Tesis doctorales de Economía


COMPETITIVIDAD SOSTENIBLE DE LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS COMO DESTINOS TURÍSTICOS. UN ANÁLISIS COMPARATIVO DE LOS PARQUES NATURALES SIERRA DE ARACENA Y PICOS DE AROCHE Y SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS

David Flores Ruiz


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4.2.4.2. De la gestión pasiva a la gestión activa del turismo en los espacios naturales protegidos

Tal y como se recoge en el apartado anterior, en las últimas décadas se ha producido un incremento exponencial de las visitas a los espacios naturales protegidos. Sin embargo, este importante crecimiento ha ocasionado una serie de impactos negativos sobre los mismos, tales como: procesos de erosión del suelo, pérdida de especies animales y vegetales, vertidos incontrolados, contaminación acústica, etc.

Tal y como recogen Wearing y Neil (2000: 86), si en el pasado el ocio y el turismo apenas representaban una amenaza para los parques, debido a factores como la distancia y el difícil acceso a los mismos, así como el volumen no muy elevado de visitantes, en las últimas décadas se ha producido un cambio significativo a este respecto, a medida que las zonas protegidas han ido cobrando cada vez más relevancia, tanto por la mayor movilidad de la población y la mayor disponibilidad del tiempo libre, como por el hecho de que los colectivos humanos son cada vez más conscientes de la importancia del medio ambiente. Un cambio que se ha traducido, por un lado, en el número de visitantes de los parques -y en el impacto que se deriva de esa mayor presencia humana- y, por otro, en el papel esencial que estas zonas van a desempeñar en las tareas de conservación.

Estos impactos se han agravado significativamente si tenemos en consideración que la mayoría de los espacios naturales protegidos carecían por completo de áreas de acogida, puntos de información y cualquier otro equipamiento básico que permitiera mejorar su gestión. Sin embargo, estas deficiencias no se han tenido en cuenta y muchos de estos espacios han llegado a realizar verdaderas campañas publicitarias para incentivar, aún más, las visitas a los mismos . Por lo que hoy son evidentes y preocupantes algunas distorsiones en relación con la utilización recreativa de los parques naturales españoles.

El problema de fondo de este importante crecimiento de la demanda turística en los espacios naturales protegidos, con los impactos negativos sobre los mismos que ello implica, radica en que no ha estado precedido de actuaciones tan importantes como (Mulero, 2002):

- Una evaluación rigurosa de las características de la propia demanda turística -número de visitantes, procedencia, perfil sociodemográfico, preferencias y motivaciones, etc.-.

- Una suficiente planificación y regulación del uso público que recoja las condiciones que tienen para el ocio cada sector del espacio protegido, es decir, las posibilidades del espacio para satisfacer las diferentes motivaciones de la demanda.

- La evaluación de las consecuencias que un uso turístico masivo de esta índole puede tener sobre el entorno natural que se pretende conservar, pues ello contribuirá a la corrección de las mismas.

- Una gestión eficiente, dificultada por la declaración de numerosos espacios naturales protegidos en un corto espacio de tiempo, colapsándose, de esta forma, la capacidad de actuación que tienen las autonomías, las cuales poseen las competencias para su gestión.

En definitiva, la conjunción entre una intensa y creciente demanda turística, unida a la falta de una gestión activa de la misma, ha provocado la proliferación de impactos negativos sobre los propios ecosistemas que el espacio natural está llamado a proteger tras su declaración como tal. Entre los impactos más citados se encuentran, siguiendo a Mulero (2002), los siguientes: erosión y/o compactación de suelos por las pisadas de visitantes, retroceso de especies vegetales e incluso desaparición de algunas por la excesiva recolección, pérdida general de la cubierta vegetal, vertidos incontrolados de residuos líquidos y sólidos, contaminación del agua, contaminación acústica, aumento del riesgo de incendios forestales, alteración de la fauna e incluso incremento de la mortalidad por atropello, etc.

Y todo ello no es más que una consecuencia del tipo de gestión que se ha venido haciendo en los espacios naturales protegidos, los cuales tan sólo se han dedicado a gestionar el uso que hacen los visitantes del territorio, sin que exista una verdadera gestión turística de los mismos. En este sentido, puede decirse que existe una gestión ambiental de sus recursos pero no una gestión turística, aspecto que se considera imprescindible si se pretende garantizar la sostenibilidad de estos territorios, desarrollar productos turísticos de calidad y que el turismo represente un papel significativo en el aporte económico, tanto a los sistemas de gestión de la naturaleza, como, de forma más general, al desarrollo regional y local.

En este sentido, hasta la década de los setenta el equilibrio de la tensión entre recursos y usuarios se logró en gran medida concentrando los esfuerzos de investigación, planificación y gestión de la base de recursos físicos en determinar las infraestructuras e instalaciones de que debían disponer los parques para garantizar su conservación. De forma que los factores sociales y económicos no constituían un componente fundamental en la planificación y gestión de los mismos, sabiéndose bien poco acerca de las dimensiones y las características del uso que, tanto la población local como los visitantes, hacían del mismo.

