Tesis doctorales de Economía


COMPETITIVIDAD SOSTENIBLE DE LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS COMO DESTINOS TURÍSTICOS. UN ANÁLISIS COMPARATIVO DE LOS PARQUES NATURALES SIERRA DE ARACENA Y PICOS DE AROCHE Y SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS

David Flores Ruiz


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4.2.2.2. Evolución histórica de los espacios naturales protegidos

Respecto a la evolución histórica de los espacios naturales protegidos, decir brevemente que la declaración del Parque Natural de Yellostone, en Estados Unidos, a finales del S. XIX -1872- marca el inicio de la corriente conservadora de los espacios naturales a partir de su protección legal. Este hecho se extiende rápidamente a otros países como Austria (1879), Nueva Zelanda (1885), Canadá (1888), Suecia (1909), Rusia (1912), Suiza (1914).

Este hecho supuso, al mismo tiempo y de forma paralela, el punto de partida del continuo incremento de las visitas a estos lugares con objeto de admirar y disfrutar de sus valores naturales y paisajísticos, pues tal declaración contribuye a proyectar en la sociedad una “imagen de calidad” y riqueza medioambiental de los espacios naturales declarados como tal.

Por su parte, España, con la aprobación de la Ley de Parques Nacionales en 1916, también es uno de los primeros países europeos en incorporarse al movimiento internacional de protección de espacios naturales iniciado por Estados Unidos . Así, en 1918 se crearon los parques nacionales de la Montaña de Covadonga y del Valle de Ordesa. Desde 1918 a 1957 la Red de Parques Nacionales de España no se amplía con ningún nuevo espacio, siendo en este último año, y en el intervalo de unos pocos meses, cuando se declaran otros dos espacios naturales: el Teide y Caldera de Taburiente. Sin embargo, a partir de este período es cuando comienzan a declararse todos los espacios naturales protegidos que se encuentran actualmente catalogados como tal en territorio español (Cals, 1989:63). De tal forma que en España el “boom” del proceso de declaración de los espacios naturales protegidos, fundamentalmente de los parques naturales, viene asociado con la aprobación de la Ley 4/1989, de 27 de marzo, de conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres, la cual delimita las competencias estatales y autonómicas en materia de conservación de la naturaleza.

Por su parte, a nivel internacional, tal y como ocurre en España, no será hasta a partir de la segunda mitad del S. XX, y, sobre todo en los sesenta y setenta, cuando comienzan a declararse la mayor parte de los espacios naturales protegidos que existen en la actualidad (Paul, 2003). No en vano, este período se corresponde, tal y como hemos apuntado en el apartado anterior, con la última etapa de las relaciones históricas que, a grandes rasgos, se pueden identificar entre Naturaleza y Economía, la cual se caracteriza por la complementariedad de ambos conceptos.

Así pues, a partir de la segunda mitad del S.XX, tanto a nivel internacional como para el caso español, comienza a experimentarse un crecimiento exponencial del número de áreas protegidas, de tal forma que, como recoge el informe sobre el estado de las áreas protegidas en el mundo, elaborado por el Centro Mundial de Seguimiento de la Conservación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP-WCMC y la UICN), en el año 2003 existían más de 100.000 áreas protegidas que alcanzan alrededor del 11% de la superficie terrestre emergida, es decir, 18,8 millones de kilómetros cuadrados (Múgica et al, 2004:11).

En definitiva, todos estos datos nos dan una idea de la importancia que han adquirido en las últimas décadas los espacios naturales protegidos a la hora de implementar una estrategia de desarrollo sostenible orientada, tal y como hemos apuntado anteriormente, a alcanzar los objetivos de desarrollo humano marcados por la Organización de las Naciones Unidas -ONU-. Dicha importancia se ha visto incrementada por el importante aumento de visitantes que, de forma paralela, vienen “sufriendo” este tipo de territorios, sobre lo cual profundizamos a lo largo del presente capítulo. De esta forma, tal y como recoge Vacas (2001 :58), en las décadas de los 70-80 comienzan a utilizarse en España los espacios naturales para el ocio turístico, el disfrute y la recreación, y desde entonces la afluencia a estos espacios en nuestro país ha experimentado un considerable incremento .


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