en el programa, sin embargo... yo sentí una especie de arranque de caballo fino, puede ser, y que luego ya sobre la marcha fue un poco bajando, no sé si el entusiasmo, la actitud de los profesores para... citar a los estudiantes, para buscar a los estudiantes, porque siempre una vez que, yo me acuerdo haber hecho la distribución de estudiantes, yo me acuerdo haber pegado en los salones de clase unas hojas diciendo quiénes eran los tutores de cada quién, y ahí, a la hora de los hechos concretos empieza un peregrinar con más dificultad, más tortuoso, porque los estudiantes iba a buscar a sus tutores, algunos lo encontraban, otros no lo encontraban y no volvían, y en el caso de los profesores algunos sí tocaban puertas, buscaban en los salones, buscaban en la pared, pero otros no lo hacían. Entonces, demostraron una actitud los profesores y los propios estudiantes una actitud muy positiva a la hora de plantearles, de decirles del programa y ya cuando se trataba del proceso propiamente, del trabajo de tutoría, el ánimo como que empieza... no sé si es el ánimo, ánimo, actitud, trabajo, pero sí empieza a bajarle, ¿no?, y con picos positivos, creo, a la hora de empezar los semestres, o a la hora que tenías que utilizar la información de las tutorías para algún trámite de becas o de Promep, o para becas al desempeño académico; entonces, sí, yo creo que aquí hay que resaltarlo, la reactivación en el trabajo de tutorías también está muy ligado a ciertas cosas con las cuales el programa se liga, de tipo administrativo, de tipo laboral, ¿no? ... y claro, es sorprendente cómo cuando llegan los períodos de intersemestre, cómo los profesores acudimos a tomar cursos que ofrece la institución, y luego les preguntas, “y ahora cuál es el interés que tienes si sobre la marcha no has dado mucho”, entonces, “pues es que si no llevo el curso de tutorías, no tengo derecho... al registro de estudiantes, no tengo derecho al programa de becas al desempeño académico, no tengo derecho –yo lo escuché, no sé qué tan correcto sea– para entrar a Promep. Yo creo que el itinerario propiamente, del tiempo que yo estuve, estuvo más marcado por lo que el programa de tutorías ofrece a los profesores sobre todo, vamos, por la zanahoria propiamente que es el programa de tutorías, para efectos de programas de estímulo y para efectos de puntos y para efectos de lograr un recurso económico más fuerte. Eso es lo que yo puedo decir... y bueno, nunca hubo una compenetración colectiva de estudiantes y profesores, aprovechando las bondades del programa, pues para mejorar la calidad académica, las capacidades de los estudiantes. Entonces, creo que el matiz es muy burocrático finalmente, muy burocrático-administrativo y ligado a ciertas, no sé si decirle prebendas, que ofrece la institución.

P: ¿De qué manera consideras que se pudiera replantear esto?

