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Análisis crítico de la estructura organizacional en las OFCC

Alvaro Sánchez Cabrera

 

Capitulo DOS

GENERALIDADES.

Las fases de crecimiento y desarrollo del Sector Financiero Cooperativo Colombiano SFCC que se trataran a continuación están divididas por periodos de tiempo. La primera fase incluye hasta la década de los años 50s, la segunda fase las décadas de los años 60s y 70s, y la tercera fase corresponde a los años 80s y 90s. Para lo pertinente con la investigación, y en especial los crecimientos y desarrollos de las OFCC, se hará énfasis en la segunda y tercera fase. Pero se profundizará de manera más sistematizada en la tercera fase (80s y 90s) que corresponde al periodo de estudio de esta investigación.

La razón se sustenta en dos elementos: Primero, el énfasis en la segunda fase fue porque en éste periodo de tiempo se formaron legalmente las OFCC que son nuestra muestra57, y la gran mayoría de las organizaciones del SFCC. Igualmente en éste lapso de tiempo fue notoria la influencia de sectores del Estado, partidos políticos, sindicatos e iglesia católica. Estos influyeron, de alguna manera, en las posteriores estructuraciones y diseño organizacionales.

El segundo elemento hace referencia a la profundización más analítica de la tercera fase. La importancia radica en que este periodo de tiempo 1980-2000 se dieron los crecimientos y desarrollos en todas las organizaciones de nuestra muestra. Lo anterior conlleva a que sea la tercera fase de crecimiento y desarrollo organizacional del SFCC la más importante para el análisis de la estructura organizacional en las OFCC.

1. PRIMERA FASE DE CRECIMIENTO Y DESARROLLO ORGANIZACIONAL: De la lógica de organización burocrática y los inicios de las cooperativas.

Si bien es cierto que el cooperativismo financiero existe desde los años 30 (Cooperativismo de ahorro y crédito como tal), su actividad en la intermediación financiera se profesionaliza en la década de los 80. Este proceso llevó incluido la expansión y especialización de la función financiera58, y con ello “nuevas” formas de organización y de gestión organizacional que han transformado sus estructuras y diseños organizacionales. Y coloco la palabra nuevas en comillas porque efectivamente fue la lógica burocrática de organizar las pequeñas cooperativas que crecían la que se usó, en primer orden, como concepción organizacional, que prevalece hoy, con algunos cambios menores en las OFCC.

Efectivamente, impulsado por el mismo Estado Colombiano y la iglesia católica (dos organizaciones con modelos burocráticos de organización inherentes), se crea la Ley 134 de 1931 que dio vida legal a las cooperativas, y posibilitó crear las de ahorro y crédito. Este primer apoyo institucional al florecimiento de las cooperativas estaba precedido por los efectos que la crisis económica mundial había dejado en nuestro país. De antemano las cooperativas eran una opción para mitigar estas condiciones. “Los orígenes del movimiento cooperativo colombiano encuentran su explicación en el esfuerzo continuo de un grupo de personas que han contribuido a su iniciación y desarrollo, pero también en los efectos que sufrió la economía del país como consecuencia de la crisis mundial que alcanzó magnitudes concretas en el año 1929. Hasta la fecha, el cooperativismo no había tomado una forma concreta, no obstante una ley que sobre esa materia se promulgó en 1918. (...) el costo de vida llegó a tomar proporciones tan serias que obligó a promulgar una ley de emergencia. (...) y con fundamento en un estudio de la situación, el gobierno nacional dispuso la creación y fomento de las cooperativas. (CHAVEZ, Fernando, 1967: 3)

Pero anterior a esta fecha (1910-1925), también se conocen los primeros planteamientos sobre el cooperativismo en los escritos del general Rafael Uribe Uribe y del sacerdote Adán Puerto quien motivado por las experiencias europeas divulga a través de diferentes medios, las bondades de esa forma de organización.

La constitución legal de estas organizaciones estuvo antecedida en el marco de la ley, por estructuraciones implementadas por el mismo Estado, o en su defecto la iglesia católica que fueron como referentes organizativos a seguir. Igualmente los primeros diseños sé referenciaron en las formas organizativas del cooperativismo internacional. De la misma manera, otras iniciativas de ahorro y crédito que no estaban en la órbita del Estado y la iglesia, fueron legalmente asumidas, en un grado de estandarización, a tener las estructuras y diseños que la norma exigía.