Así pues, el uso recreativo de los espacios naturales protegidos ha sido únicamente una parte “sobrevenida” de la actuación de conservación, pero no algo que ha sido manejado de forma activa. Y sólo en el momento en que la actividad turística de estos territorios comienza a crecer, adquiriendo un importante peso su parte financiera, el turismo comienza a ser tratado de una forma más profesional.

Una gestión activa y más profesionalizada del turismo en los espacios naturales protegidos, tal y como recogen Eagle et al (2003), implica un giro radical del propio proceso de gestión, pues supone pasar a manejar presupuestos y actividades desde un enfoque empresarial, lo cual supone un cambio de mentalidad para todos los grupos de interés, así como la necesidad de implementar un proceso descentralizador en la gestión de estos espacios. No obstante, dicho cambio está generando numerosas resistencias, que pueden resumirse en las siguientes:

- Opinión pública acostumbrada a que la naturaleza es un bien público y gratuito.

- Tradición de operación de muchos servicios públicos, entre ellos las áreas protegidas, con precios por debajo del coste de producción.

- Resistencia del sector privado por temor a perder la competitividad si los precios del recurso visitado se elevan.

- Carencia de experiencia en gestión empresarial dentro de las agencias de conservación.

- Preocupación en la opinión pública con relación al desarrollo de la actividad comercial.

- Resistencia del personal a la gestión empresarial.

Sin embargo, puede decirse que estos factores no han impedido que el proceso de reorientación hacia una gestión activa y empresarial del turismo en los espacios naturales protegidos se haya desarrollado en diferentes lugares de forma satisfactoria (Pulido, 2005: 146) . Esta gestión activa de los visitantes en los espacios naturales protegidos, tal y como recogen Eagles et at (2003), se convierte en una herramienta que permite:

- Evitar impactos no deseados.

- Difundir los valores del área, ayudando a generar conciencia de la importancia del área y de su preservación.

- Generar ingresos que permitan ayudar a la conservación.

- Generar desarrollo económico para las poblaciones de la zona.

- Fomentar la investigación.

- Fomentar el ocio en espacios naturales, promoviendo experiencias sociales y culturales de calidad.

Así pues, el turismo se presenta en la actualidad como una fuente de ingresos para los espacios naturales protegidos, si bien, puede convertirse en un riesgo en caso de ser incorrectamente manejado, escasamente planificado o insuficientemente controlado sus efectos, tal y como viene ocurriendo en buena parte de los espacios naturales protegidos. Por consiguiente, se hace conveniente, y a la vez urgente, una gestión activa del desarrollo turístico de los mismos, la cual parta de un enfoque empresarial, centrado, fundamentalmente, en los siguientes aspectos (Pulido, 2005:146):

- Gestión según un modelo empresarial.

- Creciente importancia del rol de los visitantes en la gestión.

- Más énfasis en la satisfacción del cliente.

- Gestión de la calidad del servicio.

- Mejora del marketing.

- Creciente independencia del presupuesto gubernamental y las subvenciones.

- En muchos casos, tarifas más elevadas.

Este enfoque estratégico, no es más que el que se propone en la Carta Europea del Turismo Sostenible en los Espacios Naturales Protegidos , al recogerse que adherirse a la Carta significa respetar la aproximación estratégica del desarrollo turístico sostenible (Europarc Federation, 1999). Ello significa hacer un diagnóstico, consultar e implicar a los colaboradores, fijar objetivos estratégicos, asignar los medios necesarios, llevar a cabo un programa de acciones y evaluar sus resultados, lo cual nos lleva, tal y como comentamos en los dos capítulos anteriores, a pasar de una gestión pasiva de la actividad turística en los espacios naturales protegidos -enfoque macroeconómico- a implementar una gestión activa de los mismos -enfoque estratégico-.

Este cambio de enfoque en la gestión turística de los espacios naturales protegidos debe venir dado por una cambio de las competencias y habilidades del personal implicado en esta tarea, tanto de instituciones públicas como privadas, sobre todo en los siguientes aspectos, en los cuales existe actualmente un importante déficit: comprensión de las necesidades y requerimientos de los visitantes; construcción de indicadores de desarrollo turístico sostenible, gestión de la calidad del servicio; política de precios para servicios recreativos y de ocio; marketing del ocio y de la recreación; economía turística y ambiental; finanzas y gestión turística.

Por consiguiente, una vez reconocida la importancia que está adquiriendo en las últimas décadas la actividad turística en los espacios naturales protegidos, y argumentada la necesidad de llevar a cabo en los mismos una política turística activa con objeto de minimizar sus impactos negativos y maximizar los positivos, en el siguiente apartado profundizaremos en las relaciones que se pueden establecer entre la competitividad y la sostenibilidad turística de estos espacios, pues ello nos va a proporcionar un mayor conocimiento a la hora de afrontar las estrategias de gestión de este tipo de destinos, ya que la gestión turística de los mismos debe estar basada, tal y como argumentamos posteriormente, en la implementación de una estrategia de competitividad turística sostenible.


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