R: Yo creo que tal vez una manera de replantearlo, sería hablarlo con los profesores de tiempo completo... para que ellos dijeran también qué es lo que ellos pueden tutorar, o sea, cuáles son los alcances reales que los profesores tenemos para poder ayudar a los estudiantes, que yo tengo la impresión que tienen que ser cosas de asesoría... pues básicamente académica, porque como que esto se pervirtió mucho, se pervirtió mucho en el sentido de que a veces muchos estudiantes llegaban con el profesor porque tenían problemas económicos, porque no tenían para el camión, o llegaban las chamacas con el profesor para... sabes qué, que me ando casando, o que tengo problemas de salud, o problemas personales, y esto se volvía una especie de laboratorio, vamos, no en la totalidad, pero en una de las partes, una especie de laboratorio [catártico], se puede decir, de catarsis en muchos casos, de desahogo a veces, de los estudiantes pero que no pasaba de ahí, claro, esto, casos aislados de estudiantes con algún problema físico que acudían a las instancias de la universidad a hacerse sus estudios, sus análisis, lo cual está bien, pues, pero yo creo que salud física y salud mental de los estudiantes, debería de permanecer en el programa como algo más marginado, si que fuera el punto central, el punto clave. Vamos, si el estudiante motu propio, se acerca y te pide y esto, bueno, que el profesor esté enterado a dónde lo debes canalizar, para que el eje sea que el estudiante mejore su calidad académica en el conocimiento de clase, en sus... lo que es propiamente pues el seguimiento de un programa de una carrera, que ahí se centrara, que los profesores hiciéramos el compromiso, pero sobre todo yo diría que sí se necesita de un seguimiento muy puntual. O sea, no se puede dejar a las fuerzas del mercado, ni para cuando el profesor quiera abrir la página y meterle información. Tengo esa impresión, como que, vamos... así como la institución y las divisiones y los departamentos tienen su plan de actividades, que el propio programa lo tuviera, pero insisto, con un seguimiento muy bien llevado, de revisión no sé cuando, no sé si cada mes pudiera ser... un calendario desde que empezara el semestre, me parece, se me ocurre que puede ser una opción, ir evaluando y que los profesores fueran planteando cuáles son los problemas que han estado recibiendo por parte de los estudiantes y cómo los han estado resolviendo, y si lo han hecho, cómo lo han hecho y qué avance. Yo creo que nos hace falta mucho trabajo de colegiado, o sea, de colegiado no administrativo, no burocrático... No tenemos, yo creo, aquí en la escuela, en el departamento, una cultura de intercambio informal de lo que está aconteciendo, de evaluación de lo que está aconteciendo y, en este caso, es básico con los estudiantes. Entonces, por ejemplo, en este semestre va a haber reuniones para revisar nuestras cosas, todas, lo que estamos haciendo cada quién, en todo, en el caso particular de tutorías qué hicimos, qué dejamos de hacer, no tenemos ningún espacio para ir a... al menos también hasta catártico, para decir sentí esto, esto y esto... en la buena actitud de escuchar para dialogar, entonces a lo mejor y por ahí... aunque esto que estoy diciendo de que necesitamos más colegiado, más intercambio, más conocer lo que están haciendo los demás, cómo lo están haciendo, saber qué dicen los profesores de los estudiantes; por ejemplo, en el departamento hay algunos profesores que dicen que los estudiantes de economía son muy distintos a los de finanzas y dicen que los de finanzas necesitan un poco menos de tutoría porque son más activos, más dinámicos, tal vez por el sentido de la carrera. Si es así, tal vez, pero son puros decires. Como que si necesitamos conocer los perfiles de ellos y escucharlos, porque hasta donde sé, preguntas que se les han hecho en cuestionarios, se quejan de que nunca conocí al tutor, no conozco el programa, entonces, el qué hacer es uno, yo decía, más trabajo colegiado, si quieres informal pero organizado. Cuando digo informal me refiero, no de papeles para que llenes o que te lo imponga alguien... tendría que haber una instancia, en este caso creo que el coordinador de la escuela el que cite a los profesores, y yo creo que en el caso de los estudiantes, la escuela no es tan grande para que coordinados fuéramos a los salones de clase y, pudiera ser, preguntáramos cómo ven y levantar ahí notas acerca del programa; entonces, en conclusión, más trabajo con profesores, más trabajo con estudiantes, dándole un giro a los ejes, al eje. Que fuera un eje académico propiamente, eso me parece muy importante: que el eje sea meramente académico y sin soslayar lo demás, pero sin que sean los problemas personales de los estudiantes nuestra principal preocupación, y luego, lo que decía, irle dando seguimiento, ¿no? Son como tres, cuatro cosas que yo creo que habría que integrarlas, trabajo con profesores, trabajo con estudiantes, trabajo profesores-estudiantes, evaluación pero permanente, porque luego empieza el semestre y hasta el final revisamos. Entonces, concluyo diciendo que, como que cada departamento y tal vez nosotros deberíamos de buscar nuestras propias capacidades, no sé cómo decirlo, endógenas, nuestras capacidades y nuestros perfiles de profesores, de estudiantes, y hacer nuestras propias propuestas, porque ya, la historia que traemos es una historia muy vertical, muy que te... llevas el curso y te asustan... ahora todo mundo anda asustado, “mira, si no llevo el curso no voy a tener derecho a la zanahoria famosa. A mí me molesta eso, pues, y creo que no es por ahí. Sí tenemos que hacer un intento de búsqueda de nuestras propias visiones, capacidades, potencialidades y nuestra propia capacidad de organización.