Estas referencias “las encontramos en la existencia de un desarrollo normativo, jurídico y administrativo que tiene la experiencia cooperativa Colombiana. Son más de 70 años de leyes, decretos, normas, reglamentos y procedimientos que plantean una tendencia hacia un modelo opuesto, el burocrático jerárquico. Esta situación obedece al hecho que muchas veces quienes hacen las leyes, desconocen el contenido de la doctrina y del modelo organizacional cooperativo y terminan proponiendo estructuras contrarias al espíritu que tiene el modelo. (SILVA, Juan Manuel, y DÁVILA, Ricardo 2002: 245-246)

En los inicios de la década 40 y con la orientación liberal del Estado se crean nuevas condiciones para fortalecer las cooperativas en general. Se da apertura a una política que igualmente favoreció el crecimiento de los sindicatos. Tanto cooperativas como sindicatos pasaron a ser motor de la revolución social pregonada por los gobiernos de corte liberal. “Los sindicatos como instrumento de racionalización de las relaciones entre patronos y trabajadores, y las cooperativas como mecanismos auxiliares de operación económica dentro de un sistema capitalista de mercado” (GARCÍA Antonio, 1976; 94)59.

La creación de nuevas normas para seguir favoreciendo el cooperativismo, no incidió para nada en nuevas estructuras y diseños organizacionales, por el contrario se reafirmo la línea de construcción de los enfoques burocráticos. De forma parecida, e igual como lo argumentábamos con el nacimiento legal de las cooperativas, surgen los sindicatos con niveles de estructuración similar en sus configuraciones organizativas.

Desde esta visión tanto el enfoque cooperativo de organización como el enfoque privado de organización, estuvieron impregnados de concepciones burocráticas60. Estas manifestaciones se dan independientes de los objetivos y fines de las organizaciones y del carácter social asumido como organización. Evidentemente es factible encontrar organizaciones meramente altruistas y filantrópicas con niveles altos de burocratización en sus estructuraciones organizacionales. Prueba de ello es la misma institución católica; la UNICEF (Fondo de las naciones unidas para la infancia); organizaciones de voluntariado como la defensa civil colombiana o los cuerpos de bomberos voluntarios; la lista incluye también a muchas grandes ONGs.

La evolución en términos organizacionales de las cooperativas dedicadas a los préstamos de dinero, en el periodo 1931 a 1960 es muy limitada. Su organización está diseñada a imagen y semejanza del enfoque que principalmente el Estado les define y reglamenta para su funcionamiento. Se elabora ello a partir de un pre-diseño con fundamentos del cooperativismo internacional que se ha mantenido por muchos años invariables con la misma lógica teórica, y sin responder a realidades especificas.

Este diseño esta representado por un organigrama simple. Dentro de la línea de mando los niveles jerárquicos son: la asamblea general; el consejo de administración; la gerencia; y los empleados. Posee igualmente un carácter legal de normas, reglamentos y niveles de comunicación que son de obligación cumplir para existir como organización cooperativa según los postulados legales del Estado. En la medida que evolucionaron en sus crecimientos organizacionales, se vio más palpable su carácter racional, de división del trabajo, y su impersonalidad en las relaciones. En la figura 2 se muestra un organigrama básico organizado administrativamente en niveles jerárquicos.

En lo relacionado con la prestación del servicio de ahorro y crédito, en esta primera fase de crecimiento y desarrollo de las organizaciones del SFCC, su labor estuvo directamente articulada a la persona que tenía la responsabilidad de la gerencia. En la medida de la complejidad de la operación, esta tarea se delegó a un director. Éste y unos cuantos empleados hacían el trabajo básico de una manera pragmática y de sentido común, con usos mínimos de planificación, capacitación y con comportamientos no muy estandarizados o formalizados. Por su estructura simple, la centralización de la autoridad y el carácter racional se muestran más evidentes.

No hay muchas evidencias empíricas de los crecimientos y desarrollos de estas organizaciones de ahorro y crédito en estos primeros 50 años del siglo XX. Aunque éstas fueron relativamente muchas. En un informe sobre las cooperativas de ahorro y crédito de la OEA (Organización de Estados Americanos), hay registros en 1950 de 472 cooperativas que funcionaban legalmente en Colombia, 394 eran de crédito personal (OEA, Washington 1961:13).

 


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