Entrevista 7, 4/07/07:

P: ¿Y el programa de tutorías?

R: El programa de tutorías es uno de los programas dentro de toda la nueva curricula que propone este nuevo modelo educativo, verdad. Están los otros programas de vinculación, de formación, este, estudiantil y bueno el programa de tutorías, como la mayoría de los programas, está enfocado a satisfacer el desarrollo de los estudiantes, es decir, darles a los estudiantes o a los nuevos “clientes”, como algunos funcionarios administrativos señalan, unos funcionarios administrativos universitarios se empeñan en llamarlos nuestros “clientes”, el estudiantado está tratando de ser cubierto con un programa que los lleve por mejor camino, verdad, es decir, un programa en el cual les ayude a iniciar su carrera y a concluirla de una manera satisfactoria, contando con asesoría académica, asesoría psicológica, asesoría de bienestar, asesoría que, en general, los maestros del departamento de economía y de la mayoría de la universidad, no acabamos de entender a ciencia cierta qué es. Es decir, hay que apoyar al estudiante, hay que vigilarlo, hay que encaminarlo, hay que acompañarlo, como dice en sus mejores párrafos el programa de tutorías pero, no nos dice cómo, verdad, entonces la tutoría cada quién la entiende según su formación personal. Yo pienso que los maestros hacíamos tutoría, cuando menos eso creíamos, que hacíamos tutoría indicando a los estudiantes lo que les convenía o no fuera del salón de clases y dentro del salón de clases. Instituida como un programa, la tutoría se convierte en algo obligatorio para el maestro y... de baja aceptación por los estudiantes, porque ya el estudiante se siente, hasta cierto punto, ¿cómo se puede decir?, se siente orientado, no es la palabra que quisiera usar, a que de antemano un maestro le diga cómo comportarse, cuando antes los estudiantes de manera espontánea buscaban al maestro que ellos preferían y le preguntaban qué hacer ante condiciones especiales o ante situaciones particulares. Ahora, de antemano ya cuenta con un tutor que a la mejor ni les simpatiza, ni o conocen en la mayoría de los casos, en el peor hasta pueden tener aversiones, y de manera obligada es su tutor, entonces son... siento yo que por parte del estudiante no se ve como un programa que les cree inquietudes, simpatías, porque de antemano ya están asignados a alguien, y a los maestros, yo como maestro, en un principio experimenté una cierta confusión porque no sabía a qué tipo de tutelaje se referían. Cuando se nos indicó que prácticamente era la tutoría en general, no nada más académica sino en varios aspectos, entonces, incluso hubo hasta alarma. Yo sentí que no pudiera cubrir alguno de esos campos. La salida que se nos daba era que, bueno, habría que canalizar, se nos decía, habría que canalizar a los estudiantes hacia las áreas en donde se requiriera el servicio, pero en una universidad en donde todo es nuevo, esas áreas son de nueva creación o todavía no existen, entonces no había a dónde canalizarlos realmente. En un principio me pareció un programa interesante porque llegué a pensar que iba a haber más acercamiento con los estudiantes, desde mi punto de vista pasó todo lo contrario. Los estudiantes no buscan a su tutor y los maestros, con la finalidad de acumular puntos, con la finalidad de cumplir con los requisitos de los nuevos programas de competencia universitaria, académica, pues simplemente se buscan para cumplir con lo que señala las actividades del programa, como es cumplir con un número determinado de sesiones con los tutorados, llamarlos de vez en cuando para una tutoría en conjunto, pero no siento que exista una ejecución adecuada del programa.

P: La tutoría y la “tortibeca”

R: ¡Aguas! En realidad el proyecto de universidad que es como yo lo veo para no encontrarle de antemano una aversión [...] para cada uno de los programas, yo pienso que el programa de tutorías es parte de ese andamiaje, que es la nueva curricula universitaria, es decir, un andamiaje en el cual un programa está ligado al otro, con la finalidad de que, como todos los modelos, de que forme parte de un sistema de educación más complejo, ¿no?, es decir, un sistema de educación en el cual ante el cambio de las condiciones actuales, ante los cambios que experimenta la sociedad, la universidad debe adaptarse, nada más que con la desventaja en nuestra universidad d que lo hicimos de manera prácticamente dictatorial, ¿no?, es decir, entramos a un nuevo modelo educativo de una manera autoritaria, por lo tanto sin autocrítica, sin discutirlo, sin conocer realmente qué es lo que se va a ofrecer a futuro y entonces lo que sucede es que, ante un programa como tutorías, que es un programa en lo individual con características muy interesantes, no sabemos en cierta medida la repercusión real que pudiera tener. Tutorías está estrechamente ligado al estímulo al profesor, “si te portas bien, si cumples con lo que establece el puntaje en la evaluación del maestro, si cumples con el Promep y todo lo que conforma el nuevo sistema universitario de educación”, pues en realidad lo que tenemos es un programa que se engarza con los otros precisamente para... fomentar un sistema que todavía no conocemos, ¿no? Por eso prevalece en la mayoría de los maestros y yo me encuentro entre ellos, de que la “tortibeca” es una dádiva [...] de la universidad, y que la vas a recibir siempre y cuando cumplas el programa, los programas en que está involucrada la universidad. La tutoría es uno de ellos, si tienes un número determinado de estudiantes, si brindaste las sesiones de grupo o individuales que se te piden y cumpliste con un porcentaje determinado de horas, de sesiones, si estás acreditando un determinado número de materiales académicos, en fin, si tu desarrollo integral como maestro lo estás llevando a cabo, pues te haces beneficiario de un programa como el de la famosa “tortibeca”, que genera mayores o mejores condiciones salariales a los maestros, pero veo una relación estrecha, una relación estrecha entre los programas académicos con la posible superación económica, con el mejoramiento económico de los académicos.

P: ¿Y la relación entre tutoría y simulación?

R: Yo pienso que, aunque de manera general prevalece entre la mayoría de los maestros, entre la mayoría de la planta docente, la idea precisamente de que el programa de tutorías es un programa más de la nueva curricula universitaria... un programa que no ha logrado engarzar bien en el desarrollo de los estudiantes, pienso que no redunda en beneficios generales para el estudiante, para lo cual fueron hechos los programas. Al no existir una idea clara en los maestros de hacia dónde va el modelo o, en otras palabras, hacia dónde va el todo de lo que es el trabajo académico de los profesores, investigadores; cuando se presenta un programa en lo individual no se entiende, o sea, no se llega a entender cabalmente cuál es la importancia de ese programa dentro de todo el modelo, la idea que prevalece es que es un programa como todos, dicen los maestros, un programa que no lleva nada a los estudiantes. Desde mi punto de vista particular, creo que ese ha sido el error más grande de la administración universitaria, no haber tenido capacidad para... yo pienso que ahí está el error, una de las fallas es precisamente... una falla de origen, que desde un principio no se logró involucrar a la planta docente en este nuevo proyecto, de tal manera que aceptamos a desarrollar los programas de una manera casi, casi por requisito, por requisito no tanto como parte de un proyecto universitario. Yo pienso que aquí empezaría la discusión, verdad, en realidad lo que deberían estar discutiendo los maestros es precisamente eso, ¿qué modelo de universidad queremos?, ¿qué educación queremos impartir a los estudiantes?, ¿qué tipo de formación queremos generar en las nuevas generaciones?, ¿cómo podemos armar a los estudiantes de economía y de finanzas, con una educación completa, que les facilite arribar a las nuevas condiciones en las cuales van a competir ellos, que son muy distintas a las que les tocaron a las generaciones anteriores? Ahí está el problema.


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